Biografía Winnicott Donald Woods (1896-1971)

Biografía Winnicott Donald Woods (1896-1971)

 

Winnicott Donald Woods (1896-1971) Médico y psicoanalista inglés

Dotado de un excepcional genio clínico, este gran pediatra, considerado
por sus colegas un niño terrible, y a menudo comparado en Francia con
Françoise Dolto, fue el padre fundador del psicoanálisis de niños en
Gran Bretaña, antes de la llegada de Melanie Klein a Londres. Posición
paradójica, puesto que por lo común son mujeres las que ocupan este
tipo de lugar en la historia del Freudismo. Por su obra y sus modos de
ver en el grupo de los Independientes, frente a los kleinianos por una
parte y a los annaFreudianos por la otra, ha dejado una herencia
conceptual fundamental, aunque nunca fundó una corriente o una escuela.
Donald Woods Winnicott nació en Plymouth el 7 de abril de 1896, en un
ambiente inconformista de la Costa Oeste de Inglaterra. Era el tercer
vástago y único hijo varón de sir Frederick Winnicott, un rico
comerciante ennoblecido que en dos oportunidades se desempeñó como
alcalde de su ciudad. Niño mimado, rodeado de cinco jóvenes primas que
habitaban en la casa vecina a la suya y fueron sus mejores compañeras
de juegos, creció en un universo signado por la presencia de mujeres.
La madre, la abuela, la nodriza, una institutriz y sus dos hermanas
mayores desempeñaron un papel principal en su educación, mientras el
lugar del padre quedaba vacío. Ocupado en sus asuntos y sus diversas
funciones administrativas, sir Frederick, en efecto, no tenía mucho
tiempo para dedicar a sus hijos: "Mi padre -ha narrado Winnicott- tenía
una fe religiosa simple. Un día, cuando le hice una pregunta que habría
podido arrastrarnos a una discusión interminable, se contentó con
decirme: «Lee la Biblia, y allí encontrarás una buena respuesta». De
este modo, Dios sea loado, dejó que me desenredara por mí mismo." A los
13 años el joven Donald fue enviado a Cambridge como alumno pensionista
en la Leys School. En sus recuerdos ha evocado la nostalgia que sentía
por su ciudad natal después de la separación, pero también la
despreocupación que le permitió adaptarse a su nueva vida. Muy pronto
se apasionó por la biología darwiniana y, después de una fractura de
clavícula, decidió estudiar medicina. Entró en el Jesus College de
Cambridge para formarse en biología. Durante la Primera Guerra Mundial
fue incorporado a un destructor como cirujano pasante. En 1923 se
orientó hacia la psiquiatría y el psicoanálisis. Ese año fue designado
médico asistente en el Padington Green Children’s Hospital, puesto que
ocuparía durante cuarenta años, tratando a más de sesenta mil casos.
También en 1923 inició una cura con James Strachey que iba a durar seis
años. Se casó con Alice Taylor, una joven artista que logró una modesta
reputación como alfarera y ceramista. De las cartas intercambiadas
entre James y Alix Strachey en los años 1924 y 1925 surge con claridad
que "Winnie" padecía problemas sexuales, al punto de no haber llegado a
consumar su matrimonio. El lugar de Alice Taylor en la vida complicada
de Winnicott ha sido más bien desdibujado por la historia oficial, pero
se sabe que la joven fue internada en varias oportunidades en
hospitales psiquiátricos. En 1951, dos años después de su divorcio,
Winnicott se casó con Clare Britton, una asistente social que había
conocido durante la Segunda Guerra Mundial al ocuparse de la ubicación
en el campo de los niños evacuados de las ciudades. Ella misma se
convirtió en psicoanalista con el nombre de Clare Winnicott, mientras
realizaba una brillante carrera docente en la London School of
Economics y en el Ministerio de Asuntos Exteriores. Winnicott no tuvo
hijos. En el momento en que Winnicott comenzó su formación
psicoanalítica, la British Psychoanalytical Society (BPS), fundada por
Ernest Jones en 1913, estaba en crisis. Violentos conflictos oponían a
los partidarios de Anna Freud con los de Melanie Klein a propósito del
