Análisis infantil (1923)

Análisis infantil (1923)

A menudo encontramos en el análisis que las inhibiciones neuróticas del
talento están determinadas por represiones que han detenido las ideas
libidinales asociadas con actividades especiales y así , al mismo tiempo, a
las actividades en sí. En el curso del análisis de niños pequeños y mayores
me encontr con material que me condujo a la investigación de ciertas
inhibiciones, que fueron reconocidas nicamente como tales durante el
análisis. Las características siguientes demostraron ser inhibiciones típicas:
torpeza en juegos y gimnasia, y aversión por ellos, poco o ningún placer en
las lecciones, falta de interés por una materia especial, en general, distintos
grados de la llamada pereza; a menudo también capacidades o intereses mas
débiles de lo que es común, resultaron estar "inhibidos". En muchos casos,
no se ha reconocido que esas características eran verdaderas inhibiciones y
como inhibiciones similares que forman parte de la personalidad de todo ser
humano, no podían ser denominadas neuróticas. Cuando han sido resueltas
por el análisis nos encontramos -como lo ha demostrado Abraham en el
caso de neuróticos que sufren de inhibición motora- (1) que la base de estas
inhibiciones era también un intenso placer primario que había sido
reprimido debido a su carácter sexual. Jugar a la pelota o con aros, el
patinaje, deslizarse en el tobogán, bailar, hacer gimnasia, la natación -en
realidad, todos los juegos atléticos- resultaron tener una catexia libidinal, y
el simbolismo genital representaba siempre un papel en ellos. Lo mismo se
aplicaba al camino a la escuela, la relación con maestros y maestras, y
también al aprender y enseñar ellos mismos. Por supuesto que una enorme
serie de determinantes activos y pasivos, hétero y homosexuales, que varan
con los individuos y que proceden de los diversos instintos parciales, son
también de mucha importancia.
A semejanza de las inhibiciones neuróticas, las que podemos denominar
"normales" estaban fundadas evidentemente en una capacidad
constitucionalmente grande de producir placer y en su significado
simbólico-sexual. El énfasis mayor, sin embargo, debe ponerse sobre el
significado simbólico-sexual. Es ste el que, determinando una catexia
libidinal, aumenta en un grado cuya disposición original y el placer
primario an no podemos determinar. Al mismo tiempo, es éste el que atrae
la represión sobre sí, porque la represión se dirige contra el matiz de placer
sexual asociado a la actividad, y conduce a la inhibición de esta actividad o
tendencia.
He llegado a ver que en la mayoría de estas inhibiciones, fueran o no
reconocibles como tales, la tarea de revertir el mecanismo era realizada por
la angustia y especialmente por el "miedo a la castración"; sólo cuando esta
ansiedad se resolvía, resultaba posible progresar en la remoción de la
inhibición. Estas observaciones me dieron cierto insight en las relaciones
entre ansiedad e inhibición, que voy ahora a exponer con mas detalles.
La última conexión entre ansiedad e inhibición fue notablemente
esclarecida por el análisis del pequeño Fritz (2). En este análisis, cuya
segunda parte fue muy a lo profundo, pude establecer el hecho de que la
ansiedad (que en un momento fue muy considerable, pero que
gradualmente se fue apaciguando después de haber alcanzado cierto punto)
segua de tal modo el curso del análisis, que era siempre un indicio de que
las inhibiciones estaban por ser removidas. Cada vez que la ansiedad era
resuelta, el análisis daba un gran paso hacia adelante, y la comparación con
otros análisis confirma mi impresión de que la importancia de nuestro éxito
en hacer desaparecer inhibiciones está en proporción directa con la claridad
con que la ansiedad se manifiesta como tal y puede ser resuelta (3). Por
eliminación éxitosa no quiero significar únicamente que las inhibiciones
disminuyan o se supriman, sino que el análisis logre restablecer el placer
original en la actividad. Esto es indudablemente posible en los análisis de
niños pequeños y cuanto menores son, tanto mas rápidamente ocurre,
porque la trayectoria que se debe recorrer para invertir el mecanismo de la
inhibición es menos larga y complicada en los niños pequeños. En Fritz,
este proceso de remoción por va de la ansiedad era precedido algunas
veces por la aparición de síntomas transitorios (4). éstos, a su vez, eran
principalmente resueltos por medio de la ansiedad. El hecho de que la
supresión de estas inhibiciones y síntomas ocurre por medio de la ansiedad
demuestra con seguridad que su fuente es la ansiedad.
