André Green, semblanza y obra

André Green, semblanza y obra

André Green, semblanza y obra

Reggy Serebriany

André Green es bien conocido en nuestro medio, y este número de la Revista evoca su paso por APdeBA, en las dos oportunidades en que vino a trabajar con nosotros.

Un Psychanalyste Engage (Un psicoanalista comprometidoes el título de un libro fruto de un año de entrevistas (entre 1991 y 1992) entre A. Green y Manuel Macías. El calificativo de “comprometido” lo define bien; comprometido con todos los aspectos del psicoanálisis: con la teoría, la clínica y la técnica. En esta publicación nos cuenta, con el estilo directo y franco que le es característico, la historia de su vocación y su evolución como psicoanalista.

Algunos datos biográficos: nació en el Cairo, en 1927, cuarto y último hijo de un matrimonio judío sefardita: padre de origen español, madre de origen portugués, emigrantes de larga data.

La comunidad europea de Egipto estaba muy ligada a la cultura francesa, entonces “Nací en el cosmopolitismo”, nos dice. Así tuvo una temprana visión de un mundo pluralista: el medio judío sefardita, la cultura europea y árabe en Egipto, favoreció un pensamiento abierto a la heterogeneidad del mundo cultural, con una decidida integración a la cultura y el idioma francés.

Terminado el bachillerato en el Liceo francés emigra “naturalmente” a París para seguir sus estudios y llega en 1946, plena post guerra. Desde joven sus inquietudes lo llevaban hacia temas humanísticos, sobre todo hacia la filosofía, pero decide ingresar a Medicina, para formarse como psiquiatra. Se recibe en 1952 y al año siguiente es nombrado “Interno” en el Hospital psiquiátrico Sainte-Anne. Esta experiencia fue muy importante para toda su evolución posterior: en Sainte-Anne reinaba una gran libertad de pensamiento. Henry Ey era la figura señera, estimulaba profundos debates, según la mejor tradición psiquiátrica francesa, en los que participaban no solamente psiquiatras sino representantes de otras disciplinas (neurólogos, psicoanalistas, por ejemplo). Abarcaban fuentes no solamente psiquiátricas sino también filosóficas, epistemológicas, estéticas, culturales, etc. “Esto marcó mi porvenir profesional –nos dice–. Es verdad que tengo la reputación de adoptar a veces posiciones polémicas. Esta reputación no es falsa, pero no me alienta el deseo de querellar. Yo creo en el debate, y aquellos autores cuyos trabajos o pensamiento discuto son interlocutores, que pueden hacer lo mismo conmigo” (pág. 42).

Entonces, además de sus maestros H. Ey y Julián Ajuriaguerra, además de las grandes polémicas del momento en Francia (el existencialismo, el estructuralismo, la fenomenología), Jacques Lacan empieza a ser conocido y a tener una influencia cada vez mayor en psiquiatría y en psicoanálisis. En 1953 ocurre la primera escisión de la Sociedad Psicoanalítica de París y la fundación de una nueva Sociedad Francesa de Psicoanálisis. Es el comienzo del movimiento lacaniano, que adquirirá luego tanta importancia.

Green participó en todo este clima turbulento, mientras seguía su carrera exitosa en Sainte-Anne, como discípulo favorito de Ey. Pero llegó el momento en que tuvo que decidir: o seguía su formación como psiquiatra o se formaba como psicoanalista. No podía ser ambas cosas a la vez, y renunció a su puesto en el Hospital. Comenzó su análisis con Maurice Bouvet (1956-1960) e inició la formación psicoanalítica en la SPP.

