Obras de Winnicott: Educación sexual en las escuelas (1949)

Educación sexual en las escuelas (1949)

Es imposible clasificar y distribuir a los niños en bloque. Sus necesidades varían de acuerdo con las enseñanzas del hogar, el tipo de niños que son, y su salud. Sin embargo, en una breve consideración sobre el tema de la educación sexual resulta conveniente hablar en términos generales, sin tratar de adaptar la tesis central a los requerimientos individuales. Los niños necesitan tres cosas al mismo tiempo: 1) Necesitan estar rodeados de personas en las que pueden confiar por el sólo hecho de que son seres humanos dignos de confianza, con una capacidad corriente para la amistad humana. 2) Necesitan instrucción en biología junto con otros temas escolares; se entiende que biología significa la verdad (tal como se la conoce hasta estos momentos) sobre la vida, el crecimiento, la propagación y la relación de los organismos vivos con el ambiente. 3) Necesitan un ambiente emocional estable en el que ellos mismos puedan descubrir, a su propia manera, las irrupciones del sexo en el yo, y la forma en que ello altera, enriquece, complica e inicia las relaciones humanas. Otra cosa muy distinta es la clase sobre cuestiones sexuales, dada por una persona que llega a la escuela, da esa clase y luego se va. Daría la impresión de que sería conveniente desalentar a las personas que muestran una inclinación a enseñar cuestiones sexuales a los niños. Además, lo que el personal de la escuela no puede hacer, tampoco puede tolerarlo. Hay algo mejor que el conocimiento sobre las cuestiones sexuales: su descubrimiento por el individuo mismo. En los internados, la existencia de maestros casados y con hijos en la escuela misma proporciona una influencia natural y favorable, más estimulante e instructiva que muchas explicaciones dadas en una clase. En las escuelas comunes, los niños pueden estar en contacto con las familias de amigos y vecinos. El problema con las explicaciones en clase consiste en que introducen algo difícil e íntimo en la vida de los niños en momentos elegidos por la fatalidad, antes que por la acumulación de una necesidad en el niño. Otra desventaja de las charlas sobre cuestiones sexuales es la de que rara vez ofrecen un cuadro verdadero y completo. Por ejemplo, es probable que el charlista tenga alguna actitud parcial, como feminismo, la idea de que la mujer es pasiva y el hombre activo, una huida del juego sexual a la sexualidad genital madura, una falsa teoría sobre el amor materno que deja de lado los rasgos ásperos y tiene en cuenta sólo los aspectos sentimentales, etcétera. Incluso las mejores charlas empobrecen este tema, que encarado desde adentro, mediante el experimento o la experiencia, ofrece un potencial de infinita riqueza. Pero es sólo en una atmósfera creada por la madurez de los adultos donde los adolescentes sanos pueden descubrir en sí mismos el anhelo del cuerpo y el alma por la unión con el cuerpo y el alma. A pesar de estas importantes consideraciones, parecería que debe haber alguna oportunidad para los expertos auténticos que hacen un estudio especial de la función sexual y de la presentación de este tipo de conocimientos. ¿No sería una solución invitar a los expertos a charlar con el personal de la escuela o a promover discusiones organizadas sobre el tema entre los maestros? El personal gozaría entonces de libertad para actuar según su propio criterio personal en su contacte con los niños, pero con una base más firme, dada por el conocimiento de una cantidad de hechos. La masturbación es un subproducto sexual de enorme importancia para todos los niños. Ninguna charla sobre la masturbación puede agotar el tema, que además es tan personal e individual que sólo la conversación privada con un amigo o un confidente encierra algún valor. De nada vale decir a un grupo de niños que masturbarse no es nocivo, porque quizás para uno de los niños en el grupo sea nocivo, compulsivo y fuente de muchos problemas, e incluso, un signo de enfermedad psiquiátrica. Para los otros puede ser inocuo e incluso no crear problema alguno, y entonces se convierte en una cuestión conflictual por el hecho de que se haga referencia a ella, y se sugiera que podría ser nociva. Con todo, los niños otorgan valor al hecho de poder hablar con alguien sobre todas estas cosas, pero debería ser la madre la que se siente libre como para hablar sobre cualquier cuestión que el niño pueda plantear. Si la madre no pudo hacerlo, entonces se necesita recurrir a otros, e incluso quizás convenga tener una entrevista psiquiátrica; pero las dificultades no se resuelven mediante disertaciones sobre temas sexuales en la clase. Además, la instrucción de este tipo elimina la poesía y torna secas y banales la función y las partes sexuales. Sería más lógico señalar en la clase de arte que las ideas y los vuelos de la imaginación tienen concomitantes corporales, y que éstos son tan dignos de reverencia y atención como las ideas. Existe una dificultad evidente para quienes tienen adolescentes a su cuidado. No tiene ningún sentido hablar sobre permitir, y aun esperar, que los niños, descubran a si mismos, y a los demás, sexualmente, y quienes lo hacen se ciegan a la posibilidad de que algunas de las niñas queden accidentalmente embarazadas. Este problema es por cierto muy real y se impone enfrentarlo, porque el hijo ilegítimo ocupa una posición desgraciada, y tiene por delante una tarea mucho más pesada que el niño corriente en su intento de superar las dificultades y convertirse eventualmente en un ser social; a menos que se lo adopte en una etapa muy temprana, no es probable que el niño ilegítimo salga adelante sin cicatrices, y quizás muy hondas. Todos los que manejan adolescentes deben hacer frente a este problema según sus propias convicciones, pero la opinión pública debería tener en cuenta el hecho de que incluso en el mejor