Primeros desarrollos de la psicología en la Argentina (Eugenesia)

Eugenesia e higiene mental: Los primeros desarrollos de la psicología en la Argentina

Eugenesia e higiene mental: usos de la psicología en la Argentina, 1900-1940
Ana María Talak (UBA, Argentina)

Capítulo de: Miranda, Marisa y Vallejo, Gustavo, Darwinismo social y eugenesia en el mundo latino, Siglo XXI de Argentina Editores, Buenos Aires, 2005, pp. 563-599.

2. Los primeros desarrollos de la psicología en la Argentina.

Los primeros estudios universitarios de psicología en la Argentina (en Buenos Aires a partir de 1896, en La Plata a partir de 1906) asumieron la orientación de la «nueva psicología» como ciencia positiva basada en la experiencia. Si bien en principio se consideraban válidos todos los métodos que permitieran el acceso a la misma, la experimentación aparecía como el camino más seguro para legitimar como «científico» este estudio de la experiencia frente a otros campos ya consolidados. Así, la expresión «psicología experimental» se usó muchas veces como sinónimo de «psicología científica«. Más allá de la identidad unificada a la que alude la expresión «psicología experimental», se constata una diversidad de concepciones y de prácticas, tanto en relación con cuestiones teóricas y metodológicas como en relación con el ámbito académico-institucional en el que se desarrollaron. Estos desarrollos seguían de cerca, pero con problemas e improntas locales, las diversas tradiciones de psicología académica y sus usos profesionales que se venían desarrollando desde las últimas décadas del siglo XIX en Europa y en Estados Unidos.

Quienes se ocuparon de las primeras cátedras universitarias de psicología, tanto en la Universidad de Buenos Aires (Horacio G. Piñero, José Ingenieros) como en la Universidad de La Plata (Víctor Mercante, Rodolfo Senet) se abocaron a fundar institucionalmente un desarrollo «positivo» de la psicología, y en esa dirección se lograron resultados concretos, en la orientación de las cátedras y en la creación de laboratorios de psicología experimental. En general se llamaba «experimental» a todo abordaje que permitiera el estudio controlado de la experiencia, y posibilitara conocimientos «psicológicos». Así se consideraba experimental:

. las investigaciones psicofisiológicas y de tiempos de reacción;

. las observaciones clínicas o «método patológico» (que consistía en considerar las patologías como variaciones producidas por la naturaleza, en vez de por el investigador);

. las observaciones de la conducta humana y su comparación con los comportamientos animales, estableciendo analogías onto y filogenéticas;

. las investigaciones psicopedagógicas, que se basaban fundamentalmente en el uso de cuestionarios y el análisis estadístico de sus resultados.

La búsqueda de un reconocimiento del carácter científico de la psicología llevó a destacar discursivamente el valor del método experimental, y estimuló la creación de espacios académicos dedicados explícitamente al desarrollo de la orientación experimental en psicología (cátedras y laboratorios).

Pero la necesidad de fundar científicamente la psicología no tenía que ver sólo con el interés «desinteresado» en la producción de conocimiento científico. En estas primeras décadas estaba presente en los hombres que se dedicaban a los nuevos saberes sociales, un interés explícito de fundar científicamente prácticas de intervención racional sobre las problemáticas sociales e individuales que afectaban los procesos de modernización de la sociedad y del estado argentino en ese período, que contribuyeran al modelamiento y organización de la población, que participaran en la construcción de la nación. El conocimiento psicológico de la evolución individual y de las sociedades, de sus manifestaciones patológicas, era postulado como la base científica a partir de la cual los educadores, los padres, los políticos, los intelectuales y los hombres de ciencia podrían «deducir» las formas más eficaces de intervención. Es en este contexto que se pensó en la psicología como un saber fundamental, como una «ciencia primera», y fue desde este diseño que los saberes psicológicos se insertaron y fueron requeridos por diversas prácticas profesionales en la solución de problemas concretos, pero que desbordaban las definiciones acotadas de cada disciplina.

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