Obras S. Freud: Carta 66 (7 de julio de 1897)

Carta 66 (7 de julio de 1897)

Sigo sin saber qué ocurre dentro de mí; algo desde las más hondas profundidades de mi propia neurosis se ha contrapuesto a todo progreso en mi entendimiento de las neurosis, y tú has estado envuelto en ello de algún modo. En efecto, la parálisis de escritura me parece destinada a inhibir nuestro trato. No poseo ninguna garantía sobre ello, sentimientos de naturaleza en extremo oscura. ¿No te ocurriría a ti algo semejante? Desde hace algunos días, me parece, se prepara la emergencia de esta oscuridad. Noto que entretanto he hecho en el trabajo toda clase de progresos; además, aquí y allí se me vuelven a ocurrir cosas. El calor y el exceso de trabajo sin duda tienen su parte en esto.

Veo, entonces, que la defensa contra los recuerdos no impide que de estos se generen unos productos psíquicos superiores, que perduran un momento y luego caen también ellos bajo la defensa; empero, esta es en extremo especificada, exactamente como en el sueño, que contiene in nuce toda la psicología de las neurosis. Son esos productos las falsificaciones del recuerdo y fantasías, estas últimas referidas al pasado o al futuro. Conozco más o menos las reglas según las cuales estos productos se componen, y los fundamentos para que sean más intensos que los recuerdos genuinos, y así he aprendido algo nuevo sobre la característica de los procesos en el interior del Icc. Junto a eso se generan impulsos perversos, y a raíz de la represión de estas fantasías e impulsos, que luego se vuelve necesaria, surgen como resultado los determinismos más elevados de los síntomas que ya se siguen de los recuerdos, y motivos nuevos para aferrarse a la enfermedad. Tomo noticia de algunos casos típicos de composición de estas fantasías e impulsos, y de algunas condiciones típicas para el advenimiento de la represión contra ellos. Esta noticia no es todavía completa. La técnica empieza a preferir, como el natural, cierto camino.

El esclarecimiento de los sueños me parece lo más acabado, pero en derredor aguardan, profusos, los enigmas. Lo organológico te espera a ti, en mí no ha hecho ningún progreso.

Un sueño interesante es aquel en que uno a medio vestir, o desvestido por completo, se pasea con vergüenza entre gentes extrañas. Curiosamente, la regla es que la gente no repara en uno, cosa que debemos agradecerle al cumplimiento de deseo. Este material onírico, que se remonta a exhibición en la infancia, ha sido objeto de un malentendido y aleccionadoramente procesado en un cuento famoso. (Las falsas ropas del rey -«El talismán»-.) De la misma manera suele el yo interpretar fallidamente los restantes sueños.