Seminario 13: Clase 14, del 20 de Abril de 1966

Yo voy, después de estas vacaciones que nos separaron, es necesario que nos encontremos un miércoles prefijado para hacer un Seminario cerrado y que, por este hecho los reduce a un número de alumnos elegidos, que no me parece, ser en absoluto una mala manera hoy de reunirnos para las cosas que tengo que decirles. En efecto contrariamente a lo que es el principio de estos seminarios cerrados, a saber que debería, que podría, en todo caso, ser algún otro que yo mismo el que primero, al menos, plantee la cuestión. Y bien seré yo el que les hable, hoy, aunque más no sea para compensar, reanudar lo que fue interrumpido por mi mes de ausencia en el último trimestre y también espero esbozar para la próxima vez una colaboración que daría a este Seminario cerrado, la próxima vez, su carácter propio de Seminario. Voy a comenzar, ya que también este tiempo de vacaciones me remitió a los problemas presentes ya en mis primeras frases de mis relaciones con mi audiencia. Y bien, me dije ya que fue ayer que lo recibí para la corrección, que vería ahí signo y que les haría primero lectura de algo que ustedes verán fijado, que está destinado al Anuario de la Ecole des Hautes Etudes. Cada año aparece por parte de cada uno de los que colaboran en la enseñanza de los Hautes Etudes, un pequeño resumen de su curso. Este resumen no es, por supuesto de este año; esto es del año pasado. No está muy adelantado, como ven. Pero en fin todavía es tiempo, ya que también eso me va a dar la ocasión de participárselos. Se los participo porque, como van a verla, al redactarlo pensé en ustedes, no en leérselos, no podía saber que eso ocurriría. Pero, van a verlo, pensé en ustedes. Sin más preámbulo entonces comienza esta lectura. Se trata de lo que el año pasado, se llamó Problemas cruciales para el psicoanálisis. El problema situado en el centro, digo en este pequeño resumen que ustedes imaginan que está ultra condensado, el problema situado en el centro cabe en estos términos: el ser del sujeto . Supongo que me dirijo a gente que asistió a ese Seminario del año pasado, términos adonde nos llevaba la punta de nuestras referencias anteriores. Que el ser del sujeto. Todavía es de actualidad este año que el ser del sujeto esté hendido, Freud no hizo sino repetrlo bajo todas las formas después de haber descubierto que el inconsciente sólo se traduce en nudos de lenguaje y tiene, entonces, un ser de sujeto. Es por la combinatoria de estos nudos que se franquea la censura, la cual no es una metáfora, por recaer sobre su material, desde estos nudos de lenguaje (no figura el final de la frase). Para estos dos pequeños párrafos, aunque un resumen no es un objeto didáctico, de todos modos recuerdo los fundamentos muy sólidos de nuestro comienzo que, es justamente, que el inconsciente tiene estructura de lenguaje. Que la censura no sea una metáfora quiere decir que corta en el material. Es de ahí que partimos con Freud. Pienso haber resumido eso en cinco líneas. De entrada, Freud es para beneficio de la gente que encontraría demasiado oscuro mi resumen si eligiera estas verdades primeras de entrada, Freud afirma , (es un complemento) que toda concepción de un retroceso de la conciencia hacia lo oscuro, lo potencial, incluso el automatismo es inadecuada para dar cuenta de sus efectos . Evoco pues, que todo lo que entiende hacer del inconsciente un mínimo, un virtual, una preconciencia, no es el inconsciente. Tres líneas más pues. Lo que yo preciso: Esto no lo recuerdo sino para descartar de toda filosofía el empleo que hicimos este año —este año les tengo que dar cuenta— del cogito, cosa legítima, —creemos—, ya que el cogito no funda la conciencia, sino justamente, esta hendidura del sujeto. Basta escribirlo: soy pensado, luego soy. Repito, soy pensado, luego soy. Eso es lo que pienso: I am thinking, therefore I am. Y para constatar que esta enunciación obtenida por una ascésis ,por supuesto, ella no nos cae del cielo, consiste primero en un acondicionamiento, en un gran barrido de todo saber actualizado en tiempo de Descartes, que emprende esta ascesis, que esta enunciación hiende al ser, el cual por sus dos puntas soy pensando, luego soy; al cabo no se reúne sino manifestando alguna torsión que sufrió en su nudo su nudo en la enunciación, ¿causación, volteo, negatividad?consignas de articulación. Es de esta torsión de la que se trata de hacer la topología . Recuerdo acá, en el párrafo siguiente bajo qué ángulo toqué a Piaget y a Vygotzky, que digo que del primero al segundo ilustran la ganancia que se realiza al rechazar toda hipótesis psicológica