Diccionario de Psicología, letra M, Miser

Diccionario de Psicología, letra M, Miser

s. m. (fr. m’ ê tre [textualmente «ser-me», homofónico con «maître», palabra polívoca muy usada por Lacan en sus sentidos de «amo», «maestro», relacionados con el dominio y el saber]). Neologismo de Lacan, forjado a partir de los significantes «moi» [yo] y «être» [ser], que evoca así la cuestión del dominio [maitrise]. Este neologismo conjuga el empleo complejo en Lacan de la noción de ser con el desarrollo de la cuestión del dominio, centrada desde 1968 en la noción de «discurso del amo» (véase discurso). Indica de entrada una colusión entre el discurso filosófico y el discurso del amo. Pero hace resonar, más allá del imperativo del significante amo -notado como S1 en el álgebra lacaniana-, la dimensión de mandato ejercida por todo significante. Además, evoca la ilusión, la captura en un imaginario sustantivado del yo de un sujeto comprometido en el discurso del amo, o en un discurso que apela al discurso del amo, como el discurso histérico, o como el desconocimiento paranoico, paradigma de toda búsqueda del ser. El ser y el Yo. En Proposiciones sobre la causalidad psíquica, pronunciado en 1946 y publicado en los Escritos en 1966, Lacan muestra que el ser humano se aliena en primer lugar a la imagen del otro (estadio del espejo) en una serie de identificaciones ideales. Gracias a estas identificaciones, el niño entra en la «pasión de ser un hombre», de creerse un ser humano. El paranoico revela crudamente, eventualmente por el asesinato o el suicidio, que la coincidencia del ser y del yo es desconocimiento: como Luis II de Baviera, que se tomaba por un rey, confunde una identificación con su ser. Sin embargo, ser no tiene, porque de entrada es otro. El serhablante [parlêtre: traducido a veces como «parlanteser» o «serparlante», es una condensación de Lacan entre «parler» (hablar) y «être» (ser), que alude a la fundamental condición hablante del ser humano, y también a la «parlotte»: parloteo]. La puesta en juego de la dimensión simbólica del lenguaje conduce a la misma conclusión, pero permite subvertir la problemática filosófica. Si el sujeto se plantea la cuestión de su ser, ese «¿qué soy allí? concerniente a su sexo y su contingencia en el ser, a saber, por una parte, que es hombre o mujer, por otra, que podría no ser» («De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis», 1959; Escritos), esta cuestión, en el corazón de los síntomas, está planteada en el lugar del Otro, articulada en significantes y dirigida al Otro, es decir, al que el sujeto supone ocupa ese lugar, del que va a exigir respuesta y reconocimiento. Porque habla, entonces, el sujeto se compromete en la búsqueda del amor y del ser. Lacan forjará así el neologismo «parlêtre» para designar al ser humano. La cuestión filosófica del ser resulta desplazada: el ser es un efecto de lenguaje. El ser y el amo [ MAÎTRE ]. La experiencia analítica de las psicosis y de las neurosis obsesivas permite comprobar claramente que todo significante es apto para ejercer un mandato feroz sobre el sujeto bajo la forma de palabras impuestas (véase neurosis obsesiva). De este poder extrae el discurso del amo su aptitud para hacer lazo social. La ontología filosófica ha aislado el uso copulativo del verbo «ser» para hacer de él un significante, el ser, que a partir de allí se ha mostrado particularmente capaz de marcar el valor imperativo del significante. Se puede leer así en Aristóteles, cuando se dirige a un futuro amo [/maestro], cómo se prescribe aun sujeto realizar en sí mismo un orden ético orientado por el soberano bien, orden conforme al del ser. Los filósofos de inspiración religiosa monoteísta asimilarán fácilmente el ser a Dios. Pero es más notable que la psicología, e incluso el psicoanálisis en alguno de sus avatares, trate el desarrollo del niño en la perspectiva exclusiva de la adquisición del dominio de sí mismo: «Yo progreso en mi-seridad [m’êtrise: homófona de maîtrise: dominio], soy miser [m’être: maître] de mí como del universo», ironizará Lacan en el Seminario XX, 1972-73, «Aún» (1975). Este tipo de psicoanálisis plantea al yo como función de dominio en el centro del aparato psíquico. Hay por lo tanto una afinidad de la dimensión imaginaria con el discurso del amo. Del mismo modo que lo imaginario está organizado por una dialéctica dual, el discurso del amo cree apoderarse de lo que intenta dominar ignorando su alteridad. A ejemplo de la pareja paradigmática hombre/mujer, los pares de elementos opuestos aparecen como complementarios y semejan constituir una totalidad en su asociación, aunque siempre se denuncie la falta de uno de los elementos. Lo que es desconocer que un elemento es el otro del primero y no su complemento, y que ocupa otro lugar, el real, y no el simbólico. El psicoanálisis lacaniano opondrá por lo tanto a la ontología y al discurso del amo el estatuto preontológico, evasivo y elusivo del inconciente, cuya estructura de hendidura y de batimiento temporal dejan entrever el lugar, lo real, de donde ello habla.