psicoanálisis de niños. En 1926, por pedido de Jones, Melanie se
instaló en Londres. Contra Anna Freud, que seguía apegada a una
concepción pedagógica de la cura de niños, Melanie Klein desarrolló una
enseñanza centrada en la técnica del juego y la observación de las
psicosis infantiles. Hacia 1930 el conflicto teórico desembocó en un
conflicto institucional. Melanie Klein se volvió tiránica y su práctica
fue denunciada por su propia hija, Melitta Schrnideberg, analizada por
Edward Glover. En el núcleo de este terrible enredo familiar, Winnicott
afirmó su independencia. Aunque admiraba a Melanie Klein, con la cual,
por consejo de Strachey, realizó un control entre 1935 y 1941, se negó
a plegarse a sus exigencias. Cuando ella quiso obligarlo a tomar en
análisis a su hijo Erich, a fin de supervisar la cura, él lo hizo, pero
sin aceptar ningún tipo de control. No obstante, continuó su formación
en el núcleo kleiniano, analizándose una vez más con Joan Riviere
-entre 1933 y 1938-. Clare Winnicott, por su lado, sería analizada por
Melanie Klein. Durante el período de las Grandes Controversias eligió
el camino de los Independientes, lo que se adecuaba muy bien a su
posición doctrinaria, consistente en tratar de elaborar una concepción
personal y original de la relación de objeto, del self (sí-mismo) y del juego. En su obra De la pediatría al psicoanálisis, publicada
en 1958, presentó el conjunto de sus ideas sobre el tema. A diferencia
de Melanie Klein, a él le interesaban menos los fenómenos de
estructuración interna de la subjetividad que la dependencia del sujeto
respecto del ambiente. No aceptaba la explicación Freudiana de la
agresividad en términos de pulsión de muerte, y definió la psicosis
como un fracaso de la relación con la madre. De allí su creencia en una
cierta normalidad basada en los valores de un humanismo creativo. Según
él, es el "buen funcionamiento" del vínculo con la madre lo que le
permite al niño organizar su yo de manera sana y estable. Se advierte
en este punto que Winnicott estaba menos influido por la tradición de
la psiquiatría que por la de la pediatría. Como más tarde en el caso de
Françoise Dolto, más que la fascinación por la locura fue la medicina
educativa lo que marcó su itinerario. Después, su trabajo durante la
guerra con los niños desplazados, y por lo tanto privados de la
presencia de la madre, llevó a Winnicott a desarrollar un conjunto de
ideas nuevas. A sus ojos, la dependencia psíquica y biológica del niño
respecto de la madre tiene una importancia considerable. De allí el
célebre aforismo de 1964: "El bebé no existe". Winnicott quería decir
que el lactante no existe jamás por sí mismo, sino siempre y
esencialmente como parte integrante de una relación. Si la madre
desfallece, está ausente, o es por el contrario demasiado invasora, el
niño corre el riesgo de caer en una depresión o en conductas
antisociales, como el robo o la mentira, que son maneras de
reencontrar, por compensación, una "madre suficientemente buena". Todos
los grandes conceptos de Winnicott construidos a partir de 1945 forman
parte de un sistema de pensamiento basado en la noción de relación: la
madre devota común (ordinary devoted mother), la madre suficientemente buena (good-enough mother), el juego del garabato (spatula game, squiggle game), o incluso el falso y el verdadero self y
el objeto transicional. Por la importancia que atribuye a la madre,
Winnicott se inscribe en la lógica de ese Freudismo de entreguerras en
el que el interés por el padre, el patriarcado y el Edipo clásico había
sido abandonado en favor de una redefinición de lo maternal y lo
femenino. Desde esta perspectiva, la good-enough mother es
una madre ideal: atenta a todas las formas de diálogo y de juego
creativo, debe ser capaz de hacer experimentar al niño una necesaria
frustración a fin de desarrollar su deseo y su capacidad de
individuación. Esta relación, que reduce el lugar del padre a una