Sabemos que la ansiedad es uno de los afectos primarios. "He dicho que la
conversión en angustia, o mejor, la descarga en forma de angustia, es el
destino inmediato de la libido que tropieza con la represión" (5). Al
reaccionar así con angustia, el yo repite el afecto que en el momento del
nacimiento constituye el prototipo de toda angustia, y lo emplea como "la
moneda corriente por la que todo afecto se cambia o puede ser cambiado"
(6). El descubrimiento de cómo el yo trata, en las diferentes neurosis, de
defenderse del desarrollo de la angustia, llevó a Freud a inferir que: "En un
sentido abstracto, por lo tanto, parece correcto decir que los síntomas están
formados exclusivamente por el propósito de escapar al desarrollo, de otro
modo inevitable, de la angustia". En correspondencia con esto, la angustia
en los niños preceder invariablemente a la formación de síntomas y ser la
primera manifestación neurótica que allana el camino, por así decirlo, para
los síntomas. Al mismo tiempo, no siempre ser posible indicar la razón por
la cual en un estadío temprano a menudo no se manifiesta o no se advierte
la ansiedad (7).
De todos modos, no hay posiblemente un solo niño que no haya sufrido
terrores y, quizá , se justifica que digamos que en todos los seres humanos,
en uno u otro momento, se han presentado ansiedades neuróticas en mayor
o menor grado.
"Recordamos el hecho de que el motivo y propósito de la represión es
simplemente el de evitar el dolor. Se deduce que el destino de la carga de
afecto perteneciente a la representación es mucho mas importante que el de
su contenido ideacional y es decisivo para la opinión que nos formamos del
proceso de represión. Si la represión no consigue evitar que surjan los
sentimientos displacenteros a la angustia, podemos decir que hay fallado,
aun cuando haya alcanzado su propósito en lo que se refiere al elemento
ideacional" (8). Si la represión falla, el resultado es la formación de
síntomas. "En las neurosis ocurren procesos que intentan evitar el
desarrollo de la ansiedad y consiguen hacerlo por diferentes medios" (9).
Ahora bien, qué ocurre con una cantidad de afecto que se hace desaparecer
sin conducir a la formación de síntomas? (me refiero a los casos de
represión exitosa). En lo que se refiere al destino de este monto de afecto,
que esté destinado a ser reprimido, Freud dice: "El destino del factor
cuantitativo en la presentación del instinto puede ser uno de tres, como
podemos ver a través de un rápido examen de las observaciones hechas en
psicoanálisis: o el instinto es completamente suprimido y no se encuentran
rastros de él, o está encubierto bajo un afecto de un tono cualitativo
especial, o se convierte en angustia" (10).
Pero, cómo es posible que se suprima la carga de afecto en la represión
exitosa? Parece justificado suponer que siempre que tiene lugar la represión
(sin exceptuar los casos en que es exitosa), el afecto se descarga en forma
de ansiedad, cuya primera fase a veces no se manifiesta o pasa inadvertida.
Este proceso es frecuente en la histeria de angustia y también presumimos
su existencia cuando esta histeriano se desarrolla realmente. En ese caso, la
ansiedad estara presente inconscientemente por un tiempo en el que "…
encontramos imposible evitar aún la extraña conjunción y consciencia
inconsciente de culpa o una paradójica ansiedad inconsciente’" (11). Es
verdad que al examinar el uso del término "afectos inconscientes", Freud
contina diciendo: "Así , no se puede negar que el uso de los términos en
cuestión es lógico; pero una comparación del afecto inconsciente con la
idea inconsciente revela la significativa diferencia de que la idea
inconsciente continúa, después de la represión, como una formación real en
el sistema inconsciente, mientras que al afecto inconsciente le corresponde
en el mismo sistema sólo una disposición potencial a la que se le impide
desarrollar mas" (12). Vemos, pues, que la carga de afecto que se ha
desvanecido por una represión exitosa ha sufrido seguramente también la
transformación en ansiedad, pero que cuando la represión se realiza con
éxito completo, a veces la ansiedad no se manifiesta de ningún modo, o
sólo débilmente, y permanece como una disposición en potencia en el
inconsciente. El mecanismo por el que se posibilita la "ligazón" y descarga
de esta ansiedad, o la disposición a la ansiedad, ser a el mismo que el que
hemos visto dar por resultado la inhibición, y los descubrimientos del
psicoanálisis nos han enseado que la inhibición interviene en mayor o
menor grado en el desarrollo de todo individuo normal, si bien también en
esto es sólo el factor cuantitativo el que determina si ser sano o enfermo.
