Obras de S. Freud: El trabajo del sueño (continuación)

El trabajo del sueño (continuación)

El miramiento por la figurabilidad.

Hasta aquí estuvimos indagando el modo en que el sueño figura las relaciones {lógicas} entre los pensamientos oníricos. Pero al hacerlo debimos incursionar, una y otra vez, en un tema más vasto: la alteración que el material onírico en general experimenta a los fines de la formación del sueño. Ahora sabemos que el material onírico, despojado de buena parte de sus relaciones, sufre una compresión, mientras que al mismo tiempo desplazamientos de intensidad sobrevenidos entre sus elementos fuerzan en él una subversión de los valores psíquicos. Los desplazamientos antes estudiados resultaron ser sustituciones de una determinada representación por otra que, de algún modo, le era vecina en la asociación; se volvían aprovechables para la condensación puesto que así, en lugar de dos elementos, conseguía ser recogido en el sueño uno solo, algo común intermedio entre ambos. Aún no hemos hablado de que haya otro tipo de desplazamiento. Sabemos de su existencia por el análisis: se anuncia por una permutación de la expresión lingüística de los pensamientos respectivos. En ambos casos se trata de un desplazamiento a lo largo de una cadena asociativa; el proceso es el mismo, pero se cumple en esferas psíquicas diversas y el resultado de tal desplazamiento es, en el primer caso, la sustitución de un elemento por otro, mientras que en el segundo un elemento permuta las palabras que lo expresan por las que expresan a otro. Este segundo tipo de desplazamiento que se presenta en la formación del sueño posee gran interés teórico; más aún: contribuye notablemente a esclarecer esa apariencia de absurdo fantástico Con que el sueño se disfraza. El desplazamiento se consuma, por regla general, siguiendo esta dirección: una expresión incolora y abstracta del pensamiento onírico es trocada por otra, figural y concreta. La ventaja -y con ella el propósito- de esa sustitución es patente. Para el sueño, lo figural es susceptible de figuración, puede insertarse en una situación; en cambio, la expresión abstracta ofrecería a la figuración onírica dificultades parecidas a las que opondría, por ejemplo, el artículo político de fondo de un periódico a su ilustración. Pero no sólo la figurabilidad, también los intereses de la condensación y de la censura pueden ganar con ese trueque. Si el pensamiento onírico, inutilizable en su expresión abstracta, es remodelado en un lenguaje figural, entre esta nueva expresión y el resto del material onírico pueden establecerse con mayor facilidad que antes los contactos e identidades que el trabajo del sueño requiere y que él se crea toda vez que no los encuentra ya dados; en efecto, en cualquier lenguaje, en virtud de su evolución, los términos concretos son más ricos en anudamientos que los conceptuales. Cabe imaginar entonces que en la formación del sueño buena parte del trabajo intermedio, que procura reducir los pensamientos oníricos aislados a la expresión más unitaria y escueta posible, se produce de esta manera, a saber, mediante la apropiada remodelación lingüística de cada uno de ellos. Un pensamiento, cuya expresión acaso está fijada por otras razones, influirá sobre las posibilidades de expresión de otro distribuyéndolas o seleccionándolas, y ello quizá de antemano, como sucede en el trabajo del poeta. Si una poesía ha de crearse respetando la rima, la segunda serie de versos está atada a dos condiciones: debe expresar el sentido que le corresponde y hallar la consonancia con los versos de la primera serie. Las mejores poesías son sin duda aquellas en que no se nota el propósito de hallar la rima, sino que los dos pensamientos han seleccionado de antemano, por inducción recíproca, su expresión lingüística, tras lo cual una ligera reelaboración permite hacer surgir la consonancia. En algunos casos, la permutación de la expresión facilita la condensación onírica por una vía aún más corta: cuando permite hallar una construcción léxica que por su multivocidad pueda servir de expresión a varios pensamientos oníricos. Todo el ámbito del chiste verbal queda entonces al servicio del trabajo del sueño. No cabe asombrarse ante el papel que toca a la palabra en la formación del sueño. La palabra, como punto nodal de múltiples representaciones, está por así decir predestinada a la multivocidad, y las neurosis (representaciones obsesivas, fobias) aprovechan tan desprejuiciadamente como el sueño las ventajas que la palabra ofrece así a la condensación y al disfraz (1). Es fácil mostrar que la desfiguración onírica saca también provecho del desplazamiento de la expresión. Ya induce a engaño el que una palabra multívoca reemplace a dos unívocas; y la sustitución de los giros expresivos usuales y sobrios por una expresión figural suspende nuestra comprensión, en particular porque el sueño nunca enuncia si los elementos que ofrece han de interpretarse en sentido literal o traslaticio, ni si es preciso referirlos al material onírico directamente o por mediación de giros lingüísticos intercalados (2). En general, en la interpretación de un elemento onírico cualquiera es dudoso: a. Si debe ser tomado en sentido positivo o negativo (relación de oposición). b. Si debe interpretárselo históricamente (como reminiscencia). c. Si debe serlo simbólicamente. d. O si debe aplicárselo partiendo de su enunciación literal. A pesar de esta multiplicidad de vertientes, puede decirse que la figuración característica del trabajo del sueño, si bien es cierto que no lleva el propósito de que se la comprenda, no ofrece a su traductor dificultades más grandes que las que ofrecía a sus lectores la escritura jeroglífica de los antiguos. Ya he citado muchos ejemplos de figuraciones oníricas que sólo por una ambigüedad de la expresión se mantienen cohesionadas («La boca se abre bien», en el sueño de la inyección; «Y no puedo marcharme», en el último sueño, etc.) Comunicaré ahora un sueño en cuyo análisis la remodelación figural del pensamiento abstracto desempeña un papel más importante. La diferencia entre esta interpretación del sueño y la interpretación por medio del simbolismo puede precisarse mejor: en la interpretación simbólica, la clave de la simbolización es escogida arbitrariamente por el intérprete; en nuestros casos de disfraz lingüístico, en cambio, esa clave es de todos conocida y la procuran unos hábitos idiomáticos arraigados. Si uno atrapa en la oportunidad justa la ocurrencia que viene al caso, es posible resolver total o fragmentariamente los sueños de este tipo, aun con independencia de las informaciones que pueda proporcionar el soñante. He aquí el sueño de una dama de mi amistad: Ella se encuentra en el teatro. Representan una obra de Wagner. La función ha durado hasta las 7 y cuarto de la mañana. En la platea y los palcos bajos hay mesas donde se come y se bebe. Su primo, que acaba de volver a casa tras su viaje de bodas, está sentado a una de estas con su joven esposa; junto a ellos, un aristócrata. De este se dice que la joven se lo trajo de su viaje de bodas desembozadamente, como habría podido hacerlo con un sombrero. En mitad de la platea se alza una alta torre; encima, una plataforma rodeada por un enrejado de hierro. Ahí, arriba de todo, está el director de la orquesta, con los rasgos de Hans Richter; de continuo corre de un lado al otro tras su enrejado, traspira terriblemente y desde ese puesto dirige la orquesta desplegada en la base de la torre. La soñante está sentada {sitzen} en un palco con una amiga (también de mi conocimiento). Su hermana menor quiere alcanzarle desde la platea un gran pedazo de carbón, aduciendo que ella no sabía que eso se prolongaría tanto y seguramente. estaría ahora muriéndose de frío. (Como si los palcos, durante esa prolongada representación, debieran ser caldeados.) Si bien es cierto que se refiere a una situación única, el sueño es bastante disparatado. La torre en mitad de la platea, desde la cual el director guía la orquesta; más todavía: ¡el trozo de carbón que la hermana de la soñante alcanza a esta! Deliberadamente no promoví análisis alguno de este sueño; con algún conocimiento de las relaciones personales de la soñante pude interpretar por mí mismo fragmentos de él. Sabía que ella había sentido gran simpatía por un músico cuya carrera malogró prematuramente una enfermedad mental. Me decidí por eso a tomar literalmente la torre de la platea. Resultó entonces que el hombre que ella habría deseado ver en el lugar de Hans Richter se destacaba como una torre {turmhoch} sobre los otros miembros de la orquesta. Esta torre {Turm} ha de caracterizarse como un producto mixto, construido por aposición: su estructura inferior figura la grandeza del hombre, y su enrejado en lo alto, donde este corre de un lado al otro como un prisionero o como un animal enjaulado (alusión al nombre del desdichado (3)), figura su destino final. «Narrenturm (4)» sería quizá la palabra en que ambos pensamientos podrían coincidir. Una vez descubierto así el modo de figuración del sueño, se pudo tratar de resolver con la misma clave el segundo absurdo aparente: el carbón que su hermana alcanzaba a la soñante. «Carbón» tenía que significar «amor secreto»:

