Psicoterapia y Logoterapia
Carlos Díaz
(Profesor de la Universidad Complutense de Madrid, Fundador de los Institutos EmmanuelMounier en España y América Latina. Ver más en nuestro link de Autores.)
FUENTE: PERSONA . Revista Iberoamericana de Personalismo Comunitario – Nº18, año VI, Diciembre 2011
1. La logoterapia no pretende sustituir a la psicoterapia en el sentido estricto de esta palabra, sólo pretende completar su imagen
Las obras estándar sobre logoterapia no están
dirigidas específicamente, como la literatura sobre otras
psicoterapias, al psicoterapeuta para suministrarle esta o
aquella técnica, sino sobre todo al paciente mismo, y al
lector (todavía) no neurótico: uno y otro pueden tomar
directamente de los libros y aplicarse a sí mismos lo
que tiene que decirles la logoterapia; así, en ocasiones,
pueden ahorrarse la visita al terapeuta profesional. En
una palabra: “un libro sobre logoterapia es logoterapia”1.
La logoterapia, por su parte, es una mezcla de filosofía,
psicología y orientación espiritual, no confesionalmente
religiosa, aunque se nota mucho en la obra de Frankl su
procedencia judía. Ella pretende que el paciente cambie
sus intereses y su esfera de acción llamando a las propias
capacidades y se propone introducir en la práctica
médica lo espiritual, lo casi mágico, lo existencial, una
visión más amplia de lo real-cósico donde sujeto y objeto
se descubren mutuamente como campo distinto e
independiente de la esfera de lo psíquico integrando el
dolor en la existencia y dándole en general un sentido2.
Todo el mundo tiene una experiencia de sentido, una
autocomprensión ontológica prerreflexiva, y hay que
fortalecerla y recuperarla cuando se ha debilitado o
haya desaparecido.
Lo que sólo es logoterapia no es logoterapia: “La
logoterapia aislada sería una psicoterapia limitada; la
logoterapia como parte integrante representa la mejor
posibilidad de hacer justicia, dentro de lo que cabe, a
la pluralidad y multidimensionalidad del hombre. Todo
logoterapeuta considera su trabajo específico como una
especie de superestructura, como una posibilidad complementaria
e indispensable de ayudar a sus pacientes en un terreno en el que las otras formas de terapia llegan a
sus límites. Y a la inversa, allí donde la logoterapia no es
competente, el logoterapeuta tiene que recurrir a otros
métodos, afines o extraños, para encontrar soluciones
adecuadas a los problemas. De aquí se sigue un principio
muy importante: que el logoterapeuta no puede proceder
sólo de modo logoterapéutico, sino que debe tener a
su disposición un instrumental muy rico y saber emplearlo
oportunamente sin perder de vista cuándo ha de actuar
en una línea logoterapéutica. A veces puede resultar
difícil integrar el acervo de ideas logoterapéuticas en el
conjunto global del saber médico o psicológico, pero la
logoterapia se caracteriza por dos aspectos positivos que
contrapesan todas las dificultades:
a) En la medida en que es posible considera por
principio al hombre entero, es decir, a cada paciente
en su unicidad e irrepetibilidad, en su subjetividad
e individualidad, y lo hace empleando todas las conexiones
ontológicas para curar el paciente por la
plenitud de sentido.
b) Se atreve a penetrar en la dimensión espiritual
del hombre abandonando la base segura de lo sistematizable
y catalogable, de lo libresco y memorizable,
e incluso renuncia, en parte, a la codiciada escala de los
métodos preprogramados, característicos de las psicotecnias
arraigadas3, con el fin de dar cabida a lo sencillamente
humano.
Estos dos puntos pueden parecer de poca importancia,
sin embargo es posible que constituyan el futuro
de la psicoterapia. No debemos olvidar que “todos los
estratos de la unidad y totalidad humana pueden enfermar
y cada uno de ellos requiere su terapia específica que lo reequilibre”4. La logoterapia no pretende sustituir
a la psicoterapia en el sentido estricto de esta palabra,
sólo pretende completar la imagen del hombre psicoterapéutico,
a cuya totalidad pertenece esencialmente
también lo espiritual; así pues, es también un complemento
de la terapia somatopsíquica para desanclar la
neurosis y por ello “la logoterapia no es un sustituto
de la psicoterapia; pero puede muy bien contribuir a la
rehumanización de la psicoterapia”5, es sobre todo una
terapia específica de las neurosis noógenas espirituales
(vacío existencial-sentido existencial); como dijera Paracelso,
la enfermedad surge de la naturaleza, pero su
curación profunda surge del espíritu. Hacer caso omiso
de lo espiritual o proyectarlo desde su propio espacio al
plano de lo psíquico significaría caer en el psicologismo,
bien censurado por Franz Brentano en su día. Quien se
comporta como médecin technicien ve en el enfermo
a un homme machine; en cambio, el medicus humanus
percibe al homo patiens, ve detrás de la enfermedad a
quien sufre. Lo que ocurre es que no todos los pacientes
reaccionan a todos los métodos ni todos los médicos
tienen éxito con todos los métodos. “Yo mismo -dice
Frankl- no me coloco al mismo nivel que Freud y Adler;
la expresión tercera orientación vienesa de la psicoterapia
no procede de mí, sino de Wolfgang Soucek; yo he
presentado siempre la logoterapia como un complemento
de la psicoterapia y no como un sustituto, y el
neologismo lo he acuñado sólo para no tener que hablar
en primera persona y para poner obstáculos a que mis
alumnos diesen culto a mi persona”6.
