Charles Darwin, El origen de las especies. Capitulo II: La variación en la naturaleza

Capitulo II: La variación en la naturaleza.
VARIABILIDAD. Antes de aplicar a los seres orgánicos en estado natural los principios
a los que hemos llegado en el último capítulo, nos es preciso discutir brevemente si
estos seres están o no sujetos a alguna variación; por lo cual, para tratar este asunto con
propiedad, deberíamos dar aquí un largo catálogo de hechos áridos que reservaremos para
una obra futura. Tampoco discutiremos aquí las varias definiciones que se han dado ya
del término especie, pues ninguna ha satisfecho a todos los naturalistas. Generalmente,
esta palabra encierra el elemento desconocido de un acto distinto de la creación. El término
variedad es también de difícil definición, pero en él se sobreentiende casi universalmente
la comunidad de origen, aunque rara vez pueda ser probada. Tenemos también las
llamadas monstruosidades, que son cierto grado de las variedades, pero presumimos que
por monstruosidad se da a entender alguna desviación considerable en la estructura, y que
generalmente es nociva o de ninguna utilidad para la especie.
Puede dudarse de que las rápidas y cons iderables desviaciones de estructura, tales como
las que a veces vemos en nuestras producciones domésticas, y más especialmente en
las plantas, puedan propagarse permanentemente en el estado natural, porque casi todas
las partes de los seres orgánicos están tan admirablemente en relación con las condiciones
complejas de su vida, que parece tan improbable que nazca repentinamente cualquier parte
perfecta, como que el hombre hubiera inventado ya en el estado perfecto una máquina
completa. En la domesticidad ocurren algunas veces monstruosidades que parecen estructuras normales de animales completamente distintos.

DIFERENCIAS INDIVIDUALES. Las muchas aunque ligeras diferencias que aparecen
en las crías procedentes de los mismos padres, o que podemos presumir que han tenido
un mismo origen por haber sido observadas en individuos de la misma especie confinados
a una misma localidad, pueden ser llamadas diferencias individuales. No hay nadie
que suponga que todos los individuos de la misma especie han sido fundidos, digámoslo
así, en el mismo molde. Sus diferencias individuales son de la mayor importancia para
nosotros, porque, como todo el mundo sabe, casi siempre son heredadas, dando, por consiguiente, materiales para que la selección natural obre y las acumule de la misma manera en que el hombre lo hace en una dirección dada con sus producciones domésticas. Las diferencias que nos ocupan afectan generalmente a las que los naturalistas consideran como partes de escasa importancia; pero podríamos demostrar, por medio de un largo catálogo de hechos, que aun las partes que deben llamarse importantes, tanto desde el punto de vista fisiológico como de clasificación, varían también en los individuos de la misma especie.
Hay un punto relacionado con las diferencias individuales, que es en extremo dificultoso:
nos referimos a aquellos géneros que se han llamado «proteos» o «polimorfos», en los
cuales las especies presentan cierta desordenada variación. Con respecto a muchas de estas formas, apenas hay dos naturalistas que convengan en si han de clasificarlas entre las especies o entre las variedades. En la mayor parte de los géneros polimorfos, algunas de las especies tienen caracteres fijos y definidos. Los géneros que son polimorfos en un país, parecen ser, con pocas excepciones, polimorfos en otro, y de igual manera en épocas anteriores, a juzgar por los moluscos braquiópodos. Estos hechos desconciertan, porque parecen demostrar que esta clase de variabilidad es independiente de las condiciones de la vida. Nos inclinamos a sospechar que vemos, al menos en algunos géneros, variaciones
que no sirven ni perjudican a la especie, y que, por consiguiente, no han sido fijadas ni
convertidas en definitivas por la selección natural, como se explicará más adelante.
Individuos de la misma especie presentan a menudo, como todos saben, grandes

diferencias de estructura independientemente de la variación, como ocurre en los dos sexos
de varios animales, en las dos o tres castas de hembras estériles u obreras entre los

insectos, y en los estados imperfectos y larvales de muchos animales inferiores. También hay casos de dimorfismo y trimorfismo en los animales y en las plantas.
Al principio causa ciertamente gran sorpresa que la misma mariposa hembra tenga poder
para producir al mismo tiempo tres formas distintas de hembras y un macho, y que
una planta hermafrodita produzca de la misma cápsula seminal tres formas hermafroditas
distintas, que encierran otras tantas clases diferentes de hembras, y no sólo tres, sino hasta seis clases distintas de machos. Sin embargo, estos casos no son más que exageraciones del hecho común de que la hembra produce machos y hembras, que algunas veces se diferencian entre sí de un modo extraordinario.