«Ningún fuego ni carbón pueden dar calor tan fuerte como da el amor secreto, del que nadie sabe nada». (5)

La soñante y su amiga habían permanecido sentadas (sitzen geblieben, solteras}; la hermana más joven de aquella, aún casadera, le alcanza el carbón porque «no sabía que eso se prolongaría tanto». ¿Qué era lo que se prolongaría tanto? El sueño no lo dice; en un cuento, completaríamos: «la función de ópera»; en el sueño tenemos el derecho de considerar la frase por sí misma, declararla multívoca y agregar: «hasta encontrar marido». La interpretación «amor secreto» está apoyada también por la mención del primo, que está sentado con su mujer en la platea, y por el amorío desembozado que le endilgan a ella. Las oposiciones entre el amor secreto y el desembozado, y entre el fuego de la soñante y el frío de la joven desposada, presiden el sueño. Por lo demás, aquí como allí hay un «encumbrado» {«Hochstehender»} como palabra intermediaria entre el aristócrata y el músico en quien se cifraban tantas esperanzas. Con las elucidaciones precedentes hemos terminado por descubrir un tercer factor (6) cuya contribución a la mudanza de los pensamientos oníricos en el contenido del sueño no ha de tasarse en poco: el miramiento por la figurabilidad dentro del peculiar material psíquico de que se sirve el sue ño, y que consta entonces, las más de las veces, de imágenes visuales. Entre los diversos anudamientos colaterales de los pensamientos oníricos esenciales se prefieren los que permiten una figuración visual, y el trabajo del sueño no ahorra esfuerzos para refundir tal vez primero los pensamientos abstractos en otra forma lingüística, aun la más insólita, con tal que posibilite la figuración y así ponga fin al aprieto psicológico del pensamiento estrangulado. Pero este vaciamiento del contenido del pensamiento en otra forma puede ponerse simultáneamente al servicio del trabajo de condensación y crear vínculos con otro pensamiento, que sin ello no habrían existido. A su vez, este otro pensamiento puede haber alterado ya antes su expresión originaria con miras a la transacción {zum Zwecke des Entgegenkommens}. Herbert Silberer (7) (1909) indicó un buen camino para observar directamente esa trasposición de los pensamientos en imágenes que se produce durante la formación del sueño y, así, para estudiar aislado este aspecto particular del trabajo del sueño. En estado de fatiga y somnolencia, Silberer se imponía un esfuerzo intelectual; solía suceder entonces que el pensamiento se le escapaba y en su lugar aparecía una imagen en que podía individualizar el sustituto de aquel. Silberer llama a este sustituto, no del todo adecuadamente, «autosimbólico». Reproduzco aquí algunos ejemplos del trabajo de Silberer , que volveré a considerar en otro lugar a causa de ciertas propiedades que presentan los fenómenos por él observados: «»Ejemplo nº 1: Pienso en que me dedico a mejorar, en un ensayo, un pasaje complicado. »»Símbolo: Me veo cepillando un trozo de madera». »»Ejemplo nº 5: Procuro hacerme presente el fin de ciertos estudios metafísicos que ahora me propongo realizar. Ese fin consiste, según entonces pienso, en alcanzar trabajosamente, a la busca de los fundamentos de la existencia, formas de conciencia o estratos existenciales cada vez más elevados. »»Símbolo: Introduzco un largo cuchillo debajo de una tarta, como si quisiese tomar un trozo. » «Interpretación: Mi movimiento con el cuchillo significa el ‘alcanzar trabajosamente’ en cuestión. ( … ) He aquí la explicación del fundamento de ese símbolo: algunas veces me toca, estando a la mesa, dividir y servir una tarta, tarea para la cual utilizo un cuchillo grande y largo, lo cual exige alguna precaución. En particular, retirar limpiamente de la tarta los trozos ya cortados ofrece ciertas dificultades: el cuchillo debe deslizarse cuidadosamente debajo de los trozos correspondientes (el largo ‘ alcanzar trabajosamente’ para llegar a los fundamentos). Pero la imagen contiene otros simbolismos. La tarta del símbolo era hojaldrada, y por lo tanto el cuchillo debía atravesar diferentes estratos para cortarla (los estratos de la conciencia y del pensamiento)». »»Ejemplo nº 9: Pierdo el hilo de mis pensamientos. Me esfuerzo por reencontrarlo, pero debo reconocer que se me ha escapado por completo. »»Símbolo: Un trozo de composición tipográfica cuyas últimas líneas faltan»». En vista del papel que chistes verbales, citas, canciones y proverbios desempeñan en la vida intelectual de las personas cultas, es atinado esperar que disfraces de esa índole se empleen con mucha frecuencia para figurar los pensamientos oníricos. ¿Qué significan en el sueño, por ejemplo, vagones cargados cada uno con una legumbre distinta? Es lo opuesto en el deseo a «como, coles y nabos» {«Kraut und Rüben»}, dicho que significa «revoltijo» y, por tanto, «desorden». Me asombra que este sueño me haya sido comunicado una sola vez (8). Muy pocas son las materias para las cuales se ha puesto de relieve un simbolismo onírico universalmente válido, basado en alusiones y en sustituciones de palabras de todos conocidas. Por l.o demás, el sueño comparte en buena medida este simbolismo con las psiconeurosis, las sagas y los usos populares (9). En efecto, si lo consideramos más atentamente, es preciso reconocer que el trabajo del sueño en modo alguno rinde algo original con este tipo de sustitución. Para alcanzar sus fines (es decir, en este caso, la figurabilidad exenta de censura) no hace más que transitar las vías que ya encuentra