de las relaciones del sujeto al lenguaje, incluso cuando es del niño de lo que se trate. Porque esta hipótesis no es sino la hipoteca que un ser de saber toma sobre el ser de verdad, que el niño debe encarnar a partir de la batería significante que le presentamos, que le presenta como tal Vygotzky y que constituye la ley de la apariencia. Pero, esto es anticiparnos en una estructura que es necesario captar en la sincronía y con un encuentro que no sea ocasional. Es lo que nos provee este embrague del uno sobre el cero llegado a nosotros desde el punto donde Frege pretende fundar la aritmética. Pero nos estamos anticipando con esta estructura que hay que captar en la sincronía y con un encuentro que no sea ocasional. El embrague de 1 respecto de cero, que nos llega del punto donde Frege pretende fundar la aritmética, nos lo procura. . Resumen, pues, en tres líneas de la función que jugó en este último año nuestra estudio de las fundamentos de la aritmética. El uno numera la clase nula. Referencia a las conferencias de los señores Miller y Milner: Desde ahí se percibe que el ser del sujeto es la sutura de una falta. Precisamente de la falta que sustrayéndose en el número, lo sostiene con su recurrencia . Es la idea sobre la cual está fundada la teoría del número, del sucesor. Pero, en esto no lo soporta sino por ser, al fin de cuentas, lo que falta al significante para ser el Uno del sujeto, es decir, en términos que hemos llamado en otro contexto el rasgo unario, la marca de una identificación primaria que funcionará como ideal. El sujeto se hiende por ser, a la vez, efecto de la marca y soporte de su falta. Algunos aspectos de la formalización donde se encuentra este resultado serán acá, escribo, de rigor (no se encuentra). También, por pequeño que sea el lugar que se me reserva tengo de todos modos, el lugar de evocar; primero nuestro axioma que funda el significante como lo que representa un sujeto, no para otro sujeto sino para otro significante. Este axioma sitúa al lema que acaba de ser readquirido por otra vía . Lo que acabamos de decir antes, el sujeto es lo que responde a la marca con lo que a ella le falta, dónde se ve que la reversión de la fórmula aquella que acabo de dar como axioma, que la reversión de la fórmula no se opera sino por introducir en uno de sus polos el significante una negatividad. El rizo se cierra sin reducirse a ser un círculo, el supuesto tercer término —llámenlo como quieran—, después del axioma y el lema, de, que el significante se origina por el borramiento de la huella. La potencia de las matemáticas el frenesí de nuestra ciencia, no reposan en otra cosa que en la sutura del sujeto, en la delgadez de su cicatriz y, después de todo, hablando de cicatriz de esta sutura no crean que empleo un término que repugne a un matemático, en un término de Poincaré en su Análisis situs. O mejor aún, de su hiancia. Las aporías de la lógica matemática testimonian (teorema de Gödel) esta delgadez . Ustedes recuerdan el comienzo de la frase y siempre, por supuesto, para gran escándalo de la ciencia. No nos ilusionamos con el hecho yo no me ilusiono, ni espero que ustedes tampoco de que una crítica en este nivel pudiera limpiar la llaga de la hiancia del sujeto en cualquier otra parte que en el nivel donde la ciencia la mantiene suturada con el pulso de la aritmética . No se podría limpiar la llaga de los excrementos, cuyo orden de explotación social que toma asiento en esta abertura del sujeto y por lo tanto, no crea, por más que se piense aunque sea en el marxismo la alienación en el orden, pues, de la explotación social. Digo, se dedica a recubrir la susodicha llaga con mayor o menor conciencia, hay muchas cosas que sirven para eso ({No hay coincidencia en el parágrafo, lo transcribimos íntegro:} No me hago ilusiones sobre esta crítica, ya que a estos niveles es incapaz de limpiar los excrementos de la herida; estos excrementos en que se esmera en recubrir dicha herida, con una Mayor o menor conciencia, el orden de la explotación social, que se asienta en esta abertura del sujeto (y por ende no crea la alienación.) disciplina de verdad diremos en general. Pero, es necesario destacar la tarea agregaré o no agregaré: servil no lo puse en el texto, lo puse a título de corrección de autor para el tipógrafo, no se todavía si lo voy a dejar que cumple desde la crisis abierta del sujeto, la filosofía . Dije: desde la crisis abierta del sujeto, designo una fecha en la historia de la filosofía, la filosofía, como se dice, desde que está en relación con la ciencia y que ella sostiene ahí muy mal su papel. Está, por otra parte excluído que alguna crítica sobre la sociedad supla a esta crítica de la que digo que no me ilusiono con el poder que tenemos de limpiar la llaga de excrementos, etc; que alguna crítica sobre la sociedad, pues, supla a la anterior ,es muy importante ya que ella misma—esta crítica— no podría ser sino una crítica proveniente de la sociedad, es decir, cualquiera sea, implicada en el comercio de esta especie de paños calientes de pensamiento que acabamos de decir. Es por esto que sólo el análisis de este objeto el pensamiento, pues encararlo en su real … que es ser el objeto del psicoanálisis….