Seminario 14: Clase 14, del 15 de Marzo de 1967

En virtud de las tramas secretas y siempre muy seguras de mi superyó, como hoy me había dado vacaciones, encontré la forma para hablar, ayer a las cinco de la tarde, a la joven generación psiquiátrico en St. Anne, generación de candidatos analistas.

¿Qué tenía que hacer ahí?. En verdad no gran cosa, dado que los que me habían precedido, especialmente mis alumnos, eran los mejores para decirles a que puede estar destinada mi enseñanza. Mme. Aulagnier, por ejemplo, Piera, que no fundaremos sobre esta piedra. S. Leclaire, Ch. Melman, para nombrarlos por orden alfabético.

Aparte de la distracción que me impulsa a decir sí, cuando de me demanda algo, tenía una razón para estar ahí, a saber, que esto acontecía en el marco de la enseñanza de un viejo amigo, de mi viejo camarada. H. Ey. Nuestra generación habrá tenido entonces algún rol; este viejo camarada en particular, habrá sido el que ponga en la primera fila en cuanto a una función que llamaré civilizadora. No tienen idea de lo que era la sala de guardia de St. Anne cuando ambos llegamos con otros que tenían la misma vocación, pero que se quedaron en el camino. Es subdesarrollada en cuanto a lógica, puesto que de lógica se trata, era a ese nivel (hacia 1925, no es ayer) extraordinario.

En ese tiempo H. Ey introdujo su gran máquina, el órgano-dinamismo, es una doctrina falsa pero incuestionablemente civilizadora.

Ha cumplido su rol, es decir, que no hay en el campo de los hospitales psiquiátricos ni un sólo espíritu que no haya sido tocado por las cuestiones que esta doctrina pone en primer plano, cuestiones de la mayor importancia. Que la doctrina sea falsa es casi secundario dado este efecto, en principio no podría ser de otra manera ya que es una doctrina médica. Es necesario, esencial al estatuto médico, que esté dominado por una doctrina, es siempre así; el día que no haya más doctrina tampoco habrá medicina.

Por otra parte no es menos necesario, la experiencia lo prueba, que esta doctrina sea falsa, sin esto no podría prestar apoyo al estatuto médico.

Cuando las ciencias, con las que la medicina se rodea, sean totalmente accesibles, estarán en el centro y no habrá más medicina, habrá quizás un psicoanálisis que constituirá, en ese momento, la medicina. Hecho enojoso, porque será obstáculo definitivo para que el psicoanálisis devenga una ciencia. No se lo deseo.

Anoche, ante ese selecto auditorio hable de la alienación. Dado que uno no se molesta fácilmente en ir desde St.Anne hasta la Escuela Normal, it’s a long way, pensé que debía, para los que constituyen el sector llamado a las responsabilidades psicoanalíticas (porque era el lugar), decir que la alienación era esa elección inaugural. Falsa elección puesto que es forzada, la de los nombres de los futuros responsables.

Cuestión para despertarlos, les he dado los nombres que convienen, estoy forzado a eludirlos porque es raro que las reuniones, aún limitadas como aquellas, permanezcan secretas (sobre todo cuando se trata de una sala de guardia), nombre de los que les llegará algún eco de burlas descarnadas.

No son nombres obligatorios (entre un no pienso y un no soy tampoco) para un sector más basto adelantado como constituyente fundamental de esta alienación primera, no es tampoco muy obligatorio para el conjunto de los sectores que destaco en el campo humano bajo la forma de campo del sujeto, o no piensa o no es, cambia lo ponen en la tercera persona, es de un no pienso o no soy, que se trata. Todo esto atempera mucho al valor de esos términos sobre todo si se sueña que en virtud de la operación de la operación de la alienación hay uno siempre excluido. He mostrado que el que queda toma otro valor y de alguna manera positiva, proponiéndose, imponiéndose aún, como término de desecho se ofrece justamente a la crítica de lo que en ese momento invocaba: considerar que la posición propia de los candidatos es la critica.

La vieja situación subdesarrollada de la lógica, era actual en esa generación.
Tienen tendencia a ser monjes quiero decir como monjes que se retiran del mundo ellos se retiran de la lógica. ¡Esperan para pensar que su análisis está terminado!. Los he incitado vivamente a abandonar este punto de vista, no soy el único, hay otros, uno al lado mío, por ejemplo que es de aquellos que en este orden tratan de despertar cuando aún es tiempo, quiero decir no forzosamente, al fin del psicoanálisis didáctico sino durante su curso, y vale más quizás la vigilancia crítica de aquellos que pueden tener la ocasión de adoctrinar.

Sin embargo, debo decir que es a título de psicoanalista, de representante de ese campo problemático (donde se juega todo el porvenir del psicoanálisis), que cedo la palabra a A. Green, en razón de haberse propuesto él mismo. Quiero decir, no es a título de ser uno de mis alumnos sino uno de mis seguidores, que va a decirles hoy las reflexiones, que le inspiran los últimos términos que he aportado concernientes a la lógica del fantasma.

Les doy la palabra todo el tiempo que quiera, reservándome el derecho de aprovechar, para vuestro uso como para el mío, lo que hoy diga.

Dr. A. Green: — A continuación de un seminario que me hizo reflexionar mucho, le expresé a Lacan el pesar que tenía de que los seminarios cerrados fueran suprimidos; me ha vuelto ha dar la ocasión de dirigirme a ustedes lo cual le agradezco. Sin embargo, es necesario que las cosas estén claras desde un comienzo, las elecciónes legislativas han terminado, no es una confrontación, como habrán escuchado por ahí, lo que voy a hacer aquí. Sobre todo se tratará de la lectura de los seminarios que Lacan me ha transmitido la última semana, trataré de subrayar cierto números de puntos a propósito de los cuales haré un examen de la teoría lacaniana con relación a la teoría freudiana, y a los problemas que plantea.