Simultáneamente desde 1961 y durante 7 años asiste regularmente a los seminarios de Lacan (a pesar de que esto era mal visto en su Sociedad), cuyo pensamiento ejerció una gran influencia en él. En un primer período fue seducido por la personalidad carismática de Lacan. Luego comenzó a cuestionar aspectos esenciales de la teoría lacaniana: por ejemplo el papel de los afectos o la fórmula bien conocida “El Inc. está estructurado como un lenguaje”, postulación con la que difiere totalmente Green, ya que para él Inc. y lenguaje son heterogéneos y pertenecen a órdenes lógicos distintos. De todos modos Lacan es interlocutor válido para Green y en muchos de sus escritos puntualiza acuerdos y desacuerdos con él. Voy a citar solamente un párrafo, que me parece de importancia capital para los psicoanalistas; (pág. 37) “Paso muy a menudo por ser un analista intransigente que no hace ningún compromiso cuando de cuestiones éticas se trata: éste es uno de los puntos esenciales de mi controversia con Lacan. El psicoanálisis es una situación que da poder considerable al analista, porque éste es objeto de transferencia.

Todo el juego del análisis y toda la ética del analista deben rechazar este poder, y analizar y no hacer nada más que analizar.

Utilizar este poder es criminal. Y utilizarlo por buenas razones es todavía más criminal”. Finalmente se alejó de Lacan para seguir un desarrollo personal.

Al mismo tiempo que esto ocurría, y ya desde 1957, en ocasión del Congreso de París en el que conoció a W. Bion y D. Winnicott, se puso en contacto con las ideas predominantes de la escuela inglesa y trabajó con ambos durante varios años.

Es decir, partiendo de un profundo estudio de Freud, y de un constante intercambio con sus colegas franceses, podemos decir que Lacan, Bion y Winnicott, son quienes ejercieron mayor influencia en su pensamiento, y así Green llega a una visión personal creativa de puntos de vista aparentemente tan dispares, sintetizando aspectos de la escuela inglesa y la francesa.

Voy a señalar algunas características generales del pensamiento de Green, riguroso en su método y creativo en su exposición.

La presentación de cada uno de los temas que le interesan, parten siempre de Freud haciendo el recorrido por las contribuciones ulteriores, señalando puntos contradictorios y/o débiles de la teoría, hasta proponer su propio aporte. Su pensamiento, siempre dialéctico, subraya la tensión entre los pares de opuestos, enfatizando aquello que está “entre ambos”. Por ejemplo: en cuanto al concepto de relación de objeto, señala que lo más importante es relación, lo que lo lleva a postular la necesidad de una lógica del par, y esto tiene importancia fundamental en la práctica en el par paciente-analista. Si bien muchos de sus trabajos tienen un alto vuelo teórico, el trasfondo es siempre la experiencia clínica, lo que le da profundidad psicoanalítica y tiene el poder de evocar en el lector su propia experiencia.

Es una constante en su obra señalar que en Freud, el paso de la primera a la segunda tópica, es un verdadero cambio de paradigma: el Inc. de la primera es el espacio de la representación reprimida, pero el Ello es un verdadero reservorio caótico, organizado según los mecanismos del proceso primario, en el que predominan las fuerzas destructivas que se dirigen contra el proceso de representación y contra los vínculos que ligan representación y afectos. Pulsión de vida es conceptualizada como “objetalizante”, pulsión de muerte como “desobjetalizante”, ambas en conflicto permanente.

Otra constante de su pensamiento es la importancia que adjudica al concepto de representación (“Para que haya insight tiene que haber representable”) pero ampliando el concepto a la representación de afectos.

Un punto de vista importante para el pensamiento analítico es la controversia historia-estructura. Green logra una articulación entre ambos conceptos: la historia, dice, necesita una estructura para organizarse, e inversamente la estructura sólo se da a través de la constelación, cada vez única, de la historia.

Por último cabe destacar la importancia que da al objeto en la constitución del sujeto, lo que lo lleva a plantear el trabajo de lo negativo.