(propósito para este año). No nos contentamos, sin embargo, con suspender lo que sería admitir una renuncia en nuestro abordaje del ser del sujeto con la excusa de encontrar, por supuesto su fundación como falta . Ahí está, precisamente, el porqué les hago esta lectura. Quisiera echar como una semilla en lo que llamaría vuestra aptitud fundamental de audiencia. Es, precisamente, la dimensión que desconcierta no dudaba en escribir, de nuestra enseñanza, la de poner a prueba esta fundación en tanto está en nuestro auditorio, porque cómo retrocederíamos al ver que lo que exigimos de la estructura en cuanto el ser del sujeto no podría ser dejada fuera de causa en aquel que lo representa (tiene necesariamente que implicar a quien lo representa) eminentemente, en nuestra discurso incluso por representarlo de ser y no de pensamiento (con el ser y no con el pensamiento), al igual que el cogito, igual que hace el cogito, —se lo saltearon—,como ven nunca perdemos el tiempo, a saber, al psicoanalista que es lo que encontramos en el fenómeno notable este año de la delantera que tomó otra parte de nuestro auditorio al darnos este éxito de confirmar la teoría que tenemos por correcta de la comunicación en el lenguaje ,que no es todo comunicación. Pero ustedes la conocen desde hace mucho tiempo esta fórmula. Hay que creer que las mías no pierden mucho al ser machacadas ya que es necesario, efectivamente que las repita y que las anuncie. Lo expresamos diciendo que el mensaje no se emite sino al nivel de quien lo recibe. Sin duda hay que dar lugar aquí ya que hago alusión a la otra parte de mi auditorio al privilegio que le debemos lugar del que somos huéspedes . Esto es un homenaje a la Ecole Normale Supérieure. Pero no olvidar que en la reserva se inspira lo que parece demasiado fácil para algunos en este efecto de seminario: la resistencia que entraña esta reserva . Y agrego que se justifica. Se justifica: porque los compromisos son de ser y no de pensamiento y porque los dos bordes del ser del sujeto se diversifican aquí por la divergencia entre verdad y saber. La dificultad de ser del psicoanalista se sostiene en la que encuentra como ser del sujeto, a saber en el síntoma. Que el síntoma sea ser-de-verdad es lo que cualquiera acepta en cuanto sabe lo que quiere decir psicoanálisis, aunque esté hecho para enredarlo . Incluso entre aquellos que más lo enredan estoy seguro de que obtendré el conocimiento al echárselos en cara. Esto es, que la esencia del síntoma muestra posición respecto al síntoma es que es un ser de verdad. De ahí en más se ve lo que le cuesta al ser-de-saber reconocer las formas dichosas de aquello a lo que no se acopla sino bajo el signo de la desdicha , de la desdicha de su paciente, que este ser-de-saber tenga que reducirse el del psicoanalista,a no ser sino el complemento del síntoma, esto es lo que horroriza y lo que, por elidirlo, el ser de saber en cuestión hace jugar hacia un aplazamiento indefinido del estatuto del psicoanálisis, como científico desde luego. Es por esto que incluso, la conmoción que produjimos al cerrar el año, con este recurso, no evitó que en su lugar se repitiera el cortocircuito y hago alusión a una forma bajo la cual nos volvió esto y que es muy importante. Nos volvió con una buena voluntad por supuesto evidente y por adornarse como paradoja como hace que es la manera en que el practicante lo piense, lo que hace el síntoma (de que lo que hace el síntoma es la manera cómo lo piensa el practicante.). Esto tiene el aspecto de ser la continuación de lo que antes adelantaba. Sin embargo, es muy lógico que me sobresalte. Porque por supuesto, es cierto, por la experiencia de los psicólogos, mediante la cual le pusimos el cascabel al gato . Remítanse al párrafo Vygotzky-Piaget. Pero también es quedarse como psicoterapeuta , y eso exactamente en el nivel de decir eso que, en un cierto sentido es verdadero pero no es la verdad que tenemos nosotros que decir que no es aquello a lo cual nos enfrentamos al momento en que aporto sobre el tema de la clínica