Lacan, en el curso de una de sus seminarios, dijo: «Lo que nos interesa no es el pensamiento de Freud, es el objeto que ha descubierto».

En efecto, esta toma de posición es muy importante previene contra una pseudo ortodoxia freudiana; sin embargo, hay problemas que se plantean en la comparación del espíritu y de la letra. ¡No es aquí que le voy a enseñar que Lacan tiende más a la letra que al espíritu!. Pero se trata de constituir la letra de Freud y de intentar su formalización, ya en el curso del año pasado, en el curso de un seminario cerrado sobre la cuestión el objeto a, hablé ante el pequeño seminario. Es hoy ante el gran seminario que hablo y creo que esto no es sin plantearme un problema particular, pues ante la asistencia seleccionada por Lacan mismo del pequeño seminario, yo sabía al menos a quién hablaba, mientras que hoy, debo decirles no sé a quién hablo, y esto plantea problemas para mí en tanto que me dirijo sobre todo a analistas.

Voy a subrayar los problemas que trataré ante ustedes: se pueden agrupar en cinco capítulos:

I)Hablaré, al principio, del Ello y de su verdad gramatical en sus relaciones al inconsciente.

II) Abordaré enseguida, la cuestión de la repetición en relación con la diacronía.

III)Abordaré a continuación la pulsión por relación al lenguaje.

IV) Continuaré con el examen de lo que llamaré las clases pulsionales, a saber, la cuestión de las pulsiones llamadas de fin inhibido con relación a las pulsiones de fin no inhibido, en tanto que podría decirnos algo de las relaciones entre el Otro y el a.

V) Concluiré con algunas indicaciones acerca de la unidad subjetiva, es decir, la relación del Uno unificante al uno contable, en las relaciones de la estructura al Sujeto.

Lacan en el seminario del primero de Febrero, decía que no es fácil pensar el Es, es sobre todo en el seminario del once de Enero que dio las formulaciones más acabadas del Es.

¿Qué es?. Ello es. Ello acaba de desaparecer. Un poco más y Ello llegaba a ser. Algo que apunta al ser, dice Lacan en los Escritos; precisa: es de un lugar de Ser que se trata, esta posición se relacióna a la proposición que Lacan mismo ha calificado de presocrática: Wo es war soll ich werden.

Lacan ha dado de esto muchísimas traducciones. En La cosa freudiana…: donde ello estuvo debo advenir.

Enseguida en La instancia de la letra… : donde ello estuvo me hace falta advenir. En fin, una omisión que les señalo en su índice que está señalada por el mismo, es decir, la última definición no está señalada, como es la última me parece importante darla: donde ello estaba como sujeto debo advenir.

Relación entonces del pensamiento al Ser, no es un ser sino un des-ser.

Por último, el punto, la definición pivote (para usar una palabra muy empleada estos últimos años), está en decir lo que en el discurso, en tanto estructura lógica, es todo lo que no es Je, es decir, todo, todo el resto de la estructura, entiendan gramatical. Aquí está centrado el problema que tenemos que cernir en lo que concierne a la cuestión del Ello; el inconsciente está estructurado como un lenguaje, el Ello, por tanto, con relación al inconsciente es todo lo que no es Je, todo el resto de la estructura lógica como gramatical es la esencia del Ello. Al respecto asistimos en parte, sino a una refutación al menos a una ubicación de las posiciones anteriores de Lacan concernientes al Ello habla; ello habla es un corto circuito de la relación Ello-inconsciente, pero a condición, precisa Lacan, que se perciba bien que no se trata de ningún Ser. He aquí entonces la posición lacaniana concerniente al Ello.

Volveré a Freud para considerar tres textos mayores, creo que nos encontramos ahí ante problemas muy difíciles y que implican una reflexión suplementaria para examinar la compatibilidad e incompatibilidad de la teoría freudiana, en todo caso con su letra.

En El yo y el Ello, Freud da la definición del Ello, para hacerlo va a primero a proponer su razonamiento que es el siguiente: que hay representaciones auditivas y visuales, las representaciones verbales como auditivas, y las representaciones visuales como no auditivas. Dirá que el pasaje de esas representaciones inconscientes a conscientes va a pasar obligatoriamente por el estadio del preconsciente, mientras que existirá otra categoría de fenómenos que no pasarán jamás por el estado preconsciente, y que pasaran directamente del estado inconsciente al estado consciente, los afectos.

¿Cuál es el interés de ese recuerdo?. Precisar que el inconsciente va a comprender, al menos, dos sectores: el de las representaciones y el de los afectos. Y que las representaciones serán el soporte de la combinatoria de la representación de palabra o representación de cosa, mientras que el afecto no podrá entrar en ninguna combinatoria. Sin embrago sostenemos la posición que he definido aquí como el afecto, en tanto significante, nos tapamos con los problemas de sutura sobre los afectos.

¿Qué relación tiene esto con el lenguaje?. Con relación al lenguaje, en el discurso del analizado tenemos elementos que entraran en juego y que no son los de la combinatoria, serán los de la puntuación del discurso, de sus pausas, de sus cortes, de la prosodia (de la acentuación). No es lo mismo para un analista decir dos cosas que son prácticamente iguales cuando relata una sesión, por ejemplo me dice con voz ahogada: —pero entonces sería a mi padre muerto a quien hablaba en el sueño,— lo mismo en el obsesivo pero entonces sería a mi padre muerto a quien hablaba en el sueño.

En 1932 en la trigésima primera conferencia, Freud da la definición más extensa del ello, la más esclarecedora, creo que el problema va a plantearse en la cuestión de la verdad gramatical del Ello. Es la oscura, la parte inaccesible de nuestra personalidad.

