Mecanismos de defensa del yo contra peligros intrapsíquicos

1. Represión: para combatir, ante todo, deseos sexuales. Es impedir al impulso
instintivo el acceso a la motricidad, manteniéndole intacta su carga de energía. Una
condición indispensable de la represión es que el motivo de displacer adquiera un
poder superior al del placer que produciría la satisfacción, significa un constante
gasto de energía y es, por lo mismo, antieconómico.
Toda represión consta de dos fases: una represión primitiva, que aleja del campo de
la conciencia la representación psíquica del instinto y la represión propiamente
dicha, que recae sobre las ramificaciones psíquicas de la representación reprimida o
sobre aquella serie de ideas que se han ligado asociativamente a dicha
representación.
El hecho que una idea esté reprimida no impide que continúe organizándose,
creando ramificaciones y relaciones, constituyendo lo que se denomina complejo,
porque al ser retirada de la influencia conciente, al representación del instinto se
desarrolla de una forma mucho más libre y amplia. Cuando estas ramificaciones se
han distanciado suficientemente de la representación central del complejo, por
deformación o por interpolación de numerosos elementos, se llega a una
representación que puede aflorar a la conciencia.
2. Regresión: proceso que conduce nuevamente la actividad psíquica a una forma de
actuación ya superada, evolutiva y cronológicamente más primitiva que la actual.
La intensidad de la regresión es motivada por dos factores: el grado de vacilación
con que el individuo acepta las nuevas formas de gratificación y el grado de fijación
a los patrones anteriores.
La regresión del yo se refiere a la actuación mágica, es decir, a un tipo de expresión
que es característico de un yo inmaduro.

3. Aislamiento: hace que se considere separado lo que en realidad permanece unido
(neuróticos obsesivos).
4. Anulación o reparación: consiste en la realización de un acto determinado con el fin
de anular o reparar el significado de uno anterior
5. Formación reactiva: lleva al yo a efectuar aquello que es totalmente opuesto a las
tendencias del ello que se quiere rechazar. La persona que elabora formaciones
reactivas modifica la estructura de su yo como si el peligro estuviera siempre
presente, de este modo origina rasgos caracterológicos que no son completamente
efectivos para el sujeto.
6. Identificación: consiste en transferir el acento psíquico del objeto del yo. Puede ser
parcial o total.
7. Proyección: el sujeto atribuye a un objeto externo sus propias tendencias
inconcientes, inaceptables para su superyó, percibiéndolas luego como
características propias del objeto.
8. Cambio de un instinto por su contrario: mutación del amor por el odio.
9. Vuelta del instinto contra el yo: una carga agresiva, primitivamente dirigida hacia
un objeto del mundo exterior, se vuelve contra el yo y algunas veces llega a
destruirlo.
10. Sublimación: adaptación lógica y activa a las normas del medio ambiente, con
provecho para uno mismo y para la sociedad, de los impulsos del ello, rechazados
como tales por el yo,
un una función armónica con el superyó. Se produce el
abandono y cambio de la finalidad primitiva y objeto del instinto, con la misma
orientación de éste y con ausencia de contracatexis.