dimensión mínima, aparece como exclusiva y no erotizada. A partir de
1945, la obra de Winnicott adquirió importancia en el mundo de lengua
inglesa a medida que las mujeres eran alentadas a reintegrarse al hogar
después del esfuerzo de guerra y el retorno de los hombres a la vida
civil. En cuanto al propio Winnicott, se convirtió en una figura
popular en su país, después de que, entre 1939 y 1962, aceptó dar unas
cincuenta conferencias radiofónicas por la BBC, casi todas dirigidas a
los padres. El famoso Benjamin Spock, renovador norteamericano de la
ideología famillarista, también se manifestaba partidario de sus
teorías, y escribió el prefacio de una de las obras póstumas de
Winnicott. Winnicott tenía una verdadera pasión por la infancia, como
lo demuestra el historial de la "pequeña PiggIe" publicado después de
su muerte. Esta niña tenía 2 años cuando Winnicott se ocupó de ella. La
vio durante tres años, siempre por pedidos específicos, y realizó con
ella dieciséis sesiones memorables. A Winnicott le gustaba jugar con
los niños, con sus palabras, con sus muñecos de felpa, pero sin ninguna
complacencia. Comparaba al bebé con una "carga llevada por los padres",
y cuando albergó en su casa a un chico de 9 años que se escapaba
patológicamente, escribió las siguientes palabras: "Tres meses de
infierno [ … ] Me parece que lo que importa es el modo en que la
evolución de la personalidad del chico generó odio en mí, y lo que yo
hice con ese odio." Su técnica psicoanalítica siempre estuvo en
contradicción con las normas de la International Psychoanalytical
Association (IPA). Winnicott no respetaba la neutralidad ni la duración
de las sesiones y, como heredero directo de Ferenczi, no vacilaba en
mantener relaciones de cálida amistad con sus pacientes, encontrando
siempre al niño que había en ellos y en él mismo. Consideraba la
transferencia una réplica del vínculo con la madre. También le ofrecía
a sus analizantes un "ambiente" particular. A veces los tomaba en los
brazos, o prolongaba la sesión durante tres horas. Dedicó su última
obra, Juego -Y realidad, a los
pacientes que "le habían pagado por enseñarle". Este inconformismo,
esta falta de ortodoxia, nunca le fueron realmente reprochados por sus
colegas de la BPS. En sus Cartas vivas, publicadas
después de su muerte, se descubre hasta qué punto supo describir la
esclerosis que afectaba a esa BPS a la que él pertenecía. A lo largo de
una rica correspondencia, Winnicott se muestra capaz de comentar tanto
las costumbres y los hábitos de su país como los acontecimientos
cotidianos de la institución Freudiana de la que era miembro y que
estaba sometida a la tiranía de dos mujeres: Anna Freud y Melanie
Klein. Despiadado, describe con ferocidad los defectos tan
característicos de los grupos psicoanalíticos (la jerga, la idolatría,
etcétera). Por ejemplo, en una carta que se ha vuelto célebre, del 3 de
junio de 1954, denunció la hipocresía de las dos "jefas" de la escuela
inglesa: "Considero -escribió- que tiene una importancia vital para la
Sociedad [BPSI que ustedes dos destruyan sus grupos en lo que tienen de
oficial [ … ]. No tengo razones para pensar que viviré más que usted,
pero tener que ver con agrupamientos rígidos, que cuando usted muera se
convertirán automáticamente en instituciones de Estado, es una
perspectiva que me espanta." A partir de su experiencia terapéutica,
Winnicott transmitió un ideal de "no-ruptura" que repercutió en sus
actitudes institucionales. Desde su óptica, ninguna institución es
mejor o peor que otra, puesto que todas dependen de las apariencias, y
sólo el justo medio puede favorecer la expresión de lo verdadero.
Cuidar las apariencias, una posición "transicional", distanciamiento
crítico, escepticismo apasionado: tales fueron las opciones de
Winnicott, que prefirió criticar la institución psicoanalítica desde el
interior, y no separarse de ella. Ante Ernest Jones, y a menudo contra
él, fue la encarnación misma de la situación inglesa del psicoanálisis.