Surge la pregunta: por qu una persona sana puede descargar en forma de
inhibicionesólo que a un neurótico lo ha llevado a laúneurosis? Las
siguientes caracter sticas pueden formularse como distintivas de las
inhibiciones que estamos tratando: 1) ciertas tendencias del yo reciben una
poderosa catexia libidinal; 2) una cantidad de ansiedad es distribuida en tal
forma entre estas tendencias que yaúno aparece como ansiedad, sino como
"displacer" (13), desasosiego mental, incomodidad, etc. El análisis, sin
embargo, demuestra que esas manifestóaciones representan ansiedad, de la
que se diferencia sólo en grado y que no se ha manifestóado ella misma
como tal. Por consiguiente, la inhibición implicar a que cierta cantidad de
ansiedad ha sido incorporada por una tendencia yoica que ya ha tenido una
catexia libidinal previa. La base de una represión satisfactoria ser a
entonces la catexia libidinal de los instintos del yo, acompaada en este
doble camino por la inhibición como resultado.
Cuanto mas perfectamente realiza su trabajo el mecanismo de la represión
exitosa, menos f cil resulta reconocer la ansiedad, aun en la forma de
aversión. En las personas enteramente sanas y apariencia completamente
libres de inhibiciones, aparecen en ltima instancia sólo en forma de
inclinaciones debilitadas o parcialmente debilitadas (14).
Si equiparamos la capacidad de emplear la libido superflua en una catexia
de tendencias del yo, con la capacidad de sublimar, podemos suponer que
la persona que permanece sana logra hacerlo por su mayor capacidad para
sublimar en un estadío muy temprano del desarrollo del yo.
La represión actuar a entonces sobre las tendencias del yo elegidas para ese
fin y as surgir an las inhibiciones. En otros casos, los mecanismos de las
neurosis se movilizaran en mayor o menor grado dando como resultado la
formación de síntomas.
Sabemos que el complejo de Edipo hace que la represión surja en forma
particularmente intensa y moviliza al mismo tiempo el miedo a la
castración. Podemos quiz suponer también que esta gran "oleada" de
ansiedad es reforzada por la ansiedad preexistente (posiblemente sólo como
una disposición en potencia) a consecuencia de represiones tempranas: esta
ltima ansiedad puede haber operado directamente como angustia de
castración originada en las "primeras castraciones" (15). He descubierto
muchas veces en el análisis la angustia del nacimiento como angustia de
castración que reviv a material temprano y he encontrado que resolviendo
la angustia de castración se disipaba la angustia del nacimiento. Por
ejemplo, encontr en un niño el temor a que estando sobre hielo ste
pudiera ceder debajo de l, o a caer a través de un agujero en un puente –
expresiones evidentemente de angustia de nacimiento-. Repetidamente he
encontrado que estos temores estaban movilizados por deseos menos
evidentes -activados como resultado del significado simblico-sexual de
patinar, de los puentes, etc.-, de forzar el regreso a la madre por medio del
coito, y esos deseos originaron el miedo a la castración. Esto también hace
mas f cil entender por qu la procreación y el nacimiento son concebidos
frecuentemente en el inconsciente como un coito del niño, quien, aunque
sea con ayuda del padre, penetra de este modo en la vagina materna.