facilitadas en el pensamiento inconciente; prefiere aquellas trasmudaciones del material reprimido que en calidad de chiste y alusión tienen permitido también devenir concientes, y de las cuales rebosan todas las fantasías de los neuróticos. Aquí se nos abre de pronto una vía para comprender las interpretaciones de sueños de Scherner, cuyo núcleo correcto he defendido en otro lugar. El fantaseo acerca del cuerpo propio en modo alguno es exclusivo del sueño ni característico de él. Mis análisis me han mostrado que es un fenómeno regular en el pensamiento inconciente de los neuróticos y que se remonta a una curiosidad sexual cuyo objeto son, para los niños y las niñas en crecimiento, los genitales del otro sexo, pero también los del propio. Como Scherner [1861] y Volkelt [1875] han destacado con todo acierto, el de la casa no es el único círculo de representaciones empleado para simbolizar lo relativo al cuerpo, y esto vale tanto para el sueño cuanto para el fantasear inconciente de la neurosis. Por cierto, conozco pacientes que han conservado el simbolismo arquitectónico para el cuerpo y para los genitales (el interés sexual, a buen seguro, va mucho más allá del ámbito de los genitales externos), y para quienes pilares y columnas significan piernas (como en el Cantar de los Cantares), toda puerta sugiere uno de los orificios del cuerpo («agujero»), y las cañerías, el aparato urinario. Pero con la misma facilidad se escoge el círculo de representaciones de la vida vegetal o el de la cocina para esconder imágenes sexuales (10); en el caso del primero, los usos lingüísticos tienen ya preparado, y con gran riqueza, el precipitado de comparaciones de la fantasía que provienen de los tiempos más remotos (la «viña» del Señor, las «semillas», el «JARDIN» de la doncella en el Cantar de los Cantares). Con alusiones en apariencia inocentes a las prácticas culinarias pueden pensarse y soñarse los detalles más desagradables o íntimos de la vida sexual, y los síntomas de la histeria no podrán ser interpretados si se olvida que lo cotidiano y lo trivial pueden procurar el mejor escondrijo a los símbolos sexuales. Sin duda tiene su buena cuota de sentido sexual el hecho de que ciertos niños neuróticos no quieran ver sangre ni carne fresca o sientan náuseas a la vista de huevos y fideos, o que el natural temor del hombre a las serpientes se intensifique enormemente en el neurótico; dondequiera que la neurosis se sirve de tales encubrimientos, recorre caminos ya transitados por toda la humanidad en épocas remotas de la cultura, y de cuya existencia dan hoy testimonio los giros del lenguaje, las supersticiones y las costumbres, a poco que se las desbroce ligeramente. Inserto aquí el sueño sobre las flores, ya enunciado, de una de mis pacientes, destacando en él todo lo que ha de interpretarse sexualmente. Después de la interpretación, a la paciente dejó de gustarle su bello sueño. a. Sueño – Prólogo Ella va a la cocina y reprocha a las dos muchachas que no tengan preparado ese «bocadito»,-allí ve mucha vajilla vuelta hacia abajo para que se escurra, vajilla tosca amontonada. Añadido, posterior: Las dos muchachas van por agua y para eso tienen que entrar como en un río, que llega hasta la casa o hasta el patio. b. Sueño principal Desciende desde lo alto (11), por extraños barandales o troncos unidos en forma de grandes paneles de pavimento, compuestos por un tejido de pequeños cuadrados (12). Verdaderamente eso no está preparado para subir; ella tiene siempre cuidado de afirmar bien e! pie, y le alegra que su vestido con todo eso no se haya desgarrado en ninguna parte y pueda seguir tan decorosa en su marcha (13). Lleva en la mano una GRAN RAMA (14), en verdad como si fuese un árbol densamente poblado de ROJAS, FLORES, muy ramificado y extendido. Sugiere la idea de FLORES de cerezo, pero también parecen COMO CAMELIAS dobles, que por cierto no crecen en los árboles. Mientras desciende, ella tiene primero UNA, luego de pronto DOS, y después de nuevo UNA (15). Cuando va llegando abajo, las FLORES inferiores están ya bastante MARCHITAS. Una vez que ha descendido, ve a un criado de la casa que, diría ella, peina a un árbol parecido: con un MADERO mesa ESPESOS MECHONES que penden del árbol como musgo. Otros trabajadores han arrancado RAMAS semejantes de un JARDIN y las han arrojado a la CALLE, donde YACEN, de manera que MUCHAS PERSONAS LAS TOMAN {sich davon nehmen}. Pero ella pregunta si está bien TOMARSE TAMBIÉN UNA (16). En el JARDIN se encuentra un HOMBRE joven (una personalidad conocida de ella, un extranjero), a quien se dirige preguntándole por el modo en que podrían TRASPLANTARSE tales RAMAS A SU PROPIO JARDIN (17). El la abraza, frente a lo cual ella se revuelve y le pregunta cómo se te ocurre que se pueda abrazar así. El dice que no es ninguna falta, que está permitido (18). Declara estar dispuesto a ir con ella al OTRO JARDIN y mostrarle esa implantación, y le dice algo que ella no entiende bien: «Me faltan por lo demás tres METROS (luego dice ella: -metros-cuadrados») o tres brazas de terreno». Es como si él quisiera pedirle algo a cambio de su aquiescencia, como si tuviera el propósito de RESARCIRSE EN SU JARDIN o de BURLAR alguna ley, de obtener así una ventaja sin ocasionarle un perjuicio. La soñante no sabe si efectivamente le mostró algo. Este sueño, en el que he destacado sus, elementos simbólicos, ha de llamarse «biográfico». Tales sueños son frecuentes en los psicoanálisis, pero probablemente sean raros fuera de ellos (19).

