Foucault y las tempranas críticas a la psicología en la década del cincuenta. PSICOLOGIA, HISTORIA Y NEGATIVIDAD: EL PROBLEMA EPISTEMICO DE LA PSICOLOGIA

Michel Foucault y las tempranas críticas a la psicología en la década del cincuenta

Matías Abeijón
Facultad de Psicología (UBA)
Buenos Aires, Argentina

Fuente: Revista de Epistemología y Ciencias Humanas

4. PSICOLOGIA, HISTORIA Y NEGATIVIDAD: EL PROBLEMA EPISTEMICO DE LA PSICOLOGIA
4.1 El descubrimiento del sentido y la historicidad del hombre
Restan analizar los dos artículos publicados por Foucault en la década del ’50. El primero de ellos: “La psychologie de 1850 á 1950”. Contemporáneo a la “Introducción” y “Enfermedad mental y personalidad”, es un artículo redactado en 1953 y publicado en 1957 en una “Histoire de la philosophie européenne” coordinada por D. Huisman y A. Weber. El segundo, “La recherche en psychologie”, es un artículo posterior publicado en 1957 en el volumen colectivo sobre investigación en Francia “Deschercheurs s’interrogent. Orientation et organisation du travail scientifique en France” [66].
En “La psychologie de 1850 á 1950”, Foucault retoma su impugnación a la psicología positivista, esta vez bajo lo que denomina “prejuicio de la naturaleza” [67].
La psicología del siglo XIX habría heredado de la Aufklärung el mandato de alienarse a las metodologías de las ciencias naturales (determinación de vínculos cuantitativos e hipótesis explicativas, pasaje obligado por la verificación experimental). El postulado que le sigue a esto: “la verdad del hombre se agotaba en su ser natural” [68].
Bajo el rótulo de Prejuicio de la naturaleza Foucault englobará las psicologías de mediados y fin de siglo XIX [69], quienes a través del método físico-químico, el modelo orgánico y el modelo evolucionista buscaron alcanzar la objetividad e imitar los métodos de las ciencias naturales.
Sin embargo, la historia de la psicología habría experimentado un viraje entre las exigencias de dicho mandato y su desarrollo hacia principios de siglo XX. Un nuevo estatuto del hombre como realidad que no se agota en su ser natural traería consigo un nuevo estilo de ciencia. El “descubrimiento del sentido” [70] se hace posible.
El motor de este viraje se encuentra en la particular relación de la psicología con la práctica: “La psicología (…) nace en ese punto en que la práctica del hombre encuentra su propia contradicción. La psicología del desarrollo nació como una reflexión sobre la detención del desarrollo; la psicología de la adaptación como un análisis de los fenómenos de inadaptación; la de la memoria, de la conciencia, del sentimiento aparecieron como psicología del olvido, del inconsciente y de las perturbaciones afectivas” [71]. Es decir, las psicologías contemporáneas nacen en el punto en que las prácticas científicas del hombre entran en contradicción con ellas mismas. Si hay, por ejemplo, una psicología de la adaptación es porque ella se constituyó como reflexión sobre la inadaptación, y secundariamente devino análisis de la adaptación. En el artículo posterior, Foucault retomará el mismo tema calificándolo ahora como una negatividad que hace posible la positividad de la psicología.
Volviendo a la dimensión del “descubrimiento del sentido”, ella se efectúa hacia final del siglo XIX a través de diversos autores que, en palabras de Foucault, “pertenecen ya a un paisaje común” [72]. Entre ellos se encuentran Janet [73], Dilthey [74], Husserl y Jaspers. Al igual que en la “Introducción” y “Enfermedad mental y personalidad”, el análisis fenomenológico goza de una posición privilegiada. En este caso, es la noción de “comprensión” husserliana y su “análisis del sentido inmanente a toda experiencia vivida” [75] lo que permite ingresar en la dimensión del sentido.
Como puede observarse, lo que se intenta delimitar es la aparición a finales de siglo XIX de un nuevo proyecto el cual, contrario al intento de alienarse a las ciencias de la naturaleza, busca alcanzar aquella dimensión propia del hombre, la del sentido.
Ahora bien, según Foucault, quién más a aportado al desarrollo del sentido ha sido Freud. Si bien las críticas realizadas en “Enfermedad mental y personalidad” continúan aquí vigentes [76], será él quien efectúe el “gran trastocamiento de la psicología”, en tanto “es en el curso de la reflexión freudiana que el análisis causal se transformó en génesis de significaciones, que la evolución dio lugar a la historia, y que la exigencia de analizar el medio cultural substituyó al recurso a la naturaleza” [77]. Toda conducta, para Freud, es portadora de significación consciente e inconsciente. Esta significación es determinada por la historia individual del sujeto y sus diversos traumatismos. Es decir, toda conducta presente posee tanto un sentido actual como uno pasado. Mientras que el significado pasado de la conducta es el de un traumatismo arcaico, el significado presente es el de una “instancia social” y las “normas sociales de conducta” (super yo). En última instancia, lo que confiere el análisis del sentido freudiano es un “estatuto objetivo” a la “significación”, en tanto esta se ubica directamente en el material mismo del comportamiento.
