Estilos parentales y trastornos de conducta en la infancia: El estilo parental como contexto, un modelo integrador

(¨Estudio sobre los estilos educativos parentales y su relación con los
trastornos de conducta en la infancia¨ AUTOR: ANTONIO FÉLIX RAYA TRENAS)

EVOLUCIÓN HISTÓRICA DEL CONCEPTO DE ESTILO PARENTAL

7. El estilo parental como contexto: un modelo integrador.
En su extensa revisión de 1993, Darling y Steinberg identificaban tres
características de los padres que determinan los procesos a través de los que los estilos
parentales influyen en el desarrollo del niño: los valores y metas de los padres para la
socialización, las prácticas que emplean y las actitudes que expresan hacia sus hijos.
Según estos autores, la literatura sobre el tema se ha centrado sobre todo en tratar de
construir tipologías de estilos parentales para captar el medio parental e intentar
entender los mecanismos a través de los que el estilo influye en el desarrollo del niño, disgregando el estilo parental en sus componentes.
Muchas investigaciones desde Symonds (1939) han argumentado que los valores
de los padres y las metas a través de las que socializan a sus hijos son determinantes
críticos de los comportamientos parentales. Estas metas de socialización incluyen la
búsqueda de la adquisición por parte de los niños de habilidades y conductas específicas
como por ejemplo actitudes apropiadas, habilidades sociales y habilidad académica, y el
desarrollo por parte del niño de cualidades más globales como son la curiosidad, el
pensamiento crítico, la independencia, la espiritualidad y la capacidad de experimentar
alegría o amor. Aunque estas metas y valores tienen un efecto directo sobre los
comportamientos parentales, es sólo a través de estos comportamientos que estas metas
pueden influir en el desarrollo del niño (Becker, 1964). Darling y Steinberg (1993)
proponen que los atributos de los padres influenciados por estas metas son al menos de dos tipos distintos: prácticas de los padres y estilos parentales. Además, argumentan que para entender los procesos por los que los padres influyen en el desarrollo de sus hijos, los investigadores deberían mantener esta distinción entre práctica y estilo.
Para Darling y Steinberg (1993), las prácticas parentales son conductas definidas
por un contenido específico y unas metas de socialización. Atender a las tareas escolares
y el castigo físico leve como dar un “cachete” son dos ejemplos de prácticas parentales.
Dependiendo de la posible relación entre una meta de socialización y unos resultados en
el niño, las prácticas se podrían clasificar en diferentes niveles. Por ejemplo, si se está
interesado en el desarrollo del autoconcepto del adolescente, se podría hipotetizar que
los hijos de padres que se muestran interesados en las actividades de su hijo podrían
desarrollar un autoconcepto más positivo que aquellos que sus padres no lo hacen. En
este caso, tendría sentido comparar diversos comportamientos de los padres como asistir
a los partidos o a las funciones escolares, preguntarle sobre sus amigos o ir a museos a
petición del niño como manifestaciones diferentes de una misma práctica. Si la meta de
socialización es el resultado académico y el hipotético proceso de influencia es
comunicar la importancia de las actividades académicas, prácticas paternas como
dedicar tiempo a los deberes del hijo, asistir a las funciones escolares y preguntar sobre
las notas podrían ser consideradas equivalentes. Las prácticas parentales son mejor
entendidas dentro de parcelas de socialización como resultados académicos,
independencia o cooperación con los iguales. Dependiendo de los resultados de
desarrollo que nos interesen, distintas prácticas podrían ser más o menos importantes
para investigar.
Una segunda clase de atributos parentales determinados por las metas y valores
de los padres son los estilos parentales (Darling y Steinberg, 1993). Los estilos
parentales, como se indicó anteriormente, se definen como una constelación de actitudes
hacia el niño que le son comunicadas y crean un clima emocional en el que tienen lugar
los comportamientos de los padres. Estos comportamientos incluyen tanto prácticas de
los padres como otros aspectos de la interacción padres-hijo que comunican una actitud
emocional: tono de voz, lenguaje corporal, atención… Así, el estilo parental global se
expresa, en parte, a través de las prácticas de los padres, porque de estos
comportamientos los niños infieren las actitudes emocionales de los padres.
Usando como ejemplo de estilo parental el prototipo de padre autoritativo de
Baumrind (1971), Darling y Steinberg (1993) apuntan dos aspectos en los que el
concepto se diferencia del de prácticas parentales. Primero, a diferencia de su
descripción de práctica parental, la descripción del estilo autoritativo es independiente
del contenido del comportamiento parental. Así, una madre autoritativa fomenta el
intercambio verbal y comparte con el niño los razonamientos sobre sus normas, pero su
condición autoritativa es independiente del contenido de su socialización. Por ejemplo,
unos padres de este tipo podrían tener la norma de que los deberes deben estar
terminados antes de que el niño se dedique a otra actividad mientras que otros podrían
preferir juegos al aire libre antes de hacer los deberes. Así, en este modelo, el estilo
parental se diferencia de las prácticas parentales en que describe interacciones padreshijo
a lo largo de un amplio rango de situaciones, mientras que las prácticas son por
definición elementos específicos.
En segundo lugar, estos autores afirman que, por el hecho de que los estilos
parentales son teóricamente independientes del contenido específico de la socialización
y debido a que un estilo es manifestado a través de un rango de interacciones padreshijo,
el estilo parental transmite más las actitudes paternas hacia el niño que hacia su conducta.
En el modelo que se propone (Darling y Steinberg, 1993), los estilos y las
prácticas parentales son en parte resultado de las metas y valores de los padres. No
obstante, se postula que cada uno de estos atributos parentales influye en el desarrollo
del niño mediante diferentes procesos. Las prácticas de los padres tienen un efecto
directo sobre el desarrollo de conductas específicas del niño (como los resultados
académicos) y características (como la adquisición de determinados valores o un buen
autoconcepto). En esencia, las prácticas parentales son el mecanismo por el que los
padres ayudan a sus hijos a responder a sus metas de socialización. En contraste (y en
contradicción con autores previos), los procesos por los que el estilo parental influye en el desarrollo del niño son indirectos. El estilo parental altera la capacidad de los padres
para socializar a sus hijos determinando la efectividad de sus prácticas. Desde esta
perspectiva, el estilo parental puede ser mejor entendido como una variable contextual
que modera las relaciones entre las prácticas parentales específicas y los resultados del
desarrollo específicos.
La hipótesis de estos autores es que el estilo parental modera la influencia de las
prácticas parentales en el desarrollo del niño de dos maneras como mínimo:
transformando la naturaleza de las interacciones padres-hijo y moderando así la
influencia de las prácticas específicas, e influyendo en la personalidad del niño,
especialmente su apertura a la influencia parental. Esta apertura a la socialización por
parte del niño modera la asociación entre las prácticas parentales y los resultados del
niño. La figura 1.1 representa este modelo:
Modelo integrador de Darling y Steinberg, Estilos parentales y trastornos de conducta en la infancia