Desde luego (20) poseo sobrado material de este tipo, pero comunicarlo me haría entrar demasiado profundamente en el estudio de las constelaciones de la neurosis. Todo él nos encamina a la misma conclusión: no hace falta suponer una particular actividad simbolizante del alma en el trabajo del sueño, sino que el sueño se sirve de tales simbolizaciones, que están contenidas ya listas en el pensamiento inconciente, debido a que ellas satisfacen mejor los requerimientos de la formación del sueño por su figurabilidad, y las más de las veces también por estar exentas de censura.

La figuración por símbolos en el sueño. Otros sueños típicos. (21)

El análisis del sueño biográfico mencionado en último término vale como prueba de que ya desde el comienzo advertí el simbolismo en el sueño; pero sólo poco a poco lo aprecié en todo su alcance e importancia, cuando mi experiencia se amplió e influido por los trabajos de W. Stekel (1911a), acerca de los cuales corresponde decir aquí unas palabras.[1925.] Este autor, que quizás ha traído al psicoanálisis tantos perjuicios como beneficios, aportó gran número de traducciones simbólicas insospechadas; al principio no hallaron crédito, pero después en su mayoría se corroboraron y debieron admitirse. No menoscaba el mérito de Stekel la observación de que la reserva escéptica de los otros no era gratuita. En efecto, muchos de los ejemplos en que apoyó sus interpretaciones no eran convincentes, y se sirvió de un método dudoso desde el punto de vista científico, Stekel descubrió sus interpretaciones simbólicas por vía de la intuición, en virtud de una facultad, que le es propia, de comprensión inmediata de los símbolos. Pero un arte así no puede presuponerse en todos los individuos, su modo de operar no admite ser sometido a la crítica y, por tanto, sus resultados no pueden exigir credibilidad. Es como si se quisiese fundar el diagnóstico de las enfermedades infecciosas en las impresiones olfativas que se obtienen en el lecho del enfermo, aunque sin duda hubo clínicos a quienes el sentido del olfato, atrofiado en la mayoría de los hombres, rindió mejores servicios que a otros, y que realmente estaban en condiciones de diagnosticar por el olfato un tifus abdominal. [1925.] La experiencia cada vez más rica del psicoanálisis nos hapermitido descubrir pacientes que exhiben en grado asombroso esa comprensión directa del simbolismo onírico. Con frecuencia padecían de dementia praecox, por lo cual durante un tiempo se tendió a sospechar esa afección en todos los soñantes que poseían tal comprensión de los símbolos (22). Pero esto es incorrecto; se trata de una dote o característica personal sin significado patológico discernible. [1925] Cuando uno se ha familiarizado con el generoso empleo que del simbolismo se hace en el sueño para la figuración del material sexual, por fuerza se preguntará si muchos de estos símbolos no aparecen, como los «estenogramas» de la taquigrafía, con un significado establecido de una vez para siempre; y uno se ve tentado de bosquejar un nuevo libro de los sueños siguiendo el método del descifrado. Frente a ello debe observarse: Este simbolismo no pertenece en propiedad al sueño, sino al representar inconciente, en especial del pueblo; y más completo que en el sueño lo hallaremos en el folklore, en los mitos, sagas y giros idiomáticos, en la sabiduría del refranero y en los chistes que circulan en un pueblo. [1909] . Por tanto, tendríamos que rebasar en mucho la tarea de la interpretación de los sueños si quisiéramos dar cuenta del significado del símbolo y elucidar los incontables problemas, aún irresueltos en buena parte, que atañen a su concepto (23). Aquí nos limitaremos a decir que la figuración mediante un símbolo pertenece a las figuraciones indirectas, pero que toda clase de indicios nos alertan para que no confundamos en indistinción la figuración simbólica con los otros modos de figuración indirecta, sin haber podido aprehender todavía con claridad conceptual esos rasgos diferenciales. En una serie de casos, lo común entre el símbolo y lo genuino que él remplaza es manifiesto, pero en otros casos está oculto; la elección del símbolo parece entonces enigmática. Precisamente estos casos tienen que poder echar luz sobre el sentido último de la referencia simbólica; indican que esta es de naturaleza genética. Lo que hoy está conectado por vía del símbolo, en tiempos primordiales con probabilidad estuvo unido por una identidad conceptual y lingüística (24). La referencia simbólica parece un resto y marca de una identidad antigua. Acerca de ello puede observarse que en muchos casos la comunidad en el símbolo se alcanza a través de la comunidad de lenguaje, como ya lo afirmó Schubert (25) (1814). Algunos símbolos son tan viejos como la formación misma del lenguaje, pero otros son recreados de continuo en -el presente (p. ej., el aeróstato, el Zeppelin). [1914] Ahora bien, el sueño se sirve de este simbolismo para la figuración disfrazada de sus pensamientos latentes. Y es el caso que entre los símbolos así usados hay muchos que por regla general o casi siempre quieren significar lo mismo. Sólo que no debe perderse de vista la peculiar plasticidad del material psíquico [en los sueños]. Con bastante frecuencia, un símbolo que aparece dentro del contenido onírico no debe interpretarse simbólicamente, sino en su sentido genuino; y en otros casos un soñante, partiendo de un material mnémico especial, puede crearse el derecho de usar como símbolo sexual todo cuanto le sirva para ello y que en general no recibe ese uso (26). Toda vez que para figurar un contenido se ofrezcan a su elección varios símbolos, se decidirá por el que muestre, además, vinculaciones temáticas con algún otro material de pensamientos, y por tanto admita una motivación individual junto a la vigente en sentido típico. [1909; la última oración es de 1914] Si las más recientes investigaciones sobre el sueño, después de Scherner, han obligado a admitir el simbolismo onírico -aun H. Ellis confiesa que no puede caber duda de que nuestros sueños rebosan de simbolismo-, debe concederse, empero, que la existencia de los símbolos en el sueño no sólo facilita la tarea de interpretarlo; también la dificulta. La técnica de interpretación que se guía por las ocurrencias libres del soñante nos deja las más de las veces en la estacada respecto de los elementos simbólicos del contenido del sueño; y, por razones de crítica científica, está excluida la vuelta a la arbitrariedad del intérprete tal como se la practicó en la Antigüedad y como parece revivir en las interpretaciones silvestres de Stekel. Así, los elementos presentes en el contenido del sueño que han de aprehenderse como símbolos nos obligan a una técnica combinada que, por una parte, se apoya en las asociaciones