Diccionario de Psicología, letra A, Aparato

Diccionario de Psicología, letra A Aparato

Tratar el psiquismo (¿la psique, el alma?) como aparato: ¿de dónde proviene esta idea? ¿Qué significa? La idea de aparato está ligada a las de lugar, espacio, localización, proceso, funcionamiento, conjunto, sistema, modelo, máquina. En alemán (lengua original del psicoanálisis) «aparato» se dice Apparat. En francés la palabra «appareil» (cuyo primer significado es apparat: «pompa, solemnidad, magnificencia») se distribuye en el conjunto de las ciencias y de las artes con una significación general: montaje de piezas, de instrumentos propios para una operación (Littré). Desde esta perspectiva, una maquina puede ser el modelo de otra, un sistema puede describir el funcionamiento de otro, un lugar puede ser la representación de otro. La idea de aparato está vinculada a la de representación, en particular con la de representación científica: podemos representarnos lo que no se presenta por sí mismo, sino que se traduce en sus efectos y sus consecuencias, se manifiesta como síntoma, patología, o simplemente como mecanismo ordinario. Así, desde el punto de vista Freudiano, lo que urde en profundidad el síntoma psÍquico sigue siendo desconocido para nosotros, pero eso desconocido puede representarse mediante un aparato con el que podemos realizar experiencias de pensamiento: a través del juego y el montaje de sus piezas, figuramos la operación psíquica. En el vocabulario Freudiano, con la palabra «aparato» encontramos articulados los términos «pieza» o «parte» (Stück) elemento (Bestandteil), montaje (Zusammensetzung), operación (Leistung). En el Esquema del psicoanálisis (1938), último e inconcluso trabajo de Freud, leemos, como título del primer capítulo, «El aparato psíquico». Este capítulo se inicia con la definición siguiente, que puede considerarse canónica: «Admitimos que la vida anímica es la función de un aparato al que atribuimos extensión en el espacio y montaje en varias piezas. Nos lo representamos entonces a la manera de un telescopio, un microscopio, etcétera. La construcción coherente de una tal representación, a pesar de alguna aproximación ya intentada, es una novedad científica.» Por lo tanto, el aparato representa lo que no conocemos para hacérnoslo conocer, o por lo menos imaginar y construir. Es como una carta robada a lo desconocido y a la ignorancia.

La linterna mágica.

En las primeras páginas de En busca del tiempo perdido, Proust muestra, con su recuerdo de infancia de una linterna mágica, lo que puede ser un aparato que, mediante una operación técnica mínima, reúne la percepción de un espacio exterior, la palabra y el discurso de un otro, el ensueño o la imaginación que constituyen el tiempo psíquico y, finalmente, la escritura que los capta y los transcribe. «… A semejanza de los primeros arquitectos y maestros vidrieros de la época gótica, ella reemplazaba la opacidad de los muros por irisaciones impalpables, sobrenaturales apariciones multicolores donde se dibujaban leyendas como en un vitral vacilante y momentáneo… El propio cuerpo de Golo, de una esencia tan sobrenatural como la de su cabalgadura, se avenía con todo obstáculo material, con todo objeto molesto que encontraba, tomándolo como esqueleto y haciéndoselo interior, ya se tratara del puño de la puerta sobre el cual se adaptaba en seguida y sobrenadaba invenciblemente su vestimenta roja o su figura pálida, siempre tan noble y tan melancólica, pero que no dejaba traslucir ningún trastorno por esa transfixión.» Proust era contemporáneo de Freud. La linterna mágica del joven Proust se asemeja a los aparatos ópticos que sirvieron de modelo al aparato psíquico presentado por Freud, en 1900, en La interpretación de los sueños. La noción de aparato atraviesa toda la obra de Freud y, en cierto sentido, la dirige. Las máquinas con las que ilustra sus pensamientos son, en su aspecto técnico, mínimas. Van desde los aparatos ópticos más simples hasta la memoria rudimentaria de la pizarra mágica («Nota sobre la «pizarra mágica»», 1925). No superan en complejidad a la linterna mágica de Proust. Sin embargo, a partir de esas pocas máquinas sin pretensiones, a las cuales hay que añadir algunos grafos, dibujos y esquemas de su pluma, Freud construyó una máquina textual refinada, que denominó «aparato psíquico». Por otra parte, la noción de aparato se encuentra en todo el pensamiento científico contemporáneo, en las máquinas célibes de Duchamp y en la obra de Raymond Roussell. Está también en las investigaciones de Tausk, publicadas en 1919, sobre las psicosis: «Sobre el origen de la «máquina de influir» en la esquizofrenia». Yendo aun más lejos, uno puede preguntarse si el conjunto de las instituciones que fueron concebidas por Freud, o por otros después de él, para apuntalar el descubrimiento de lo inconsciente, no constituye, en un sentido amplio, el «aparato del psicoanálisis».

