Seminario 14: Clase 6, del 11 de Enero de 1967

La operación alienación, si la recuerdan bajo la forma de una elección forzada, se representa sobre una alternativa que se suelda por una falta esencial, al menos, les he enunciado, la retomaré a propósito de la alternativa en que traduzco el cogito cartesiano: o no pienso o no soy.
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Esta transformación (un lógico formado en la lógica simbólica reconocerá esta fórmula dada a luz por Morgan, a mediados del siglo pasado, presentaría un verdadero descubrimiento y se expresaba en principio así: la negación de la conjunción de dos proposiciones, si la niegan como conjunción (si dicen que no es verdadero por ejemplo que A y B sean sostenibles conjuntamente) equivale a la unión de la negación de cada una.

La intersección es, si representan el campo de cada una de estas proposiciones por un circulo, el área central.

La intersección no es la adición, es lo que tienen en común los dos campos.

El enunciado de Morgan se expresa así: que en el conjunto formado por esos dos campos cubiertos por las dos proposiciones en causa, la negación de la intersección es igual a la unión de la negación de A y de B;

La negación de A es esta parte de B y la negación de B es esa parte de A.

Ven algo que queda, que está aceptado, la reunión de estas dos negaciones; una fórmula tan simple ha tomado tal alcance en el desarrollo de la lógica simbólica, considerado como fundamental a título del llamado principio de dualidad, que se expresa así bajo su forma más general.
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Si llevamos la cosa sobre el plano de lo que llega al fundamento de la formulación del desarrollo matemático, a saber, la teoría de conjuntos que bajo una forma enmascarada introduce algo que permite fundamentar el desarrollo del pensamiento matemático, es eso que de una manera enmascarada le he enseñado a distinguir, el sujeto del enunciado de sujeto de la enunciación, y que se encuentra en la definición del conjunto como tal. El sujeto de la enunciación se encuentra ahí congelado, queda implicado en tanto que la teoría de conjuntos permite del desenvolvimiento del pensamiento matemáticos desarrollar lo expuesto, asegurar la coherencia al campo; es el progreso de la intervención de la marcha propia del desarrollo matemático, que no es el de una tautología, que tiene su fecundidad propia, y por resorte que le es esencial que se llama razonamiento por recurrencia o campo de la inducción completa.

Para ser valorado exige el recurso a la temporalidad en el camino del razonamiento por esto que es constitutivo del razonamiento por recurrencia.

Al nivel de la teoría de conjuntos tenemos que buscar un aparato que permita simbolizar lo que está asegurado del desarrollo matemático y que, en el acto de la enunciación, se aísla como sujeto de la enunciación. Es esto que, en la noción de conjunto, precisamente se funda sobre la posibilidad de conjunto vacío como tal, ahí se asegura de una manera velada el sujeto.
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Al nivel de la teoría de conjuntos la teoría de Morgan se expresa así: que en toda fórmula sustituyendo el conjunto al conjunto vacío, al conjunto vacío un conjunto, a la reunión la intersección, conservamos el valor de verdad establecido en la primera formula.

Es lo que eso quiere decir —que sustituimos al pienso entonces soy por algo que exige que lo manejemos con cuidado pero que puede articular uniendo un no pienso con un no soy—, mirando de más cerca, el costo de la reunión.

¿También esos dos no han salido de está dimensión del conjunto vacío, en tanto que soporta algo definido por la enunciación, a la cual sin duda puede que nada responda, pero que esta establecida como tal?. Este conjunto vacío en tanto representa al sujeto de la enunciación fuerza a tomar, bajo un valor a examinar, la función de la negación. Seguramente desde siempre y al simple examen del enunciado la ambigüedad de la negación, tomada en su uso simplemente gramatical, es evidente. Tomemos el no deseo, esta hecho para hacernos preguntar a que lleva la negación, si es un no te deseo transitivo, implica lo indeseable de un hecho, hay algo que no deseo.

También enunciar no soy yo quien desea implica que me descargo de un deseo que puede llevarme siendo no-Yo, pero aún queda el que esta negación pueda querer decir que no es verdad que desee; que en el deseo sea o no Yo no tiene que hacer en la cuestión.

