PRIMEROS ESTADÍOS DEL CONFLICTO DE EDIPO

PRIMEROS ESTADÍOS DEL CONFLICTO DE EDIPO
Los impulsos genitales del niño, que, aunque oscurecido al principio por sus impulsos pregenitales y aprovechados por ellos, afectan sin embargo sustancialmente el curso de su fase sádica, le llevan a tomar como objeto sexual el cuerpo de su madre y los genitales, y le hacen desear tener la total posesión de su madre en un sentido oral, anal y genital, y lo llevan a atacar así al pene de su padre dentro de ella con todos los medios sádicos de que dispone. Esta posición oral también hace surgir una gran cantidad de odio contra el pene del padre, a consecuencia de la frustración que ha experimentado en ese sentido. Generalmente, sus impulsos destructivos contra el pene del padre son mucho más intensos que en la niña, puesto que su deseo de la madre como objeto sexual le induce a concentrar su odio más intensamente sobre él. Además, ha sido ya un objeto especial de ansiedad en los primeros estadíos de desarrollo, porque los impulsos agresivos dirigidos hacia el pene originaron un temor proporcionado a la intensidad de la agresión. Este temor refuerza aun más su odio hacia él y su deseo de destruirlo.
    Como vimos en el capítulo anterior, la niña retiene el cuerpo de la madre como objeto directo de sus impulsos destructivos por un tiempo mucho mayor y en un grado mucho más intenso que el niño, y sus impulsos positivos hacia el pene del padre tanto el real como el imaginario, guardado en el interior del cuerpo de la madre son normalmente mucho más fuertes y duraderos que los del niño. En el niño, solamente durante un cierto período de este estadío temprano, en el que los ataques sobre el cuerpo de la madre dominan el cuadro, es ella el objeto real de su ataque. Muy pronto el pene del padre, supuesto en el interior de la madre, es el que atrae sus tendencias agresivas contra ella en un grado mayor.