A modo de muy apretada síntesis, una somera enumeración de los temas más destacados en la obra de Green, temas siempre fundamentales, que transcurren a lo largo de su devenir como psicoanalista hasta plasmar en alguna publicación importante: a) la inclusión de una teoría de los afectos, para lograr un equilibrio entre un pensamiento psicoanalítico que se había inclinado, en la dialéctica representación-afecto, por el concepto de representación (Lacan sobre todo) y por otro lado, lo que para él es sobreinvestidura del afecto en la teoría kleiniana; b) la revisión del concepto de narcisismo: plantea el narcisismo primario (o narcisismo de muerte) como estructura (Nirvana, tendencia al cero) y diferenciándolo del narcisismo de vida; c) una teoría psicoanalítica del lenguaje, que adquiere toda su dimensión en la sesión psicoanalítica, ya que el encuadre, es el que dará un significado particular a este lenguaje entre dos; d) contribuye a la comprensión de los llamados casos límites, estructura diferenciada de la neurosis y la psicosis, en los que el problema del pensamiento y el ejercicio de la técnica adquieren particular importancia. En un artículo de “La nueva clínica psicoanalítica y la teoría de Freud”la doble frontera completa una teoría del pensamiento, postulando que no basta la ausencia del objeto para generar la capacidad de pensar (Freud, Bion), sino que es necesaria la alucinación negativa de la representación materna, para que esto se ponga en marcha. Lo que nos lleva a: e) el estudio del trabajo de lo negativo en la estructuración de la mente (o en la patología severa) y a sus trabajos sobre “Psicosis blanca”, “duelo blanco”, que configuran la clínica del vacío. En este ámbito es muy importante la consideración de la alucinación negativa.

Green dio siempre mucha importancia al psicoanálisis aplicadoy escribió varias obras dedicadas a la literatura. Entre sus autores favoritos, Shakespeare y sus obras de teatro ocupan un lugar privilegiado. “Entre el psicoanálisis y el teatro, dice, existe un vínculo misterioso”. Y por sus páginas desfilan Edipo, el rey Lear, Othello, Ifigenia, entre otros.

Uno de sus últimos libros, dedicado a la literatura, La Déliaison, (La desligazón) 1992, termina con un artículo El progreso y el olvido dedicado a un poema de Borges, a quien conoció personalmente y a quien admira.

Y así para terminar, un diálogo entre ambos a propósito de “tigres”.

El poema “El otro tigre” termina así: Bien lo sé, pero algo me impone esta aventura indefinida insensata y antigua y persevero en buscar en el tiempo de la tarde 

El otro tigre, el que no está en el verso.

Mientras escribía su artículo, Green nos dice que tenía frente a sí la foto de Borges, acariciando un tigre real, que aparece en Atlas (escrito en colaboración con María Kodama y profusamente ilustrado) donde Borges, poeta, dice en “Mi Ultimo tigre”: “Este último tigre es de carne y hueso… No diré que ese tigre que me asombró es más real que los otros, ya que una encina no es más real que las formas de un sueño, pero quiero agradecer aquí a nuestro amigo, ese tigre de carne y hueso que percibieron mis sentidos esa mañana y cuya imagen vuelve como vuelven los tigres de los libros” (pág. 48).

Y Green, psicoanalista, contesta que “el otro tigre” no es el real que Borges acaricia sino “un tigre perdido, el de las pulsiones que asediaban sus pensamientos en la infancia” … “Y porque se convirtió en poeta, el tigre de sus años de infancia, el que lleva los emblemas del padre y las suyas reunidas en un solo blasón, ese queda para siempre rechazado por el tigre de los tropos literarios.

Tal vez toda literatura tenga como única finalidad intentar reencontrar la violencia originaria sin la cual no puede edificarse ningún trabajo literario, para que su sobreimpresión esconda y reprima el retorno de lo que es, a la vez, objeto de búsqueda y sujeto de temor”. (pág. 386-7)

BIBLIOGRAFIA

GREEN, A. Un Psychanalyste Engagé. (Conversation avec Manuel Macías).

Ed. Calman-Levy, 1994. La Déliaison. Ed. Les belles lettres, 1992.

BORGES, J. L. Atlas. Ed. Sudamericana, 1984

Fuente: Psicoanálisis APdeBA – Vol. XVII – Nº 1 – 1995