A partir del análisis de las significaciones objetivas Foucault trazará un amplio mapa de lectura sobre las diversas psicologías del siglo XX [78]. Lo característico de dichos análisis es el situarse en elementos contradictorios (totalidad-elemento, génesis inteligible-evolución biológica, performance actual-aptitud permanente, etc.). Vemos cómo, en última instancia, la psicología a pesar de haber girado hacia la dimensión del sentido reencuentra las contradicciones pasadas del prejuicio de la naturaleza (contradicción propia de las prácticas científicas que hacen nacer las diversas psicologías) en la ambigüedad de sus análisis actuales.
Foucault concluye su exposición con una pregunta: si los temas contradictorios reaparecen constantemente en las diferentes psicologías, “¿incumbe a la psicología superarlos, o debe contentarse con describirlos como las formas empíricas, concretas, objetivas de una ambigüedad que es la marca del destino del hombre? Ante estos límites, la psicología ¿debe negarse como ciencia objetiva y sustraerse en una reflexión filosófica que ponga en duda su validez? ¿O debe apuntar a descubrir los fundamentos que, si no suprimen la contradicción, al menos permitan dar cuenta de ella?” [79].
Los desarrollos de la cibernética, a través de la utilización de la probabilidad estadística, y de la analítica existencial de Binswanger y su “análisis de la existencia humana en sus estructuras fundamentales” [80] permitirían vislumbrar un análisis mas certero de las contradicciones propias de la dimensión humana. Sin embargo, “Ni el esfuerzo hacia la determinación de una causalidad estadística ni la reflexión antropológica sobre la existencia pueden superarlas realmente” [81].
Condenada al análisis de las contradicciones inherentes a la conducta humana, Foucault determina, por consecuencia, que el porvenir de la psicología depende de que ésta “tome en serio esas contradicciones, cuya experiencia hizo nacer la psicología”. ¿Cómo efectuar dicha tarea demandada al porvenir? “A partir de ello no habría psicología posible de no ser por el análisis de la existencia del hombre y la recuperación de lo más humano hay en el hombre, es decir, su historia” [82].
Ubicando este artículo en el marco de sus producciones anteriores, la historicidad del hombre puede pensarse tanto en el sentido de la historicidad del Dasein (“Introducción”) o bien de las condiciones histórico-económicas (“Enfermedad mental y personalidad”). Dado el desarrollo de la psicología hacia la dimensión del sentido, nos inclinamos por la primera opción.
Respecto al papel de la psicología, nótese cómo Foucault se acerca más a la postura existencialista de la “Introducción” que a la marxista de “Enfermedad mental y personalidad”. En caso de que advenga la verdadera psicología, ella se definirá como aquella psicología (apoyada en el análisis de la existencia) que aborda al hombre en su historia, renunciando a superar las contradicciones inherentes que lo constituyen a él y a la propia psicología.
El amplio papel otorgado en este texto al psicoanálisis y a la figura de Freud anuncia el camino que, en el siguiente artículo, la psicología deberá seguir para “tomar en serio” sus contradicciones constitutivas, efectuándose un giro hacia el análisis de su propio suelo epistémico.

4.2 Condiciones de posibilidad de la psicología dadas por su negatividad constitutiva
Pasando a “La recherche en psychologie”, ésta comienza retomando un hecho ocurrido en 1952, época en la que Foucaut tomó clases con Pierre Pichot para obtener su diploma en psicología patológica. Pichot le habría hecho el siguiente planteo: “¿Quiere usted hacer psicología científica o psicología como la del señor Merleau-Ponty?” [83]. Lo que asombra del planteo no es tanto la posibilidad exclusiva de una psicología científica en desmedro de otra psicología, sino la posibilidad de que la psicología pueda ser científica o no.
¿Esta “posibilidad originaria de elección” significaría que hay una “psicología verdadera” y una “psicología falsa”? ¿Una psicología propia del psicólogo que “mide, cuenta y calcula” y otra del psicólogo que se somete a la mera “especulación filosófica”? [84]. Si hay una psicología verdadera y científica será en ella donde se lleve acabo la actividad de investigación, en tanto la misma investigación, según Foucault, se sitúa bajo el seno de la objetividad científica, negando la otra opción.
Sin embargo, esa bifurcación inicial exige que se le preste atención a la elección de racionalidad objetiva en la investigación en psicología: “Hay que pedirle a la investigación que rinda cuentas de la elección de su racionalidad” [85].