No parece, por lo tanto, arriesgado considerar el pavor nocturno que
aparece a los dos o tres años como ansiedad originada en el primer estado
de represión del complejo de Edipo, cuya ligazón y descarga prosigue
posteriormente por diversos caminos (16).
El temor a la castración que se desarrolla cuando se reprime el complejo de
Edipo, se dirige ahora a las tendencias del yo que ya han recibido una
catexia libidinal, y luego a su vez, por medio de esta catexia es ligado y
descargado.
Pienso que es bien evidente que en la medida en que las sublimaciones
hasta aquí efectuadas sean cuantitativamente abundantes y cualitativamente
fuertes, la ansiedad con la cual están ahora investidas ser completa e
imperceptiblemente distribuida entre ellas y descargadas así.
En Fritz y Flix pude comprobar que las inhibiciones del placer en los
movimientos estaban estrechamente conectadas con las del placer en el
estudio y con varias tendencias e intereses yoicos (que no voy a especificar
ahora). En ambos casos lo que hizo posible este desplazamiento de la
inhibición o angustia de un grupo de las tendencias del yo hacia otro, fue
evidentemente la catexia principal de carácter simbólico-sexual comn a
ambos grupos.
En Félix, de trece años de edad (cuyo análisis usar para ilustrar mis
observaciones en una parte posterior de este artículo), la forma en que
apareció este desplazamiento fue la alternancia de sus inhibiciones entre
juegos y lecciones. En sus primeros años escolares haba sido un buen
alumno, pero por otra parte era muy t mido y torpe en toda clase de juegos.
Cuando el padre volvi de la guerra acostumbraba pegar y reprender al ni o
por su cobardía y con estos métodos consiguió el resultado deseado. Félix
llegó a ser bueno para los juegos y apasionadamente interesado en ellos,
pero junto a este cambio se desarrolló en él una aversión por la escuela y
todo estudio o conocimiento. Esta aversión se convirtió en manifiesta
antipata, que tenía cuando llegó al análisis. La catexia simbólico-sexual en
común estableció una relación entre las dos series de inhibiciones, y fue en
parte la intervención de su padre, conducióndolo a considerar los juegos
como una sublimación mas en consonancia con su yo, la que lo capacitó
para desplazar la inhibición de los juegos a las lecciones.
Pienso que el factor de "consonancia con el yo" es también de importancia
para determinar contra qué tendencia investida libidinalmente se dirigir la
libido reprimida (descargada como ansiedad), y qu tendencia sucumbir a
de este modo, en mayor o menor grado, a la inhibición.
Este mecanismo de desplazamiento de una inhibición a otra me parece
presentar analogas con el mecanismo de las fobias. Pero mientras en éstas
todo lo que ocurre es que el contenido de la ideación cede el paso por
desplazamiento a una formación sustitutiva, sin que desaparezca el monto
de afecto, en la inhibición la descarga del monto de afecto parece ocurrir
simultáneamente.
"Como sabemos, el desarrollo de angustia es la reacción del yo al peligro y
la se al preparatoria para huir; no es por lo tanto arriesgado imaginarse que
en la angustia neurótica también el yo intenta una huida ante las exigencias
de su libido, y est tratando el peligro interno como si fuera externo.
Entonces, nuestra teoría de que cuando la angustia se presenta debe haber
algo de lo que se tiene miedo, quedara confirmada. La analogía va mas
lejos que esto, sin embargo. Así como la tensión que promueve el intento de
huir del peligro externo es resuelta aferrándose al propio terreno y tomando
medidas defensivas apropiadas, así también el desarrollo de la ansiedad
neurótica cede a la formación de un síntoma que permite a la angustia ser
ligada" (17).
