Noty Psy: ADICTA A LAS DROGAS DE LA FELICIDAD

ADICTA A LAS DROGAS DE LA FELICIDAD.

(BY TAIS PÉREZ – AMOR Y OTROS DESASTRES NATURALES – 4 OCTUBRE, 2012)

Empiezas hablando, luego llega el tonteo acompañado de sonrisas estúpidas, carcajadas de adolescentes, más tonteo y comienzan las indirectas. El corazón empieza a latir más deprisa, la presión sistólica sube, se liberan grasas y azúcares para aumentar la capacidad muscular y se generan más glóbulos rojos a fin de mejorar el transporte de oxígeno por la corriente sanguínea. Estás enamorado.

Así podríamos resumir buena parte de los comienzos de las relaciones amorosas. Pero, ¿qué está pasando realmente en nuestro organismo?

El deseo sexual.

El deseo sexual viene acompañado de ese tonteo que finge ser nada más que eso, una tontería. Los científicos cautivados por el amor han explorado y descubierto que existe un mecanismo cerebral responsable de mantener esta atracción aunque no se consuma. Culpan a una región conocida como el área tegmental ventral que libera dopamina. La dopamina es una de las hormonas del placer, y se ocupa de estimular cuatro puntos del cerebro: el núcleo accumbens, el septum, la amígdala y la corteza prefrontal que finalmente provocan el deseo sexual. Un mecanismo engranado a la perfección para experimentar sensaciones y emociones increíbles.

Ahora bien, no es tan sencillo como parece. Para poder satisfacer este deseo carnal la información genética, hormonas y células nerviosas cooperan entre sí para generar el deseo y la reacción necesaria para terminar lo que empezó como una liberación de dopamina.

Mientras nuestro pensamiento entra en un bucle sin salida obsesionado por el sexo con esa otra persona, en nuestro cerebro estallan una cascada de efectos libidinosos provocados por la unión de neurotransmisores y hormonas sexuales con receptores neuronales.

Finalmente cuando lo desnudas y comienza el juego sexual, se activan genes que producen la maravillosa hormona del orgasmo, la oxitocina. Esta hormona, además de estimular las contracciones uterinas para el parto y hacer brotar la leche, parece ser un mensajero químico del deseo sexual. Y la llamo maravillosa, porque la liberación de esta hormona también provoca que una pareja forje lazos, se sienta vinculada y cercana emocionalmente.

Todos sabemos que podemos tener relaciones sexuales sin enamorarnos. Pero si repetimos muchas veces, la probabilidad de que este estallido de hormonas nos haga perder la cabeza por alguien aumenta y nos volvemos adictos.

Drogas de la felicidad.

No nos volvemos solo adictos a esa persona que ahora duerme a tu lado, sino a la gran cantidad de drogas que produce nuestro propio organismo cuando nos enamoramos. Se genera un cóctel químico que nos puede hacer perder la razón. Yo, supongo que esto es lo que genera la tontería del enamorado, las risitas estúpidas, lo que nos vuelve imbéciles. ¡Estamos bajo los efectos de las drogas de la felicidad!

Estas sustancias que produce el cerebro se denominan hormonas endógenas (se producen en la corteza cerebral).  Cuando estamos enamorados, la dopamina, oxitocina y feniletilamina aumenta 7000 veces su cantidad.

La dopamina es el neurotransmisor responsable de los mecanismos de refuerzo del cerebro, es decir, de la capacidad de desear algo y de repetir un comportamiento que proporciona placer. Pero parece ser que el verdadero enamoramiento nos asalta cuando se produce en el cerebro la feniletilamina, compuesto orgánico de la familia de las anfetaminas.

Nuestro cerebro genera dopamina, norepinefrina y oxitocina cuando se inunda de esta última sustancia. Es entonces cuando los neurotransmisores dan lugar a los arrebatos sentimentales. Estamos enamorados. Estos compuestos combinados hacen que los enamorados puedan permanecer horas haciendo el amor y noches enteras conversando, sin sensación alguna de cansancio o sueño.

Los estudios demuestran que cuando nos volvemos imbéciles, los niveles de serotonina se desploman y los centros de recompensa del cerebro se inundan de dopamina y norepinefrina. El efecto es similar al de una droga altamente adictiva. Crea fuertes vínculos en nuestras mentes entre el placer y el objeto de nuestro deseo.

Del amor pasional al amor duradero.

He escuchado muchas veces que tanta droga no puede ser buena. Pierdes la capacidad de concentración, en el trabajo no se rinde de forma eficaz. Estar enamorado consume muchos recursos. No podríamos vivir así mucho tiempo, es por ello que el enamoramiento no dura siempre. Iría en contra de nuestro anhelo por sobrevivir. Esta “imbecibilidad transitoria”, como lo denomina Ortega y Gasset, dura entre 6 meses y 3 años.

Con el tiempo el organismo se hace resistente al efecto de estas sustancias y toda la locura de la pasión se desvanece gradualmente. Comienza una segunda fase del amor caracterizada por la pertenencia y un amor más sosegado. Esta etapa viene acompañada de sentimientos de seguridad, comodidad y paz. Las protagonistas de aquí son las endorfinas (compuestos químicos naturales de estructura similar a la de la morfina y otros opiáceos). Son ellas las que confieren la sensación común de seguridad comenzando una nueva etapa, la del apego. Es por ello que se sufre tanto al perder al ser querido, dejamos de recibir la dosis diaria de narcóticos.

Cuando la atracción bioquímica decae, la pareja se enfrenta a una dicotomía: separarse o habituarse a manifestaciones más tibias de amor (compañerismo, afecto y tolerancia).

Si decidiéramos cambiar de pareja, sólo por sentir otra vez la pasión, no olvidemos que una vez más volverá a repetirse el ciclo. Una y otra vez.

Un “pero”.

A pesar de todas estas explicaciones bioquímicas, que podrían terminar arrancándole al amor su mágico misterio, debemos darle un espacio al raciocinio y no solamente dejarnos arrastrar por el sentimiento y la química.

Lectura recomendada: El arte de amar (Erich Fromm).