Principios de la conducta, Pichón Rivière (la necesidad)

Principios de la conducta.

Pichon introduce para el entendimiento de las conductas patológicas es importante mencionar la noción de necesidad. Pichon abandona el concepto de instinto y adopta el de necesidad entendido como estado subjetivo o registro del sujeto que emerge y que tiene sus condiciones de producción en la transformación de la materia en el interior del organismo.  La necesidad se genera según un proceso en el cual un estado previo de equilibrio inestable se desestructura; esta desestructuración es registrada como carencia o tensión, la cual a su vez promueve la búsqueda de elementos cuya incorporación genere un nuevo equilibrio que nunca es idéntico al anterior. La necesidad, y con ella el sujeto de la necesidad, se transforma en la búsqueda de la satisfacción y en el acto de satisfacerse. Y en ello radica la clave del desarrollo del ser humano, del aprendizaje a nivel individual y social, como sujeto y como especie.  Esa búsqueda se transforma en actividad, en producción, en praxis: el hombre se transforma a la vez que transforma al medio.

De este modo, la necesidad se convierte en el motor de la conducta y es a través de ésta última que el sujeto se nos hace manifiesto. Pichon entendió a la conducta como una estructura o sistema dialéctico y significativo (y por lo tanto decodificable) que tiene una intencionalidad y que surge como intento de respuesta y resolución frente a las contradicciones y exigencias adaptativas, en particular, la contradicción inherente a todo ser vivo entre necesidad y satisfacción. En términos de Pichon:

“La conducta sería un conjunto de operaciones materiales y simbólicas por las que un sujeto en situación tiende a resolver sus contradicciones internas en una relación permanente de modificaciones recíprocas con el contexto.”

Tales “operaciones materiales y simbólicas” aluden a las capacidades propias del psiquismo humano que incluyen la posibilidad de anticipar y planificar la acción, de nombrarla e interpratarla, esto es, el pensamiento lógico, la representación, la fantasía conciente e inconciente, la creación artística, la capacidad de elaborar códigos y emplearlos, o sea la capacidad de lenguaje, etc.

El sujeto, según Pichon Rivière, está siempre presente de forma total en cada conducta y en función de esto plantea principios y conceptos que darían cuenta de la raíz de todas las conductas, ya sean éstas normales o patológicas.

Cuatro principios:

-Policausalidad
-Continuidad genética y funcional
-Pluralidad fenoménica
-Movilidad de las estructuras

En cuanto a los conceptos podemos mencionar algunos ya referidos como ser los de vínculo, rol, portavoz, etc.

En relación al primero de los principios, Pichon suscribe a la idea freudiana de la policausalidad o pluralidad causal, pero establece algunas diferencias significativas en lo que respecta a la génesis del factor constitucional.
                    
Dentro de este factor, Pichon distingue dos elementos:

a) lo genotípico, que incluye la fórmula genética heredada, o dicho de otro modo, los componentes filogenéticamente transmitidos y

b) lo fenotípico, que abarca lo adquirido durante la vida intrauterina por influencia del medio exterior, que interactúa con y modifica la fórmula hereditaria, es decir, lo genotípico.

El factor constitucional, compuesto de esta manera, se articula con otro factor de naturaleza experiencial, íntimamente ligado al destino vincular de las necesidades del sujeto, que Pichon denomina factor disposicional. Este factor recoge el aprendizaje del sujeto en su medio vincular, las significaciones incorporadas en el mismo, la historia de acciones gratificantes o frustrantes en el vínculo con el objeto, la resolución de situaciones de privación, la resolución de contradicciones internas y con el medio, la interpretación que puede formarse de sí en la experiencia con el otro, etc.

Por último, y siempre dentro de los lineamientos generales de la ecuación etiológica, lo disposicional se articula con el factor actual, de modo tal que una privación actual o la pérdida real o fantaseada de un vínculo o un objeto abre una doble alternativa: o bien la crisis se resuelve desde los recursos del aprendizaje y la adaptación activa, o bien se precipita un proceso regresivo a un punto del desarrollo fijado por el factor disposicional, en un intento por resolver el conflicto desde modalidades previas. Se desencadena así el proceso del enfermarse.

El segundo de los principios, el de continuidad genética y funcional  postula:

“ …la existencia de un núcleo patogenético central de naturaleza depresiva del que todas las formas clínicas resultarían tentativas de desprendimiento”
En el apartado siguiente nos extenderemos sobre esta noción que está en la base de la teoría de la enfermedad única.
El principio de pluralidad fenoménica refiere a las tres áreas – mente, cuerpo y mundo – sobre las cuales el sujeto proyecta sus vínculos en el interjuego entre mundo interno y mundo externo, las cuales pueden relacionarse con las dimensiones del pensar, sentir y actuar.
Por último, el principio de movilidad de las estructuras  remite a la idea de que los fenómenos observados son relativos al contexto en que se producen, lo cual implica adoptar un esquema referencial plástico, por el cual las estructuras cambian en el proceso de interacción.