esto, a saber, que tenemos como analistas que tomar parte en el síntoma. Entonces, es quedarse como psicoterapeuta exactamente en el nivel de la que hace Pierre Janet, que jamás ha podido comprender porqué él no era Freud. La diosa botella —concluye— es la botella de Klein. No por quererlo se puede hacer salir de su cuello lo que en él está en su doblez, porque así está construido el soporte del ser del sujeto .Helo aquí no les leí fragmentos para darles la ocasión de conocerlo, porque de todas modos ustedes nunca habrían ido a buscarlo en este anuario, ¿quién lee los anuarios?, sino para…. Participante: — ¿Podremos tener este texto? Lacan: —Querida mía, hágase hacer algunas copias aparte. Bien, yo se la doy al anuario no hago hacer copias aparte, nadie lo hace. Pero, en fin, en efecto, eso puede serles útil, porque es un pequeño texto con el cual me tomé bastante trabajo para que se lo considere, como teniendo una pequeña función de gong. Si yo vuelvo a esbozar, retomo, reanudo recuerdo a partir de este texto para continuar, vean ustedes, aquello de lo que partiré más fácilmente, es por supuesto, naturalmente del final. Esa no será sino más fácil para apuntarles algo en lo cual no se piensa con frecuencia: es el orgullo el que se oculta detrás de la promoción tal coma se trata habitualmente de todo paso hacia el relativismo. Propongo, indico que el problema del analista y, justamente, su implicación en el síntoma que se propone frente a él y lo interroga a él, ser de saber como ser de verdad, digo en suma, que al drama del analista en que forzosamente su ser de saber está influido está implicado en esa confrontación, que Edipo haga lo que haga, tienda la mano al menos por un tiempo a la esfinge ya que es de esto de la que se trata de haberse manifestado, al fin de cuentas, su superior como ser de saber. Es, justamente, esto lo que hace de él un héroe cosa que nosotros no somos en todo momento. Al mismo tiempo este pensamiento salta y muy fácilmente a esta función de la presencia del observador en la observación que es también lo que nos indica el progreso de nuestra física y que nos da la idea, como se dice de que no somos nada. Pero, es lo contrario. Incluso en la teoría de la relatividad física ya sea restringida o generalizada, eso no quiere decir, en absoluto, que es el observador el que regula el asunto. Eso quiere decir, por el contrario, que el observador tiene el asunto en el ojo. En otros términos toda teoría relativista no da ninguna especie, como ella es experimentada habitualmente ninguna especie de recuperación de fuerza a la idea del sujeto como sujeto del conocimiento a la idea de bipolaridad que seria ahí complementaria, lo opongan ustedes o no con ayuda del signo que sería de alguna manera, recíproco y da igual dignidad. No hay absolutamente nada semejante. Todo lo que se acentúa en esta perspectiva, ya sea la del progreso de la ciencia o la de nuestra propia experiencia de analistas es que no es imposible salir de esta ilusión, salvo, justamente lo que llamaremos con un poquitito más que muy grandes precauciones, salvo la revisión principal, estructural absolutamente total de la topología de la cuestión y de introducir en algo que no podría, de ninguna manera ser llamado otra manera de conocimiento, lo que devolvería la dificultad a algo que no es, en absoluto del orden del conocimiento, algo que es del orden del cálculo, de la combinatoria, algo que hacemos, sin duda, funcionar, pero que no se entrega de la misma medida nosotros, al impulse de una manera tal que nos permitiría volver partir muy simplemente con un paso más ágil sobre al mismo camino considerado como ensanchado y perfecciónado. Hay muchas cosas para decir sobre eso y en particular algo en lo que quisiera de todas modos tomarme un poco de trabajo hoy. Porque es a la vez hacer frente a las objeciones en verdad, no muy eficaces. Siempre, se puede dejar hablar, correr, al fin de cuentas, una manera como la mía de abortar el psicoanálisis tendría algo, como se dice, de demasiado intelectualista, por qué no verbal, además también del uso que se hace en el interior del psicoanálisis del famoso poder de las palabras. Como de costumbre, los poderes maléficos, y este en particular, el poder de la palabra, todavía mágico, como se dice de omnipotencia mágica, ya se trate de pensamiento o de las palabras todo eso vuelve a lo mismo. Es siempre el otro, por supuesto el que cae dentro. Por supuesta que tenemos que ver siempre con esta operación de desmitificación que consiste en retomar términos que tradicionalmente han estado captados en ciertas palabras y con volver a ponerlos en