Es decir, que esta dialéctica del sujeto en tanto que intentamos ordenarla, delinearla, entre el sujeto de enunciado y el sujeto de la enunciación, es una obra útil y especialmente donde retomamos hoy interrogación del cogito de Descartes. Es lo que puede permitirnos dar el sentido verdadero, la situación exacta, a lo que para Freud se modifica y se no propone bajo estas dos formas que se llaman el inconsciente y el Ello, se trata de distinguirlas a la luz del cogito cartesiano. Que el cogito sea discutido, es un hecho en el discurso filosófico, es lo que nos permite usarlo donde entendemos hacerlo servir, puesto que también esa fluctuación puede dejar testimonio de algo donde debería completarse.

Si el cogito en la historia de la filosofía es una fecha: ¿Por qué? Es que sustituye a la relación patética, a la difícil relación que había hecho toda la interrogación filosófica, la relación del pensar al Ser.

Vayan a abrirla, no a través de los comentadores sino directamente, eso será para ustedes más fácil; hay buenas traducciones comentarios suficientes en inglés de la metafísica de Aristóteles, la de Tricot, el comentarista tomista. Se percataran de todo lo que ha podido acumularse de críticas o exégesis alrededor de este texto, que tal escolasta nos dice que tal pasaje es discutible. Cuanto, para un lector primario, todas cuestiones parecen secundarias después.

En esta lectura, una cosa les asombra del registro que he llamado patético, cuando vean en todo instante renovarse y resaltar en algo que parece llevar la huella del discurso formulado, de esta interrogación, de lo que hay de la relación del pensamiento y del ser, y como verán surgir tal término.

La dignidad que es aquella que ha preservado del pensar a lo que debe llevarnos a la altura de lo que se quiere así, no el ente en lo que es sino por donde el ser se manifiesta, el Ser en tanto Ser, se ha dicho, mala traducción.
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No es el Ser en tanto Ser, por lo que conviene traducirlo, puesto que ustedes saben griego, es un giro no solamente literario. Este trazo de origen del verbo griego que tiene en común el imperfecto, estaba, quiere decir: eso acaba de desaparecer. Todo al mismo tiempo puede querer decir: eso iba a ser, en el Hyppolite de Eurípides, lo que era ser, eso que era ser, antes que hable de esto. A que grado puede elevarse este pensamiento, elevarse a la altura del Ser, sentir la raíz de lo sagrado.

La raíz del orden de lo sagrado, he aquí la atadura, la primera articulación del filósofo al nivel de lo que ha introducido, el primer paso de una ciencia positiva. Por el tiempo:
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Es así ese último término, el ente por donde es ente, es decir, algo que punta hacia el Ser. Cada uno sabe que el movimiento de la tradición filosófica representa ahí nada más que el progresivo alejamiento de esta fuente de hallazgo, de esta primera invención que ha desembocado a través de las Escuelas que se suceden, de más en más, en insertar alrededor de la articulación lógica lo que puede ser contenido en esta interrogación primera.

Ahora bien, el cogito de Descartes tiene un sentido, es que en esta relación del pensamiento al Ser sustituye pura y simplemente la instauración del Ser del Je.

Lo que quiero producir ante ustedes es que la experiencia, que es continuación y efecto de este franqueamiento del pensamiento, representa al fin algo que puede llamarse: rehusamiento de la cuestión del ser. Es precisamente este rehusamiento el que ha engendrado esta continuación, esa elevación abierta desde el principio sobre el mundo que se llama la ciencia. Si alguna cosa en el interior de estos efectos es producida y se llama el descubrimiento freudiano o aún su pensamiento, por el pensamiento sobre el pensamiento, el punto esencial es que esto en ningún caso quiere decir un retorno al pensamiento del Ser.

Nada de lo que aporta Freud que se trate del inconsciente, retorna a algo que, a nivel del pensamiento, los resitue sobre ese plano de esta interrogación del Ser.

No es más que en el interior y quedando en las continuaciones de este límite del franqueamiento, de esta fractura, que la cuestión que el pensamiento plantea al Ser esta sustituida sobre el modo de un rehusamiento; la sola afirmación del Ser del Je está en el interior de eso que toma su sentido, lo que lleva a Freud tanto del lado del inconsciente como del lado del Ello.

