Obras de D. Winnicott: John Bowlby. Reseña de «Maternal care and mental health» (1953)

John Bowlby. Reseña de «Maternal care and mental health» (1953)

Ginebra Organización Mundial de la Salud, 1951; también H.M. Stationery
Office. Esta reseña apareció en British Journal of Medical Psychology (1953).

Cuando esta reseña se publique, el libro a que se refiere ya habrá sido leído por muchos. Recibió casi por doquier justificados elogios. Quiero sumarme a esta valoración del libro, del trabajo que representa y de la tendencia específica del Dr. Bowlby que lo ha impulsado a traducir en medidas sociales los hallazgos psicoanalíticos del último medio siglo. Deseo formular algunas críticas sin por ello dejar de expresar mi admiración y apoyo.
El libro se divide en dos partes. En la primera se describen los efectos adversos de la deprivación materna.
Aquí es donde podemos buscar la particular contribución de Bowlby. El está persuadido de que hay que empeñarse en presentar las cuestiones psicológicas en forma estadística, de manera tal que quienes están habituados a las monografías científicas (del tipo de las apreciadas por los científicos de todas las disciplinas) puedan evaluarlas afirmaciones de los que tenemos inclinación clínica y desdeñamos un poco las cifras. Al igual que en su anterior monografía, Forty-four Juvenile Thieves: Their Characters and Home-Life , también aquí Bowlby justifica su tesis, al menos con respecto al tema en estudio, y ha reunido informes de trabajos realizados en los diversos países que visitó, a los que puede darse forma estadística. El propio Bowlby sería el primero en admitir que las estadísticas carecen de valor si no se basan en datos irreprochables, y justamente estos dr tos son difíciles de reunir en nuestra especialidad. Cabe conjeturar que, en lo tocante a casi todos los demás tipos de trastorno psicológico, no se hallaría suficientes coincidencias sobre cualquier formulación simple de los fenómenos observados como para que pueda funcionar el método estadístico. En este tema particular de la deprivación maternal y sus resultados hay ciertas simplificaciones que están justificadas, pero a los clínicos les preocupará permanentemente que Bowlby haya sobre simplificado las cosas con el fin de demostrar algo mediante estadísticas. Probablemente todos concuerden en que para los fines de la indagación estadística es forzoso introducir simplificaciones, y no se provocará daño alguno siempre que se vuelva, antes de construir una nueva teoría, de lo simplificado a lo complejo.
El tema de la deprivación podría llevarse demasiado lejos. Para simplificar las cosas, Bowlby debe dejar de lado toda consideración de los recursos con que cuentan los niños normales, en virtud de los cuales no se convierten inevitablemente en niños deprivados cuando están lejos de sus padres durante un lapso no demasiado prolongado. Probablemente algunos niños sufran un daño mayor por no poder llevar consigo al hospital al osito con el que se van a la cama, o por el hecho de que llevaron el osito pero se lo mezcló allí con todos los demás juguetes, o fue esterilizado o destruido, que por la pérdida temporaria de los padres reales.
Nada de lo que Bowlby escribe contradice esta idea, pero creo necesario que recordemos que la naturaleza humana es harto compleja como para evaluarla mediante el método estadístico, aunque ciertos tipos de enfermedad pueden estudiarse de. este modo, en particular las enfermedades algo estereotipadas.
En la segunda parte, donde se examina la forma de prevenir la deprivación materna, Bowlby recorre ampliamente el tema, permitiéndonos beneficiarnos de su experiencia enriquecida por su estudio de la bibliografía. Es generoso en sus citas de otros autores. En general, la presentación muestra cuánto tiempo y reflexión ha dedicado al tema, y esta parte tiene valor práctico y será bien recibida por el público en todo el mundo. Uno concuerda casi siempre con las opiniones expresadas. Quisiera referirme en especial a la aseveración de que «favorece a la salud mental del bebé adoptado que lo sea poco después del nacimiento».
Llevar esto a la práctica ha demostrado ser cada vez más difícil. También es sensato, sin duda, que si una madre va a entregar a su bebé no le dé el pecho antes de hacerlo, y lo entregue a los padres adoptivos lo antes posible para que éstos empleen su técnica. Tendríamos que abandonar, y cuanto antes mejor, la idea de que lo que sucede en las semanas posteriores al nacimiento no modifica en nada la psique del bebé.