En forma análoga, creo yo, podemos considerar la inhibición como la
restricción compulsiva, que nace ahora de adentro, de un peligroso exceso
de libido; una restricción que en un período de la historia humana tomó la
forma de una compulsión desde afuera. En un principio, entonces, la
primera reacción del yo ante un peligro de estancamiento de la libido debe
ser la angustia: "la señaló para huir". Pero la incitación a la huida da lugar al
"aferrarse al propio terreno y tomar medidas defensivas apropiadas" que
corresponde a la formación
de síntomas. Otra medida defensiva debe ser el sometimiento,
restringiendo las tendencias libidinales, es decir, la inhibición, pero
esto sólo puede ser posible si el sujeto triunfa en desvirtuar la
libido dirigindola hacia las actividades de los instintos de
autoconservación, dando as una salida en el campo de las tendencias del
yo al conflicto entre energía instintiva y represión. Así la inhibición
como resultado de una represión exitosa debe ser el prerrequisito y al
mismo tiempo, la consecuencia de la civilización. Es en esta forma como
el hombre primitivo, cuya vida mental es en tantos aspectos similar a
la del neurótico (18), debe haber llegado al mecanismo de la neurosis,
pues como no tenía suficiente capacidad de sublimación, probablemente
también le faltaba la capacidad para el mecanismo de represión exitosa.
Habiendo alcanzado un nivel de civilización condicionado por la
represión, aunque siendo principalmente capaz de represión sólo por el
camino de los mecanismos de la neurosis, está incapacitado para avanzar
mas allá de este nivel cultural infantil. Quisiera ahora llamar la
atención hacia la conclusión que surge de mi exposición hasta este
punto: la ausencia o presencia de capacidades (o incluso el grado en
que están presentes), aunque parezcan determinadas simplemente por
factores constitucionales y formando parte del desarrollo de los
instintos del yo, demuestran estar determinados igualmente por otros
factores, libidinales, y ser susceptibles de cambiar a través del
análisis. Uno de estos factores básicos es la catexia libidinal, como
preliminar necesario de la inhibición. Esta conclusión está de acuerdo
con hechos que hemos observado repetidamente en psicoanálisis. Pero
encontramos que existe la catexia libidinal de una tendencia del yo aun
cuando la inhibición no se ha producido. Es (como aparece con especial
claridad en el análisis de niños) una componente constante de todo
talento e interés. Si es así, debemos suponer que para el desarrollo de
una tendencia del yo, no sólo tendría importancia una disposición
constitucional sino también lo siguiente: cómo, en qué período y en qué
cantidad -en realidad, bajo qué condiciones- tiene lugar la alianza con
la libido; de modo que el desarrollo de la tendencia del yo depende del
destino de la libido con la cual está asociada, es decir, del éxito de
la catexia libidinal. Pero esto reduce la importancia del factor
constitucional en el talento y, en analogía con lo que Freud ha
demostrado en conexión con la enfermedad, se ve que el factor
"accidental" es de gran importancia. Sabemos que en el estadío
narcisista, los instintos del yo y los sexuales están todavía unidos
porque en un principio los instintos sexuales entran en el terreno de
los instintos de autoconservación. El estudio de las neurosis de
transferenciaúnos ha ense ado que posteriormente se separan funcionando
como dos formas separadas de energa y desarroll ndose de diferentes
modos. Aunque aceptamos como vlida la diferenciación entre instintos
del yo e instintos sexuales, sabemos por otra parte, gracias a Freud,
que una parte de los instintos sexuales permanece asociada a lo largo
de la vida con los instintos del yo y los provee de componentes
libidinales. Lo que he denominado previamente catexia simblico-sexual
de una tendencia o actividad perteneciente a los instintos del yo,
corresponde al componente libidinal. Llamamos "sublimación" a este
proceso de catectización con libido y explicamos su g nesis diciendo
que provee a la libido superflua, para la cual no hay satisfacción
adecuada, de la posibilidad de descarga y que de este modo disminuye o
termina el estancamiento de libido. Este concepto est de acuerdo
también con la idea de Freud de que el proceso de sublimación abre una
va de descarga para las excitaciones poderosas, que emanan de las
distintas fuentes de la sexualidad y les permite ser aplicadasen otras
direcciones. De este modo, dice Freud cuando el sujeto tiene una
disposición constitucional anormal, la excitación superflua puede
encontrar descargaúno sólo en la perversin o neurosis sino también en
la sublimación (19). En su estudio del origen sexual del habla, Sperber
(20) muestra que los impulsos sexuales han desempe ado un papel
importante en su evolución, que los primeros sonidos hablados eran los
llamados seductores a la pareja y que este lenguaje rudimentario se
desarroll como acompaamiento r tmico del trabajo, el que qued asociado
al placer sexual. Jones saca la conclusión de que la sublimación es la
repetición ontogentica del proceso descrito por Sperber (21). Pero, al
mismo tiempo, los factores que condicionan el desarrollo del lenguaje
