Descartes R.: Art. 83. De la diferencia que existe entre el simple afecto, la amistad y la devoción

RENÉ DESCARTES

Tratado de LAS PASIONES DEL ALMA (1649)

SEGUNDA PARTE

DEL NÚMERO Y DEL ORDEN DE LAS PASIONES Y EXPLICACIÓN DE LAS SEIS PRIMARIAS

ORDEN Y ENUMERACIÓN DE LAS PASIONES

Art. 83. De la diferencia que existe entre el simple afecto, la amistad y la devoción.

Paréceme que con mejor razón se puede distinguir el amor por el grado de estimación de lo que amamos en comparación con nosotros mismos, pues cuando estimamos el objeto de nuestro amor menos que a nosotros mismos sólo sentimos por él un simple afecto; cuando lo estimamos igual, se llama amistad, y cuando lo estimamos mas, la pasión que sentimos puede ser llamada devoción. Así se puede sentir afecto por una flor, por un pájaro, por un caballo; pero, a menos de tener trastornado el entendimiento, solo por los hombres se puede sentir amistad. Y de tal modo son ellos el objeto de esta pasión, que no hay hombre tan imperfecto que no se pueda sentir por el una amistad muy perfecta cuando se es amado por él y se tiene el alma verdaderamente noble y generosa, según explicaremos luego en él articulo 144 y en el 146. En cuanto a la devoción, su principal objeto es sin duda la soberana Divinidad, a la cual no se puede por menos de ser devoto cuando se la conoce como es debido; pero se puede también tener devoción por su príncipe, por su país, por su ciudad, y hasta por un hombre determinado, cuando se le estima mucho mas que a uno mismo. Ahora bien, la diferencia que hay entre estas tres clases de amor se manifiesta principalmente por sus efectos; pues, considerándonos en todas unidos a la cosa amada, estamos siempre dispuestos a abandonar la parte menor del todo que formamos con ella para conservar la otra; lo cual hace que, en el simple afecto, nos preferimos siempre a lo que amamos, y en cambio, en la devoción, preferimos de tal modo la cosa amada a nosotros mismos que no tememos la muerte por conservarla. De lo cual se han dado a menudo ejemplos en personas que se han expuesto a una muerte segura por la defensa de su príncipe o de su ciudad, y también a veces por personas particulares a las que se habían consagrado.