En este sentido su posición sólo en apariencia era opuesta a la de
Jacques Lacan, quien, por su lado, no cesó de poner en obra, a veces
sin quererlo, una práctica de ruptura, escisión y refundición, como si
el arte de la revolución permanente fuera la única vía posible en la
situación francesa. Contrariamente a la mayoría de los psicoanalistas
ingleses, y como Masud Khan, que fue su alumno y amigo, Winnicott no
ignoró la doctrina lacaniana. Tuvo con Lacan una relación epistolar
fluida, y se inspiró en la noción de estadio del espejo para escribir
su artículo de 1967 titulado "El rol de espejo de la madre y la familia
en el desarrollo del niño". Pero en el momento de las escisiones del
movimiento francés adoptó una actitud prudente, incluso con posiciones
"ortodoxas", sobre todo a propósito de la práctica de Françoise Dolto,
a la cual le reprochó en 1953 una actitud demasiado "carismática", que
corría el riesgo de favorecer a los discípulos idólatras. Independiente
sin ser por ello solitario, no le gustaban las sectas, los discípulos,
los imitadores. Mientras se mostraba a la vez transgresor en su
práctica y riguroso en su doctrina, no vaciló en apoyar a los rebeldes
y los disidentes -en particular a Ronald Laing, uno de los artífices de
la antipsiquiatría. Con problemas cardíacos desde 1948, Winnicott murió
súbitamente en 1971. En Francia, la revista L’Arc y la Nouvelle Revue de psychanalyse le
rindieron un brillante homenaje: "Es posible que no tenga ningún
sucesor -escribió Jean-Bertrand Pontalis-, nadie que pueda invocarlo
como su maestro. Y está muy bien así. Con maestros, el psicoanálisis
puede sobrevivir algún tiempo. Sin amo ni maestro, tiene la posibilidad
de vivir indefinidamente."

(Plymouth 1896 – Londres
1971). Trabajó durante cuarenta años, a partir de 1923, en el
Paddington Green Children’s Hospital como médico pediatra, y comenzó su
análisis personal en la década de 1930. En 1935 se hizo miembro de la
Sociedad Británica de Psicoanálisis, de la que fue presidente de 1956 a
1959, y luego de 1965 a 1968. Escribió Through Paediatrics to Psychoanalysis [Por la pediatría al psicoanálisis] (1957), The Child and the Family [El niño y la familia] (1957), The Child and the Outside World [El niño y el mundo externo] (1957), The Maturadonal Processes and the Facilitating Environment ¡Los procesos de maduración y el ambiente facilitador] (1965), Playing and Reality [Juego y realidad] (1971), Therapeutíc Consultations in Child Psychiatry [Consultas terapéuticas en psiquiatría infantil] (1971) y Fragment of an Analysis [Fragmento
de análisis] (1975). El interés de Winnicott por la convulsión
utilizada como tratamiento (electroshock), que aborda en el British Medical Journal, es
menos conocido. En 1947 publicó una conferencia que había dado en la
sección médica de la British Psychological Society. Era muy reticente,
por así decirlo opuesto, a esos tratamientos. Sus objeciones eran que
no aceptaría sufrir él mismo tal tratamiento, que este atrae en
psiquiatría a médicos que no tienen la formación adecuada, que
perjudica al espíritu científico médico y que puede llegar a ser usado
en el tratamiento de la depresión, afectando con ello a menudo a gente
de gran valor. Sus numerosas intervenciones en el British Medical Journal, en
1943, 1944, 1945 y 1947, dieron argumentos a su posición. Esta era la
de un psicoanalista que quería aportar una nueva contribución a la
posición psiquiátrica. En el estudio de lo que el psicoanálisis podía
aportar a la clasificación, se apoyó mucho en la obra de S. Freud:
relación del paciente con la realidad, síntoma, etiología. De este
modo, para él, la anamnesis deriva del material revelado en el curso de
la psicoterapia. Los trastornos de las psiconeurosis, en cuyo centro se
encuentran la angustia de castración y el complejo de Edipo, se
inscriben entonces en lo que él llama en Freud «la hipótesis
estructural de la personalidad». Conceptos como los de yo, ello,
censura, superyó, cualidad y cantidad de los procesos, la idea de
regresión a puntos de fijación, son citados por él, e invoca además lo
que llama organización de defensas de una intensidad o de una
naturaleza patológicas. Habla también de la idea de dependencia, de
debilidad y fuerza de¡ yo, de las posibilidades de describir los casos
límites (o fronterizos] y los trastornos de carácter. Para el estudio
de las psicosis, se basa primero en S. Ferenczi, y luego en M. Klein.