Para realizar este análisis, Foucault se sitúa primero a nivel institucional. En palabras de Moreno Pestaña, puede decirse que la psicología es vista como una vocación negativa: “Cuando Foucault redactó este artículo, se encontraba en un momento de su trayectoria en el que la psicología –al menos en Francia- le aparecía con todos los rasgos de una vocación negativa, es decir, una elección que se realiza por la imposibilidad de acometer otras de mayor altura” [86].
Este vocación negativa de la psicología se deja ver a lo largo del artículo: las universidades de provincia no son centros de investigación, sino “instituciones de aplicación devoradas por el trabajo cotidiano, o centros de enseñanza donde el sueño también es cotidiano” [87]. Lo mismo vale para la licenciatura en psicología: “Todo el mundo acuerda en que un licenciado en psicología no sabe nada y no puede hacer nada, ya que preparó todos sus certificados en el jardín en dos mediodías de verano: acuerdo tan general y perfecto que hay que guardarse de inquietarlo al preguntarle para qué sirve la licenciatura de psicología” [88]. A esto se añade que ni médicos ni psiquiatras tienen una formación en psicología, y que la enseñanza en psiquiatría “ignora los últimos cincuenta años de psicopatología alemana, inglesa y americana, con todos los esfuerzos que han hecho para arribar a una comprensión psicológica de los fenómenos de la patología mental” [89].
La práctica efectiva de la psicología también deviene un problema, en tanto los puestos para ejercer la práctica (orientador profesional, psicólogo escolar, psicólogo clínico) son escasos. A la insuficiente formación teórica del psicólogo se suma la imposibilidad de ejercer su oficio.
Queda planteada, entonces, la siguiente paradoja: la práctica efectiva de la psicología “no reposa sobre ninguna formación teórica y, por consecuencia, jamás llega a tomar el camino de la investigación, ni a definir sus exigencias precisas en relación a la investigación científica”. Por otra parte, el psicólogo “recibe una formación técnica suficiente para el ejercicio de un oficio psicológico, pero insuficiente para hacerse investigador no tiene otro recurso para practicar la psicología que solicitar una beca al Centro Nacional de Investigación Científica y lanzarse a la investigación.”, pues no encuentra lugar para ejercer dicho oficio [90]. Finalmente, el psicólogo se ve obligado a ejercer la investigación, a pesar de su formación teórica insuficiente. La investigación en psicología nace de la “imposibilidad de los psicólogos de practicar la psicología”, es el recurso ante la “ineficacia de una formación inútil” y “una práctica que no se ejercita” [91]. Es esta la condición de existencia de la “verdadera psicología” como investigación científica.
Pero el problema de la práctica no se cierra allí. Si la investigación en psicología se desarrolla en una práctica que la excluye y no depende de ella ¿cuál es, entonces, el papel de la psicología? ¿Qué relación mantiene con dicha práctica?
En primera, la psicología no posee un campo científico común. La investigación no se desarrolla en ella “como en las ciencias que caminan por rectificaciones sucesivas, según una trascendencia siempre renovada del error, sino por una denuncia de la ilusión: ilusión de la subjetividad (Watson), sofisma del elemento (Guillaume), mitología de la tercera persona (Politzer), espejismos aristotélicos de la esencia, de la cualidad y del encadenamiento causal (Lewin), presupuestos naturalistas y olvido del sentido (psicología de inspiración fenomenológica) obliteración por la estructura y de la estructura por la génesis (Piaget)” [92]. Es decir, el movimiento de la investigación en psicología no se define por la superación del error, sino por la denuncia de la ilusión determinada por el compromiso de las psicologías con sus objetos de estudio [93].
Nótese aquí como “La recherche en psychologie” no da cuenta de ninguna bondad del análisis existencial. A diferencia de las tres anteriores publicaciones, los desarrollos de la psicología fenomenológica se reducen a la mera mención anterior.
Sin embargo, esta indagación no se limita al mero campo epistémico. Las relaciones de la psicología con la práctica y la investigación se realizan en un marco de condiciones de vida económica y social. Foucault toma el ejemplo de la psicología del trabajo. Esta abarca las temáticas de orientación y selección de personal, así como de adaptación individual al puesto de trabajo, al grupo, etc. Mas los problemas que se suscitan en dicha disciplina sólo pueden tener su condición de existencia en el marco de ciertas condiciones económicas: “orientación y selección de personal tienen una realidad sólo con arreglo a la tasa de desempleo y del nivel de especialización en los puestos de trabajo. Sólo un régimen de pleno empleo, atado a una técnica industrial que exigiría una alta especialización obrera, sólo este régimen podría ceder sitio a una práctica psicológica relacionada directamente a la investigación científica” [94].