cuestión. Cuando Nietzsche —para traerlo acá, después de todo, no es que haya hecho un trabajo muy excelente pero en fin, era un comienzo y este sorprendió a mucha gente— cuando Nietzsche se dedica a encontrar en la huella lo que en la tradición filosófica dio consistencia al término que ustedes quieran, el alma por ejemplo, ¿qué tenemos, qué hacer con eso?, ¿está ahí la vía?. Cuando vayamos a decir, incluso con nuestros medios, que no nos permiten sino una extrapolación de una elegancia que sobrepasa aquello a lo que tenía acceso para designar algún soporte de esta alma en la sombra del cuerpo, aquella que dejó en el camino el personaje de Chamisso, ¿qué, haremos además, sino estar siempre exactamente sobre la misma vía de donde partió todo el asunto, un asunto que sobrepasa en mucho el asunta particular de la psicología con la que tenemos que ver, a saber, el apólogo la fábula de la caverna en Platón, sexto libro, si mi memoria es buena, de La república, esta sombra no es otra que aquella que juega sobre la muralla hacia la cual los cautivos de la caverna tienen dirigida la cabeza mantenida necesariamente con todo tipo de aparatos, sin poder girarse ver lo que esto detrás y de lo que estas sombras sobre la muralla son la proyección. Pero, lo que implica esta fábula fundamental es lo que se trata de saber si se sale o no se sale. Implica lo que, remitiéndonos al texto, es designado como un fuego el fuego que justamente, por la iluminación proyectada produce la fantasmagoría dicho de otra modo el fuego de fuego, idea central, la fuente desde luego figura en otra parte en otros textos de Platón mediante el sol mismo al punto inaugural donde se indica lo idéntico del ser de lo real y del ser del conocimiento mediante el cual todo se estructura según esta forma de envolturas que se envuelven unas a otras, topologías de la esfera de redoblarse como idénticas, simplemente por lo que se llama en topología superponerse, es decir recubrirse con un doblez, que llega hasta al punto último de la envoltura de todas las envolturas, sobre la que se presenta para oponerse a la identidad de dos seres, el contenido del saber. Unicamente hay una observación que por sí misma puede poner, a condición simplemente de aceptar recaer en las tinieblas todas estas cosas en suspenso por hacernos observar que, si seguramente la sombra se apaga, si ya no hay sol, el cuerpo está siempre ahí. Se lo puede palpar en las tinieblas y recomenzar la experiencia con otro pie. Y ahora bien es de eso de lo que se trata. No se trata de saber a qué señuelo imaginario las palabras dan consistencia al darles su sello. No son los señuelos los que engañan, son las palabras. Pero, ahí está, justamente, su fuerza. Es lo que se trata de explicar. Si el alma, para retomar las cosas en el punto vivo en que creemos despejado el asunto es una entidad que tiene alguna consistencia no es dijimos este año, en la medida en que estudiamos el objeto del psicoanálisis no es que el alma sea algo que, ni la sombra del cuerpo, ni su idea ni su forma, que es, hablando con propiedad la que de él es desecho, caída es lo que del cuerpo cae bajo la cuchilla de ese algo que se produce como efecto del significante. Es en la medida en que el significante sobre el sujeto encarnado, lleva su marca que algo corporal, efectivo, material se produce que es eso, lo que esta en cuestión. No es, pues, sanción por el lenguaje de algún espejismo imaginario que se produce sino efecto de lenguaje que por ocultarse bajo estos espejismos les da toda su peso. Es ahí que esta novedad del abordaje psicoanalítico: fundado sobre este hecho, el efecto de lenguaje, supera porque le precede toda aprehensión subjetiva que pueda autorizarse a sí misma por ser aprehensión de conciencia. Y toda critica del poder de las palabras como se dice que se ataca como tal, porque después de todo lo que perdura bajo la etiqueta académica de psicología no es nunca otra cosa que esta voz, es a partir del estatuto verbal indiscutiblemente porque tradicional de una cierta función del alma de ponerla en causa como palabra y de interrogar a partir de ahí qué hay de real ahí dentro que deja en pie perfectamente el marco de poder de las palabras, mientras que lo que se trata de interrogar es lo que produjo el lenguaje como efecto inaugural sobre el cual reposa toda el montaje que forma la montura del estado de sujeto. Esto no se aborda simplemente por mirarla a la cara. Es por esto que la relación del ser de saber al ser de verdad está fundado sobre lo que, para hablar aquí de aquel mismo que les habla, hace que justamente, mi discurso no se sustente en ninguna