Su preocupación por una adaptación particular de la técnica
psicoanalítica aparece entonces. El yo del lactante, dependiente de un
sostén, de una adaptación provista por la madre o la figura materna,
permite a Winnicott estudiar el proceso concerniente a la absorción de
los elementos de los cuidados maternos, lo que (en su artículo sobre la
distorsión del yo en función del verdadero y el falso self )
también estudiará bajo el aspecto de la madre que es suficientemente
buena y la que no es suficientemente buena. La interesante idea que
allí desarrolla, y que por otro lado señala como una par -te muy
importante de su teoría, es que el verdadero self sólo se constituye a
consecuencia de un éxito repetido de las respuestas de la madre, ya sea
al gesto espontáneo del lactante, ya sea a su alucinación sensorial, lo
que se puede llamar realización simbólica, siguiendo una expresión que
Winnicott indica perteneciente a la Sra. Sechehaye [de quien es el
famoso relato del «Diario de una esquizofrénica», referido a la
elaboración simbólica en una niña esquizofrénica que lleva a su cura].
Según él, al haberse vuelto reales el gesto o la alucinación, hacen
posible, en consecuencia, la capacidad de usar un símbolo. El niño
puede gozar así de su capacidad de ilusión: ha podido creer que la
realidad exterior se comportaba mágicamente, de un modo que no
contradecía su omnipotencia, a la que, por ello, puede renunciar, Puede
jugar e imaginar. Es el primer caso: se constituyen los fundamentos de
la formación simbólica. Si, en cambio, entre el objeto parcial materno
y el lactante, ese algo, actividad o sensación, separa en lugar de
ligar, la formación simbólica se bloquea. Este segundo caso desemboca
en un cuadro clínico que presenta una inestabilidad generalizada y
diversos trastornos, entre ellos los de la alimentación; se instala un
falso self, que se somete por necesidad a las exigencias del medio, y
cuya especialidad son la sumisión y la imitación. Puede ocurrir que se
construya una vida personal a través de la imitación, que el niño
juegue un papel, el de un self verdadero, como si lo fuera. De este
modo este falso self es una defensa, una defensa frente a un defecto en
la identificación de la madre con su bebé. Según Winnicott, el
verdadero self está estrechamente ligado a la idea del proceso
primario: es, simplemente, primario-. También dice que el verdadero
self aparece desde que existe alguna organización mental del individuo
y que no es mucho más que la suma de la vida sensoriomotriz. Serán
posibles a continuación rupturas en la existencia de este verdadero
self, experiencias reactivas de falso self, y también podrán
presentarse dudas en cuanto al self, a lo que Winnicott le da
importancia en el niño. El falso self traerá también posibilidades de
compromiso en la conducta social. Estos compromisos serán cuestionados
por el adolescente. Esta noción de falso self tiene consecuencias
importantes en la práctica psicoanalítica: el análisis se vuelve
interminable porque el trabajo se hace a partir del falso self, y
porque, al tomar contacto con el verdadero self del paciente, la
dependencia extrema que lleva al entorno a querer curar a este paciente
pone al analista en la posición de funcionar como falso self. Si, por
el contrario, el terapeuta comprende inmediatamente lo que es
necesario, hay repliegue, amparo del self, regresión. El psicoanalista
mantiene (ingl. ho1ds) [referencia al análisis como holding, contención de
la regresión] y juega un papel en una relación en la que el paciente es
regresivo y dependiente. Cuanto más acepta y hace frente a esta
regresión el analista, menos probable es que el paciente recurra a una
enfermedad de corte regresivo. «Agresión» es el término empleado por
Winnicott para el estudio de lo que nosotros llamamos agresividad. Algo pasa
en el individuo, que no necesariamente acarrea cambios de
comportamiento, algo de la índole de una función parcial, de la
expresión primitiva de la libido. El cuerpo y las ideas se enriquecen y
cumplen con la ideación, la realización simbólica de la que ya hablamos
