M. Klein: La influencia del esclarecimiento sexual y la disminución de la autoridad sobre el desarrollo intelectual de los niños. Aparición del período de preguntas sobre el nacimiento

El desarrollo de un niño (1921): I – La influencia del esclarecimiento sexual y la disminución de la autoridad sobre el desarrollo intelectual de los niños.

Aparición del período de preguntas sobre el nacimiento

A la edad de cuatro años y nueve meses aparecieron preguntas concernientes al nacimiento. Uno se veía obligado a reconocer que coincidía con esto un notable incremento de su necesidad de hacer preguntas en general.

Quisiera señalar aquí que las preguntas planteadas por el pequeño (que en general dirigía a su madre o a mí) eran siempre contestadas con la verdad absoluta, y, cuando era necesario, con una explicación científica adaptada a su entendimiento, pero tan breve como fuera posible. Nunca se hacían referencias a las preguntas que ya se le hubieran contestado, ni tampoco se introducía un nuevo tema, a menos que él lo repitiera o comenzara espontáneamente una nueva pregunta.

Después que hubo preguntado (2) «¿Dónde estaba yo antes de nacer?», la pregunta surgió nuevamente en la forma de «¿Cómo se hace una persona?» y se repitió casi diariamente en esta forma estereotipada. Era evidente que la constante recurrencia de esta pregunta no se debía a falta de inteligencia, porque era obvio que comprendía totalmente las explicaciones que se le daban sobre el crecimiento en el cuerpo de la madre (la parte representada por el padre no se le había explicado porque aún no había preguntado sobre ella). Que un cierto «displacer», una falta de deseo de aceptar la respuesta (contra lo que luchaba su anhelo de verdad) era el factor determinante de su frecuente repetición de la pregunta, lo demostraba su conducta, su comportamiento distraído, incómodo, cuando la conversación apenas había comenzado, y sus visibles intentos de abandonar el tema que él mismo había iniciado. Por un breve período dejó de preguntarnos esto a su madre y a mí, y se dirigió a su niñera (que poco después se fue de la casa) y a su hermano mayor. Sus respuestas, que la cigüeña traía a los bebés y que Dios hacía a la gente, lo satisficieron sin embargo sólo por pocos días, y cuando después volvió a su madre otra vez con la misma pregunta «¿Cómo se hace una persona?», parecía al final más dispuesto a aceptar la respuesta de la madre como la verdad (3). A la pregunta «¿Cómo se hace una persona?» su madre le repitió una vez más la explicación que ya le había dado a menudo. Esta vez el niño habló más y contó que la gobernanta le había dicho (parece haber oído esto antes también, de alguna otra persona), que la cigüeña traía los bebés. «Eso es un cuento», dijo la madre. -«Los niños L. me dijeron que la liebre de Pascua no vino en la Pascua sino que fue la niñera quien escondió las cosas en el jardín.» (4) «Tenían razón», contestó la madre. – «¿No hay liebre de Pascua, no es cierto?, ¿es un cuento?» -«Por supuesto.» – «¿Y tampoco existe Papá Noel?» -«No, tampoco existe.» -«¿Y quién trae el árbol y lo arregla?» -«Los padres.» -«¿Y tampoco hay ángeles, eso también es un cuento?» -«No, no hay ángeles, eso también es un cuento.» Evidentemente estos conocimientos no fueron fácilmente asimilados, porque al final de esta conversación preguntó después de una breve pausa, «¿Pero hay cerrajeros, no? ¿Son reales? Porque si no, ¿quién haría las cerraduras?» Dos días después ensayó cambiar de padres; anunciando que iba a adoptar a la señora L. como madre y a sus hijos como hermanos y hermanas, y se quedó en casa de ellos durante toda una tarde. Al atardecer volvió a la casa arrepentido (5). Su pregunta al día siguiente, hecha a su madre inmediatamente después del beso de la mañana, «Mamá, dime, ¿cómo viniste tú al mundo?», mostraba que allí había una conexión causal entre su cambio deliberado de padres y el previo esclarecimiento que había sido tan difícil de asimilar.