ESPECIES DUDOSAS. Las formas que poseen en gran escala el carácter de especies,
pero que al mismo tiempo son tan semejantes a otras formas, o están tan estrechamente
unidas a ellas por graduaciones intermedias, que los naturalistas no han querido clasificarlas como especies distintas, son por varios conceptos las más importantes para nosotros, porque tenemos sobradas razones para creer que muchas de estas formas dudosas, estrechamente parecidas, han conservado permanentemente sus caracteres por tanto tiempo como las buenas y verdaderas especies. En la práctica, cuando un naturalista puede unir por medio de eslabones intermedios dos formas cualesquiera, considera la una como una variedad de la otra y coloca la más común, y algunas veces la que primero fue descripta, como la especie, mientras que a la otra la presenta como variedad. Pero surgen a veces casos de gran dificultad, que no enumeraremos aquí, cuando debemos determinar si hay que clasificar o no una forma como variedad de otra, aun cuando están muy unidas por lazos intermedios, sin que pueda resolver la dificultad la naturaleza de las formas intermedias que se suponen comúnmente híbridas.
¡Cuántos pájaros e insectos de América del Norte y de Europa, que se diferencian poquísimo unos de otros, han sido clasificados por un eminente naturalista como legítimas especies y por otro como variedades, por lo que frecuentemente se llaman razas geográficas!
Mr. Wallace demuestra que pueden clasificarse estas variedades en cuatro categorías:
formas variables, formas locales, razas geográficas o subespecies y especies verdaderamente representativas. Las formas variables varían mucho sin salir de la misma isla.
Las formas locales son bastante constantes y distintas en cada isla, pero cuando se comparan juntas todas las de las diversas islas, se ve que las diferencias son tan pequeñas y graduadas, que es imposible definirlas o describirlas, aunque al mismo tiempo sean suficientemente distintas las formas extremas. Las razas geográficas o subespecies son formas locales completamente fijas y aisladas, pero como no se diferencian unas de otras en caracteres importantes y muy marcados, no queda más que la opinión individual para determinar cuáles entre ellas han de ser consideradas como especies y cuáles como variedades.
Por último, las especies representativas ocupan el mismo lugar en la economía natural
de cada isla, que las formas locales y subespecies; pero como se distinguen unas de
otras por mayor cantidad de diferencias que las existentes entre las formas locales y subespecies, son casi universalmente clasificadas por los naturalistas, entre las verdaderas
especies. Sin embargo, no es posible dar un criterio cierto, por el cual se reconozcan las
formas variables, las formas locales, las subespecies y las especies representativas.
Mr. B.D. Warlsh, distinguido entomólogo de los Estados Unidos, ha descrito lo que él
llama variedades y especies fitófagas. La mayor parte de los insectos que se alimentan
con vegetales viven en una clase o grupo determinado de plantas.
Ciertamente, todavía no se ha trazado línea alguna que sea clara acerca de la separación
que media entre especies y subespecies o entre las formas que, en opinión de algunos naturalistas, están muy cerca del rango de especies, pero no llegan enteramente a serlo; ni
tampoco entre subespecies y variedades bien marcadas, o entre variedades menores.
Así es que, por nuestra parte, consideramos las diferencias individuales como de la mayor
importancia para nosotros, por ser ellas los primeros pasos hacia esas pequeñas variedades que rara vez se consideran dignas de figurar en las obras de historia natural.
Por las observaciones anteriores se verá que consideramos la palabra especie como arbitrariamente y por pura conveniencia dada a una colección de individuos muy semejantes
los unos a los otros, sin diferenciarse esencialmente del término variedad, que se aplica
a formas menos distintas y más fluctuantes. La palabra variedad también, en comparación
con meras diferencias individuales, es arbitrariamente aplicada por cuestión de comodidad.