Nos aproximamos al Ello por analogías, lo llamamos un caldero pleno de excitaciones hirvientes, nos lo figuramos abierto en uno de sus extremos a las influencias somáticas tomando necesidades pulsionales que encuentran en él su expresión psíquica, pero no podemos decir bajo que substratum. Está lleno de energía que alcanza a partir de las pulsiones, pero no tiene organización, no produce ningún querer común, solamente una tentativa para conducir la satisfacción de las necesidades pulsionales a la observancia del principio de placer. Las leyes lógicas del pensamiento no se aplican al Ello, es así ente todo para ley de no contradicción, de ahí Freud va a retomar en los mismos términos que ha descrito a los procesos primarios y al inconsciente, las diferentes carácterísticas que conocen, a saber, la coexistencia de los contrarios, la ausencia de negación, la inexistencia de referencias temporo-espaciales. Freud insiste enormemente sobre esta intemporalidad.

Termina más o menos así que el factor económico, o si prefieren cuantitativo, está íntimamente ligado al principio de placer, domina todas estos procesos las investiduras pulsionales que buscan la descarga es, a nuestro entender, todo lo que hay en el tiempo. Freud insiste, sin embargo, sobre el hecho de que esas carácterísticas de descarga ignoran completamente la cualidad de lo investido, lo que en el Yo llamaríamos una idea. Y bien, los reenvío a estas páginas, pero quisiera igualmente recordar que acerca de esta trigésiprimera conferencia Freud dice: no utilizaremos más el término inconsciente en el sentido sistemático, y daremos a lo que hemos descrito hasta aquí un mejor nombre, que no esté más sujeto a malentendidos siguiendo un uso verbal de Nietzsche y adoptando una sugestión de Groddeck lo llamaremos, en el porvenir, el Ello. He aquí entonces la posición freudiana.

Todo lo que se puede decir es que, cuando algunos años antes de su muerte, Freud escriba el Compendio… retomará estas mismas formulaciones a las que apelaré en una dirección aún más radicalizada. Freud mismo da precisiones respecto de lo que contiene el Ello, dice: la herencia, lo presente en el nacimiento fijado en la constitución, y ante todo las pulsiones que se originan en la organización somática y encuentran su expresión psíquica bajo una forma que ignoramos. ¿Cuál es, entonces, el sentido de esta operación hecha por Freud?.

Puesto que encontramos aquí términos idénticos a los que Freud emplea para el proceso primario y para el inconsciente, se puede decir que el ello comprende tres polaridades:

1) La constituyente de lo simbólico, la condensación y el desplazamiento.

2) Una polaridad que llamaré, a falta de algo mejor categorial, es decir, la definición del Ello con relación al concepto de negación, en relación con el tiempo o al espacio.

3) Por último, la energética (no tengo necesidad de explicarme), es decir, la tendencia esencialmente la descarga y el proceso cuantitativo.

Lo que se ha remarcado bastante, es la solidaridad, la consustancialidad casi, de este remanente de la segunda tópica con la introducción de la pulsión de muerte. En efecto, si queremos hablar de la simbolización estaremos obligados a hablar de la estructura; es el punto central que desarrollaré a lo largo de esta exposición, cómo la estructura nace de una acción ligada al antagonismo del Eros y la pulsión de muerte.

La verdad gramatical, la concatenación, la sutura, es el resultado de un trabajo que incluye el contra trabajo de la pulsión de muerte. sutura, cadena significante, el uno contable se identifica al cero en tanto indispensable al proceso. Pero, y es donde me gustaría poder llamar vuestra atención, el cero puede disolver la operación, impedirle reproducirse y todo puede permanecer en este cero sin dar un paso más.

No será por una chanza que volveré a la metáfora del caldero, y lo asociaré a otras dos circunstancias, donde se trata del caldero en Freud.

La primera es la palabra de ingenio: A, es Freud quien lo dice, ha pedido a B un caldero de cobre, cuando se lo devuelve, B se lamenta que el caldero tiene un gran agujero que lo torna inútil: he aquí la defensa de A:

1) nunca he pedido un caldero a B.

2) el caldero tenía un agujero cuando B me lo prestó.

3) le he devuelto el caldero intacto.

Pienso que esta exposición de la defensa de A es adecuada para hacernos reflexionar acerca de la lógica, la lógica del inconsciente, y sobre la sublógica que defiende Lacan. ¿Es que este ejemplo no vale green ideas? No tanto las ideas de Green, sino las verdes ideas o las ideas verdes.

Segundo ejemplo Macbeth, Freud en Análisis terminable e interminable, hablará de la bruja metapsicología, sin la cual no es posible dar un paso si se busca comprender. Interroguemos a esas brujas de Macbeth, que analiza Freud en su artículo sobre las excepciones: las brujas están inclinadas sobre el caldero y hacen una predicción, es decir, exactamente la situación de Edipo al revés. Ahí no es Edipo, no es Macbeth, quien responde a un enigma, es una respuesta que le es dada en tanto respuesta falaz, vamos a ver cómo. Ellas dicen for… of woman born shall arm Macbeth; Pues nadie nacido de una mujer, esperará Macbeth; Macbeth se basará en eso.

Si nos informamos de ese discurso de brujas, veremos dos categorías, o dos estilos diferentes: un primer estilo de enigma y de predicción, un segundo estilo de encantamiento. El primer estilo me parece el lugar de la verdad gramatical, el segundo, un estilo propio del Ello. Uno no es sin el otro. Ultimo ejemplo: veamos a Freud ante el Moisés de Miguel Ángel: dos partes, un enigma, un afecto: Freud se siente mirado por la estatua de Moisés, no puede despegarse de su mirada; penetra en la iglesia de San Pedro como uno de esos pequeños judíos que formaban la tribu de Israel (como esa chusma, dice Freud), insuflando la mirada de Moisés. El judío mira al judío y la elucidación será la de la combinatoria, es decir, de la significación del dedo, del índice en la barba.