El aparato del lenguaje.

Para comprender de qué manera la noción de aparato ha echado raíces en el texto Freudiano, hay que volver al concepto de localización cerebral. Si se quiere, todo comienza cuando Franz Joseph Gall formula la hipótesis de que «el cerebro se compone de tantos sistemas particulares como funciones particulares cumple». Jean Bouillaud, inspirándose en las ideas de Gall, afirma en 1825, con relación a experiencias anátomo-patológicas, la localización de la facultad del lenguaje articulado y propone los lóbulos frontales como su sede. Broca, en 1861, definió la correlación precisa entre los trastornos del lenguaje y una región del cerebro (descubrimiento completado por Wernicke en 1874), llegando a la siguiente conclusión: «Las grandes regiones del espíritu corresponden a las grandes regiones del cerebro.» En 1891, Freud publica una Contribución a la concepción de las afasias, en la cual pasa revista, de manera crítica, al conjunto de la cuestión neuropsicológica de las afasias. Allí define una posición que, de hecho, crea la posibilidad estratégica y epistemológica del descubrimiento de lo inconsciente. Esa posición consiste en refutar la idea de una localización parcelada de la función del lenguaje, en beneficio de una localización global y articulada de lo que Freud denominó entonces «aparato del lenguaje»: Sprachapparat (término original suyo, que hay que comparar con el de «aparato del alma», en el sentido neurológico de la expresión, propuesto por Meynert). «Por lo tanto, hemos rechazado las hipótesis según las cuales el aparato del lenguaje está constituido por centros distintos, separados por regiones corticales sin función… No nos queda entonces más que exponer la concepción según la cual la región cortical del lenguaje es un área continua del córtex, en cuyo interior se efectúan, con una complejidad que desafía toda comprensión, las asociaciones sobre las cuales reposan las funciones del lenguaje.» La noción de «complejidad», a la que aquí se alude con toda propiedad, desempeña un papel esencial en la idea misma de «aparato»: el aparato está destinado a explicar una complejidad que desafía la comprensión, y a responder a ese desafío intentando una aproximación formal. Si, en la concepción del aparato presentada entonces por Freud, la región del lenguaje es un área continua, no por ello está menos articulada y diferenciada, pero esto sucede en función de sus bordes y sus límites: los pretendidos «centros» son en realidad los ángulos y los vértices que relacionan la función del lenguaje con las funciones de la vista, la audición y la motricidad. Esta perspectiva continuará dominando la idea de aparato: un aparato puede definirse por sus bordes y sus límites, no por su centro supuesto, que, como tal, desborda nuestra capacidad para aprehender el complejo. En el aparato del lenguaje, los «centros» son en realidad encrucijadas, nudos, puntos de intercambio, Knotenpunkte (término que se vuelve a encontrar en un lugar clave en la descripción del modo de trabajo del aparato psíquico presentada en La interpretación de los sueños, en el nivel de los mecanismos de desplazamiento y condensación). A partir de allí, Freud propondrá un esquema de la representación de palabra en su relación con la representación de cosa: la representación de palabra es «un complejo representativo cerrado, formado por cuatro términos (imagen sonora, imagen de lectura, imagen de escritura e imagen de movimiento), mientras que la representación de cosa es un conjunto abierto de asociaciones visuales, táctiles, acústicas, etcétera.