Para mostrarles cómo se articula, me adelanto este año en el dominio de la lógica, puesto que también nosotros lo continuamos ahora en el cogito mismo, que merece en este lugar ser una vez más recorrido; vamos a encontrar los atractivos de la paradoja que introduce el recurso a la formula morganiana tal como la he producido del principio y que es esta: ¿Hay un Ser del Je fuera del discurso?. Es la pregunta que zanja el cogito cartesiano, aún hace falta ver cómo lo hace.

Es para plantear la cuestión que hemos introducido esas comillas alrededor del ergo sum tan subversivo en su alcance ingenuo que hace de eso un ergo sum cogitado, donde el Ser se sostiene en este ergo, que en el interior del pensamiento se presenta para Descartes como el signo de lo que él mismo articula de varias maneras, tanto en el Discurso del Método, como en las Meditaciones…, como en Los principios…, a saber como un ergo de la necesidad.

Pero si solamente este ergo representa esta necesidad, es que no podemos ver lo que resulta de esto: que el ergo sum no es más que rehusado del duro camino de un pensamiento al Ser y del saber que ese camino debe recorrer. Este ergo sum toma el atajo de ser aquel que piensa.

Pero pensar que no hace falta el ente sobre el recorrido donde tiene su Ser, es que ya desde entonces la cuestión se asegure de su propia existencia.

No está ahí su lugar como Ego fuera de la captura en la cual el Ser puede abrazar el pensamiento. Plantearse Ego: pienso, como un puro pienso ser, como siendo el Je de un no soy local.

Esto quiere decir: no soy más que lo que la cuestión del Ser sea eludida. La paso sin ser, no soy salvo allí donde necesariamente soy para poder decirlo, o para mejor decir, donde soy, o para poder hacerlo decir al Otro, pues está allí el camino cuando lo siguen de cerca en Descartes.

Es en esto un camino fecundo, tiene el mismo perfil que aquel del razonamiento por recurrencia, de llevar al otro mucho tiempo sobre un camino de renuncia a tal o cual, más bien a todas las vías del saber, y en una vuelta sorprenderlo en esta confesión: que ahí al menos, por haberlo hecho recorrer ese camino, hace falta que sea.

La dimensión de ese Otro es tan esencial, que se puede decir que está en el nervio del cogito y que es la que constituye propiamente el límite de lo que puede definirse y asegurarse mejor como el conjunto vacío que constituye el soy, en esta referencia donde je, en tanto que soy, se constituye de esto: de no contener ningún elemento.

Ese marco vale en tanto que el pienso lo pienso, es decir, que argumento el cogito con el Otro. No soy significa que no hay elemento de este conjunto que exista bajo el término Je, ergo sum sive cogito pero sin que haya nada que lo vista.

Este reencuentro pone en claro; que el pienso tenga semejante ropaje, que no es al nivel del pienso que prepara el testimonio de un conjunto vació. Es del vaciamiento de otro conjunto, después que Descartes haya puesto a prueba en todos los accesos al saber, que haya fundado este pensamiento del evitamiento del Ser, para no estar ávido más que de certidumbre; lo que resulta de esto que hemos llamado el vaciamiento, termina por esta interrogación si esta operación como tal no alcanza para dar la verdadera sustancia del Ego.

Eso deviene solamente pensable, como por un hilo conductor, cuando Freud nos aporte: ¿Qué? Lo que resulta de eso, para emplear sus propios términos, no el funcionamiento mental (como se lo traduce falsamente del alemán al inglés) sino el psiquismo, el acontecimiento psíquico, del que no queda nada, sobre lo que Freud se interroga, de algo que pueda reanimar, reavivar el pensamiento del Ser más allá de eso que el cogito le ha, de aquí en adelante, asignado como límite.

De hecho el ser está tan excluido de todo eso, que para entrar en esta explicación podrá decir al retomar una de mis fórmulas familiares, aquella de la Verwerfung que es de este orden que se trata; si algo se articula ahora que puede llamarse el fin de un humanismo, que no data de ayer ni de anteayer, ni del momento en que M. Foucault quiere articularlo, ni yo mismo, es cosa hecha desde hace mucho tiempo. Así la dimensión nos es abierta, nos permite descubrir como juega, según la formula que he dado de esa Verwerfung como rechazo del Ser.

Lo rechazado de lo simbólico, he dicho en mi enseñanza, y que reaparece en lo real.