modificación del vocabulario. Si digo que no hay metalenguaje, lo que acentúo, por esto de que no intento introducir una, uno nuevo que siempre estarían sometido a esto: ser parte del lenguaje; primera condición para captar que se trata de la relación a un ser de verdad es que en el discurso ella se articula como enigma, en todo momento Freud lo declaró, —él mismo—, cuando escribió La interpretación de los sueños. Moleste por lo que recubre el estilo y que se llama el manierismo. A través de las tiempos históricos de la crisis del sujeto, las explicaciones literarias y estéticas de lo que se llama el manierismo corresponden siempre a la revisión de la cuestión sobre al ser de verdad. Se trataría de encontrar un cortocircuito para reencontrar nuestro objeto a. Que me viene la idea, ella me fue refrescada por Hilbert, es Frenkel el que daba este golpe a sus oyentes: ¿cuál es el menor número entero que no esté inscripto sobre el pizarrón?: 1; 2; 3; 4; 5 es 6. Entonces, ¿cuál es ahora el menor número entero que no está escrito sobre el pizarrón? Ninguno, evidentemente, ¿Qué iban a decir?. Cualquiera que ustedes digan, les diré: está escrito sobre el pizarrón. ¿Eso los corta?. Y bien, es justamente, eso es lo que es cuestión: que eso los corte. Eso reinstaura eso les muestra, eso les reintroduce, ya que es de eso de lo que se trataba está en la cuestión de lenguaje, fundado, como ustedes lo ven sobre la escritura el objeto a. ¿Eso los corta?. Ustedes no tienen absolutamente nada que impulsar en esta ocasión como voz. ¿Qué?. Participante: — …en el pizarrón ({Posiblemente no se haya quedado registrada esta intervención.}) … Lacan: — Sí, es muy pertinente, desde luego. Se podría partir de ahí y hacer con esto muchas cosas. Bien. ¿Es que es decir con esa eso los corta que tenemos ahí el todo de aquello de lo que se trata concerniente a la castración? Digo que no, no se trata de las cosas sino a nivel del objeto a. Para que algo escrito se sostenga en suma tienen que pagar su parte. Es decir que si yo no pongo sino cosas escritas por ejemplo, mí discurso científico a partir del comienzo de la teoría de los conjuntos, ya que nada me detendrá hasta el fin y agotaré todo el recorrido de la física moderna, eso no se sostendrá de todas maneras, más que si lo acompaño por un discurso que se los presenta. No hay ningún medio de presentar un discurso aunque sea el más formalizado que ustedes supongan, no hay ningún medio de presentar si ustedes quieren, el Bourbaki; sin prefacio, ni sin texto. Es de esto de lo que se trata. Y, entonces, de las relaciones del lenguaje, que indiscutiblemente, en efecto es corte y escritura, con la que se presenta como discurso, lenguaje ordinario que necesita este soporte de la voz, en la medida, por supuesto que ustedes no tomen la voz simplemente por la sonoridad, lo que la haría depender del hecho de que estamos en un planeta donde hay aire que vehiculiza sonido, esto no tiene absolutamente nada que ver con eso. Cuando piensa que estamos todavía en la fenomenología de la psicosis para interrogarnos sobre la textura sensorial de la voz, mientras que con simplemente las seis u ocho páginas de preludio que di en mi artículo sobre Una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis designé el abordaje perfectamente preciso bajo al cual se puede, en nuestros días, en el punto en que estamos interrogar el fenómeno de la voz. No hay más que tomar el texto de Schreber y ver ahí distinguida, como ya lo hice lo que llamé mensaje de código y código de mensaje para ver que hay ahí medios de captar de una manera no abstracta sino ya perfectamente fenomenologizada, la función de la voz en tanto que tal, mediante lo cual podemos comenzar a despegarnos de esta posición inverosímil que consiste en poner en cuestión la objetividad de las voces del alucinado. Ustedes objetivan el alucinado. ¿En qué sus voces serían menos objetivas?. ¿En qué la voz, bajo el pretexto de que no es sensorial seria algo irreal?. ¿Algo irreal en nombre de qué? Es un prejuicio que data de no se qué etapa archiarcaica de la critica del pretendido conocimiento. ¿Es que la voz es irreal por eso, de que la sometemos a las condiciones de la comunicación científica, a saber, que él no puede hacerla reconocer, esta voz que oye?. ¿Y el dolor entonces, puede hacerlo reconocer?. Y, sin embargo, ¿vamos a discutir que el dolor sea real?. El estatuto de la voz, hablando con propiedad todavía debe hacerse, pero no solamente debe hacerse, debe hacerse entrar en las categorías mentales de la clínica, del que hablemos precisamente recién, que muy ciertamente, incluso cuando tiene éxito lo