La logoterapia es, pues, un sistema abierto en dos
direcciones, hacia su propia evolución y hacia la colaboración
con otras escuelas, y por eso cabría decir que
“al principio del placer freudiano y a la búsqueda compensatoria
adleriana de superioridad, ejemplos típicos
de psicología de lo profundo habría que contraponer
una psicología de altura: no sólo la búsqueda de placer
y poder, sino también la voluntad de sentido”7. Sigmund
Freud había defendido que el inconsciente solamente
contiene elementos impulsivos reprimidos, por eso la
psicología profunda, es decir, el psicoanálisis, por un
lado reducía el Yo (la conciencia) al Ello (la impulsividad)
y por otro a Superyo (introyección de la imagen paterna),
ambos en lucha despiadada por el dominio de ese
“maldito yo” (Cioran). Inútilmente, pues, pretendería el
Yo sacarse a sí mismo de la ciénaga del Ello agarrándose
a los pelos del Superyo: “El Yo no es amo en su propia casa”8.
Esta pretendida desyoización de la conciencia
personal produce la acertada reacción de Víktor Frankl,
según el cual jamás podrían los impulsos reprimirse,
censurarse o sublimarse a sí mismos y, aun cuando existiera
una energía impulsora capaz de contener o encauzar
la propia impulsividad, eso mismo tampoco podría
derivarse de la impulsividad propiamente dicha. Debe
existir, pues, un yo personal y existencial profundo. Lo
espiritual debe asumir lo psicofísico dado y, sin perderse
en ello, volverlo su aliado: “El hombre empieza a comportarse
como hombre sólo si puede salir del plano
de la facticidad sicofísica orgánica yendo al encuentro
consigo mismo. Una vez que lo espiritual entra de algún
modo en lo corpóreo anímico, queda velado, se oculta
en silencio. Calla y aguarda a que pueda comunicarse y
romper su silencio, irrumpiendo a través de los ‘velos’
que lo rodean, es decir, de los estratos envolventes de
lo psicofísico, hasta el día en que pueda hacer ‘suyo’
al organismo hasta apoderarse de él como su campo
expresivo”9. La personalidad -la biografía- sólo aparece
cuando la persona se ha hecho cargo de la facticidad:
“Las obras que se llevan a cabo muestran una determinada
espiritualidad, pero a su vez conforman esa espiritualidad,
de modo que lo espiritual no es ya algo totalmente
dado. Si así fuera, sería ella también facticidad”10.
– 2. Imperativo categórico de la existencia: la vida tiene sentido
Notas:
1 Prólogo de Viktor Frankl a Lukas, E.: Tu vida tiene sentido.
Logoterapia y salud mental. Ed. SM, Madrid 1983, p. 12.
2 Cfr. Vial, W.: La antropología de Víctor Frankl. Ed.
Universitaria. Santiago de Chile 2000, p. 292.
3 A diferencia de las otras numerosas neurosis, la neurosis
noógena no tiene su causa profunda en el ámbito psicosomático, sino
en el espiritual o personal, allí donde existen conflictos personales,
morales, crisis existenciales o vacío existencial (Frankl, V.: Teoría
y terapia de la neurosis. Ed. Gredos, Madrid 1964, p. 170).
4 Lukas, E.: Tu vida tiene sentido. Logoterapia y salud mental.
Ed. SM, Madrid 1983, pp. 115-116 ss.
5 Frankl, V.: Teoría y terapia de la neurosis, cit., p. 170.
6 Lukas, E.: Tu vida tiene sentido.
Logoterapia y salud mental, cit., p. 35.
7 Ibid., p. 282.
8 Freud, S.: Lecciones introductorias de psicoanálisis. Obras,
VI, 1989, p. 2300.
9 Frankl, V.: Logoterapia y análisis existencial. Textos de cinco
décadas. Ed. Herder, Barcelona 2003, p 78.
10 Cfr. Etchebehere, Pablo: El espíritu desde Víctor Frankl.
Una lectura en perspectiva filosófica. Ágape libros, Buenos Aires 2011.
Recomiendo este excelente libro por su brevedad, su profundidad, su
rigor, su claridad y su belleza expositiva. Algo que contrasta con los
habituales textos repetitivos, farragosos y asistemáticos cuando se trata de
comentar a Frankl, e incluso desgraciadamente también al editar sus obras
recomponiéndolas, desconyuntándolas, recoyuntándolas y alargándolas
para hacer más caja: hay que aprovechar el filón.