Psicoterapia y Logoterapia: La intención paradójica exige autodistanciamiento en tres clases de neurosis

Psicoterapia y Logoterapia

Carlos Díaz

(Profesor de la Universidad Complutense de Madrid, Fundador de los Institutos EmmanuelMounier en España y América Latina. Ver más en nuestro link de Autores.)

FUENTE: PERSONA . Revista Iberoamericana de Personalismo Comunitario – Nº18, año VI, Diciembre 2011

2.6. La intención paradójica exige autodistanciamiento en tres clases de neurosis

2.6.1. Intuición paradójica versus neurosis de ansiedad

Repitámoslo: la intención paradójica consiste en

educar a las personas para que lleguen a desear aquello

que temen rompiendo así el círculo vicioso que supone

toda neurosis (un síntoma desencadena una fobia o una

obsesión, pero, cuanto más se las combate, con más intensidad

aparece el síntoma). Ese es el motivo por el cual

la persona neurótica, que rumia su propio rumiar eterno,

necesite junto a la intención paradójica la desreflexión,

el autodistanciamiento: por ejemplo, renunciar a ser el

mejor orador para ser mejor orador, lo cual se logra fijándose

menos en el cómo y mucho más en el qué de su

mensaje: también el ciempiés murió de forma miserable

al intentar inútilmente poner en movimiento consciente

cada uno de sus cien pies.

El primer modelo de reacción patógeno aparece

en la neurosis de ansiedad. En determinadas circunstancias

puede ocurrir que lo que el paciente teme

que reaparezca sea la propia ansiedad, tienen miedo

al miedo. ¿Cómo alimentan los pacientes este miedo,

esta neurosis de ansiedad? Normalmente tienen miedo

a sentirse impotentes ante un infarto de miocardio o

una apoplejía, pero ¿cómo reaccionan cuando temen al

miedo? Huyendo de él. Evitan, por ejemplo, salir de casa;

de hecho, la agorafobia es el paradigma de reacción de

la neurosis de ansiedad. Las fobias y las neurosis obsesivo-

compulsivas son debidas en parte al esfuerzo por evitar la situación en la que surge la ansiedad. Pero huir

de la ansiedad evitando la situación que desencadena

dicha ansiedad es determinante para la perpetuación

del modelo de reacción de la neurosis de ansiedad. La

neurosis se puede entender, en cierto sentido, como un

mecanismo de reflejo condicionado. El tratamiento psicoanalítico

intenta hacer consciente la situación interior

y exterior en la primera aparición de un síntoma neurótico,

pero nosotros creemos que la verdadera neurosis

(la manifiesta, la ya fijada) no sólo está provocada por

su condición primaria, sino también por su facilitación

(secundaria). Y como el reflejo condicionado se realiza

a través del círculo vicioso de la ansiedad, si queremos

desfacilitar un reflejo inculcado tendremos que eliminar

cada vez la ansiedad mediante la intención paradójica.

2.6.2. Intuición paradójica y neurosis obsesiva

El segundo modelo de reacción patógeno no

aparece en la neurosis de ansiedad, sino en los casos de

neurosis obsesiva, en la cual el paciente se halla bajo la

presión de las obsesiones que lo acechan y reacciona

intentando reprimirlas; es decir, procura ejercer una contrapresión,

la cual a su vez hace aumentar todavía más

la presión original, con lo cual vuelve a cerrarse el ciclo

y el paciente cae otra vez en un círculo vicioso. Sin embargo,

lo que caracteriza a la neurosis obsesiva no es la

huida, como en el caso de la neurosis de ansiedad, sino

la lucha, el enfrentamiento con las obsesiones. El paciente

obsesivo teme que sus obsesiones, al dar indicios de

psicosis, puedan ser algo más que una neurosis, o que

podrían derivar en obsesiones de contenido criminal

contra alguien (o contra el mismo), y por eso el paciente

neurótico obsesivo no tiene miedo al miedo, sino a sí

mismo. Llegados a este punto, la tarea de la intención

paradójica consistirá en sacar de quicio ambos mecanismos

cíclicos cogiendo el toro por los cuernos. Si el neurótico

ansioso se siente atemorizado por lo que pudiera

ocurrirle, el neurótico obsesivo tiene miedo de lo que él

podría llegar a hacer. En ambos casos “definiremos la intención

paradójica como aquella operación en la que se

insta al paciente a creerse todo aquello que antes había

temido tanto (en la neurosis de ansiedad) o a ponerlo en

práctica (en la neurosis obsesiva).

El profesor L. Michael Ascher afirma incluso que

hay métodos conductistas que no son más que traducciones

de la intención paradójica a la teoría del

aprendizaje, sobre todo en el llamado método de la

implosión. En un informe de Mohammed Sadiq aparece

el siguiente caso: ‘La paciente N, de cuarenta y ocho

años, padece unos temblores que le impiden sostener

una taza de café o un vaso de agua sin que se derrame.

Tampoco puede escribir ni sostener un libro con la suficiente

calma para leer. Una mañana en que estábamos

sentados frente a frente, ella empezó otra vez a temblar.