Foucault destaca que lo anterior es una característica de toda psicología. Pero con los conceptos científicos se establece una diferencia. Estos pueden ser instrumentalizados por el poder pero ello no modifica la misma calidad científica de sus conceptos: “Puede que la ausencia de condiciones económicas favorables vuelva inútil en un momento dado la aplicación o el desarrollo de una ciencia. Pero, después de todo, al margen de una economía o de una situación de guerra, los cuerpos continúan cayendo y los electrones moviéndose” [95]. El caso de la psicología es diferente: “Las técnicas físicas, químicas o biológicas son utilizables y como la razón “plegables en todos los sentidos”; pero las técnicas psicológicas, por naturaleza, son como el hombre mismo, alienables” [96]. La importancia no radica en que, como los conceptos científicos, estos puedan ser utilizados de una manera u otra, sino en que, por naturaleza, en un régimen económico que aliena al hombre la psicología es alienable [97].
Nótese aquí como, si bien purgada de vocabulario marxista, la temática de las condiciones sociales e históricas presentes en “Enfermedad mental y personalidad” son retomadas para analizar la práctica psicológica. Contraria a la verdadera psicología, aquella que des-aliena al hombre, las prácticas psicológicas actuales, por naturaleza, continúan alienándolo. Bajo la lectura de “La recherche en psychologie”, sólo en un régimen “mítico” de “pleno empleo” [98] esta verdadera psicología sería posible. La psicología quedaría, entonces, condenada a una tarea alienante y, por consecuencia, a su destrucción como verdadera psicología.
Sin embargo, si bien toda investigación y práctica psicológica responde a necesidades histórico-económicas, estas no son, como en “Enfermedad mental y personalidad”, su condición de posibilidad primera. Retomando lo desarrollado en “La psychologie de 1850 á 1950”, el motor de la investigación en psicología esta dado por el papel de la contradicción humana: “la investigación y la práctica psicológica sólo puede comprenderse a partir de las contradicciones en que se encuentra tomado el hombre en sí mismo y como tal” [99].
Es decir, las aplicaciones de la psicología se derivan de los obstáculos mismos presentes en la práctica humana: “La psicología de la adaptación del hombre al trabajo nació de formas de inadaptación que surgieron del desarrollo del taylorismo en América y Europa. Sabemos cómo la psicometría y la medición de la inteligencia se derivan de los trabajos de Binet sobre el retraso escolar y la debilidad mental; el ejemplo del psicoanálisis y de lo que se llama ahora la “psicología profunda” habla de lo mismo: están desarrolladas en el espacio definido por los síntomas de la patología mental” [100].
Continuando y llevando aún más adelante el papel de Freud que en “La psychologie de 1850 á 1950”, Foucault afirma que es en el gesto mismo del padre del psicoanálisis donde se sostiene la psicología y se conforma su “suelo epistémico: “Este trastocamiento por el cual la naturaleza como negación de la verdad del hombre se convierte para y por la psicología en el suelo mismo de su positividad, de la cual el hombre, en su existencia concreta, se convierte a su vez en la negación, este trastocamiento operado la primera vez por Freud se ha convertido ahora en la condición de posibilidad de toda investigación en psicología” [101]. La investigación en psicología se inaugura con el gesto freudiano de la investigación del inconsciente y su dominio sobre la vida consciente. El suelo de “positividad” de la psicología se funda, entonces, en “tomar la negatividad del hombre por su naturaleza positiva” [102] y en la revelación de su verdad a través de la experiencia de su contradicción [103].
Finalmente, el “trabajo real” en la investigación en psicología no es ni la emergencia de ninguna “objetividad” ni su progreso técnico, así como tampoco su constitución como ciencia. Su “vocación eternalmente infernal” [104] de tomar la negatividad del hombre en su naturaleza positiva ha sido olvidada (en última instancia, el planteo de una “verdadera psicología científica” no podía sostenerse sino en ese olvido).
Como vemos, la posibilidad de salvación de la psicología se traduce en una “vuelta a los infiernos” [105]. Ni reflexología-pavloviana ni analítica existencial brindan un posible horizonte a la psicología, en tanto es una disciplina demasiado antigua, y en tanto ciencia “ella no es joven más que en una juventud sin mañana” [106].
Esta última sentencia podría leerse como una condena al fracaso de la disciplina. Sin embargo, su condición de posibilidad última ya no esta dada ni por el régimen económico-social, ni por el análisis existencial del Dasein, sino por el análisis de la negatividad envuelta en las contradicciones del hombre [107] y las prácticas psicológicas. El presente viraje permite sostener que el horizonte inaugurado por el psicoanálisis [108] mantiene abierta la posibilidad de un análisis positivo del propio suelo epistémico de la psicología.

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