Obras de S. Freud: II. El «pequeño» es el órgano genital. El «ser aplastado» es un símbolo del comercio sexual [1911]

El trabajo del Sueño (continuación): II. El «pequeño» es el órgano genital. El «ser aplastado» es un símbolo del comercio sexual [1911]

(Otro sueño de la misma paciente agorafóbica.)

Su madre echa a su pequeña hija para que deba ir sola. (1)

Entonces se va en tren con su madre y ve a la pequeña encaminarse derecho hacia las vías, donde será aplastada. Se oye el crujido de los huesos (experimenta un sentimiento de desasosiego, pero no una genuina consternación). Después avizora por la ventanilla del vagón por si . se ven atrás los pedazos. Entonces reprocha a su madre por haber hecho ir sola a la pequeña.

Análisis

No es fácil dar en este caso la interpretación completa del sueño. Proviene de un ciclo de sueños, y sólo en conexión con estos puede comprendérselo de manera acabada. Tampoco es fácil aislar satisfactoriamente el material requerido para demostrar el simbolismo. – La enferma descubre primero que el viaje en ferrocarril ha de interpretarse históricamente: es alusión a un viaje que hizo cuando dejó un establecimiento para enfermos mentales, de cuyo jefe, naturalmente, se había enamorado. Cuando la madre se la llevó de allí, el médico se presentó en la estación y le obsequió como despedida un ramo de flores; le resultó desagradable que la madre fuese testigo de ese homenaje. Aquí la madre aparece, entonces, como la que estorba sus afanes de amor, papel que de hecho esa rigurosa mujer había cumplido en la adolescencia de la paciente. – La ocurrencia siguiente es sobre la frase «avizora por si se ven atrás los pedazos». Dentro de la fachada del sueño, desde luego, habría que pensar en los pedazos de la hijita aplastada y despedazada. Pero la ocurrencia apunta en muy. diversa dirección. Recuerda que una vez vio en el baño a su padre desnudo; lo vio desde atrás. Da en hablar sobre las diferencias entre los sexos, y destaca que en el hombre los genitales pueden verse también desde atrás, no así en la mujer. En este contexto ella misma interpreta que la pequeña son los genitales, su pequeña (tiene una hijita de cuatro años) son sus propios genitales. Hace a la madre este reproche: le habría exigido que viviese como si no tuviera genitales; y redescubre este reproche en la frase introductoria del sueño: «La madre echa a su pequeña para que deba ir sola». En su fantasía, el ir sola por la calle significa no tener hombre, no tener relación sexual («coire» [palabra latina de la que deriva «coito»] – «ir juntos»), y no le gusta eso. Todo indica que la paciente sufrió realmente en la adolescencia por los celos que despertaba en su madre el ser ella la preferida del padre. (2)

La interpretación más profunda de este sueño se obtiene por otro que tuvo la misma noche y en el que se identifica con su hermano. En realidad, de niña fue un poco machota, y muchas veces le dijeron que era lástima que no hubiese nacido varón. En esta identificación con el hermano se vuelve particularmente claro que «pequeño» significa los genitales. La madre lo (la) amenaza con la castración, que no puede ser sino el castigo por jugar con el miembro, y así la identificación revela que ella misma se masturbó de niña, cosa que hasta el momento su recuerdo sólo había acreditado respecto de su hermano. En esa época temprana, según lo indica este segundo sueño, ella tiene que haber adquirido un conocimiento de los genitales masculinos, que después perdió. Además, el segundo sueño alude a la teoría sexual infantil según la cual las niñas son varones castrados. Después que yo le expuse esa opinión infantil, ella la corrobora al punto recordando la anécdota en que el varoncito pregunta a la niñita:

«¿Cortado?», a lo cual ella responde: «No, siempre fue así».

El echar a la pequeña, a los genitales, en el primer sueño, hace referencia también a la amenaza de castración. En definitiva, ella le reprocha a la madre el que no la haya hecho nacer varón.

Que el «ser aplastado» simboliza comercio sexual no sería evidente por este solo sueño, pero muchas otras fuentes lo certifican.

Cointinúa en ¨El trabajo del Sueño (continuación): III. Figuración de los genitales Por edificios, escaleras, pozos [1911]¨

Notas:
 1- Intentamos reproducir el juego de las identificaciones sugerido por el modo de redacción de Freud; la construcción alemana no permite discernir si la madre de la soñante la echa a la pequeña hija de esta, o a la soñante misma.

2- [En la edición de 1911 -solamente- se agregó en este punto la siguiente oración: «Stekel [1909, pág. 473], basándose en un uso lingüístico muy común, ha sugerido que «el pequeño» es un símbolo de los genitales masculinos o femeninos»]

3- [Cf. Freud, 1908c.]