Obras de S. Freud: Carta 102 (16 de enero de 1899)

Carta 102 (16 de enero de 1899)

Han aparecido también algunas otras cosas de menor monta; por ejemplo, que los dolores histéricos de cabeza descansan en una comparación fantástica que equipara ambos cabos del cuerpo. Pelos aquí y allí -mejillas (Backen} y nalgas {Hinterbacken}- labios y labios, boca = vagina, de suerte que el ataque de migraña puede ser usado para figurar una desfloración violenta y así el padecer todo viene a figurar una situación de cumplimiento de deseo. La condición de lo sexual se vuelve más y más neta; en una paciente (a quien sané con la clave de la fantasía) había siempre unos estados de desesperación con el convencimiento melancólico de que ella no sirve para nada, es incapaz de lograr nada, etc. Yo siempre opiné que en su infancia ella ha contemplado un estado análogo, una efectiva melancolía de la madre. Eso era conforme a la teoría anterior, pero en dos años no se lo pudo corroborar. Ahora se averigua que a los catorce años la niña se descubrió una atresia del himen y desesperaba de servir como mujer, etc. Melancolía -vale decir, miedo a la impotencia-. Estados semejantes en que ella no se puede decidir a escoger un sombrero, un vestido, se remontan a la lucha de la época en que había debido elegir marido.

En otra paciente me he convencido de que realmente existe una melancolía histérica, y de aquello que la singulariza; he anotado también las más diversas traducciones del mismo recuerdo, y recibido una primera vislumbre del modo en que la melancolía sobreviene por sumación. Esta enferma es, por otra parte, totalmente anestésica, como estaba destinada a serlo según una idea de los más antiguos tiempos del trabajo de la neurosis.

Por un tercer caso he sabido de la siguiente, interesante variedad. Un señor de encumbrada posición y muy rico (director de banco), de unos sesenta años de edad, acude a mí y me consulta sobre las peculiaridades de una muchacha joven con quien mantiene un amorío. Yo lanzo la conjetura de que sin duda ella es por completo anestésica. Al contrario, tiene de cuatro a seis aligeramientos {Entladung; o «descargas»} durante un solo coito. Pero. . . ya cuando él se acerca es presa de temblores, inmediatamente después cae en un dormir patológico desde el cual habla como desde una hipnosis, ejecuta también sugestiones poshipnótícas y guarda completa amnesia para todo el estado. El la desposará, y para el marido seguramente será anestésica. Es evidente que el viejo produce efectos por la posible identificación con el padre de gran fortuna (de gran potencia} de la infancia, siendo así capaz de fluidificar la libido adherida a fantasías. ¡Instructivo!