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«La representación de palabra aparece como un complejo representativo cerrado; en cambio, la representación de objeto, como un complejo abierto. La representación de palabra no está vinculada a la representación de objeto desde todos sus componentes constituyentes, sino solamente desde la imagen sonora. Entre las asociaciones de objeto, son as visuales las que subrogan al objeto, de la misma manera que la imagen sonora subroga a la palabra. Los vínculos de la imagen sonora verbal con las otras asociaciones de objeto no están indicados en la figura.»

La representación de palabra está ligada, de manera privilegiada, por su imagen acústica, a la representación de objeto, que en sí misma se vincula de manera privilegiada a su imagen visual. De modo que la sonoridad verbal y la manifestación escópica del objeto se encuentran anudadas. Esto basta para asegurar el fantasma, que Freud define entonces como articulación de visto y oído.

Bosquejo de un aparato de la memoria.

El aparato del lenguaje abre un espacio virtual: entre la localización cerebral de las funciones del lenguaje y la dimensión simbólica del discurso y la significación, aparece un lugar no material denominado por Freud inconsciente, que en adelante va a representar, por su ensamblaje y funcionamiento, al aparato psíquico. El «Proyecto de psicología», de 1895, define la primera construcción de ese tipo de espacio para el inconsciente. Ese texto, encontrado entre los papeles de Fliess, y publicado en 1950 con una selección de cartas de Freud a Fliess, constituye una verdadera matriz del pensamiento Freudiano. «En este bosquejo, hemos tratado de hacer entrar la psicología en el marco de las ciencias naturales, es decir, de representar (darstellen) los procesos psíquicos como estados cuantitativamente determinados de partículas materiales, a fin de hacerlos evidentes e indiscutibles.» El designio es «proporcionar una explicación de la memoria». Ahora bien, la principal dificultad para representarse la memoria tiene que ver con «su capacidad para retener todo sin dejar de ser receptiva». Por lo tanto, hay que concebir un sistema que a la vez registre y siga disponible. «A primera vista, nos parece imposible imaginar un aparato de funcionamiento tan complicado.» La perspectiva sigue idéntica en 1925, en la «Nota sobre la «pizarra mágica»». «Los dispositivos destinados a ayudar a nuestra memoria parecen particularmente deficientes, puesto que nuestro aparato psíquico logra justamente lo que ellos no pueden realizar: tiene una capacidad ilimitada para recibir percepciones siempre nuevas y además provee huellas mnémicas duraderas de ellas, aunque no sean inalterables.» (¿Qué diría hoy Freud de los ordenadores?) De modo que todo comienza con un desafío: ¿cómo imaginar la naturaleza de un funcionamiento que desborda nuestra comprensión, y qué aparato idear para representarlo? En respuesta Freud distingue, no solamente varias categorías de elementos sustrato (las «neuronas»), de los cuales unos se transforman para constituir los registros mnémicos, mientras que otros siguen inmodificados y vírgenes a fin de asegurar la receptividad permanente, sino también tipos diferentes de funcionamiento, que corresponden a distintas modalidades de facilitación neuronal, con lo cual se diferencian una función primaria y una función secundaria. Esto nos permite representamos la memoria: «La memoria está representada (dargestellt) por las diferencias de facilitación que existen entre las neuronas.» Como la hipótesis basada en las neuronas-sustrato tiene que abandonarse (es una hipótesis insostenible, inspirada aún en la neuropsicología), subsiste un doble tema, que determina la formalización del aparato psíquico en La interpretación de los sueños: 1) la distinción de varias localidades psíquicas; 2) la diferenciación de los procesos primario y secundario en el funcionamiento psíquico. Aquí, una observación. Desde su origen, el funcionamiento del aparato psíquico está fundado sobre una hiancia (béance). Es un aparato que funciona rectificando el riesgo de su propio fallo, un sistema en el que la inclinación a autodestruirse engendra las estructuras que le permiten sobrevivir. Se trata por lo tanto nada menos que de un sistema en equilibrio. Hay una línea de pensamiento que no deriva de los neuropsicólogos sino de Fechner, de su reflexión sobre la entropía y el funcionamiento de los sistemas termodinámicos: en La interpretación de los sueños, la idea de localidad psíquica es relacionada con Fechner, pero fue más aún el principio general de una tendencia a la estabilidad lo que pudo inspirar a Freud en la concepción de su principio de inercia, convertido de inmediato en el principio de placer, y que lo llevará en 1920 a enunciar la hipótesis de la pulsión de muerte y del funcionamiento siempre liminar del aparato psíquico y del pensamiento humano. En los términos del «Proyecto», el aparato tiende a la descarga, es decir, hacia el cero: tiende originariamente a vaciarse de su contenido y de su energía. Esto es lo que Freud denomina «principio de la inercia neuronal»: las neuronas tienden a deshacerse de las cantidades que las invaden. Se trata de un sistema cuyo primer principio de funcionamiento es la fuga, la expulsión de las excitaciones que lo afectan. Ahora bien, las grandes necesidades vitales perturban esa tendencia primera: el hambre, la respiración, la sexualidad, engendran excitaciones de las que no es posible huir y que obligan al aparato a hacerse complejo. Por lo tanto, le imponen una transformación. «Desde el comienzo, el principio de inercia se encuentra trastornado por otras circunstancias. A medida que se acrecienta la complejidad interna del organismo, el sistema neuronal recibe… estímulos endógenos que también tiende a descargar. Se originan en las células del cuerpo y provocan las grandes necesidades: el hambre, la respiración, la sexualidad. El organismo no puede escapar de ellos como de los estímulos exteriores… En consecuencia, el sistema neuronal se ve obligado a renunciar a su tendencia original a la inercia (es decir, a llevar a cero el nivel de tensión). Tiene que aprender a soportar una cantidad almacenada que baste para satisfacer las exigencias de un acto específico.» Allí reside el gran hiato originario del aparato: las pulsiones le son fundamentalmente heterogéneas. Por ello, como La interpretación de los sueños lo va a desarrollar a lo largo de su texto, el aparato psíquico alucina su objeto, intenta seguir gozando, hasta lo imposible, de la satisfacción primaria. En lo fundamental, el deseo es alucinación de su objeto: sobre este punto, la opinión de Freud no cambió nunca.