Si el Ser del hombre es, en efecto, lo que a partir de cierta fecha es rechazado, lo vemos reaparecer en lo real bajo una forma completamente plena. El Ser del hombre, fundamental en nuestra antropología, tiene un nombre donde la palabra Ser se reencuentro en su medio, donde basta ponerla entre paréntesis para encontrar ese nombre y también lo que designa; basta salir un día de la casa propia al campo para hacer un paseo, que yendo por la ruta ustedes encontrarán un camping o más exactamente, todo alrededor del circulo de escoria, es ese Ser del hombre que reaparece en lo real que se llama el detritus.

No es de ayer, sabemos que el Ser del hombre en tanto rechazado aparece bajo la forma de esos pequeños círculos de hierro retorcido, alrededor de los círculos habituales de campamentos donde encontramos una cierta acumulación. Por poco que seamos prehistorisistas o arqueólogos debemos presumir que este rechazo del Ser debe tener alguna cosa que no aparece por primera vez con Descartes, con los orígenes de la ciencia, que ha marcado algunos de los franqueamientos esenciales que han permitido constituir bajo formas caducas y siempre precarias las etapas de la humanidad.

No tengo que rearticular ante ustedes en una lengua que no practico, y que la volvería impronunciable, eso que designa como señal, en tal fase del desarrollo tecnológico, bajo la forma de esos amontonamientos de conchillas que se encuentran en ciertas zonas de lo que nos queda de civilización prehistórica.

El detritus es el punto a retener que representa, no solamente como señal, algo esencial alrededor de Io cual va a girar para nosotros lo que vamos a interrogar de esta alienación.

La alienación tiene una cara patente, que no es que sea el otro, o que los otros, como se dice captándonos nos desfiguran, no nos deforman; el hecho de la alienación no es que seamos captados, representados, en el otro, sino que al contrario está fundada sobre el rechazo del Otro, en tanto que este Otro con lo que ha venido al lugar de esa interrogación del Ser alrededor del cual hago girar hoy el límite, el franqueamiento, del cogito.

Ruego al cielo, entonces, que la alienación consiste en que nos encontremos en el lugar del Otro cómodamente. Para Descartes es lo que le permite el entusiasmo de su camino en las primeras Reglas… que representan su obra original de juventud, en la cual el manuscrito fuera más tarde reencontrado, por otra parte, siempre perdido en los papeles de Leibniz.

El sum ergo Deus es la prolongación del cogito ergo sun. La operación seguramente es ventajosa queda enteramente a cargo de Otro que no se asegura de nada más que de la instauración de un Ser como siendo el Ser del Je, que el Dios de la tradición judeo cristiana facilita como el que se presenta siendo él mismo: Soy el que soy. Es seguramente ese fundamento fideísta que queda tan profundamente arraigado aún en el pensamiento del siglo XVII, aquel que precisamente no es para nosotros sostenible, es por esto que esta rayado subjetivamente y nos aliena realmente. Es esto que he desde entonces ilustrado en libertad o muerte. Maravillosa intimidación sin duda; quien en esta intimidación no rehusaría este Otro por excelencia que es la muerte, mediante la cual les he hecho remarcar que le queda la libertad de morir.

En dominio por los que desde entonces los estoicos formulan en el El nom proptier vitam vivandi perdere causas: ¿para no perderla es que van a perder la vida?. Las cosas no se dicen ya suficientemente claras. Pero para nosotros se trata de saber que va a ser de ese o no pienso o no soy. Quiero decir, Je como no soy.

Cual va a ser el resultado donde no tenemos elección a partir del momento en que ese Je como instauración del Ser ha sido elegido. Es al no pienso hacia al cual nos hace falta ir, pues esta instauración Je como puro y único fundamentos del Ser, desde entonces pone términos, entiendo un punto final, a toda la interrogación, a todo camino que haría otra cosa del pensamiento que lo que Freud ha hecho en su tiempo con la ciencia.

Das Denken escrito en Los dos principios del suceder psíquico, no es más que una fórmula, una fórmula de ensayo en alguna caída de facilitación, es lo que nos permite con la menor investidura psíquica interrogar, trazar la vía por donde vamos a encontrar satisfacción de eso que nos incita, nos estimula, por algún camino trazado en lo real.

