Salud mental: dimensión positiva, trastornos mentales leves y graves, la familia

La salud mental en positivo:
La dimensión positiva de la salud mental hace referencia al concepto de bienestar y a las habilidades para adaptarse a la adversidad. Entre las dimensiones que abarca se encuentran la autoestima, el autocontrol, el optimismo y el sentido de la coherencia.
La idea que se encuentra en la base de este concepto es que no basta con prevenir la enfermedad mental u otro tipo de alteraciones, sino que es necesario promover el desarrollo de una personalidad sana que, a su vez, permita la formación de familias, grupos y sociedades sanos.

Se puede considerar los trastornos mentales comunes
como aquellos que no requieren habitualmente la intervención de más de un profesional, y que incluyen los trastornos del estado de ánimo (distimia y episodio depresivo mayor unipolar) y los trastornos de ansiedad (trastorno de ansiedad generalizada, trastorno de pánico, trastornos fóbicos y trastorno por estrés postraumático).
Los trastornos mentale graves, para diferenciarlos de los trastornos mentales comunes (más frecuentes y, por regla general, menos discapacitantes), se han establecido criterios basados en la gravedad clínica, el grado de discapacidad y el nivel de dependencia. La mayor parte de estudios se han centrado en la esquizofrenia y el trastorno bipolar, si bien es necesario señalar que, en este grupo, se pueden incluir otros trastornos como el obsesivo-compulsivo, los trastornos de personalidad o los alimentarios, cuando se manifiestan con una gravedad elevada y requieren para su abordaje la intervención de varios profesionales de distintas disciplinas.
Los estudios epidemiológicos de los trastornos mentales graves se basan en dos fuentes de información, como son estudios poblacionales y estudios basados en Sistemas de Información Sanitaria. Al no ser métodos homologables, no es posible dar cifras unitarias de prevalencia. A esta dificultad se añade la variedad de sistemas de clasificación utilizados en los diversos estudios (DSM-IV, CIE-10, CIE-9).

En la mayoría de los países (europeos) que han evolucionado desde un modelo custodial centrado en la hospitalización a un modelo de atención basado en la comunidad, el desarrollo de la red de dispositivos y servicios específicos para atender a la población desinstitucionalizada ha llegado con retraso y, generalmente, de forma insuficiente. Como consecuencia, se ha observado que la
mayor fuente de ayuda que tienen las personas que sufren trastornos mentales graves y de duración prolongada para resolver sus necesidades es la familia.
Prestar cuidados a un familiar con un trastorno mental tiene un claro y mensurable impacto sobre las y los miembros de una familia, que se describe generalmente como ¨carga familiar¨.
En el año 2001, la OMS estima que un tercio de los años vividos con discapacidad se atribuyen a los trastornos neuropsiquiátricos. Globalmente, el 12% de estos años se deben únicamente a la depresión, y aproximadamente el 2,1% se relacionan con el suicidio. Entre las principales causas de discapacidad se encuentran la depresión, los trastornos por uso de alcohol, la esquizofrenia y el trastorno bipolar.