Pero insisto, Freud no habría analizado nada si no se hubiera sentido desde el principio implicado por el afecto, por la evidencia del afecto puedo decir, o más exactamente constreñido por el afecto. ¿Que soy?, pregunta Freud. Recibe una respuesta como Moisés ha recibido una soy lo que soy.

No defiendo el afecto contra la combinatoria, simplemente defiendo el estatuto significante del afecto, del cual la combinatoria no me parece dar cuenta.

Aquí tendremos otra perspectiva, de la intemporalidad y del concepto de repetición. Antes de pasar a la repetición, les leeré un pequeño diálogo de mi cosecha:

— ¿Qué es Ello?.
— Ello es nada, es todo.
— ¿Dónde es?.
— Donde estaba.
— ¿Cómo?
— Como Ello.
— ¿Qué quiere decir?.
— Ello desea.
— ¿Cómo?.
— Ello se repite.
— ¿Repite?.
— Repite.
— ¿Hasta cuándo?.
— Hasta Ello.

Veamos, entonces, la cuestión de la repetición. La repetición es una cualidad esencial de la pulsión, es el principio directriz de un campo, en tanto que es subjetiva. Dice Lacan, al adelantarse aquí la relación del uno contante y sonante y del Uno unificante. El uno de la recurrencia no se instaura más que por la repetición, pasa cuando por el efecto del repitiente lo que esta a repetir deviene lo repetido. ¿Cuál es la relación de la repetición al Otro?.

La alienación como significante del Otro, en tanto hace del Otro un campo marcado de la misma finitud que el sujeto mismo, es el algoritmo bien conocido por ustedes S (A/) [A mayúscula barrada], Lacan constata que el Dios de los filósofos está presente en la teoría analítica, —como teoría del sujeto sometido a las leyes del lenguaje—, en el lugar del Otro como lugar del Otro como lugar de la palabra. Esta alteridad radical, presente en Freud, hace falta buscarla en la castración, que es el signo de la finitud. Pero según Freud los fantasmas originarios son innatos, están, como dice Lacan, en posición de significante llaves (seducción, castración, escena primaria) como organizadores del deseo humano. Aquí me parece que hace falta situar otro dato que parece descuidar el conjunto del movimiento psicoanalítico francés, del lado que sea. Es un nombre horroroso, es: la filogénesis. Pienso que la filogénesis, la pulsión de muerte, y la segunda tópica, son datos absolutamente inseparables para comprender la teoría freudiana después de 1920. Esta filosofía no tiene una función de serie, puesto que ordena el deseo, pero de hecho tiene por función dar cuenta de lo que se podría llamar el hiato, en la experiencia individual, entre las causas y las consecuencias, saber: que para un numero de experiencias, el mínimo de hechos o de causas, entrañan el máximo efectos. Es lo que una concepción genética del desarrollo no puede dar cuenta, ya que cuantitativamente. ¿Qué será?. Será como decía la paciente que yo dejaba siempre que me hablara de su curiosidad sexual infantil, de los juegos donde se ponía una almohada sobre el vientre para tener el aspecto de encinta: poca cosa. Sería poca cosa, en efecto si no hubiera significantes llaves para dar todo el peso organizador en la estructura. Pero no resolver el problema de la filogénesis.

Esto querría decir, según Freud, que algo existe en el tiempo del sujeto que no es el tiempo del individuo. La repetición, como esencia del funcionamiento, es la captura al nivel del sujeto de un tiempo que llamaré impersonal, perteneciente al genitor. Todo pasaría, entonces, como si en el momento sincrónico encontráramos la misma división que para el sujeto, a saber, lo que Freud introduce en el tiempo del sujeto como otro tiempo; lo llamo enlazándolo al vocabulario lacaniano, el tiempo del Otro. Para hacer el Edipo, como dice mi amigo Rosolato, son no serias tres generaciones de hombres, pues el Edipo es la doble diferencia: de los genitores entre ellos y de los genitores con los engendrados. Es qué a la vez estructura e historia. Estas cosas marcan los puntos de la pulsión de muerte sobre la filogénesis, vamos a verlo en la relación repetición-memoria.

Hace falta en la teoría freudiana introducir un cambio, no soy quien lo introduce, es Freud, este camino será el que ha distinguido según las tres instancias, las tres categorías de fenómenos que serían diferentes para cada instancia. He aquí lo que dirá: lo que la pulsión es al Ello, la percepción será al Yo. Hemos llegado al punto donde nos preguntamos si algo no funciona de manera equivalente para el superyó, o en correspondencia; en efecto, encontramos lo que específicamente está descripto por Freud y que, desde mi punto de vista, ha sido descuidada la función del Ideal.

¿De que se trata en la función del ideal?. De la función del padre muerto que se constituye alrededor del tótem. El ritual funerario restablece los lazos con el desaparecido, lazos que la muerte ha abolido y que la memoria venera. La muerte es la condición necesaria para que los signos procedan eficazmente, por su pobreza. Económicamente la operación tiene efectos comparables a los que Freud confiere al funcionamiento del pensamiento, que tiene, —por relación a la investidura sensorial o libidinal—, la ventaja de un ahorro considerable. Así la fragilidad de los lazos que unen al sujeto al desaparecido, por la memoria y el sostén de su conservación a través del ritual, exigen una elevación considerable del nivel de investidura, a fin de combatir la perpetua amenaza de su disolución. Dicho de otra manera, es la cuestión de las pequeñas cantidades de energía que carácterizan el funcionamiento del pensamiento, como Lacan lo ha recordado; pero esas pequeñas cantidades de energía no son sostenibles más que en tanto el nivel general de la investidura del sistema está globalmente falseado.