anoté en el mismo texto algo tan feliz como darse cuenta las cosas que se veían, probablemente, desde hacía un buen tiempo simple vista, pero que nadie había revelado nunca a saber, que hay estos fenómenos de voz que se acompañan de movimientos laríngeos y musculares alrededor del aparato fonatorio y que esto, por supuesto, tiene su importancia, no agota ciertamente la cuestión, pero, en todo caso, le da un modo de abordaje. Eso no hizo avanzar en la misma medida el estatuto de la voz un paso más. Aquí quisiera, de todos modos, hacer notar que es una ingratitud muy grande para cualquiera en un poquitito el sentido claro de lo que Nietzsche llamaba la genealogía de la moral o de otra cosa. Sería una locura desconocer lo que el estatuto de la ciencia, justamente hablo de la nuestra debe a Sócrates, que, precisamente se refería a su voz. No basta pretender terminarlo y satisfacerse, a creer que uno se ha satisfecho en un fenómeno como este, por el hecho que Sócrates dijera expresamente referirse a su voz para decir: —¡oh bien, sí, había en un rincón un coso que no andaba bien!. Cuando se trataba de Sócrates no parecía difícil no captar la coherencia del conjunto de su aparato, sobre todo dado que este aparato estaba ahí para funcionar todo el tiempo al cielo abierto. Podemos tener idea, precisamente, de que, de hecho, la cuestión del sujeto, tal como la planteo, está perfecta y totalmente abierta al nivel de Sócrates, aunque pudiéramos pensar, de la manera en que nos fueran transmitidas estas entrevistas que aran la base de su enseñanza reglada, modificadas, enriquecidas, de cualquier manera que lo supongamos, por tal o cual, y para Platón especialmente. No es menos cierto que su esquema es claro, que es perfecta la decantación del ser de saber y del ser de verdad. Hay que releer todo Platón con este hilo conductor que toma esto que, por supuesto, les enseñé anteriormente a descifrar mucha más lejos, llamando a las cosas por su nombre y diciendo aquello de lo que se trata en el deseo de saber, a saber el agalma. Pero dejemos por el momento aquello a lo qué Sócrates responde: que éste es el ser de verdad de ese deseo de saber. ¿Qué es lo que quiere decir cuando esto concluye pretendidamente en la transcripción platónica: ocúpate de tu alma?. La dejaremos para más tarde. Pero no es porque si que evoco acá a Sócrates y recuerdo por otra parte esta clave: ser de saber y ser de verdad. Dejaré hoy también de lado una observación que podría hacer sobre este empleo del término clave cuando acabo de decir hace un rato que mi enseñanza no comportaba palabras claves. Es, quizás justamente, que la propiedad de las claves en cuestión es la de no tener cerradura y en efecto, toda la cuestión está ahí. Quiero hacer simplemente una observación que es ésta, que, por supuesto cada uno podría elevar acá. Entonces, ¿por qué Sócrates no descubrió, articuló, el inconsciente? La respuesta, desde luego, ya está inscripta en lo anterior de mi discurso; porque no había nuestra ciencia constituida. Si subrayé hasta qué punto el psicoanálisis depende de un estatuto asegurado, suturado, del ser, de saber pienso que esto podría ya pasar por una respuesta suficiente, si, justamente la cuestión no volviera simplemente, como por qué no había en tiempo de Sócrates como punto de partida una ciencia que tuviera el estatuto de nuestra ciencia aquel que definí de una cierta manera, precisamente la sutura del lado de la verdad. No iré muy lejos, dada la hora hoy, en este sentido pero como es sobre la vía de algo que nos importará mucho para volvernos a llevar a aquello de lo que se trata, a saber la posición del psicoanalista, a saber, lo que quisiera que la próxima vez alguien aporte aquí como contribución que se tome uno de los mejores, uno de los más grandes y sobre el punto donde aportó las cosas de más relieve ruego que se retome aquí mi artículo sobre la Teoría del simbolismo que fue hecho como comentario del artículo de Jones y luego que se ponga en conexión lo que esto implícito también, simplemente indicado en mi articulo, a saber, la manera en la que Jones tuvo que desenredarse del problema de la sexualidad femenina en la medida en que esto interesa al estatuto de la función fálica. Que se pase de las incoherencias manifiestas donde se desliza sin cesar su discurso o de la manera en la que es el síntoma mismo con el cual tiene que ver lo que lo rectifica y que, de algún modo reintegra y hace más que sugerir; de algún modo, totalmente escritas y contrariamente a su intención, las fórmulas topológicas que son las nuestras. Quisiera que alguien se dedicara a este pequeña maniobra y no