LAS ESPECIES COMUNES MUY EXTENDIDAS SON LAS QUE MÁS VARÍAN.
Alfonso de Candolle y otros han demostrado que las plantas que tienen distribución muy
extensa presentan generalmente variedades, lo cual era de esperar, puesto que están expuestas a diversas condiciones físicas y entran en competencia con diferentes clases de seres orgánicos. Pero nuestras tablas demuestran también que en cualquier país limitado las especies que son más comunes, esto es, que abundan más en individuos, y las que están más extensamente difundidas dentro de su propio país, darán muy a menudo lugar a variedades bien y suficientemente marcadas como para haber sido anotadas en las obras de botánica. De aquí que las especies más florecientes, o como podría decirse, las especies dominantes (aquellas que ocupan grandes regiones, que son las más difundidas en su propio país y cuyos individuos son más numerosos) son las que más frecuentemente producen variedades bien marcadas, o según nuestras consideraciones, especies incipientes.
Y esto podía haber sido previsto, porque como las variedades, para llegar a ser permanentes
en cualquier grado, tienen que luchar contra los otros habitantes del país, las especies
que son ya dominantes serán las que probablemente se reproducirán, y su descendencia, aunque un tanto modificada, heredará todavía aquellas ventajas que hicieron a sus padres ser dominantes sobre sus coetáneos.

LAS ESPECIES DE LOS GÉNEROS MAYORES EN CADA PMS VARÍAN CON
MAS FRECUENCIA QUE LAS ESPECIES DE LOS GÉNEROS MENORES. Si se dividieran
en dos partes iguales las plantas de un país descritas en cualquier flora y se colocaran
a un lado todas aquellas que pertenecen a los géneros mayores, esto es, aquellas que
comprenden muchas especies, y en el otro lado todas las de los géneros menores, la primera división incluiría un número algo mayor de las especies muy comunes y muy difundidas o dominantes.
Por considerar las especies solamente como variedades muy marcadas y bien definidas, nos vimos inducidos a anticipar que las especies de los géneros mayores en cada país presentarían variedades más a menudo que las especies de los géneros más pequeños, porque dondequiera que muchas especies íntimamente relacionadas, es decir, especies del mismo género, se hayan formado, deben, por regla general, estar formándose muchas variedades o especies incipientes.
Muchas de las especies incluidas en los géneros mayores se parecen a las variedades, debido a que están muy íntimas aunque desigualmente, relacionadas unas con otras, y a que tienen distribución limitada. Hay otras relaciones dignas de notarse entre las especies
de los géneros grandes y sus variedades ahora observadas. Las especies de los géneros
mayores se parecen a las variedades más que las especies de los géneros más pequeños.
O poniendo el caso de otra manera, puede decirse que en los géneros mayores, en los que se está manufacturando un número mayor que el ordinario, de variedades o especies incipientes, muchas de las especies ya formadas se parecen hasta cierto punto, a las variedades, porque difieren unas de otras en una cantidad de cosas menor que la acostumbrada.
Además, las especies de los géneros mayores están relacionadas entre sí del mismo
modo en que las variedades de cualquier especie lo están unas con otras. Ningún naturalista pretende que todas las especies sean igualmente distintas unas de otras, sino que generalmente pueden ser divididas en subgéneros o secciones, o en grupos menores.
Finalmente, las variedades no pueden distinguirse de las especies, si no es, primero, por
el descubrimiento de formas intermedias eslabonadas entre sí, y segundo, por cierto grado
indefinido de diferencia entre ellas: porque dos formas que se diferencian muy poco son
generalmente clasificadas entre las variedades, aun cuando no puedan ser enlazadas estrechamente, sin que por esto sea posible definir el grado de diferencia que se considera
necesario para dar a dos formas cualesquiera el nombre de especies. En los géneros que
en cualquier país tienen un número de especies mayor que el señalado por el término medio, las especies cuentan con un número de variedades mayor que el asignado por dicho término medio. En los géneros grandes, las especies están unidas íntima, aunque  desigualmente, formando grupos pequeños alrededor de otras especies. Las especies muy inmediatas a otras tienen aparentemente extensión limitada. En todos estos conceptos, las especies de los géneros grandes presentan gran analogía con las variedades. Y podemos comprender claramente estas analogías si las especies existieron en algún tiempo como variedades, y así se organizaron, mientras que son completamente inexplicables dichas similitudes si las especies son creaciones independientes.
Hemos visto también que las especies más florecientes o dominantes de los géneros mayores dentro de cada clase son las que por término medio poseen mayor número de variedades, y estas, tienden a convertirse en nuevas y distintas especies. Así los géneros considerados mayores tienden a serlo aun más, y en la naturaleza, las formas de vida hoy dominantes tienden a serlo todavía más, dejando muchos descendientes modificados y dominantes. Pero por pasos que se explicarán más adelante, los géneros mayores tienden a descomponerse en géneros más pequeños. Y así las formas de vida en todo el universo quedan divididas en grupos subordinados a otros grupos.

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