La terapia Gestalt, El encuentro terapéutico

El diálogo en terapia Gestalt ocurre en el aquí y ahora, y asume las características de un encuentro Yo-Tu, es un encuentro único e irrepetible. Cuándo digo Yo estoy implícitamente diciendo también Tu o Ello, la diferencia entre un encuentro Yo-Tu y Yo-Ello es que en el primero son dos subjetividades que se encuentran en un mismo plano, en el segundo es una subjetividad con un objeto o persona desubjetivado, en una relación asimétrica. En el encuentro terapéutico se modifican ambos, terapeuta y paciente, ya que el observador modifica y hasta produce el fenómeno que observa.
Una conversación de verdad (esto es, una conversación cuyas partes no han sido concertadas de antemano sino que es del todo espontánea, pues cada uno se dirige directamente a su interlocutor y provoca en él una respuesta imprevista), una verdadera lección (es decir, que no se repite maquinalmente, para cumplir, ni es tampoco una lección cuyo resultado fuera conocido de antemano por el profesor, sino una lección que se desarrolla con sorpresas por ambas partes), un abrazo verdadero y no una mera simulación; en todos estos casos, lo esencial no ocurre en uno y otro de los participantes ni tampoco en un mundo neutral que abarca a los dos y a todas las demás cosas, sino, en el sentido más preciso, “entre” los dos, como si dijéramos, en una dimensión a la que sólo los dos tienen acceso. (Buber, 1949, p. 147-148).
A diferencia de lo que sucede en el psicoanálisis clásico, en Gestalt, el terapeuta trata de limitar la transferencia del paciente y está atento para aprovechar deliberadamente su contratransferencia para implicarse en la relación.
Respecto de la participación activa  del terapeuta en esta relación Ginger plantea: “…es la relación deliberada de su persona en una implicación auténtica, así como controlada y selectiva: así yo pienso todo lo que digo, pero ni digo todo lo que pienso ¡y no hago tampoco (¡lastima!) todo lo que deseo!” (Ginger y Ginger, 1993, p. 173). Sin embargo, no es él quien fija la dirección, ya que su papel es permitir y favorecer el darse cuenta del paciente acompañándolo.
Respecto de la contratransferencia, es importante destacar que el terapeuta es responsable de darse cuenta y de sus reacciones, y que este aspecto es enfatizado en la formación o entrenamiento del mismo.
En la terapia Gestalt se realizó una transición, de la relación basada en la transferencia a una relación basada en el diálogo, se enfatiza la autonomía del paciente y su independencia del terapeuta. Un dialogo existencial ocurre cuando dos personas se encuentran como personas, en una relación Yo-Tu, donde cada una de las personas es impactada y responde a la presencia de la otra. En este encuentro la persona no puede estar aislada en retroflexión (introspección y hablarse a si mismo) o indiferenciada, confluente (nosotros, sin limites claros entre personas), la figura de interés para ambos será la interacción con otra persona como persona.
Ahora bien, es necesaria una aclaración, esta relación Yo-Tu que plantea el terapeuta puede no ser aceptada por el paciente, en principio puede ser una relación Yo-Ello que tienda a luego de un tiempo al establecimiento de un dialogo pleno, también puede suceder que el paciente aun no confíe lo suficiente, o los apoyos no sean suficientes para establecer este contacto. Si es importante la actitud del terapeuta hacia este tipo de contacto.
Yontef (1995) señala cinco características del contacto en la relación dialogal Yo-Tu de la terapia Gestalt:

1- Inclusión: es parte de la actitud fenomenológica, de incluirse dentro del mundo del otro dejando sus juicios, creencias y perspectiva de vida para comprender y aceptar a la otra persona sin juzgar;

2- Presencia: el terapeuta muestra su verdadero sí mismo en lugar de aparentar, permite al paciente mostrarse tal como es y se muestra tal como es en respuesta;

3- Compromiso con el diálogo: lo que sucede entre los dos ejerce el control del diálogo, este conduce de manera natural a incrementar el darse cuenta, es necesario confiar en la capacidad para autorregularse organísmicamente;

4- No-explotación:  el terapeuta considera a cada persona como un fin en sí misma, aunque la reciprocidad no sea completa en terapia (debida a la diferencia de la tarea y del rol de cada uno) la relación es horizontal y no se manipula o explota al otro; y

5- Vivir la relación: en el contexto de la terapia Gestalt se vive plenamente la relación, se experimenta con el paciente en el presente, más que explicar o hablar acerca del pasado se busca probar, ver, actuar y explorar los aspectos inconclusos.
Respecto de esta modalidad de relación, revisando las fuentes, Buber plantea que:
El encuentro del hombre consigo mismo, sólo posible y, al mismo tiempo, inevitable, una vez acabado el reinado de la imaginación y de la ilusión, no podrá verificarse sino como encuentro del individuo con sus compañeros, y tendrá que realizarse así. Únicamente cuando el individuo reconozca al otro en toda su alteridad como se reconoce a sí mismo, como hombre, y marche desde este reconocimiento a penetrar en el otro, habrá quebrantado su soledad en un encuentro riguroso y transformador. (Buber, 1949, p. 144-145)
Este punto invita a pensar y definir el concepto de Self en terapia Gestalt, tema suficientemente amplio que no será profundizado en el presente trabajo. Sin embargo se puede tomar una breve definición de Robine:
El self, como lo define la Terapia Gestalt, se manifiesta a través de las funciones, funciones indisociables a no ser por razones de índole retórica, pudiendo ser privilegiadas las unas con respecto a las otras según los momentos de la experiencia. Así, lo que atañe a las necesidades, apetitos, instintos, deseos, competerá fundamentalmente a la “función-ello” del self. Lo que concierne a las representaciones, o sea, a la experiencia anterior y al conocimiento de sí mismo, será designado por el concepto “función-personalidad” del self. La implicación de estos dos modos de funcionamiento del self en la actividad actual, a saber, su actualización en las elecciones y rechazos, en la experiencia de contacto organismo / entorno, será generada por el self en su “función-ego”. (Robine, 2002, p. 47)
Estas funciones se pliegan y repliegan en el contacto con la fantasía, las emociones o sensaciones y el entorno, es en el límite de contacto del organismo y su entorno que se manifiestan estas funciones del self. Para Yontef (1995) existe a su vez un núcleo del self, que se conforma con las creencias, pensamientos, sentimientos, conductas y sensaciones que unifican a la persona como tal y le dan un sentido de “así soy en mi esencia”. Este núcleo es lo verdadero para el self como totalidad, es lo más preciado y lo más vulnerable de la persona. A la relación dialogal desde este núcleo se refiere Buber cuando habla de un encuentro riguroso y transformador Yo-Tu.