La máquina de escritura de la Carta 52.

A estos dos aparatos fundantes del aparato psíquico (aparato del lenguaje y aparato neuronal) debemos añadir la máquina textual descrita en la Carta 52 a Fliess, en 1896: máquina de escritura estratificada, transformativa, diacrónica, sistema de registros y de inscripciones múltiples, ordenadas en tiempos, estratos, funciones y transformaciones reguladas. Máquina en la que se ordenan las percepciones, los signos, las huellas inconscientes, las representaciones verbales y la conciencia. Máquina traductora abstracta, ni óptica ni neuronal (aunque conserve provisionalmente el trasfondo de la hipótesis neuronal), localizada en su propia textualidad, traducible ella misma en los elementos de la experiencia química a los cuales confiere legibilidad. «Sabes que trabajo con la hipótesis de que nuestro mecanismo psíquico se ha generado por estratificación, a saber: que de tiempo en tiempo el material existente en forma de huellas mnémicas sufre un reordenamiento (Umordnung) según relaciones nuevas, un cambio de escritura (Unischrift). La novedad esencial de mi teoría es entonces la afirmación de que la memoria no está constituida por un solo ejemplar, sino por varios, depositada en diferentes tipos de signos… Cuántas hay de tales inscripciones (Niederschriften), no lo sé. Al menos tres, verosímilmente más. Cf. el esquema de abajo (figura 2), el que supone que, una por una, esas inscripciones están igualmente separadas según sus portadores neuronales (no necesariamente de manera tópica). Esta última hipótesis no es quizás indispensable, pero es la más simple y, por el momento, la más admisible… Si yo pudiera indicar completamente los caracteres psicológicos de la percepción y de las tres transcripciones, habría descrito una nueva psicología.»Nueva psicología, diccionario de psicología, aparato

«W son las neuronas en las que se producen las percepciones, a las cuales se fija la conciencia, pero que no conservan en sí mismas ninguna huella del acontecimiento, pues conciencia y memoria se excluyen.

