Obras de Winnicott: De boca de los adolescentes (1966)

De boca de los adolescentes 1966

Está esta adolescencia y están estos adolescentes…
Entre los nuevos libros sobre los adolescentes tomaré éste, que merece ser leído (1). Ofrece una muy buena elucidación del pensamiento y el sentimiento de los muchachos y las chicas, y nos transmite algo de su capacidad de verbalización al estilo de Damon Runyon (2). «Cuando me veo en problemas, espero soportar el castigo como un macho»; «No es bueno intimar antes de casarse»; «Acostarse con una chica está mal, pero es fantástico».
Los Eppel trabajaron en colaboración y utilizaron un buen método para captar las reacciones
conscientes de 250 jóvenes trabajadores de ambos sexos, de 15 a 18 años, que asistían a cursos dentro del horario de trabajo, en Londres. En la parte principal de su investigación, les pedían a estos jóvenes que completaran oraciones que empezaban así:
Un buen amigo…
Mi mayor deseo…
La vieja generación…
La gente Joven…
No es justo…
Las oraciones completas se leen con facilidad y los autores clasificaron las observaciones de los jóvenes de una manera simple pero brillante, en cuanto a que permite al lector evaluar bien el material.
En la primera parte del libro se introduce al lector en las expectativas de una muestra de magistrados, supervisores de casos en período probatorio y dirigentes juveniles, a quienes se les pidió responder a ciertas preguntas tendientes a averiguar sus opiniones generales sobre la moral, los principales factores que influyen en ella y las diferencias entre las generaciones en tal sentido. También en este caso las respuestas fueron clasificadas de forma útil.
Los Eppel incluyen otros tipos de investigaciones que permiten formarse un cuadro más completo de las creencias morales de estos jóvenes trabajadores y sus ideas acerca de lo que significa una buena conducta o lo que esperan de la vida. En su conjunto, la exposición brinda una valiosa vislumbre del pensamiento consciente y los sentimientos accesibles de estos jóvenes, a quienes el lector se alegra de conocer. Las personas que por su trabajo están en contacto con los aspectos antisociales del panorama adolescente hallarán aquí un método correctivo natural, por cuanto los muchachos y las chicas de este estudio aparecen como personas, como individuos que están logrando su autonomía, como personalidades totales con una moral propia del individuo, de la adolescencia tardía, del estado próximo a la adultez.
Uno de los estímulos fue esta frase: La persona que más me gustaría ser es… Las reacciones incluyen de todo, pero me gustó la de un muchacho que escribió: «Me siento contento de ser yo mismo (o casi), aunque me gustaría hacer menos disparates». Y la de otro que escribió: «Me gustaría seguir siendo como soy, un tipo atlético, de hombros anchos, grande y elegante. Una persona tranquila, serena, controlada en los peores momentos; y que siempre ve el lado bueno de las cosas (Eso Es Lo QUE QUISIERA CREER)».
Sería provechoso citar otras declaraciones, pero debo confesar que las respuestas que más me gustan son las que revelan una ortografía singular:
«Es malo ponerse contra de la ley, pero a veces es nesario.»
«La vieja generación se compone de unos vejestorios y de unos adultos decentes y comprensivos que se recuerdan de que fueron jóvenes una ves.»
«La vieja generación pasaron momentos difíciles […], por eso subconscientemente piensan que para nosotros todo es fácil.»
Cabe agregar que la amenaza de la bomba [atómica] ha tenido por efecto fortalecer el recurrente
sentimiento del adolescente de que tal vez no vale la pena intentar nada:
«Yo trataría de crear un mundo pacífico para la próxima generación.»
«Yo me libraría de la bomba y viviría una vida tranquila.»
«Yo renunciaría a muchas cosas con tal de saber que si tienes un hijo, morirá de muerte natural y no por la bomba atómica.»
(1) E. M. Eppel y M. Eppel, Adolescents and Morality, Londres, Routledge and Kegan Paul.
(2) Damon Runyon (1884-1946) fue un escritor norteamericano de libros sobre pistoleros que se
caracterizaban por el lenguaje rudo y vulgar de sus personajes.
Donald Winnicott, 1896-1971