Postmodernidad: Fragmentación de la vida (postmodernidad líquida)

La vida no se vive de una forma lineal y ascendente como una sucesión de etapas, sino
como un archipiélago de islas que se visitan con frecuencia pero que no están comunicadas. La vida se vive en fragmentos donde uno puede cambiar de identidad sin hacerse problemas.
Dependiendo de los contextos uno asume una personalidad u otra. Por eso los valores son relativos y las ideas también.
Los valores absolutos se relativizan y la moral funciona según las circunstancias. Lo que puede ser rechazado en un momento, puede ser permitido en otro contexto. Se tiene un gran acceso a la información, se sabe de todo, pero fragmentariamente, sin profundizar en nada. La racionalidad se resiente porque hay razonamientos que requieren profundización y reflexiones largas.
La fragmentariedad pasa de una realidad a otra sin transición. Esto permite que las
personas se adapten rápidamente a una sociedad tremendamente cambiante. Se
habla de postmodernidad líquida, porque las personas se parecen al agua, se adaptan
perfectamente a cualquier medio.
Esto provoca relaciones flexibles, que huyen del compromiso a largo tiempo.
Como aspectos positivos: precisamente la fragmentariedad permite a la persona adaptarse a
circunstancias cambiantes y muy diferentes. Permite además entender muchos puntos
de vista a la vez. La fragmentariedad es una consecuencia del pluralismo. Y el
pluralismo ha hecho resurgir el valor de la tolerancia.
Como aspectos negativos: la fragmentariedad puede disolver la identidad: al final uno
representa tantos papeles que pierde la noción de quién es. El relativismo moral y
cultural es una consecuencia negativa porque pone en cuestión todo, la verdad no
existe, ni los valores, ni nada en lo que podamos ponernos de acuerdo. Al final uno
actúa por conveniencia dependiendo de las situaciones que toque vivir.