Este no pienso es esencial, es donde tenemos que cuestionarnos lo que resulta de la pérdida resultante de la elección. No soy tal como lo hemos en todo momento fundado, a saber, como esencia del je. ¿Es a esto lo que se resume la pérdida de la alienación?

Ciertamente no, algo aparece que tiene forma de negación, pero de negación que no es llevada sobre el Ser sino sobre el je mismo, en tanto que se funda sobre el no soy.

Conexa a la elección del no pienso algo surge cuya esencia es ser no-Je en el lugar mismo del ergo, en tanto hay que ponerlo en la intersección del pienso al soy, que se soporta como Ser de cogitación; ergo en este lugar parece que se sustenta por no ser Je. Ese no Je esencial a articular, por ser así en su esencia, es lo que Freud nos aporta al nivel del segundo paso de su pensamiento.

Allí está el mayor peligro de error. En mi aproximación (en el Wo es war…) no he podido hacer sentir bien donde yace la esencia que constituye el Ello, y que vuelve tan ridículo aquello en lo que me parece recaer infaliblemente; cualquiera en ese tema queda en los senderos psicológicos, es decir, en tanto se hereda de la tradición filosófica antigua, el Ello será siempre para aquellos lo que tan imbécil me ha resonado en las orejas durante diez años de vecindad: que el Ello es un Yo malo.

No podría de ninguna manera ser formulado algo semejante, para concebirlo es importante percatarse de que ese Ello es ese extraño animálculo positivizado en el que toma ser el no del Je pareciendo ese no soy. ¿De que extraño complemento puede tratarse en ese no-Je?.

Hay que saber articularlo, decirlo, como en todas nuestras delineaciones, de que se trata en el Ello que se nos articula, el Ello que no es la primera persona, verdadero error que será arrojado al rango de lo grotesco. Hay que decirlo bien, cualquiera sea el respeto que tengamos en nombre de la historia a su autor, por haber sido llevado a producir que toda la psicología de Freud era una psicología en primera persona, y que tal de mis alumnos, en el curso de este pequeño informe que forma parte del opúsculo que les he distribuido la última vez, se ha creído obligado a volver a pasar por ahí para tener un instante de ilusión, que era asimismo una vía por la cual yo los habría llevado a formular eso, cuan forzado era después de que formulé lo contrario. Es en sí mismo una suerte de blef o de estafa, pues esto no tiene nada que hacer en la cuestión. El Ello no es la primera, ni la segunda persona, ni aún la tercera; la tercera sería aquella de la cual se habla.

Nos aproximamos un poco más a los enunciados tales como: Ello brilla, Ello llueve, Ello trastroca, pero es aún recaer en un error el creer que este Ello sería Ello en tanto que se enuncia a sí mismo.

Aunque no dé bastante relieve al Ello, es lo que en el discurso, en tanto estructura lógica, es todo lo que no es Je, es decir, todo el resto de la estructura.

Cuando digo estructura, estructura lógica, entiéndalo así: gramatical. No es nada más que el soporte de la pulsión, es decir, el fantasma que puede expresarse así: un niño es pegado.

Ningún comentario, ningún metalenguaje, dará cuenta de lo que se produce en el mundo en tal fórmula, nada podría redoblarlo ni explicarlo. La estructura de la frase un niño es pegado no se comenta, se muestra. No hay ninguna physis que pueda dar cuenta de que un niño es pegado.

El puede tener de la physis algo que necesita que se golpeé, pero el que sea pegado es otra cosa. Y que ese fantasma sea tan esencial en el funcionamiento de la pulsión, es algo que nos hace simplemente recordar lo que de la pulsión he demostrado ante ustedes a propósito de la pulsión escoptofílica o a propósito de la pulsión sado-masoquista, que es trazada, que es montaje gramatical, cuyas inversiones, reversiones, complejizaciones, no se ordenan de ninguna otra manera en la aplicación de diversas reversiones, de negaciones parciales y elegidas, no hay ninguna otra manera de hacer funcionar la relación de Je en tanto ser en el mundo, que pasando por esta estructura gramatical que no es otra cosa que la esencia del Ello.