a propósito del self De este modo, hay diversas etapas de la
agresividad, en diferentes estadios del desarrollo: el cuidado, y lo
que lo precede, la cólera. Estas etapas preceden al estadio de la
personalidad total; tienen sus fuentes en momentos muy precoces de
crueldad anteriores a la integración de la personalidad, en los que la
pulsión encuentra su satisfacción en la destrucción. La raíz del
elemento destructivo se encuentra en la pulsión libidinal primitiva (el
ello); este elemento está ligado a la motricidad. Cualquiera que sea
sin embargo la calidad de un entorno suficientemente bueno, Winnicott
destaca que los elementos agresivos y los elementos libidinales no se
fusionan necesariamente. De ahí la idea de una agresividad que precede
a la integración del yo, integración que hace posible la cólera ante
una frustración instintual y por la cual la experiencia erótica puede
constituirse como experiencia vivida. La tesis de Winnicott es que la
impulsividad y la agresividad llevan al niño a buscar un objeto
externo. Winnicott introduce también la noción de objetos transicionales, de
fenómenos transicionales para indicar este punto de primera posesión de
un objeto, en un sitio particular, ni adentro ni afuera, en el límite
entre el adentro y el afuera, que él distingue claramente del objeto
interno de Melanie Klein; son todos esos sonidos, esos objetos que no
forman parte del cuerpo del niño y que sin embargo no reconoce como
parte de la realidad exterior. El pensar y el fantasear pueden
vincularse a estas experiencias. El origen del simbolismo podría
encontrarse, según Winnicott, en ese camino que pasa de lo subjetivo a
lo objetivo y que se manifiesta en el objeto transicional. Estos
objetos y estos fenómenos pertenecen al dominio de la ilusión,
posibilidad ulterior del arte, de lo religioso, de la vida imaginativa,
de las creaciones. Estas tesis son defendidas en Juego y realidad. Esto equivale a decir, como lo escribe en Comunicación y no comunicación, que
el objeto es creado, no encontrado. Cuando este objeto se trasforma, lo
subjetivo es percibido objetivamente. Madre ambiente, humana, y madre
objetal, cosa, ponen en evidencia para el niño la experiencia de una
inconstancia, por una parte, y de una constancia, por la otra. Es decir
que el objeto puede ser capaz de satisfacer aun si él reconoce que no
ha logrado hacerlo de manera satisfactoria. Cuando llega a su
desarrollo, el niño dispone entonces de tres modos de comunicación: uno
que no dejará jamás de ser silencioso, self central que no comunica,
inaccesible al principio de realidad, silencioso para siempre; otro
explícito, indirecto, el empleo del lenguaje; y, por último, otro,
intermediario, que pasa del juego a la vida cultural. Por último, otra
contribución de Winnicott a lo que es para él el desarrollo del niño en
la perspectiva del psicoanálisis son las categorías de dependencia
absoluta, de dependencia relativa y de camino que lleva a la
independencia. Estas categorías retoman sus posiciones con respecto a
la evolución del yo, del self, a la posición materna, que él llama
preocupación materna primaria, al holding, en fin, a
la posibilidad para el niño de ser un creador potencial del mundo,
donde vida exterior y vida interior pueden tomar la forma de un
intercambio continuo. Una de las últimas contribuciones de Winnicott
fue Fear of Breakdown, el temor al colapso [o hundimiento]; retoma allí su tesis de los primeros estadios del desarrollo afectivo; holding (véase holding), handling (véase handling), presentación de objeto (ingl. object presenting) permiten
un desarrollo que va de la integración, de la colusión somática, a la
relación de objeto. La angustia, el desamparo, la lucha, frente a lo
que no permite a este desarrollo construirse salvo como una
organización defensiva, suscitan este temor a un colapso que sin
embargo ya ha ocurrido, causado por esa agonía original que el yo no
puede hacer entrar en su propia experiencia del tiempo presente, que
así no logra todavía ser experimentada.