El tótem deja de ser cosa, no alcanza a ser testimonio, es ausencia consagrada por el proceso sostenido, por el poder de la ilusión, es decir, del deseo, el agrandamiento del desaparecido (Vergröberung es un término freudiano), cubrir toda la escena, el padre de Hamlet o el padre de Orestes, por ejemplo. He ligado aquí por su lugar al padre muerto, por la alianza que se ha hallado entre la prolongación infinita de su presencia y la protección, la benevolencia, o mejor, la neutralidad benevolente que él debe acordar.

Esta función del ideal como formadora del campo de la ilusión es entonces lo que podría referirse al Otro lacaniano, bien entendido por la muerte del padre y por la castración de la madre; lo que se repite en la pulsión es a la vez la compulsión de la pulsión de vida y la compulsión de la pulsión de muerte. Lacan especifica esta relación del lenguaje a la muerte en uno de sus seminarios: el lenguaje no domina ese fundamento del sexo, en tanto que está quizás más profundamente ligado a la esencia de la muerte sobre la realidad sexual.

En condición, las repeticiones fundadora entre el Uno unificante y el uno contante. Pondré este Uno unificante en la cuenta de esa experiencia individual y el uno contante que se identifica con el cero del sujeto con esta huella de la función del ideal que rodea cada operación. Pero el cero es un doble empleo; es el cero de la estructura del sujeto, el cero al cual el sujeto arriesga ser efectivamente reducido, es decir, el silencio que no obra sobre ninguna operación. Los contadores de cohetes haciendo la cuenta regresiva 5… 4… 3… 2… 1… 0, ha partido, ha terminado.

Cuando Freud quiere articular la pulsión, no puede hacer otra cosa que pasar por la estructura gramatical. Lacan saca de los instintos y sus destinos, y del ejemplo de Ein Kind geschlagen, lo que termina en la reflexión: no es más que en un mundo de lenguaje que toma una función dominante el quiero ver, dejando abierta la cuestión de saber de dónde y porque soy mirado. No es más que en un mundo de lenguaje que el sujeto de la acción hace surgir la pregunta que lo soporta: ¿Para quien?.

La primera observación es que mientras se está tentado de religar la función al lenguaje, se es siempre conducido a reservarla a trabajos anteriores a la pulsión de muerte (1915-1919). El mundo del lenguaje está ligado a la combinatoria de las representaciones. Ahora bien, en los instintos y sus destinos el Vorstellung repräsentanz, no está jamás mencionado por Freud, no aparece más que en La represión. Todas las pulsiones y sus destinos reposan sobre el análisis de las pulsiones parciales, escoptofilia y sadomasoquismo. Los destinos de las pulsiones son cuatro: Vuelta en su contrario, vuelta contra sí, represión, sublimación (capítulo que Freud nunca escribió).

Deja de lado la cuestión de los representantes. Si se libran a ese pequeño ejercicio divertido, que consiste, como Lacan lo ha hecho muchas veces ente ustedes, en tomar una banda de papel y de dirigirla hacia fuera, a volverla contra ustedes, y a volverla en su contrario, es decir, sentido arriba-abajo, obtienen la banda de Moebius, de la que se habla tan a menudo. La doble vuelta es entonces la condición de la estructura, la sutura es la condición de la combinatoria de los representantes; la cuestión entonces, es saber: qué va junto, en circuito.

Interroguemos que pasa del lado del lenguaje. Me referiré aquí a la Lingüística general de Ch. Bally: —El pensamiento no comunicado es sintético, es decir, global y no articulado. La síntesis es el conjunto de los hechos lingüísticos forzados en el discurso de la linealidad y en memoria a la monoescena. Retengan este hecho de linealidad y monoescena van juntos. Una forma es tanto más analítica cuando satisface las exigencias de la linealidad y la monoescena. Bally dice: —esperamos mostrar que en realidad la distaxia, es decir, la linealidad, es el estado habitual, y que es correlativo a la poliescena, por consiguiente, la discordancia entre significado y significante es la regla. Desgraciadamente creo que la lectura de Bally, muestra que no está a la altura de sostener su proyecto. Sin embargo, ponemos aquí de relieve la relación de linealidad y cadena significante y no-linealidad y condensación. Si volvemos hacia corrientes más recientes, como adherir una concepción generativa de la gramática, cuando aquella pretende querer eliminar la ambigüedad o el malentendido en el rechazo, en nombre de la anomalía semántica, y que lleva sobre los hechos y las situaciones que son por el contrario, para nosotros, el suelo más cerrado sobre el cual reposa, no el análisis sino el psicoanálisis. El fin de esta lingüística es la absoluta transparencia del discurso, es decir, de la estructura del sujeto.

Cuando Freud da la definición de la pulsión, en 1915, -la demanda de trabajo es impuesta a lo psíquico por continuación de su lazo con lo corporal-, podemos entonces aislar tres términos: corporal, psíquico, trabajo psíquico. Ulteriormente, en El malestar en la cultura, Freud dará otra proposición infinitamente más importante, quizás no más importante sino a tomar consideración, es decir, que en el trayecto de la fuente al fin de al pulsión deviene operante psíquicamente. Se lo quiera o no, asistimos a la sutura fuente-objeto, parte del cuerpo y vuelve al cuerpo por la Bedriedigung, en este intervalo constituye psíquicamente la pulsión por la operación de la sutura.