del soñante y, por la otra, llena lo que falta con la comprensión de los símbolos por el intérprete. Recaudos críticos en la resolución de los símbolos y un estudio cuidadoso de estos en ejemplos de sueños particularmente trasparentes tienen que conjugarse para desvirtuar el reproche de arbitrariedad en la interpretación. Las incertidumbres todavía adheridas a nuestra actividad de intérpretes del sueño proceden en parte del carácter incompleto de nuestro conocimiento, que una progresiva profundización podrá salvar, y en parte dependen precisamente de ciertas propiedades de los símbolos oníricos. Estos a menudo son multívocos, de modo que, como en la escritura china, sólo el contexto posibilita la aprehensión correcta en cada caso. Con esta multivocidad de los símbolos se enlaza también la capacidad del sueño para admitir sobreinterpretaciones, para figurar en un solo contenido diferentes formaciones de pensamiento y mociones de deseo, a menudo de naturaleza muy dispar. [1914] Tras estas restricciones y advertencias anoto: El emperador y la emperatriz (el rey y la reina) figuran de hecho, la mayoría de las veces, a los padres del soñante; él mismo es el príncipe o la princesa. [1909.] Pero esa alta autoridad que se atribuye al emperador se otorga también a grandes hombres, y por eso en muchos sueños aparece Goethe, por ejemplo, como símbolo del padre (Hitschmann [1913c]). [1919] – Todos los objetos alargados, bastones, troncos de árbol, paraguas ( ¡por la erección que semeja el abrirlo! quieren ser los subrogados del miembro masculino [1909 como también todas las armas largas y puntudas: cuchillos, puñales, picas. [1911] Un símbolo de lo mismo, no bien comprensible, es la lima de uñas ( ¿por el restregar y frotar? ). [1909] Los estuches, cajitas, cofres, armarios, hornos, corresponden al vientre femenino [1909], como también cavidades, barcos y toda clase de recipientes. [1919] – Las habitaciones son en los sueños casi siempre mujeres, y si están descritas sus diversas entradas y salidas difícilmente nos engañemos en esta interpretación. [1909] (27) En este contexto, es bien comprensible el interés en que la habitación esté «abierta» o «cerrada» (28). No necesitamos, entonces, nombrar expresamente la llave que abre la habitación; este simbolismo de la llave y la cerradura fue empleado con la más atrevida salacidad por Uhland en la canción del «Conde Eberstein». [1911] – El de pasar por una serie de habitaciones es un sueño de burdel o de harén. [1909] Pero también es usado, como lo mostró H. Sachs [1914] con bellos ejemplos, para figurar el matrimonio (por oposición). [1914.] – Una relación interesante con la investigación sexual infantil se establece cuando se sueña con dos habitaciones que antes eran una, o el soñante ve partida en dos la habitación de una casa conocida, o a la inversa. En la infancia se creyó que los genitales femeninos (la cola (29)) formaban un espacio único (la teoría infantil de la cloaca (30)), y sólo después se supo que esta región del cuerpo comprendía dos cavidades y aberturas separadas. [1919] – Las escalas de cuerda, las escaleras de mano y las escaleras interiores de las casas, y el ir por ellas, y por cierto tanto en sentido ascendente cuanto descendente, son figuraciones simbólicas del acto sexual. (31) – Paredes lisas por las que uno se encarama, fachadas de casas por las que se descuelga (a menudo con fuerte angustia), corresponden a cuerpos humanos erguidos, y probablemente repiten en el sueño el recuerdo del niño pequeño que se trepaba a sus padres y niñeras. Los muros «lisos» son hombres; a los «saledizos» de las casas no rara vez nos aferramos en la angustia del sueño. [1911] – Mesas, mesas preparadas para una comida y tablas son asimismo mujeres, sin duda por la oposición que aquí cancela las redondeces del cuerpo. [1909.1 «Madera» -parece ser en general, por sus referencias lingüísticas, un subrogado del material femenino (materia). El nombre de la isla Madeira significa eso en portugués, madera. [1911] Puesto que «mesa y cama» constituyen el matrimonio, a menudo en el sueño la primera sustituye a la segunda y, hasta donde es posible, el complejo de representaciones sexuales es traspuesto al complejo de la comida. [1909] – Entre los adminículos de la vestimenta, el sombrero de una mujer muy frecuentemente ha de interpretarse con certeza como los genitales, y por cierto del hombre. Lo mismo el manto {Mantel }, respecto del cual queda en suspenso la parte que le toca en este uso simbólico a la homofonía de la palabra {Mann, hombre (32)} En sueños de hombres encontramos muchas veces que la corbata simboliza el pene, y no sólo porque es algo alargado que pende y es característica del varón, sino también porque puede elegírsela a gusto, una libertad que la naturaleza nos niega en cuanto al original de este símbolo (33). Las personas que emplean las corbatas como símbolo en el sueño suelen usarlas en su vida con mucha magnificencia y poseer colecciones enteras de ellas. [1911] – Todas las maquinarias y aparatos complicados de los sueños son con gran probabilidad genitales -por regla general masculinos [1919]-, en cuya descripción el simbolismo onírico se muestra tan inagotable como el trabajo del chiste (34). [1909] Es igualmente incontrastable que todas las armas e instrumentos se usan como símbolos del miembro masculino: arados, martillos, fusiles, revólveres, dagas, sables, etc. [1919] – Asimismo, muchos paisajes de los sueños, en particular los que muestran puentes o los montes boscosos, se reconocen sin trabajo como descripción de los genitales. [1911] Marcinowski [1912a] ha reunido una serie de ejemplos en que los soñantes ilustraron sus sueños con dibujos destinados a figurar los paisajes y los lugares que aparecían en ellos. Tales dibujos hacen bien patente la diferencia entre significado manifiesto y significado latente en los sueños. Si considerados sin prevención parecen ofrecer planos, mapas, etc., ante una investigación más penetrante se revelan como figuraciones del cuerpo humano, de los genitales, etc., y sólo después que se los aprehende así permiten comprender el sueño. (Véanse sobre esto los trabajos de Pfister [1911-12 y 1913a] sobre criptografía y cuadros enigmáticos.) [1914] En el caso de las creaciones léxicas incomprensibles, estamos autorizados a pensar que pueden hallarse compuestas por ingredientes de significado sexual. [1911] – Los niños que aparecen en los sueños no suelen significar sino genitales, así como hombres y mujeres tienen la costumbre de designar mimosamente a sus genitales como su «pequeño». [1909] En el «hermanito», Stekel [1909, pág. 473] individualizó con acierto al pene. [1925] jugar con un niño pequeño, pegarle, etc., son muchas veces figuraciones oníricas del onanismo. [1911] – La calvicie, el cortarse el cabello, la caída de dientes y la decapitación son usados por el trabajo del sueño para figurar la castración. Debe verse una protección contra esta en el hecho de que uno de los símbolos usuales para el pene aparezca en el sueño en número doble o múltiple (35). También la aparición de la lagartija -un animal al que vuelve a crecerle la cola después que se la cortaron- tiene en el sueño el mismo significado.