PERSPECTIVAS: El obrador: herramienta de trabajo de la Psicología Institucional

El obrador: herramienta de trabajo de la Psicología Institucional

CECILIA TRAVNIK Y NORA VITALE

La Psicología Institucional toma el concepto de obrador para definir un lugar de encuentro entre los miembros de un grupo que realizan una intervención institucional. Este no solo será un lugar físico con un horario fijo, sino que constituye un espacio psíquico que otorga seguridad y permite abordar la institución, en tanto objeto de estudio complejo. En esta oportunidad, se toman los orígenes del término provenientes del psicoanálisis vincular, como el uso que se hace del mismo en tanto dispositivo en términos foucaultianos. Desde la práctica profesional en tanto psicólogos institucionales es que se despliega, entonces, la noción de obrador.

Psicología Institucional

La Psicología Institucional es un campo que aborda a las instituciones, las organizaciones y las prácticas que en ellas se llevan a cabo. Analizar las prácticas desde una perspectiva institucional implica, en parte, rastrear las historias que se entrecruzan y cristalizan en la eficacia o no del ejercicio de la tarea. Implica, también, encontrar el sentido que los trabajadores dan a su situación laboral y analizar los procesos intersubjetivos movilizados por esas realidades. Inmerso en esa realidad está también el grupo consultor, y es en este sentido que el obrador cobra fuerza en el trabajo del psicólogo institucional como aquel espacio que nos permite lograr que el equipo de trabajo se convierta en un grupo de trabajo. En este sentido, llamamos equipo a un número de personas que estando reunidas en torno a un trabajo en común, hacen valer sus intereses particulares. En cambio, en un grupo existe una interrelación dinámica de personas con un objetivo en común. Desde esta óptica, decimos que un grupo es un conjunto de miembros cuya interacción engendra nuevas cualidades que no poseen los integrantes por separado. El grupo, una vez conformado,  propone un  trabajo creativo, la instauración de nuevos valores y el perfeccionamiento de las habilidades que permiten intercambiar conocimientos y auto-reflexionar sobre el trabajo.

En esta vertiente de trabajo recordamos la definición de Bleger, pionero de la práctica institucional en nuestro país, respecto a la Psicología de las Instituciones:

“… se entiende como el estudio de los factores psicológicos que se hallan en juego en la institución, por el mero hecho de que en ella participan seres humanos y por el hecho de la mediación imprescindible del ser humano para que dichas instituciones existan” (Bleger, 1966: 79).

Esta indagación que se realiza en el campo institucional requiere de la conformación de un grupo que lo aborde desde diversas dimensiones de análisis. Desde nuestra inserción profesional, como psicólogas institucionales, nos valemos del concepto kaësiano de obrador (Kaës, 1989) para realizar nuestra práctica cotidiana. Este concepto, articulado con nuestra experiencia profesional, es el que desplegamos a continuación.

El obrador: un espacio psíquico

Como se explicó, este lugar de intercambio de experiencias permite desplegar la implicación de los profesionales, analizar los aspectos transferenciales y contratransferenciales surgidos por el acercamiento al objeto de estudio y diseñar en conjunto las estrategias de abordaje. En el obrador se entreteje una trama vincular entre el grupo consultor, la organización de referencia del mismo y la organización consultante. Este es el espacio en el cual un grupo de trabajo puede desplegar los avatares que lo envuelven. Cuando decimos avatares nos referimos a todo aquello que atraviesa, interfiere, obstaculiza y/o facilita la labor de los sujetos inmersos en el grupo. Conseguir esto no es tarea sencilla porque estamos hablando de establecer vínculos y sabemos que por estructura, la relación vincular entre los seres humanos está dominada por la ambivalencia. Es por ello que uno de los primeros pasos en la constitución de un obrador refiere al necesario proceso de historización que el mismo conlleva. Y decimos proceso porque la serie de transformaciones históricas que todo grupo comporta no es de una vez y para siempre. Pensar, reflexionar sobre la historia del grupo de trabajo nos permitirá construir la confianza psíquica necesaria para dar paso a la creatividad y al funcionamiento cohesionado y coordinado del grupo de trabajo. En este sentido, el obrador es un concepto funcional que nos permite reflexionar juntos, con nuestros compañeros de trabajo, acerca de nuestro quehacer profesional.

El obrador es, entonces, un espacio dinámico, es decir, que no permanece estático a lo largo del tiempo sino que se construye y reconstruye con el devenir propio del grupo. Por lo tanto no se debe malinterpretar como si fuera idéntico a una reunión con un horario y un espacio fijo sino que es un espacio psíquico que proporciona a los miembros de un grupo la seguridad y la confianza suficiente para poder realizar la tarea.