Wz es la primera inscripción de las percepciones, totalmente incapaz de conciencia, tramada por asociación sincrónica

Ub (inconciencia) es la segunda inscripción, ordenada según otras relaciones, quizá de causalidad. Las huellas Ub podrían corresponder a recuerdos conceptuales, igualmente inaccesibles a la conciencia.

Vb (preconciencia) es la tercera inscripción, ligada a representaciones de palabra, que corresponde a nuestro yo oficial. A partir de esa Vb las investiduras se vuelven conscientes según ciertas reglas, y esta conciencia de pensamiento secundaria es, desde el punto de vista temporal, una retroacción, verosímilmente ligada a la animación alucinatoria de representaciones de palabra, de manera que las neuronas de conciencia serían también neuronas de percepción, despojadas en sí mismas de memoria.»

El aparato ensamblado en el capítulo VII.

A partir de ese triple aparato originario, es posible y simple comprender el despliegue, en todo el texto Freudiano, del concepto, de la figura, del motivo, de las variaciones del aparato psíquico, en primer lugar en la gran exposición del capítulo VII de La interpretación de los sueños, con todos los detalles en los que no tenemos la posibilidad de detenernos aquí, pero al que, desde luego, remitimos al lector. La expresión «aparato psíquico» aparece en un texto publicado poco antes que La interpretación de los sueños (en realidad, escrito al mismo tiempo): «La sexualidad en la etiología de las neurosis» (1898). Por una parte, allí se diferencian nítidamente el aparato psíquico, o sea nuestra representación construida, y el instrumento psíquico, el cual efectúa la operación psíquica que es la causa de los fenómenos que tratamos de comprender mediante esa representación (es decir, las psiconeurosis), causa que en sí misma sigue siendo profundamente desconocida para nosotros. Por otro lado, a través de la noción de aparato psíquico, el artículo define un vínculo de causalidad entre el instrumento psíquico y el aparato sexual. Ese vínculo de causalidad de un vínculo de efecto retardado: la etiología sexual de la psiconeurosis está determinada por la acción a posterior de las experiencias sexuales infantiles: «Esta acción a posteriori arranca -no puede ser de otro modo- de huellas psíquicas que han dejado las experiencias sexuales infantiles. En el intervalo entre la experiencia de esas impresiones y su reproducción (o más bien, el refuerzo de los impulsos libidinales que se desprenden de ellas), no solamente el aparato sexual somático sino también el aparato psíquico han experimentado un desarrollo considerable. [ … ] Para llegar a una verdadera comprensión del mecanismo que genera las psiconeurosis, serian necesarios desarrollos más amplios; antes que nada, sería inevitable hacer creíbles ciertas hipótesis, que me parecen nuevas, sobre la composición y el modo de trabajo del aparato psíquico». «Composición» Zusammensetzung: por nuestra parte, preferimos traducir «ensamblaje» (assemblage). Este término se utiliza sobre todo para la definición de aparato en arquitectura. Ensamblaje y modo de trabajo: las dos coordenadas fundamentales de aparato están allí, definiendo a la vez una sincronía y una diacronía. Se advertirá además que el aparato psíquico aparece esencialmente en modificación síncrona con el aparato sexual que actúa sobre el instrumento psíquico. La presentación más completa del aparato psíquico es la del capítulo VII de La interpretación de los sueños. Todos los elementos reunidos poco a poco por Freud en el curso de esos diez años de trabajo (1890-1900) se encuentran en la «representación figurada del instrumento que sirve para la operación psíquica», es decir, en la figuración de un modo de trabajo que caracteriza a un aparato compuesto de diferentes instancias (así se denominarán en adelante las diferentes localidades psíquicas). En el texto final e inconcluso que es el Esquema del psicoanálisis, la palabra provincias se equipara con instancias, y la segunda tópica reemplaza a la primera: «A la más antigua de estas provincias o instancias psíquicas, la llamamos el ello». Ahora, el aparato se ha desprendido definitivamente de su base neuronal. La noción de localidad psíquica se encuentra definitivamente articulada, ya no con el supuesto sustrato neuronal, sino con la virtualidad de una construcción que no tiene nada que envidiar a la linterna mágica de Proust. La óptica ha reemplazado a la anatomía y modificado la «transfixión» del aparato, no su significación ni sus principios esenciales. «Dejaremos por completo de lado el hecho de que el aparato psíquico, del que aquí se trata, nos es también conocido como preparado anatómico, y evitaremos cuidadosamente la tentación de determinar esa localidad psíquica como si fuera anatómica. Permaneceremos en el terreno psicológico, y sólo nos interesará la invitación a representarnos (vorstellen) el instrumento del que se valen las operaciones psíquicas a la manera de un microscopio compuesto, un aparato fotográfico o algo semejante. La localidad psíquica corresponde entonces a un lugar del interior de un aparato, donde se produce uno de los estadios previos de la imagen. En el microscopio y el telescopio se sabe que estos lugares son en parte virtuales, son regiones donde no se encuentra ningún elemento palpable del aparato.» Freud añade que, a su juicio, es inútil tratar de excusar la ligereza de ese modelo y de todos los del mismo tipo. Pues «estas comparaciones sólo están destinadas a sostener el intento que hemos emprendido de hacer comprensible la complejidad de la operación psíquica, descomponiéndola y relacionando cada operación singular con elementos singulares del aparato». Concluyendo, para subrayar la novedad y lo que está en juego en su empresa, Freud dice: «Por lo que yo sé, hasta ahora nadie se ha atrevido a tratar de comprender el ensamblaje del instrumento psíquico mediante una descomposición de este tipo».