- Entre los animales que en la mitología y el folklore se emplean como símbolos genitales, muchos cumplen ese papel también en el sueño: el pez, el caracol, el gato, el ratón (por el vello pubiano), pero sobre todo el símbolo más significativo del miembro masculino, la serpiente. Anímales pequeños, la sabandija, son los subrogados de niños pequeños, por ejemplo del hermanito no deseado; ser atacado por la sabandija equivale muchas veces al embarazo. [1919] – Como símbolo reciente de los genitales masculinos debe citarse al aeróstato, que justifica ese empleo tanto por su relación con el vuelo cuanto, eventualmente, por su forma. [1911.] Stekel ha indicado y ejemplificado una serie de otros símbolos, parte de los cuales no han sido todavía suficientemente verificados. [1911] Sus escritos, en particular su libro Die Sprache des Traumes (1911a), contienen la más rica colección de resoluciones de símbolos, colegidas muchas de ellas con agudeza y que el examen posterior corroboró; por ejemplo, los de la sección sobre el simbolismo de la muerte. La defectuosa cautela crítica de este autor y su tendencia a establecer generalizaciones a toda costa vuelven, empero, dudosas o inutilizables otras de sus interpretaciones, de modo que es aconsejable la prudencia al usar estos trabajos. Sólo destacaré, pues, algunos ejemplos. [1914.] Derecha e izquierda, según Stekel, han de entenderse en el sueño en sentido ético. «El camino a diestra significa siempre el camino de lo justo; el camino a siniestra es el del crimen. Así, el izquierdo puede figurar homosexualidad, incesto, perversión, y el derecho, el matrimonio, el comercio con una prostituta, etc. Siempre juzgado ello desde el punto de vista moral individual del soñante» (Stekel, 1909, págs. 466 y sigs.). – En el sueño, los parientes en general desempeñan las más de las veces el papel de genitales . En este significado sólo he podido confirmar al hijo, la hija, la hermanita (36) vale decir, hasta donde alcanza el campo de aplicación del «pequeño». En cambio, ejemplos seguros permiten reconocer a las hermanas como símbolos de los pechos, y a los hermanos como símbolos de los hemisferios mayores. – El no alcanzar un coche lo resuelve Stekel como lamentación por una diferencia de edad inalcanzable . – El equipaje Con que se viaja -sostiene- es la carga de pecados que nos abruma (loc. cit.). [1911.] Pero precisamente el equipaje del viajero se revela a menudo como símbolo inequívoco de los genitales propios. [1914] – También a los números, de aparición frecuente en los sueños, atribuyó Stekel significados simbólicos fijos, aunque esta resolución no parece bastante certificada ni universalmente válida, si bien en casos individuales esa interpretación puede admitirse como probable la mayoría de las veces. [1911] (37). El número tres, por lo demás, es un símbolo bien comprobado de los genitales masculinos (38). Una de las generalizaciones que emprende Steke1 se refiere al doble significado de los símbolos de genitales. [1914] «¿Cuál sería el símbolo -se pregunta- que no pudiese emplearse (con tal que la fantasía lo permitiese en alguna medida) tanto en sentido masculino como femenino?» Stekel, 1911a. Sin duda, la frase entre paréntesis resta a esa afirmación buena parte de su certeza, pues la fantasía precisamente no siempre lo permite. Pero no juzgo superfluo hacer constar que, de acuerdo con mis experiencias, el enunciado universal de Stekel tiene que dejar sitio al reconocimiento de una mayor diversidad. Además de símbolos que con igual frecuencia hacen las veces de genitales masculinos y femeninos, hay otros que predominantemente o de manera casi exclusiva designan a uno de los sexos, y los hay también de los que no se conoce sino el significado sólo masculino o sólo femenino. Es que la fantasía no admite usar objetos alargados y rígidos, o armas, como símbolos de los genitales femeninos, ni cavidades (estuches, cajitas, polveras, etc.) como símbolos de los genitales masculinos. [1911] Es cierto que la inclinación del sueño y de las fantasías inconcientes a usar bisexualmente los símbolos sexuales deja traslucir un rasgo arcaico; en efecto, en la niñez se ignora la diferencia de los genitales y se atribuye a ambos sexos genitales idénticos. [1911] También puede extraviarnos y llevarnos al supuesto erróneo de un símbolo bisexual el olvidar que en muchos sueños ocurre una inversión general de los sexos, de suerte que lo masculino es figurado por lo femenino y a la inversa. Tales sueños expresan, en una mujer por ejemplo, el deseo de ser un hombre. [1925] Los genitales pueden estar subrogados en el sueño también por otras partes del cuerpo; el miembro masculino, por la mano o el pie; el orificio genital femenino, por la boca, la oreja y aun el ojo. Las secreciones -mucosidad, lágrimas, orina, esperma, etc.- pueden sustituirse unas a otras en el sueño. Esta tesis de Stekel [1911a, pág. 49], correcta en líneas generales, experimentó una justificada restricción crítica por unas observaciones de R. Reitler (1913b). En lo esencial, se trata de sustituir las secreciones plenas de significado, como el semen, por una indiferente. [1919] Ojalá basten estas indicaciones, muy incompletas, para alentar a otros a un trabajo de recolección más cuidadoso. [1909] (39) En mis Conferencias de introducción al psicoanálisis (1916-17 [M conferencia] ) intenté una exposición más detallada del simbolismo onírico. [1919] Ahora insertaré algunos ejemplos del uso de tales símbolos en los sueños; habrán de mostrar cuán imposible es obtener la interpretación del sueño si uno se niega a aceptar el simbolismo onírico, y cuán incontrastablemente se impone este en muchos casos. [1911] Pero al mismo tiempo quisiera advertir de manera expresa que no debe exagerarse la importancia de los símbolos para la interpretación del sueño, como si el trabajo de traducir este hubiera de limitarse a la traducción de símbolos, desechando la técnica que recurre a las ocurrencias del soñante. Las dos técnicas de interpretación de los sueños deben complementarse; pero tanto en la práctica como en la teoría la precedencia sigue correspondiendo al procedimiento que describimos primero, el que atribuye la importancia decisiva a las proferencias del soñante, viniéndose a agregar como medio auxiliar la traducción de símbolos que acabamos de introducir. [1909.]