Lo que alguien en un artículo en un artículo reciente ha llamado La hipóstasis biológica, como incoherencia del pensamiento freudiano, falta del autor por ser prejuzgado como médico, es para mí, para nosotros, una necesidad. No basta denunciarlo, Freud vuelve ahí sin cesar hasta el Compendio… , a pesar de aquellos que quisieran desembarazarse de este testigo molesto. Leo: —pero volviendo a considerar a la biología como modelo de cientificidad inaccesible en una teoría analítica esencialmente provisoria, Freud termina con una dura especulación, es suficiente para indicar que esta biología es un mito ideológico, la escatología del psicoanálisis. Freud decía: eso no impide que exista, después de Charcot. El filósofo no ama su cuerpo, ha confesado su amor a la sabiduría, y si lo maltrata hace falta que sea por una buen causa. De lo que hace falta dar cuenta, por el contrario, es del encarnizamiento de una tendencia filosófica a excluir lo biológico. Asistimos a una preclusión, a un rechazo del otro; porque no se trataría aquí de una preclusión cuyas consecuencias serían iguales de desastrosas.

Cómo lamento que este autor no haya compartido mi experiencia de hace quince años: siendo interno en un hospital psiquiátrico de la periferia, tenía que vérmelas con hebefrenos-catatónicos, en los tiempos que las drogas milagrosas no existían. Recuerdo a un joven, cuya vida había sido normal hasta los diecisiete años, en el hospital psiquiátrico estaba obligado a permanecer completamente desnudo sobre una plancha (comiendo con sus dedos, refunfuñando algunas palabras ininteligibles), porque destruía todo lo que se encontraba entre sus manos. Había vuelto a una condición que evoca muchas cosas, pero en todo caso, cuando Freud habla de las psicosis, del muro de la biología, sabe de lo que habla, lo sabe tanto que pienso que este autor no me contradecirá si le digo que la exégesis de los textos tienen algo de bueno, pero que la práctica confrontada con las exigencias de los textos tienen una virtud esclarecedora. Es lo que decía Lacan acerca de este retiro monacal.

Pienso que si, como Lacan nos lo recuerda, no hemos contribuido en nada al progreso de la biología en tanto que analistas, estamos, sin embargo, obligados a pensarlo, quizás no podamos decir nada sino que tenemos que articular las relaciones del cuerpo al pensamiento a través de los efectos del lenguaje. Ese lenguaje que Freud llama el progreso en la intelectualidad es al precio de una ilusión que se ha instaurado y hace falta recordarlo. Cita de Moisés y la religión monoteísta: —la omnipotencia del pensamiento fue, lo suponemos, una expresión del orgullo de la humanidad por el desarrollo de lenguaje, que tuvo por resultado tan extraordinario progreso en las actividades intelectualidades. ¿Cómo lo biológico nos lo recuerda?. ¿Por un mito del origen?. No solo, también en todas las etapas y sobre todo lo esencial, la del fin de la latencia que constituye un corte en el sujeto, ruptura de la fase de latencia renovación y aparición de la adolescencia. Basta haber visto una sola vez la transformación somática sexual de un muchacho o de una muchacha a esta edad, para darse cuenta que si ellos se sonrojan, no es solamente porque tienen pensamientos que les molestan, sino pensamientos que están encarnados en una estructura. Una estructura del cuerpo que está fuertemente estructurada y una estructura del pensamiento, entre ambos: el Ello.

¿De que cuerpo se trata?, ¿es que se trata del cuerpo expulsado por el significante?. Sí, sin duda, pero no completamente, no del cuerpo sometido a la estructura del significante. ¿Es que se trata del cuerpo de la biología?. Si sin duda, pero no completamente, no del cuerpo sometido a la estructura de la organización vital. ¿Entonces, ni chicha, ni limonada?. aquí emplearé una analogía que Lacan ha mismo ha utilizado, el entre dos muertes, yo podría llamar eso el entre dos cuerpos. No está ni en uno ni en otro, está atravesado por el significante en un circuito, pero en tanto que hay que constituir su circuito y su constitución está sin cesar amenazada. Sutura, concatenación, metonimia, linealidad, son las cadenas en las cuales se prende el sujeto, pero son también las que les rompe periódicamente amenazado por el no sentido.

Concluimos; hace falta unir la fuerza y el sentido, no oponerlos, y mostrar su consustancialidad; están conjugados en la ley —forzosamente debe permanecer en la ley, una ley que no se apoya sobre un ejecutivo no es una ley— están unidos en el poder. El padre tiene el poder real de castrar y todo poder es infanticida. No hay que releer que El problema económico del masoquismo, para comprender la compenetración de la fuerza y del sentido, que es del mismo tiempo la compenetración de la naturaleza y de la cultura; es lo que hace necesario el concepto del trabajo, es la condición de la transformación del sentido, en sentido fuerte.

Trabajo, la palabra está en Freud, el trabajo del sueño, trabajo del duelo, trabajo de la cura, y quien dice trabajo dice valor. El valor del cual Saussure habla, del que señala que no están presente en todo el campo de la ciencia sólo algunas ciencias tiene el privilegio, la lingüística, la economía, agregamos el psicoanálisis. En la definición saussuriana, todos los valores están constituidos.

1)Por una cosa distinta, susceptible de ser cambiada por aquella en la cual el valor está indeterminado.

2) O por cosas similares que pueden compararse con aquellas cuyo valor está en causa.

Si ustedes tienen tiempo para reflexionar sobre estas definiciones, verán que atañen directamente al objeto  a y a la relación al A.

El trabajo, ¿que es?. es esto, no comprenden nada.

Es una enferma que está en su séptimo año de análisis, que me lo ha mostrado porque era su trabajo, ha tenido que mostrármelo; en el sentido marxista diría que esta alienada, como ella misma lo dice (es una caldera, un caldero más), ella me ha dicho siempre: —es triste, no veré nunca esa caldera, no hago más que dibujarla, no sabré nunca a quien se parece realmente. Pero en tanto se trata de una alienación psicoanalítica, diré que no sabe que es su cuerpo lo que me muestra, que es su sexo que me muestra, en tanto que ella no tiene ni nombre, ni niño, ni pene. Es una de las enfermas (Si digo que está en su séptimo año) que tenía esta preclusión del cuerpo, que la hacía casi estúpida, se manifiesta por una inhibición al trabajo que hay que relaciónar, como nos lo ha enseñado siempre Freud, como resultado de la inhibición de la masturbación infantil.

