Miedo a la libertad (Erich Fromm), Sexta Parte

LA PSICOLOGIA DEL NAZISMO

El fascismo es explicado a menudo desde dos posiciones opuestas: por un lado se dice que la Psicología no ofrece ninguna explicación de un fenómeno de carácter económico y político como el fascismo; y por otro lado, que el fascismo constituye, sobre todo, un problema psicológico.
Según la opinión de este libro, hay que unir ambas explicaciones: el nazismo constituye un problema psicológico, pero los problemas psicológicos deben ser comprendidos como moldeados por causas socioeconomicas; el fascismo es un problema económico y político, pero su aceptacion por parte de todo un pueblo ha de ser entendida sobre una base psicológica.
Al considerar la base psicológica del éxito del nazismo hay que hacer una distinción: una parte de la población se inició en el régimen nazi sin presentar mucha resistencia, pero también sin transformarse en admiradora de la ideología y la práctica política nazis. En cambio, otra parte del pueblo se sintió hondamente atraída por esta nueva ideología. El primer grupo estaba constituido principalmente por la clase obrera y por la burguesía liberal y católica.
Desde el punto de vista psicológico, esta disposición a someterse al nuevo régimen parece motivada principalmente por un estado de cansancio y resignación íntimos que constituye una característica peculiar del individuo de la era presente, característica que puede hallarse hasta en los países democráticos.
Después que Hitler llego al poder, surgió otro incentivo para el mantenimiento de la lealtad de la mayoría de la población al régimen nazi. Para millones de personas el gobierno de Hitler se identifico con Alemania. Desde el momento en que fueron abolidos todos los demás partidos políticos y el partido nazi llegó a ser Alemania, la oposición al nazismo no significaba otra cosa que oposición a la patria misma. Parece que no existe nada más difícil para el hombre común que soportar el sentimiento de hallarse excluido de algún grupo social mayor. Por más que el ciudadano alemán fuera contrario a los principios nazis, ante la alternativa de quedarse aislado o mantener su sentimiento de pertenencia a Alemania, la mayoría eligió esto último. Todo ataque a Alemania como tal, toda propaganda difamatoria referente a los alemanes, tan sólo sirven para aumentar la lealtad de aquellos que no se hallan completamente identificados con el sistema nazi.
En contraste con la actitud negativa o resignada asumida por la clase obrera y la burguesía liberal y católica, las capas inferiores de la clase media, compuesta de pequeños comerciantes, artesanos y empleados, acogieron con gran entusiasmo la ideología nazi. En estos grupos, los individuos pertenecientes a las generaciones más viejas constituyeron la base de masa más pasiva; los hijos, en cambio, tomaron una parte activa en la lucha. Es así que los motivos de la profunda influencia ejercida por la ideología nazi han de buscarse en la estructura del carácter social de la baja clase media. De hecho, hay rasgos característicos de esta clase a lo largo de toda la historia: su amor al fuerte, su odio al debil, su mezquindad, su hostilidad, su avaricia,…Su concepción de la vida era estrecha, sospechaban del extranjero y lo odiaban, racionalizando su sentimiento bajo la forma de indignacion moral: toda su vida estaba fundada en el principio de la escasez, tanto desde el punto de vista económico como del psicológico.
Aunque el carácter social de esta clase ha sido siempre así, los acontecimientos posbélicos los intensificaron. En el periodo de la posguerra no solamente se produjo una decadencia más rápida de la situación económica, sino que también su prestigio social sufrió una declinación análoga. Antes de la guerra, esa clase podía sentirse en una posición superior a la del obrero. Después de la revolución, en cambio, el prestigio social del proletariado creció de manera considerable y, en consecuencia, el de la baja clase media disminuyó correlativamente, por lo que ya no había nadie a quien despreciar. Además el último baluarte de la seguridad de la clase media, la familia, también se había quebrado. De este modo, la vieja generación de la baja clase media se fue haciendo más y más amargada y resentida; pero mientras los ancianos permanecían pasivos, los jóvenes se veían impulsados hacia la acción.

Estas condiciones psicológicas no constituyeron la causa del nazismo, pero sí representaron su base humana, sin la cual no hubiera podido desarrollarse. Por eso un análisis de todo el fenómeno del surgimiento y la victoria del nazismo debería considerar tanto las condiciones estrictamente políticas y económicas como las psicológicas.

El amor al poderosos y el odio al débil, tan típicos del carácter sadomasoquista, explica gran parte de la acción política de Hitler y sus adeptos. También existe un aspecto masoquista al lado del sádico: existe el deseo de someterse a un poder de fuerza abrumadora, de aniquilar su propio yo, del mismo modo que existe el deseo de ejercer poder sobre personas que carecen de él. La naturaleza es el gran poder al que debemos someternos y es, en cambio, sobre los seres vivientes que debemos ejercer nuestro dominio.

La función de una ideología y practicas autoritarias puede compararse a la función de los síntomas neuróticos. Éstos resultan de condiciones psicológicas insoportables, y al mismo tiempo ofrecen una solución que hace posible la vida. A pesar de ello no constituyen una solución capaz de conducir a la felicidad o a la expansión de la personalidad. La soledad e impotencia del individuo, su búsqueda para la realización de las potencialidades que ha desarrollado, el hecho objetivo de la creciente capacidad productiva de la industria moderna, todos estos elementos son factores dinámicos que forman la base de una creciente búsqueda de libertad y felicidad. Refugiarse en la simbiosis puede aliviar durante un tiempo los sufrimientos, pero no los elimina. La historia de la humanidad no solo es un proceso de individuación creciente, sino también de creciente libertad. El anhelo de libertad no es una fuerza metafísica y no puede ser explicado en virtud del derecho natural; representa, por el contrario, la consecuencia necesaria del proceso de individuación y del crecimiento de la cultura. Los sistemas autoritarios no pueden suprimir las condiciones básicas que originan el anhelo de libertad, ni tampoco pueden destruir la búsqueda de libertad que surge de esas mismas condiciones.

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