La orientación.

El aparato psíquico es por lo tanto la representación del instrumento psíquico en sí. Esta representación es una aproximación formal destinada a comprender mediante la construcción lo que el instrumento, en tanto que causa de la operación psíquica, tiene en sí mismo de desconocido. Esta dimensión de desconocido acompaña de extremo a extremo la concepción del aparato psíquico. Freud la subraya aun en las primeras líneas del Esquema, en 1938: «De lo que llamamos nuestra psique (vida anímica), conocemos dos cosas: 1) su órgano corporal y su escenario; 2) nuestros actos de conciencia, que nos son dados inmediatamente y que ninguna descripción nos podría transmitir. Todo lo que está entre esas dos cosas nos es desconocido, no nos es dada ninguna referencia directa entre los dos puntos extremos de nuestro saber». «Este aparato (figura 3) es un ensamblaje de elementos denominados instancias o sistemas, que están orientados en el espacio (como las lentes de un telescopio), y por lo tanto también orientados temporalmente, es decir, recorridos en un cierto orden por las energías o las excitaciones que los penetran en el curso de los diferentes procesos de los que son sede.» Éste es el primer punto fundamental a tener en cuenta: el aparato tiene una orientación, a la vez espacial y temporal. La actividad va de un extremo al otro, de un borde al otro: de lo sensible a lo motor, de la excitación a la inervación. En ese estadio, el aparato se comporta simplemente como un aparato reflejo: aparato reflejo, diccionario de psicología, aparato

«El proceso del reflejo sigue siendo también el modelo de toda operación psíquica.» Viene entonces una primera diferenciación: la percepción deja en el aparato una huella, que se denominará huella nmémica. Es la memoria. Pero volvemos a encontrar la dificultad formulada en el Proyecto de 1895: ¿cómo es posible concebir una memoria que conserva las huellas y a la vez sigue virgen? A esta paradoja responde la distinción entre los diferentes sistemas que componen el aparato: adelante, un sistema que acoge las percepciones sin conservar huellas, provisto por lo tanto de conciencia pero no de memoria; atrás, otro sistema que convierte en huellas las excitaciones fugaces, y por lo tanto está provisto de memoria pero no de conciencia. El aparato funciona así según un principio que define la alienación o la división fundamental de la operación psíquica: memoria y conciencia se excluyen. Se sigue que la memoria es fundamentalmente, y por principio, inconsciente.

El principio arquitectónico.