tipo de manejo, se corren riesgos y se producen accidentes. En las escuelas libres, donde prácticamente no existe prohibición alguna en cuestiones sexuales, el hijo ilegítimo es sorprendentemente raro, y cuando se produce el embarazo, por lo común se descubre que por lo menos uno de los miembros de la pareja constituye un caso psiquiátrico. Por ejemplo, está el caso del niño que, por un temor inconsciente al juego sexual, huye de él y se precipita en una madurez sexual espúrea. Muchos niños que no han tenido una relación infantil satisfactoria con su madre establecen su primera relación interpersonal en la relación sexual, que por lo tanto asume una enorme importancia para ellos, aunque desde el punto de vista del observador ofrezca una madurez insegura, pues no ha ido surgiendo gradualmente de la inmadurez. Si existe una gran proporción de adolescentes de este tipo en un grupo, la supervisión sexual debe ser estricta, porque la sociedad no puede tolerar más que un cierto número de hilos ilegítimos. Por otro lado, en casi todos los grupos de adolescentes, la mayoría son mas o menos sanos, y en tal caso es necesario plantear esta pregunta: ¿debe basarse su manejo en lo que los niños sanos necesitan o en el temor de la sociedad por lo que pueda ocurrir a unos pocos miembros antisociales o enfermos? A los adultos les molesta pensar que los niños tienen por lo común un sentido social muy profundo. Del mismo modo, les disgusta pensar que los niños pequeños tienen tempranos sentimientos de culpa, y por eso los padres suelen implantar normas morales allí donde una moral natural podría haberse desarrollado hasta convertirse en una fuerza estable y prosocial. Los adolescentes corrientes no quieren producir niños ilegítimos y toman medidas para impedirlo. Si cuentan con la oportunidad, crecen en sus juegos y relaciones sexuales hasta el punto en que comprenden que precisamente el hecho de tener bebés es la meta de todo eso. El proceso puede llevarles muchos años Por lo común, esa etapa se alcanza, y entonces esos nuevos miembros de la sociedad humana comienzan a pensar en términos de matrimonio y de establecer el marco en el que es posible tener bebés. La instrucción sobre cuestiones sexuales tiene muy poco que ver con este desarrollo natural que cada adolescente debe realizar por sí mismo. Un ambiente maduro, no ansioso y no moralista, contribuye tanto a este proceso que casi puede considerárselo necesario. También los padres y los maestros deben ser capaces de soportar el sorprendente antagonismo que los adolescentes pueden manifestar hacia los adultos, en particular hacia quienes desean ayudarlos en este período crítico del crecimiento. Cuando los padres no están en condiciones de proporcionar lo que se necesita, el personal de la escuela o la escuela misma a menudo puede hacer mucho para compensar esa deficiencia, pero mediante el ejemplo y la integridad, honestidad y devoción personales, y por el hecho de estar allí en el momento en que se plantean las preguntas, y no mediante una instrucción organizada sobre temas sexuales. Para los niños de menor edad, la respuesta es la biología, la presentación objetiva de la naturaleza, sin expurgaciones. Al principio, a la mayoría de los niños pequeños les gusta tener animalitos y aprender sobre ellos, así como coleccionar flores e insectos y comprender sus costumbres., En algún momento del período previo a la adolescencia, pueden disfrutar con una instrucción progresiva sobre los hábitos de los animales, su adaptación al ambiente, y su capacidad para adaptar el ambiente a sí mismos. Todo esto involucra la propagación de la especie y la anatomía y la fisiología de la copulación y el embarazo. El instructor de biología que los niños valoran no descuidará los aspectos dinámicos de la relación entre los progenitores animales y la forma en que la vida familiar se desarrolla en la serie evolutiva. No hay mucha necesidad de hacer aplicaciones conscientes de lo enseñado en esta forma a los asuntos humanos, porque resultan muy evidentes. Es más probable que los niños, mediante una elaboración subjetiva, vean sentimientos y fantasías humanas en los asuntos de los animales, en lugar de aplicar ciegamente los llamados procesos instintivos animales a la raza humana. El maestro de biología, como el de cualquier otra materia, debe ser capaz de guiar a los alumnos hacia la objetividad y el enfoque científico, debe saber que la disciplina puede resultar muy penosa para algunos de los niños. La enseñanza de biología puede ser una de las tareas mas agradables e interesantes para el maestro, sobre todo porque son tantos los niños que valoran esta introducción al estudio de la vida (Otros, desde luego, perciben mejor el sentido de la vida a través de la historia, de los clásicos, o en sus experiencias religiosas). Pero la aplicación de la biología a la vida y los sentimientos personales de cada niño es una cuestión completamente distinta. La relación entre lo general y lo particular se establece mediante la respuesta delicada a la pregunta delicada. Al fin de cuentas, los seres humanos no son animales; son animales mas un caudal de fantasía, psiquis, alma, potencialidades del mundo interno, o como quiera llamárseles. Y algunos niños llegan al alma a través del cuerpo, y otros al cuerpo a través del alma. La adaptación activa es la palabra clave en el cuidado y la educación de los niños. En síntesis, debe proporcionarse a los niños la información amplia y franca sobre cuestiones sexuales, pero no como una cosa sino como parte de la relación del niño con la gente que conoce y en la que confía. La educación no sustituye la exploración y la comprensión individuales. Las verdaderas inhibiciones son resistentes a la educación, y en el caso típico para el que no se puede contar con una psicoterapia, la mejor manera de manejar esas inhibiciones radica en la comprensión de un buen amigo.