A consecuencia de ello, decidí aplicar la intención paradójica,

pero de forma divertida. Así que le dije: ‘¿Qué tal,

señora N, si nos ponemos a temblar los dos a la vez?’ Y

ella: ‘¿A qué se refiere? Yo: ‘Sólo es para ver quién puede

temblar más y más rápido’. Ella: ‘No sabía que usted

padeciera temblores’. Yo: ‘No no, de ninguna manera,

pero yo me puedo poner a temblar cuando quiero’. Y me

puse a temblar ¡y de qué manera! Ella dijo: ‘¡Hala!’, pero si

tiembla más rápido que yo’. Y riendo, empezó a temblar

con mayor rapidez. Entonces le dije: ‘Venga, más rápido,

señora N, tiene que temblar más rápido’. Ella: ‘No puedo,

pare, pare, que no puedo más’. La señora N se había

cansado de verdad. Entonces se levantó, se dirigió a la

cocina y volvió con una taza de café. Se lo bebió todo sin

derramar ni una gota. Desde entonces, cada vez que la

sorprendía temblando, sólo tenía que decir: ‘¿Qué tal un

concursito de temblores, señora N?’ Y ella me respondía:

‘Encantada’. Y cada vez le ha servido de ayuda”.

2.6.3. Intención paradójica y neurosis sexual

Mientras el primer modelo de reacción patógena

era propio de las neurosis de ansiedad y el segundo de

las neurosis obsesivas psicógenas, el tercero es un mecanismo

que encontramos en las neurosis sexuales con

alteración de la potencia sexual y del orgasmo. Aquí,

como en las neurosis obsesivas, volvemos a observar

una lucha del paciente, pero en las neurosis sexuales

éste no lucha contra algo (el neurótico obsesivo lucha

contra su obsesión), sino por algo, por el placer sexual,

ya sea en forma de potencia u orgasmo. Pero, desafortunadamente,

cuanto más se le da vueltas al placer, más

pronto desaparecen las ganas. Es decir, que el placer se

sustrae de su acceso directo. Ello se debe a que el placer

no es el propósito real de nuestra conducta, ni tampoco

un posible objetivo, sino que es más bien un efecto, un

efecto secundario que llega por sí solo, siempre que nos

entreguemos a otra persona con amor o al servicio de

alguna cosa. Así, el camino de la obtención de placer y la

autorrealización sólo se hace a través de la autoentrega

y el autoolvido. “Quien considere este camino un rodeo,

se verá inclinado a elegir un atajo e ir directo al placer,

y está comprobado que este atajo es un callejón sin salida.

Aquí podemos observar otra vez cómo el paciente

vuelve a luchar en un nuevo círculo vicioso. La lucha por

el placer, la lucha por la potencia sexual y el orgasmo, el

deseo de placer, es decir, una hiperintención forzada del

placer no sólo le priva a uno del propio placer, sino que

trae también consigo una hiperreflexión igualmente forzada:

uno empieza a observarse durante el acto sexual y,

si puede, espía también a la pareja, con lo cual se habrá

perdido la espontaneidad”

Desde luego, nada ayuda tanto al autodistanciamiento

como el humor: “La gente se da cuenta de que

se hace mayor cuando le ofrecen asiento en el autobús,

pero como actualmente esto ocurre sólo en contadas

excepciones, la gente debería seguir sintiéndose muy

joven. Como médico yo sé, por ejemplo, que el cristalino

empieza envejecer a los veinte años de edad, y las células

ganglionares del cerebro empiezan a morir todavía

antes. Es decir, envejecemos biológicamente ya en la juventud.

Sin embargo, tal como apuntó una vez Charlotte

Bühler, mientras vamos degenerando biológicamente,

nos vamos regenerando biográficamente”34. “El miedo

aumentaba conforme pasaban los minutos, los apuntes

me parecían cada vez menos familiares. Estaba sudando

y el miedo aumentaba cada vez que repasaba los apuntes.

Cinco minutos antes del examen estaba convencido

de que si me seguía sintiendo así durante el mismo era

seguro que me suspenderían. Y entonces me acordé de

la ‘intención paradójica’ de usted. Me dije a mí mismo:

‘Ya que de todos modos voy a fracasar, procuraré hacer

cuanto pueda en este sentido. Le presentaré al profesor

un examen tan malo, que le va a mantener confuso

durante días. Voy a escribir una porquería de examen,

respuestas que no tengan nada en absoluto que ver

con las preguntas. Voy a demostrar cómo un estudiante hace un examen auténticamente malo.

Será el examen

más ridículo que tenga que calificar en toda su carrera.

Pensando en estas cosas me estaba riendo para mis

adentros cuando me tocó examinarme. Lo crea o no,

comprendí perfectamente cada pregunta. Me sentía

relajado y, por extraño que ello parezca, en un estado de

humor magnífico. Pasé el examen y obtuve una buena

calificación”35.

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Notas:

34 Frankl, V: En el principio era el sentido. Reflexiones en torno

al ser humano, cit., p. 76.

35 Frankl, V.: Psicoterapia y humanismo: ¿Tiene un sentido la

vida? FCE, México, 1992, p. 131.