Segunda diferenciación, que retorna el aporte de la Carta 52: no hay un solo estrato de memoria, sino varios, y por lo tanto varios sistemas, de los cuales sólo el último tendrá el nombre del inconsciente, con la forma de una notación abreviada: Ubw. Este último sistema de memoria precede y sostiene al preconsciente, designado Vbw, ligado esencialmente al lenguaje, sistema que desemboca directamente en la motricidad, el acto, y de nuevo la conciencia. Conclusiones: 1) Por una parte, la conciencia se encuentra en los dos extremos de un aparato cuyo funcionamiento principal está constituido por una serie de sistemas desprovistos de conciencia pero que aseguran una estratificación de la memoria. En Psicopatología de la vida cotidiana (1901), Freud califica esta estratificación de «principio arquitectónico»: «Nosotros suponemos que el principio arquitectónico del aparato psíquico es la superposición en capas [Schichtung], la estructura estratificada de instancias extendidas unas sobre otras». 2) Por otro lado, el inconsciente propiamente dicho (el Ubw) está precedido por una serie de estratos de memoria que, para emplear los mismos términos de la Carta 52, forman otros tantos registros o inscripciones. En términos más actuales, diremos que hay inscripciones del goce que preceden necesariamente, en el tiempo y la estructura, a la formación del inconsciente, y que sin esas inscripciones tampoco habría inconsciente para los sujetos hablantes que somos nosotros. Ahora bien, este aparato orientado puede recorrerse en un sentido inverso a su orientación: no solamente es posible en él la regresión, sino que ella constituye una ley fundamental de las formaciones psicopatológicas, de las cuales el sueño ofrece el primer ejemplo. Ese aparato orientado funciona durante gran parte del tiempo al revés de sí mismo. Como ya lo hemos dicho, funciona a partir de su propia hiancia, lo que se expresa aquí bajo la forma siguiente: tiende a funcionar en bucle. Dicho de otro modo, es un aparato de alucinar. Y si se llama deseo al motor de ese aparato, habrá que decir que el deseo humano, originaria y fundamentalmente, alucina su objeto. «Lo que se produce en el sueño alucinatorio no podemos describirlo de otro modo que diciendo: la excitación toma una vía retrógrada. En lugar de propagarse hacia el extremo motor del aparato, se propaga hacia el extremo sensible y finalmente llega al sistema de las percepciones.» Como consecuencia, «llamamos regresión al hecho de que en el sueño la representación se transforma de nuevo en la imagen sensible de la cual partió un día». «En cuanto a la regresión, observamos también que ella no desempeña en la teoría de la formación de los síntomas neuróticos un papel menos importante que en la del sueño.»

Conclusión.

Tal es, en efecto, el propósito fundamental, más allá de la teoría del sueño: hacer creíbles las nuevas hipótesis sobre el ensamblaje y el modo de trabajo psíquicos, para llegar a una verdadera comprensión del mecanismo de aparición de las psiconeurosis. Esta comprensión es el verdadero objetivo de todo el trabajo de construcción teórica emprendido por Freud. «El sueño pertenece en efecto a la misma serie de formaciones psicopatológicas que la idea fija histérica, la obsesión y la idea delirante.» En el momento en que Freud escribe La interpretación de los sueños, el aparato psíquico le sirve para producir el sustrato formal de la articulación Ubw-Vbw-Bw, que después se denominó «primera tópica»: inconsciente -preconscienteconsciente. Cuando ésta es reemplazada por «la segunda tópica» (ello-yo-superyó), en 1923, se conserva ese sustrato formal, excepción hecha de la transfixión. Por ello el primer capítulo del Esquema del psicoanálisis, de 1938, titulado «El aparato psíquico», retorna la forma general del aparato que confiere a las construcciones teóricas su virtud representativa, pero con el material nuevo de las nuevas instancias o provincias. Así, el aparato psíquico aparece como el marco mismo del pensamiento teórico, como el sustrato formal de las construcciones destinadas a acercar lo desconocido. Pero eso desconocido subsiste, y con él la necesidad de una renovación permanente de nuestras aproximaciones.