Quisiera formular una crítica, pero es una opinión personal y tal vez otros lectores no la compartan. Encuentro muy insatisfactorio uno de los capítulos, en el que se tratan problemas teóricos. Es posible que haya sido insertado en una etapa posterior y el autor tenga el propósito de reescribirlo. Yo le solicitaría, en particular, que reconsidere la oración en la que afirma que «el mecanismo psíquico que desarrollamos en nuestro interior para armonizar nuestras distintas, y a veces conflictivas, necesidades, y para procurar satisfacerlas en un mundo aprehendido de manera realista, es nuestro yo » (la bastardilla es mía). Creo que a quienes son nuevos en la psicología, la declaración de que cierto mecanismo psíquico «es el yo» sólo puede provocarles una confusión mental, sobre todo porque diversos grupos utilizan de variadas maneras la palabra «yo». A mi juicio, sería más satisfactorio decirlo al revés, o sea, que los psicoanalistas llaman «el yo» a ese mecanismo psíquico; otros quedan en libertad de llamarlo por algún otro nombre.
Aparte de esta oración poco feliz, hay a mi entender en este capítulo teórico un tratamiento pobre del tema, que desmerece al libro. Las formulaciones teóricas de otros capítulos son mucho más satisfactorias, aunque expresadas en un lenguaje más popular. Si tiene que haber un capítulo teórico, en ese lugar debería puntualizarse que existen factores internos muy complejos que no pueden abordarse en absoluto en un libro como éste. En un lugar, Bowlby procura decirlo en términos positivos: «Esos niños (los que han sufrido una deprivación grave) son personalidades ineficaces, incapaces de aprender de la experiencia, y por lo tanto pasan a ser los peores enemigos de sí mismos. El problema teórico radica en comprender cómo es que la deprivación pudo llevar a este resultado. Los dos enfoques principales para darle solución son los descubrimientos de Goldfarb sobre el deterioro del pensamiento abstracto en estos pacientes y los hallazgos clínicos sobre su incapacidad para identificarse o para introyectar. Cada uno de esos enfoques constituye un avance, pero aún no ha llegado el día en que puedan conducirnos a un cuerpo teórico unificado».
Dudo mucho de que los descubrimientos de Goldfarb sobre el pensamiento abstracto nos lleven muy lejos. En rigor, sería peligroso difundir la idea de que los niños bien dotados para el pensamiento abstracto están por ello mismo capacitados para no robar. Por cierto, es dable apreciar que en el «complejo de deprivación» total se encuentra cierto deterioro específico de la capacidad para el pensamiento abstracto. Los diferentes fenómenos tienen una causa común. Lo temible sería que lectores nuevos en este tema piensen que al niño antisocial puede explicárselo en gran medida por la presencia de una dificultad para pensar. De hecho, el trastorno tiene mucho que ver con el afecto, y con la culpa inconsciente, y con cosas tales como el miedo a la locura y a la pérdida de la identidad y al contacto con la realidad externa. Si el autor sostiene realmente lo que ha escrito en este capítulo, me veo obligado a expresar mi discrepancia con él; pero más bien creo que, o bien yo he apuntado en una dirección equivocada, o bien Bowlby ha cometido algún desliz en este capítulo y lo reescribirá para la nueva edición que ya debe estar por aparecer.
Al leer este libro hay que tener continuamente presente su propósito, y salvo en este capítulo, mi impresión es que Bowlby no se olvidó nunca del público que tenía enfrente. Por eso, presumiblemente, aunque menciona el psicoanálisis, no cita a Freud en su bibliografía. Lo inconsciente no es soslayado, pero tampoco se lo trae a la palestra. Esto es comprensible, aunque… ¿no ha sido en rigor el análisis diario detallado de adultos y niños, junto con el desarrollo gradual de la teoría psicoanalítica, el que hizo posible y oportuna la obra del Dr. Bowlby?
Contamos ahora con una película realizada por el Dr. Bowlby y su equipo, que ilustra en forma excelente los penosos hechos vinculados con un niño deprivado, que por fortuna se recuperó? Todo el que haya trabajado en la sala de niños de un hospital ha tenido la posibilidad de asistir, una y otra vez, a lo que esa película muestra sintéticamente. Yo no podía entender por qué son pocas las personas que se dan cuenta de esto por sí solas, hasta que advertí que si lo hicieran, el trabajo en esas salas les resultaría muy doloroso. Bien utilizado, ese filme puede surtir grandes efectos y no debemos esperar que el equipo pueda tener alguna vez un efecto mejor.
El peligro reside en que, imponiéndole estos hechos a un público no dispuesto a padecerlos, se produzcan reacciones y contra-reacciones que den lugar a un nuevo problema. Impedir esto depende de quienes estén a cargo de la presentación de la película.
Notas:
(1) «Los cuidados maternos y la salud mental».