me forzara una vez más a tomarme el trabajo. ¡Qué extraordinario texto el que acometí en este artículo del que hablo, este articulo sobre el simbolismo!. Consiste, en suma, en decirnos, ustedes lo verán en el texto, en decirnos conforme, al fin de cuentas, a las cosas que llegué a decir después de él, que no es una metáfora decir que el simbolismo está hecho como una metáfora, que es una verdadera metáfora que ahí la metáfora, en lugar de alejarse, —como se dice—, de lo concreto, se aproxima a toda marcha. ¿Qué hay al fin de cuentas, más verdadero que esta dirección, sino que, al fin, es de todos modos falso porque no es una metáfora, es una metonimia?. Para el falo con la mujer, y con lo que lo introduce efectivamente, con un relieve extraordinario concerniente al determinismo, la función, el sentido mismo de la homosexualidad femenina se puede decir que todo está en el texto salvo que el autor comprenda lo que dice. ¿No hay algo ahí donde se inscribe precisamente, esta relación al síntoma de la que habla, que es necesidad, que se juega sin el otro aspecto, considerar que no pudo acceder tan profundamente al sentido del síntoma sino faltándole la teoría?. Así podemos preguntarnos lo que hace que la ciencia, la ciencia griega, que sabía construir ya admirables autómatas, no tomó su estatuto de ciencia. Es que hay otra vez que juega su papel en la interrogación socrática. Pienso que ustedes la evocan antes de que yo la designe, es aquella que él llama a declarar de tanto en tanto, de una manera bastante ejemplar, bastante de escandalosa quizás. Nosotros jamás sabremos nada de esto, como oídos contemporáneos, es la voz del esclavo. ¿Cómo se hace para que el esclavo responda, entonces tan justamente siempre, responda siempre tan bien y vaya derecho a la verdad a la cualidad del número irracional que responde a la diagonal del cuadrado?. ¿No captamos ahí aquello de lo que se trata que no es, justamente, ninguna otra cosa que el estatuto del deseo?. Si no Freud, ni Sócrates, llegaron, por más disolvente que haya sido su producto, llegaron hasta la crítica social porque después de todo, que yo sepa, Sócrates no introdujo el materialismo histórico aunque hizo temblar un poquitito sobre sus bases las estatuas de los dioses, es totalmente claro que no era porque sí que Alcibíades cortaba la cola de su perra, que eso no era solamente para hacer hablar a la gente, ya que eso se parece un poquitito demasiado a un cierto asunto de mutilación de Hermes, que tuvo alguna resonancia para que se comprenda que esto no estaba totalmente sin relación con la dialéctica sobre el ser de verdad y eso no es crítica social. Llamémoslo acción directa. Es anarquismo, cosa que, como ustedes saben ya no está en nuestras maneras. Sócrates no hizo crítica social y Freud tampoco, Es, sin duda porque uno y otro tenían la idea de donde se situaba un problema económico extraordinariamente importante, aquel de las relaciones del deseo y del goce. Si no hubo ciencia antigua es por que era necesario para que hubiera ciencia, que hubiera la industria moderna. Y para que hubiera industria moderna era necesario que los esclavos no fueran propiedades privadas. Las propiedades privadas se ahorran, no se las hace trabajar tan terriblemente como en los regímenes de libertad mediante lo cual el problema del goce en el mundo antiguo estaba resuelto y de la manera en que pienso que ustedes ven claramente lo que es. Los seres reservados al goce, al goce puro y simple, eran los esclavos, como todo la indica, por otra parte. Al respecto, contrariamente a lo que se dice que recogían, no se maltrataba así a un esclavo, sobre todo que era un capital de hecho. Basta abrir a Terencio, sin hablar de otros, Eurípides, para darse cuenta de todo lo que hay de relación, de refinamiento, de relaciones corteses, de relaciones amorosas, en fin, de los seres que están en la condición servil, y que nihil humanum a me alienum de Terencio designa esto, no tiene otro sentido. ¿Por qué se iba a decir una boludez semejante si no se tratara de decir: voy ahí donde está la humanidad, con los esclavos?. El goce del mundo antiguo es el esclavo. Este parque reservado al goce, si puedo decirlo, es esto lo que fue el factor de inercia que hace que ni la ciencia, ni al mismo tiempo el ser—de—sujeto hayan podido elevarse. Sin duda el problema del goce se plantea en estos términos y, ciertamente, por el hecho del capitalismo, en términos un poco más complicados. No es menos cierto que en cierto lugar Freud lo señaló y que tendremos a propósito de El malestar en la cultura, que volver a pasar por esta ruta para retomar nuestro hilo.