La hora es muy avanzada, llego al cuarto capítulo, el de las clases pulsionales en su relación al A y a la a. Es el punto más peligroso de mi exposición, y temo no encontrar la adhesión de Lacan, lo soportaré, pero me pregunto si el podrá seguir hasta aquí… concordando.

Por clases pulsionales distingo, con Freud, las pulsiones parciales, de las pulsiones de fin inhibido. No vuelvo a poner en cuestión el estatuto de la pulsión parcial, que ha a sido perfectamente articulado, y con el cual estoy totalmente de acuerdo. Quería, sobre todo, abordar el problema de la pulsión de fin inhibido, lo haré rápidamente, los envío al texto aparecido en El inconsciente, donde le he consagrado un párrafo.

Querría mostrar que las pulsiones inhibidas en su fin, lejos de ser un simple destino de pulsión como otro, son una clase pulsional que hay que oponer, desde el origen, a las pulsiones de fin no inhibido. Podría darles una demostración más precisa. Les diré simplemente que de 1912 a 1932 Freud les acodaba un lugar a la definición de las pulsiones llamadas inhibidas en su fin: en 1932: —por otra parte tenemos razones para distinguir las pulsiones que están inhibidas, en cuanto a su fin, movimientos pulsionales viniendo de fuentes conocidas por nosotros, con un fin ambigüo. Pero que sufren un freno en su camino hacia la satisfacción. Resulta de esto las investiduras de objetos duraderos y una inclinación permanente, tales son por ejemplo la relaciones de ternura que nacen indudablemente de las fuentes de la necesidad sexual e invariablemente renuncian a su satisfacción. (Nuevas lecciónes…).

Si tratamos de articular las cosas en cuanto a esas dos categorías pulsionales… ¿Qué podemos decir?. Podemos recordar otra cita de Freud según la cual el niño en el momento que pierde el seno, deviene capaz de ver en su conjunto a la persona a quien pertenece el órgano a quien le aporta satisfacción. Freud dice en ese momento la pulsión deviene autoerótica. Es decir, que tenemos ahí, en lo que concierne al objeto a, el objeto parcial, está pérdida como definitiva; es en el momento que esa perdida se produce, que el niño es capaz de ver ala madre en su integridad. En suma, o el seno o la madre, nunca los dos a la vez.

Querría mostrar en lo que respecta a la madre (de la misma manera que el objeto perdido está en la fuente del rehallazgo a partir de las pulsiones parciales, y a partir de las pulsiones parciales, y a partir del cambio que podrá hacerse entre los objetos, la permutación de los objetos y de los fines, la posibilidad del reemplazo del seno por alguna cosa, otra parte, un pañuelo, no importa qué), en el otro sector, con lo que nos enfrentamos en el momento de la separación de la madre del niño. Es precisamente la puesta en juego, en ese momento, de la pulsión de fin inhibido, que permite el rebatimiento del sujeto sobre sí mismo; pero esta operación es sostenida por lo que he tratado de articular en el objeto a, sobre el concepto de alucinación negativa de la madre. En suma a lo que corresponde al rehallazgo o a la búsqueda del reencuentro en el cuerpo del sujeto, del seno perdido, tendremos en la esfera del Otro la alucinación negativa de la madre. Esta alucinación es rara de encontrar en el material clínico, nos encontramos a quien presencia del hiato clínico teórico, absolutamente irreductible. Hubiera querido desarrollar esto de manera más precisa.

En suma lo que interiorizado en el momento de la pérdida del objeto seno, es el seno como objeto perdido, una pérdida interiorizada. Ya lo que es interiorizado en el momento que aparece la posibilidad de ver a la madre en su integridad, es lo que precisa míticamente a ese momento, el encuadre silencioso de la actividad del placer ligado a la pulsión, en tanto que no se trataba del placer. Es decir, el encuadre silencioso de la madre, como estructura del sujeto que ha creado la matriz identificatoria de la identificación primaria, teniendo por soporte la alucinación negativa de la madre. Es importante porque Freud opone la relación a la madre, como relación a los sentidos, a la relación al padre como relación al sentido. Sensorialidad, significación. Todo pasa como si la etapa dialéctica, la alucinación negativa de la madre,  fuese constitutiva de lo simbólico, en tanto se intercala entre los sentidos y el sentido, y constituye la matriz identificatoria del sujeto.

Si ligamos a esto la operación de retorno, que preside a la formación de la banda de Moebius como estructura del sujeto, vemos que es lo mismo hablar de alucinación negativa de la madre y el efecto de esa doble vuelta, algo que corresponde quizás en el pensamiento de Lacan al doble bucle. Pero esta clausura del sujeto, esta sutura, sólo es posible si la pulsión de fin inhibido operó, es decir, que la corriente de investidura, más que ir a buscar su objeto fuera vuelve contra el sujeto, pero vuelta contra sí y vuelta en su contrario (de actividad en pasividad). El sujeto, desde ese momento, se pasiviza. Es en la unión de esas dos categorías pulsionales que tendremos la relación del Otro al a , el a como soporte de las pulsiones parciales, y el Otro como resultado de las pulsiones de fin inhibido.

Es importante porque oponemos dos categorías.

1) La categoría de la pérdida.
2) La categoría de la falta.