están activos en la gnesis del simbolismo. Ferenczi postula que la base
de la identificación, como estado temprano de su desarrollo, el ni o
trata de redescubrir los rganos de su cuerpo y las actividades de stos,
en cada objeto que encuentra. Como establece una comparación similar
con el interior de su cuerpo, probablemente ve en la parte superior de
su cuerpo un equivalente de cada aspecto afectivamente importante de la
parte inferior. Seg n Freud, la primera orientación del sujeto hacia su
propio cuerpo est acompaada también por el descubrimiento de nuevas
fuentes de placer. Puede muy bien ser esto lo que hace posible la
comparación entre diferentes rganos y zonas del cuerpo. Esta
comparación ser posteriormente seguida por el proceso de identificación
con otros objetos, proceso en el cual, de acuerdo con Jones, el
principio de placer nos permite comparar dos objetos completamente
diferentes sobre la base de una semejanza de tonalidad placentera, o de
interés (22). Pero tenemos probablemente razones para suponer que por
otra parte esos objetos y actividades, que no son de por s fuentes de
placer, llegan a serlo por esta identificación, siendo desplazado hacia
ellos un placer sexual, como supone Sperber que fue desplazado hacia el
trabajo en el hombre primitivo. Entonces, cuando la represión comienza
a actuar y se progresa de la identificación a la formación de símbolos,
es este último proceso el que proporciona una oportunidad a la libido
de desplazarse a otros objetos y actividades de los de
autoconservación, que originariamente no posean una tonalidad
placentera. Aquí llegamos al mecanismo de la sublimación. De acuerdo
con esto, vemos que la identificación es un estado preliminar no sólo
de la formación de símbolos sino al mismo tiempo de la evolución del
lenguaje y de la sublimación. Esta última se produce por medio de la
formación de símbolos; las fantasías libidinales quedan fijadas en
forma simblico-sexual sobre objetos, actividades e intereses
especiales. Ilustrar esta afirmación en la siguiente forma. En los
casos que he citado de placer en el movimiento -juegos y actividades
atl ticas- debemos reconocer
la influencia del significado sexual del campo de deportes, del camino,
etc. (como símbolos de la madre), en tanto que caminar, correr y toda
clase de movimientos atléticos representan la penetración dentro de la
madre. Al mismo tiempo, los pies, las manos y el cuerpo que llevan a
cabo estas actividades y que, como consecuencia de identificaciones
tempranas, son comparados con el pene, sirven para atraer sobre ellos
algunas de las fantasías que realmente están en relación con el pene y
las situaciones y gratificaciones asociadas con dicho rgano. El eslab n
que conect esto fue probablemente el placer por el movimiento, o mas
bien el rgano mismo. Este es el punto en que la sublimación difiere de
la formación de síntomas hist ricos, habiendo seguido hasta aqu el
mismo curso. Con el fin de formular con mayor precisi n las analogas y
diferencias entre síntomas y sublimación, quisiera referirme al
análisis de Leonardo da Vinci, hecho por Freud. Como punto de partida,
Freud toma el recuerdo de Leonardo -o mejor, su fantasía- de que
estando aún en la cuna un buitre vol sobre l, abri su boca con su cola,
y apoyó la cola repetidas veces sobre sus labios. Leonardo mismo
comenta que de este modo su absorbente y minucioso interés por los
buitres qued determinado muy tempranamente en su vida, y Freud hace
notar cómo esta fantasía tuvo realmente gran importancia en el arte de
Leonardo y también en su inclinación por las ciencias naturales. Por el
análisis de Freud aprendemos que el contenido mn sico real de la
fantasía es la situación del niño amamantado y besado por la madre. La
idea de la cola del p jaro en su boca (correspondiente a la fellatio)
es evidentemente una reconstrucción de la fantasía en forma pasiva
homosexual. Al mismo tiempo, vemos que representa una condensación de
las tempranas teorías sexuales infantiles de Leonardo, que lo llevaron
a suponer que la madre posea un pene. Encontramos con frecuencia que
cuando el instinto epistemof lico est asociado tempranamente con
intereses sexuales, el resultado es la inhibición o laúneurosis
obsesiva y rumiación obsesiva. Freud prosigue mostr ndonos que Leonardo
escap a este destino por la sublimación de este componente instintivo
que de este modo no cay v ctima de la represión. Me gustar a preguntar
ahora: cómo escap Leonardo de la histeria? Porque la raz de la histeria
me parece reconocible en la fantasía, en este elemento condensado de la
cola del buitre, el elemento que se encuentra frecuentemente en los
histéricos como fantasía de fellatio, expresado por ejemplo como
sensación del bolo hist rico. Segn Freud, tenemos en la sintomatolog a
de la histeria una reproducción de la capacidad para el desplazamiento
de las zonas er genas que se manifiestan en la orientación e
identificación temprana del niño. De este modo, vemos que la
identificación es también un estadío preliminar de la formación del
síntoma histérico, y es esta identificación la que capacita al
histérico para efectuar el t pico desplazamiento de abajo hacia arriba.