Figura 1.1. Modelo integrador de Darling y Steinberg (1993).
Para ejemplificar este modelo, sus autores parten del hecho empíricamente
demostrado de que el éxito académico de los adolescentes está relacionado con la
implicación de los padres en las tareas escolares. En un análisis de este hecho, sin
embargo, se demostró que la efectividad de la implicación de los padres en las tareas
escolares es mayor entre los padres autoritativos que entre los autoritarios (Steinberg,
Lamborn, Dornbusch y Darling, 1992), por lo que la magnitud de la correlación entre la
implicación de los padres y los resultados académicos varía en función del nivel de
“autoritatividad” parental en la relación padres-hijo. Así, los autores del modelo
concluyeron que se podría decir que los padres democráticos son más efectivos durante
las interacciones relativas a la escuela, ayudándole a elegir, dándole explicaciones, etc.,
lo que lleva al chico a tomar mejores decisiones. Este es un ejemplo de cómo el estilo
puede afectar a la efectividad de una práctica específica, haciendo que esta práctica sea
mejor que en otro contexto.
Además, el estilo democrático podría aumentar la efectividad de la práctica a
través de su influencia en la predisposición del niño a la socialización, por ejemplo,
incrementando el deseo del niño de que sus padres se sientan orgullosos sobre un
aspecto importante para ellos. Así, la implicación de los padres democráticos en las
actividades escolares podría comunicar la importancia que ellos le dan a la escuela a un
chico que es receptivo a los valores de sus padres, aumentando así la efectividad de la
implicación. Contrariamente, los padres autoritarios podrían incrementar la resistencia
del chico a los consejos de los padres y esta resistencia podría atenuar los efectos
beneficiosos de la implicación.
Aunque los dos procesos: incrementar la efectividad de los intentos por orientar
al niño y aumentar la predisposición del niño a esa orientación han sido tratados con
respecto a los estilos parentales, los modelos anteriores han fracasado al distinguir entre
el estilo del agente socializador (por ejemplo los padres), las metas que dirigen la
socialización o los medios por los que los padres intentan socializar a los niños.
Por ello, Darling y Steinberg (1993) postularon que la medida en que los niños
manifiestan una característica psicológica o conductual particular varía en función de la
efectividad de las prácticas parentales para potenciar esa característica específica y la
medida en que el estilo que usan los padres es efectivo para generar receptividad en el
hijo. De acuerdo con esto, las predicciones sobre las consecuencias de varias técnicas de
socialización deberían tener en cuenta tanto los estilos como las prácticas. Por ejemplo,
se podría hipotetizar que los niños de padres autoritativos que enfatizan el buen
desarrollo académico mediante sus prácticas, irían mejor en la escuela que los niños de
padres no autoritativos cuyas prácticas educativas específicas son idénticas. Al mismo
tiempo, también podríamos hipotetizar que los hijos de padres autoritativos que no se
interesan por el desarrollo académico irían peor en la escuela que los criados de forma
autoritativa cuyos padres sí muestran interés por el mismo.

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