La categoría de la pérdida relativa al objeto a, la categoría de la falta en tanto relativa al Otro, ese Otro que esta siempre herido, barrado. Pero también pensaba que, Lacan quizás objetaría, nos encontramos ante una situación que ha llamado (en sus críticas tan vigorosas) la famosa pulsión genital. ¿Por que?. Lo que defiendo en el Otro no es quizá la pulsión genital, sino en la medida en que el resultado de la operación es el autoerotismo: la formación de investiduras durables y permanentes. Hay un lazo entre el autoerotismo y la ternura, no es por nada que Freud da como ejemplo esencial de autoerotismo, los labios que se besan a sí mismo, y las manifestaciones que conocemos bien, el niño que se enrula el pelo, se acaricia el lóbulo de la oreja, la ligazón de estos fenómenos con la ternura es importantísima. Esto me invita entonces a postular sin la defensa de la famosa pulsión genital al menos una temprana vocación genital del objeto. Vocación genital del objeto que será una corriente de investidura, que corresponderá a la corriente de investidura de fin inhibido, y que quedará dormido hasta la pubertad, ahí permanecerá. El campo quedará libre a las pulsiones parciales y tendremos dos corrientes: corriente tierna y corriente sensual. La corriente sensual será soporte de la combinatoria del sujeto con la posibilidad de una permutación de fines y objetos, mientras que lo especifica la pulsión de fin inhibido será que no cambiará su objeto, no tiene necesidad de perderlo, basta que se ampute de él. Amputarse de él y perderlo son cosas diferentes; es lo que estas dos categorías se originan, la de la falta, la de la pérdida en tanto que terminan en resultados diferentes y que en el momento de la adolescencia, invierten sus relaciones.

Es decir, las pulsiones parciales, que ocupaban la delantera de la escena, son conducidas a una posición introductora del placer; aquí evidentemente habla la experiencia de cada uno, mientras que el término final es el campo ligado a la pulsión genital, que evidentemente no inhibe más, en ese momento, su fin. Lo descubre literalmente como si se tratara de la primera vez.

He aquí lo que he tratado de articular sobre la relación del A y del a; esto demandaría informaciones más amplias.

 Concluiré sobre el problema de la unidad subjetiva, implica la cuestión del narcisismo primario.

Lacan ha criticado la posición de los autores contemporáneos sobre la fusión, comparto esta crítica y pienso que la distinción que aporta entre el Uno significable y el uno contable es esencial; el cierre del circuito nos lo muestra como soporte de una cadena donde se lo podrá contar. En todos los sentidos del término, el cero del niño del narcisismo primario esta ligado al Uno de la madre. Este uno de la madre está marcado en tanto amputado del a. El niño es a la vez cero y a para la madre, ha caído de ella por un efecto de corte que lleva en ginecología, un bello nombre: alumbramiento. La madre no sabe más que el niño que él es el a de su deseo de tener un niño de su padre. La metáfora paterna es entonces originaria, el pasaje al acto: ¡importante!, el del corte del sujeto que pasa de cero a uno a partir del nombre, y donde en el reencuentro materno se enlaza al circuito por la doble vuelta. Doble vuelta que termina con el cierre del circuito al dar la vuelta las polaridades pulsionales de la madre y del niño, fenómeno que llamo decusación primaria, correlato de esa doble vuelta de ese cruce de polaridades pulsionales entre la madre y el niño. Lo que se instaura de esta manera es la diferencia originaria del sujeto, diferencia entre el genitor y el engendrado, soy yo el que cuenta, dice el niño; el resultado es un Uno unificante como señuelo puesto que el objeto está perdido. Pero si el objeto está perdido quedará el deseo, el deseo deviene objeto, se hace objeto.

Aquí me interesó leer en Benveniste la relación del ser o del haber, donde muestra que, en efecto, no hay dos auxiliares, hay no sólo, el verbo ser, tener sin duda: ser para alguien. Me ha evocado esta lectura de Freud, tener y ser en el niño, estimando una relación de objeto por una identificación, soy el objeto. Tener el más tardío de los dos, después de que la pérdida del objeto recae en el ser. Ejemplo; el seno, el seno es una parte mía, soy el seno, solamente más tarde lo tengo, es decir, no lo soy.

¿Que es el Uno unificante?. Propondré una definición, cuyos términos serán tomados prestados del vocabulario lacaniano: Diré que el Uno unificante, el del narcisismo primario del sujeto en tanto se constituye como la unidad del uno unificante, es el borramiento de la huella del Otro en el deseo del Uno. El deseo del Uno tomado en su sentido más amplio, sabemos que se trata de un proceso consagrado, al fracaso, a la alienación psicótica. ¿Pero qué es el reporte de la relación de la estructura al sujeto?. Diré que el sujeto como estructura está constantemente capturado entre el cero y el Uno, el Uno como unificante, señuelo, el cero como uno contable. Pero también el cero debe tener un doble estatuto, es decir, que puede ser o el pasaje del cero al uno que es producción de la cadena, (necesidad del cero para la combinatoria) o bien el cero como desubjetivización radical.

Hablaba de este esquizofrénico, ese muchacho no tenía nada que aprender sobre el plano del masoquismo primario de las heroínas de Sade, esa desubjetivizacion radical que hace que el cero reconduzca al sujeto al cero del cuerpo o al cero de la muerte. La concepción del sujeto como estructura sólo es compatible con una visión conflictiva, es la de tomar el cero a la letra, lo que Freud ha llamado el antagonismo del Eros y de la pulsión de muerte; si bien todo el brillo de la vida viene del Eros, la pulsión de muerte tiene la última palabra.

Para darles el gusto a todo el mundo, terminaré con la cita japonesa de Tchi Nuan, muerto en 1740:

Antes de estudiar el Zen durante treinta años,
las montañas me parecían montañas y las aguas aguas,
cuando hube alcanzado un saber más profundo llegue a no ver más las montañas
como montañas ni las aguas como aguas;
pero ahora que he penetrado la verdadera substancia,
encontré el camino, pues es justo que vea nuevamente
las montañas como montañas y las aguas como aguas.