Si ahora suponemos que la situación de gratificación por fellatio, que
qued fijada en Leonardo, fue alcanzada por la misma v a (identificación
formación simblica-fijación) que lleva a la conversión histórica, me
parece que el punto de divergencia aparece en la fijación. En Leonardo
la situación placentera no quedó fijada como tal: la transfiri a las
tendencias del yo. Debe haber tenido que hacer muy temprano en su vida
una identificación muy profunda con los objetos que lo rodeaban.
Posiblemente, esa capacidad fuera debida a un desarrollo desusadamente
temprano e intenso de la libido narcis stica en libido objetal. Otro
factor contribuyente parece ser la capacidad para mantener la libido en
estado de suspensin. Por otra parte, podemos suponer que hay aún otro
factor de importancia para la capacidad de sublimación: uno que bien
podr a formar una parte considerable del talento conque un individuo
est constitucionalmente dotado. Me refiero a la facilidad para que una
actividad o tendencia del yo adquiera una catexia libidinal y la medida
en que de este modo sea receptiva; en el plano f sico, vemos una
analoga en la rapidez con que es inervada una zona especial del cuerpo
y la importancia de este factor en el desarrollo de los síntomas
histéricos. Estos factores, que podr an constituir lo que entendemos
por "disposición" formar an una serie complementaria, como aquellas con
que estamos familiarizados en la etiologa de las neurosis. En el caso
de Leonardo, no sólo se estableci una identificación entre el pezn, el
pene y la cola del p jaro, sino que esta identificación se fusion con
el interés por el movimiento de dicho objeto, el p jaro, y su vuelo y
el espacio en el cual volaba. Las situaciones placenteras o
fantaseadas, permaneceran sin embargo inconscientes, y fijadas, pero se
les dio intervención en una tendencia del yo y as pudieron descargarse.
Cuando reciben esta clase de representación, las fijaciones quedan
despojadas de su carácter sexual; marchan de acuerdo con el yo y si la
sublimación tiene éxito -es decir, si se fusionan con una tendencia del
yo- no son reprimidas. Cuando esto sucede, proporcionan a la tendencia
del yo el motivo de afecto que act a como estmulo y como fuerza
impulsora del talento y, como la tendencia del yo les proporciona campo
libre para actuar en consonancia con el yo, permiten a la fantasía
desplegarse sin restricciones y en esta forma ellas mismas son
descargadas. Por otra parte, en la fijación hist rica, la fantasía se
aferra tan teníazmente a la situación placentera que antes de que sea
posible la sublimación, sucumbe a la represión y a la fijación; y as ,
suponiendo que acten los otros factores etiol gicos, est forzada a
encontrar representación y descarga en los síntomas hist ricos. La
forma en que se desarroll el interés cientfico de Leonardo por el vuelo
de los p jaros, muestra que también en la sublimación contina
funcionando la fijación a la fantasía con todos sus determinantes.
Freud ha resumido ampliamente las caracter sticas esenciales de los
síntomas hist ricos (23).