Continúa en ¨El trabajo del sueño (continuación): El sombrero como símbolo del hombre (de los genitales masculinos) [1911]¨

Notas:

1- [Nota agregada en 1909:] Véase mí volumen sobre los chistes (1905c) [esp. la última parte del capítulo VI] y el uso de «palabras-puentes» en la solución de síntomas neuróticos. [Véase, por ejemplo, la síntesis del primer sueño de «Dora» en «Fragmento de análisis de un caso de histeria» (Freud, 1905e), AE, 7, págs. 77 y sigs. (donde se usa también la expresión «cambio de vía»), y la solución de la obsesión de las ratas del «Hombre de las Ratas en «A propósito de un caso de neurosis obsesiva» (Freud, 1909d), AE, 10, págs. 157 y sigs.]

2- [El resto de este párrafo se agregó como nota al pie en 1909 y se incluyó en el texto en 1914.]

3- [Nota agregada en 1925:] Hugo Wolf {«Wolf», «lobo»}.

4- {Antiguo término para designar un manicomio, como «casa de orates» en castellano}

5- {«Kein Feuer, keine Kohle», canción popular alemana}

6- [Los dos primeros son la condensación y el desplazamiento.]

7- [Este párrafo y la subsiguiente cita de Silberer se agregaron en 1914,]

8- [Nota agregada en 1925:] En realidad, nunca más encontré esta figuración, así que anduve errado en cuanto a mi manera de justi ficar la interpretación.

9- [El tema del simbolismo onírico se trata con detalle en la sección siguiente.]

10- [Nota agregada en 1914:] Para un abundante material probatorio sobre esto, véanse los tres volúmenes complementarios de Fuchs (1909-12).

11- Su elevado linaje: es el opuesto en el deseo al sueño-prólogo.

12- Un producto mixto que reúne dos lugares: lo que llamaban el «sótano» de su casa, donde solía jugar con su hermano, el objeto de sus posteriores fantasías, y la granja de un tío malo que solía embromarla.

13- Una deseada antítesis de una reminiscencia real que conservaba de la casa de campo de su tío, donde solía quitarse las ropas mientras dormía.

14- Tal como en la Anunciación de María el ángel lleva un ramo de lirios.

15- Por la multiplicidad de las personas que sirven a su fantasía.

16- Pregunta si puede quitarse una {«sich einen herunterreissen»}, es decir, masturbarse. [Freud ya había prestado atención a este simbolismo en su trabajo «Sobre los recuerdos encubridores» (1899a);

17- La rama desde hace mucho ha tomado sobre sí la subrogación del genital masculino, pero también contiene una alusión muy clara a su apellido.

18- Esto, como lo que sigue a continuación, se refiere a precauciones matrimoniales.

19- [Este párrafo fue agregado en 1925. – La nota que sigue (originariamente referida al párrafo anterior) es de 19ll:] Un sueño «biográfico» análogo se encontrará más adelante; es el tercero que comunico entre los ejemplos del simbolismo onírico. Otro es el comunicado con detalle por Rank [1910a]; para otro, que debe leerse «al revés», véase Steke] (1909, pág. 486). – [Se hallará una referencia a sueños biográficos en «Contribución a la historia del movimiento psicoanalítico» (Freud, 1914d), AE, 14, pág. 62.]

20- [En las tres primeras ediciones (las de 1900, 1909 y 1911), a este párrafo lo precedía el que consignamos a continuación, omitido de 1914 en adelante: «Debo mencionar otro círculo de representaciones que a menudo sirve de disfraz para el material sexual, tanto en los sueños cuanto en las neurosis, a saber: las representaciones vinculadas con el «mudarse de casa», fácilmente reemplazables por el «mudarse de ropa» {la palabra «Ausziehen» tiene ambos significados} y que por ende se vinculan con la «ropa». Si además hay en el sueño un ascensor {en inglés, «lift» tendremos presente el verbo inglés «to lift» en la expresión «lo lift one’s clothes» {«alzarse la ropa»}»]

21- [A excepción de dos párrafos, la primera edición del libro no incluía nada de esta sección E. Como expliqué en mi «Introducción», gran parte de este material se agregó en las ediciones de 1909 y 1911, pero en el capítulo V, bajo el encabezamiento de «Sueños típicos» (sección D de ese capítulo). La presente sección se constituyó por primera vez en la edición de 1914, en parte con el material previamente agregado al capítulo V y en parte con material nuevo. En las ediciones subsiguientes se la amplió más aún. Debido a estas complicaciones, hemos agregado al final de cada párrafo, entre corchetes, la fecha correspondiente. De lo dicho se desprende que lo fechado en 1909 y en 1911 apareció originalmente en el capítulo V, y fue trasferido a su posición actual en 1914.]

22- [Freud señala en otro lugar (1913a) que así como la dementia praecox facilita la interpretación de los símbolos, una neurosis obsesiva la torna más difícil.]