Después de esto también mostró mucho más placer en entender realmente el tema, al que retornaba repetidamente. Preguntó cómo sucedía en los perros; después me dijo que recientemente él «había espiado dentro de un huevo roto» pero no había conseguido ver un pollito dentro. Cuando le expliqué la diferencia entre un pollito y un niño, y que este último permanece dentro del calor del cuerpo materno hasta que está lo bastante fuerte como para salir afuera, se sintió evidentemente satisfecho. «¿Pero, entonces, quién está dentro de la madre para darle de comer al chico?», preguntó.

Al día siguiente me preguntó «¿Cómo crece la gente?» Cuando tomé como ejemplo un niñito que él conocía, y como ejemplos de diferentes estadíos del desarrollo a él mismo, a su hermano y a su papá, dijo «Yo sé todo eso, pero ¿cómo se crece?»

Durante la tarde lo habían regañado por desobedecer. Estaba perturbado por ello y trataba de hacer las paces con su madre. Le dijo «Seré obediente mañana y al otro día y al otro día…»; y deteniéndose súbitamente pensó por un instante y preguntó «Dime, mamá, ¿cuánto falta para que venga pasado mañana?» Y cuando ella le preguntó qué quería decir exactamente, repitió:

«¿Cuánto tiempo tarda en venir un nuevo día?» e inmediatamente después:

«Mamá ¿la noche pertenece siempre al día anterior, y temprano a la mañana es otra vez un nuevo día?» (6). La madre fue a buscar algo y cuando retomó a la habitación él estaba cantando para si. Cuando ella entró dejó de cantar, la miró fijamente y dijo: «¿Si hubieras dicho ahora que yo no tenía que cantar, yo tendría que dejar de cantar?» Cuando ella le explicó que nunca le diría una cosa así, porque siempre él podría hacer lo que quisiera excepto cuando había alguna razón para impedírselo, y le dio ejemplos, pareció satisfecho.

Notas:

(2) La pregunta fue provocada por observaciones ocasionales de un hermano y hermana
mayores, que le dijeron en diferentes oportunidades: «Tú no habías nacido todavía». Parecía
fundada también en el sentimiento evidentemente doloroso de «No haber estado siempre allí»,
ya que en seguida de habérsele informado y repetidamente después, expresaba satisfacción al
decir que él de cualquier modo había estado antes allí. Pero era evidente que ésta no fue la
única instigación para la pregunta, ya que poco después apareció en la forma alterada de:
«¿Cómo se hace una persona?» A los cuatro años y tres meses se repitió frecuentemente otra
pregunta, durante un tiempo. Preguntaba: «¿Para qué se necesita un papá?», y (más raramente)
«¿Para qué se necesita una mamá?» La contestación a esta pregunta, cuyo significado no fue
reconocido en esa época, fue que uno necesitaba un papá para que lo quisiera y lo cuidase.
Esto fue visiblemente insatisfactorio, y con frecuencia repitió la pregunta hasta que
gradualmente la abandonó.
(3) Al mismo tiempo captó algunas otras ideas que habían sido repetidamente comentadas en
el periodo precedente a las preguntas sobre el nacimiento, pero que tampoco aparentemente
hablan quedado del todo aclaradas. Incluso había tratado de defenderlas en cierta forma: por
ejemplo, habla tratado de probar la existencia de la liebre de Pascua diciendo que los niños L.
(compañeros de juego) también poseían una, y que él mismo habla visto al diablo a lo lejos, en
el prado. Era mucho más fácil convencerlo de que lo que pensó que habla visto era un potro,
que persuadirlo de la falta de fundamento de la creencia en el diablo.
(4) Aparentemente sólo había quedado convencido en el asunto de la liebre de Pascua por esta
información provista por los niños L. (aunque a menudo le contaban cosas que no eran
ciertas). Fue quizá también esto lo que lo instigó a investigar más la respuesta -tan a menudo
pedida pero no asimilada aún- a la pregunta: «¿Cómo se hace una persona?»
(5) Se había escapado de la casa alrededor de dos años antes, pero no se descubrió su razón
para hacerlo. Lo encontraron ante una relojería observando cuidadosamente el escaparate.
(6) La concepción del tiempo, que le había resultado tan difícil, parecía habérsele aclarado.
Una vez, cuando ya había aparecido el creciente placer por hacer preguntas, dijo: «¿Ayer es lo
que ha sido, hoy es lo que es, mañana es lo que vendrá?»

Continúa en ¨Conversación sobre la existencia de Dios¨