Atravesamientos del concepto de obrador

Kaës propone este concepto, desde una perspectiva psicoanalítica, para dar cuenta de la carencia de “una teoría psicoanalítica de la institución”. Por este motivo propone abrir nuevos caminos que permitan conocer e indagar el hecho institucional en el campo teórico del psicoanálisis. El obrador será, entonces, esta convocatoria al estudio de los procesos psíquicos que ocurren en el vínculo entre sujeto-institución, el cual aclara que es accesible a través del sufrimiento que se experimenta y lo que el autor llama “patología de la vida institucional”. Por su parte la Psicología Institucional, se presenta en nuestro contexto local, como el campo disciplinar que indaga:

“Aquello que en cada uno de nosotros es institución —la parte de nuestra psiquis más indiferenciada, como también las estructuras de la simbolización— está comprometido en la vida institucional para un doble beneficio, el de los sujetos singulares y el del conjunto concreto que ellos forman y del que son parte interviniente, para su beneficio, su daño o su alienación” (Ibíd.: 12).

Para lograr esta tarea es que el grupo consultor se vale del concepto de obrador, como una herramienta de trabajo en tanto nos permite intervenir en la institución. En este sentido se puede pensar al obrador como un dispositivo.

El concepto de dispositivo es introducido por Foucault en su obra, para describir la relación entre lo discursivo y lo no–discursivo. Con este origen se puede establecer que: a) un dispositivo relaciona elementos heterogéneos, hace de nexo entre ambos; b) ha surgido para responder a una urgencia; c) posee un objetivo estratégico que por efecto del tiempo, una vez constituido, permanece por su naturaleza funcional (Cruz, 2006). Esto ocurre con el concepto de obrador ya que relaciona al grupo consultor y la organización consultante, asimismo en este se definirán las estrategias de intervención más adecuadas para ese caso singular.

Como se puede apreciar se alude a la dimensión práctica de la Psicología Institucional tomando al obrador como una herramienta propia de la misma. Para definirla como tal se hace referencia, nuevamente, a los aportes de Foucault quien caracteriza su trabajo como una “caja de herramientas”.

“Entender la teoría como una caja de herramientas quiere decir: – que no se trata de construir un sistema sino un instrumento, una lógica propia a las relaciones de poder y a las luchas que se comprometen alrededor de ellas; – que esta búsqueda no puede hacerse más que poco a poco, a partir de una reflexión (necesariamente histórica en algunas de sus dimensiones) sobre situaciones dadas” (Foucault, 1985: 85).

De esta definición proviene el título de nuestro artículo, el obrador es una herramienta, un instrumento que nos permite intervenir, operar en la institución.

Psicología del equipo de psicólogos

Así titula Bleger un apartado dentro de su libro dedicado a la Psicología Institucional, aclara que siempre este campo disciplinar deber ser aplicado al grupo que tiene a su cargo la tarea de intervenir y operar en una institución. Esto es una “exigencia técnica” del trabajo a realizar porque:

“Como en toda institución, las tensiones que promueve la tarea afectarán las relaciones personales y profesionales entre los integrantes del equipo, y las mismas a su vez repercutirán indefectiblemente sobre la tarea misma, en un círculo vicioso que se potencia permanentemente” (Bleger, 1966: 97). 

Desde esta perspectiva es que tomamos al obrador como el espacio apropiado para reflexionar sobre las tensiones inherentes al trabajo institucional. En caso contrario se corre el riesgo de no tomar conciencia de ellas y de actuarlas en el propio grupo consultor, de este modo los conflictos intragrupales se presentan con la misma estructura que los conflictos institucionales. Esta situación puede darse con facilidad, ya que el propio encuadre de esta práctica profesional podría favorecer la capacidad de absorber las tensiones o producir una compulsión a actuar para producir resultados visibles. El autor explica que la sola presencia del psicólogo en la institución es depositaria de conflictos, produciendo un efecto tranquilizador pero anulando su función profesional. Se debe tener claro que el objetivo de la Psicología Institucional será el de lograr una mejor organización para que los conflictos puedan ser explicitados y manejados por los consultantes en el marco de la institución. Con este firme objetivo reafirmamos nuestro compromiso profesional entendiendo que debemos actuar como “agentes de cambio”, y es que para lograr esta posición ética que nos valemos del concepto de obrador en tanto herramienta de trabajo.

Referencias Bibliográficas

BLEGER, J. (1966). Psicohigiene y Psicología Institucional. Buenos Aires: Paidós, 1999.

CRUZ, J. I. (2006). “El Pensamiento de Michel Foucault como caja de herramientas”.  En Discusiones Filosóficas, 7 (10), 183-198.

FOUCAULT, M. (1985). «Poderes y Estrategias». En Un diálogo sobre el poder y otras conversaciones, Madrid: Alianza Editorial, 2003, 163-174.

KAËS, R. (1989). “Introducción”. En La Institución y las Instituciones, Buenos Aires: Paidós, 2006, 5-23

Nora Vitale es licenciada en Psicología y magíster en Psicología Social Comunitaria (UBA), Secretaria de Extensión, Cultura y Bienestar Universitario y Profesora Adjunta Regular a cargo de la cátedra II Psicología Institucional en la Facultad de Psicología de la UBA. Directora de Proyecto de Investigación UBACyT Sexualidad en Centros de Régimen Cerrado.

Cecilia Travnik es Ayudante de Trabajos Prácticos de la cátedra II Psicología Institucional en la Facultad de Psicología de la UBA. Becaria de Maestría UBACyT

Fuente: Revista INTERSECCIONES PSI – Año 4º, Edición 12