23- [Nota agregada en 1911:] Cf. los trabajos de Bleuler [1910a] y de sus alumnos de Zurich, Maeder [1908a], Abraham [1909], etc., acerca del simbolismo, y los autores no médicos a los que ellos remiten (Meinpaul [1898], etc.). [Agregado en 1914:] Lo más certero que se ha dicho sobre este terna se encuentra en el escrito de O. Rank y H. Sachs (1913, capítulo I). [Agregado en 1925] Cf., además, Jones (1916a),

24- [Nota agregada en 1925:] Esta concepción hallaría extraordinario apoyo en una de las tesis sustentadas por el doctor Hans Sperber (1912). Opina que todas las palabras originarias designaban cosas sexuales, y perdieron este significado sexual cuando se traspasaron a otras cosas y actividades que se comparaban con las sexuales.

25- [Esta última frase fue agregada en 1919. – Nota agregada en 1914:] Por ejemplo, de acuerdo con Ferenczi [véase Rank, 1912d, pág. 100], el barco que navega por el agua aparece en los sueños de micción de soñantes húngaros, aunque es ajena a esta lengua la designación «schiffen» {«navegar»; «orinar»} para «orinar». En los sueños de franceses y de hablantes de otras lenguas romances, la habitación sirve como figuración simbólica de la mujer, aunque estos pueblos no conocen nada análogo a la expresión alemana «Frauenzimmer».

26- [En las ediciones de 1909 y 1911 aparecía aquí la siguiente oración: «Por lo demás, los símbolos sexuales empleados de ordinario no siempre son inequívocos».]

27- [Nota agregada en 1919:] «Uno de mis pacientes, que vivía en una pensión, soñó que se encontraba con alguna de las muchachas de servicio y le preguntaba qué número tenía; ella respondió, para su sorpresa: «14». De hecho, él mantenía relaciones con esa muchacha y hasta habían tenido varias citas en el dormitorio de él. Como es natural, temió que la patrona entrase en sospechas, y el día anterior al sueño se había formado el propósito de encontrarse con ella en una de las habitaciones desocupadas. En la realidad, esta tenía el número 14, mientras que en el sueño es la mujer la que lleva ese número. Difícilmente pueda imaginarse una prueba más clara de la identificación entre mujer y habitación» (Jones, 1914a). Cf. Artemidoro, Oneirocritica, libro II, capítulo X (traducido al alemán por F. S. Krauss, 1881, pág. 110): «De este modo, por ejemplo, un dormitorio hace las veces de la esposa, si la hay en la casa».

28- Cf. el [primer] sueño de «Dora» en mi «Fragmento de análisis de un caso de histeria» (1905e) LAE, 7, pág. 59]

29- {En alemán, «Popo»; elegimos «cola» porque es el término más corriente en el castellano coloquial.}

30- [Cf. la sección sobre «Teorías del nacimiento» en Tres ensayos de teoría sexual (Freud, 1905d), AE, 7, pág. 178.]

31- [Nota agregada en 1911:] Repito lo que en otro lugar (Freud, 1910d) [AE, 11, pág. 135] he manifestado sobre este tema: «Hace algún tiempo supe que un psicólogo ajeno a nosotros hizo a uno de los nuestros la observación de que sobrestimábamos sin duda el significado sexual secreto de los sueños. Su sueño más frecuente era el de subir por una escalera, y ahí por cierto no se escondía nada sexual. Alertados por esta objeción, atendimos expresamente a la aparición en el sueño de escalas de cuerda, escaleras de mano y de interiores, y pronto pudimos comprobar que las escaleras (y cosas análogas) figuran un indudable símbolo del coito. No es difícil descubrir el fundamento de esa comparación; con pasos rítmicos, quedándose cada vez más sin aliento, uno llega a una altura y después, en un par de rápidos saltos, puede bajar de nuevo. Así, el ritmo del coito se reencuentra en el acto de subir escaleras. No nos olvidemos de aducir el uso lingüístico; el nos muestra que «steigen» {«montar»} es usado sin más como designación sustitutiva de la acción sexual. De un hombre suele decirse que es un «Steiger» {«uno que monta»} y se habla de «nachsteigen» {«rondar (a una muchacha)»; literalmente, «montarle atrás»}. En francés, al escalón se le llama «la marche»; «un vieux marcheur» tiene el mismo significado que nuestro «ein alter Steiger» «un viejo disoluto»}»

32- [Véanse otros comentarios sobre este símbolo en la 29º de las Nuevas conferencias de introducción al psicoanálisis (Freud, 1933a), AE, 22, pág. 22 y n. 16,]

33- [Nota agregada en 1914:] Véase el dibujo hecho por un maníaco de 19 años, reproducido en Zentralblatt für Psychoanalyse, 2, pág. 675. [Rorschach, 1912.] Representa a un hombre con una serpiente a guisa de corbata, que se vuelve hacia una muchacha. También la historia «El vergonzoso» (Anthropophyteia, 6, pág. 334): Una dama entró en un baño, y ahí se encontró con un señor que apenas alcanzó a ponerse la camisa; estaba muy avergonzado, pero de pronto se tapó el cuello con el faldón de la camisa y dijo: «Disculpe usted, estoy sin corbata».

34- [Véase el libro de Freud sobre los chistes (1905c), donde introdujo la expresión «trabajo del chiste» (por analogía con «trabajo del sueño») para designar los procesos psicológicos involucrados en la producción de chistes.]

35- [Este punto es considerado en el artículo sobre «Lo ominoso» (Freud, 1919h), AE, 17, pág. 235. G. también el artículo sobre «La cabeza de Medusa», escrito en 1922 y publicado póstumamente (Freud, 1940c)]

36- [Y aparentemente también al hermanito]

37- [En la edición de 1911 aparecía aquí la siguiente oración: «En el volumen de Wilhelm Stekel, Die Sprache des Traumes (191la), que se publicó demasiado recientemente como para que yo pudiera dar noticia de él, se hallará una lista de los símbolos sexuales más corrientes, que procura demostrar que todos los símbolos sexuales pueden ser empleados en sentido masculino y femenino»]

38- [En «Una neurosis demoníaca en el siglo xvii» (Freud, 1923d), AE, 19, pág. 90, hay algunas consideraciones sobre el número 9.]

39- [Nota agregada en 1911:] A pesar de todas las diferencias existentes entre la concepción de Scherner acerca del simbolismo onírico y la desarrollada aquí, debo destacar que ha de considerárselo el verdadero descubridor del simbolismo en los sueños, y que las averiguaciones del psicoanálisis han rendido a la postre homenaje a su libro, que se publicó muchos años antes (en 1861) y fue considerado fantasioso.