No quiero hoy volverles a dar esta lección, tengo un campo basto por recorrer para que haga falta que me contente en subrayar la esencia del Ello en tanto que no es Je. Es el resto de la estructura gramatical y no es por azar, Freud subraya en el análisis de un niño es pegado que jamás es el sujeto, el ich, el Je, que, sin embargo, debe tomar ahí su lugar, para nosotros en la reconstrucción que hacemos de eso en La interpretación de los sueños, que vamos a darle la interpretación necesaria, a saber, que en un momento sea él quien sea el pegado.

En el enunciado del fantasma dice Freud ese tiempo —y con causa— no es jamás confesado, pues el Je, como tal está excluido del fantasma.

No podemos dar cuenta de esto más que al marcar la línea de división complementaria, el Je que habla, ese puro ser que está como un rehusamiento del ser, de lo que queda como articulación del pensamiento y que es la estructura gramatical de la frase. Esto no toma su alcance y su interés sino al ser relaciónado, al otro elemento de la alternativa, a saber, lo que va a ser ahí perdido. La verdad de la alienación no se muestra más que en la parte perdida.

Si ustedes siguen mi articulación del no soy es importante asir que está ahí lo esencial del inconsciente, pues todo eso que el inconsciente releva se carácteriza por lo que, sin duda, un sólo discípulo de Freud ha sabido sostener con un rasgo esencial, a saber: la sorpresa. El fundamento de esta sorpresa, tal como aparece al nivel de toda interpretación verdadera, no es otra cosa que esta dimensión del no soy, ella es esencial para preservar como carácter revelador en esta fenomenología.

Es por esto que la palabra de ingenuo es lo más revelador y lo más carácterístico de los efectos que he llamado: Las formaciones del inconsciente. La risa se produce a nivel de ese no soy. Tomen no importa que ejemplo, y para tomar el primero, aquel de famillonario. No es manifiesto que en el efecto irrisorio de lo que dice H. Hyacinhthe cuando dice que con Salomón Rotschild está en una relación totalmente famillonaria, resuene lo inexistente de la posición del rico en tanto que no es más que ficción. Es donde aquel que habla, donde el sujeto se encuentra en esta inexistencia misma, donde él esta reducido a una suerte de ser, para quien no hay lugar en ninguna parte, que residir efecto irrisorio de ese familionario.

Está ahí lo contrario de lo que pasa cuando definimos al Ello. Han podido reconocer en esta referencia a la estructura gramatical que se trata de un efecto de sentido. Tenemos que ocuparnos de la Bedeutung, es decir, que allí donde no soy lo que pasa es algo que vamos a retomar en la misma forma de inversión que nos ha guiado todo el tiempo: el je del no pienso se invierte, se aliena también en algo que es un piensa cosa.

Es esto que da su verdadero sentido a lo que Freud da del inconsciente: que está constituido por las representaciones de cosa.
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Esto no es un obstáculo a que el inconsciente este estructurado como un lenguaje, no se trata de la cosa indecible sino del asunto perfectamente, articulado en tanto que se abre paso como Bedeutung, sobre lo que sea que pueda ordenarlo para designar que es del inconsciente en cuanto al registro de la existencia y de su relación con el Je.

Igualmente hemos visto que el Ello es un pensamiento mordido por algo que es, no el retorno del Ser, sino un des-ser; asimismo la inexistencia a nivel del inconsciente es algo que está mordido de un pienso que no es Je y ese pienso que no es Je, para poder instante reunirlo con el Ello, lo he indicado como un Ello habla. Es, sin embargo, un cortocircuito y un error.

El modelo del inconsciente es un Ello habla, sin duda, pero con la condición de que se aprecie que no se trata de ningún Ser a saber: que el inconsciente, no tiene nada que hacer con lo que Platón a sabido conservar como el nivel del entusiasmo. Puede haber Dios en el Ello habla, pero lo que carácteriza la función del inconsciente es que no hay aquí nada de eso. Si el inconsciente para nosotros debe ser cierto situado y definido, es en tanto que la poesía de nuestro siglo no tiene nada que hacer con aquella que fuera la poesía de un Píndaro.

Si el inconsciente ha jugado un rol de referencia tal en todo lo que ha sido trazado de una nueva poesía, es precisamente en esta relación de un pensamiento que no es nada más que no ser el Je del no pienso, ya que ella viene a morder sobre el campo del je en tanto que no soy.  Si de los dos círculos que acabamos de adoptar como representantes de los dos términos, uno sólo accede a su área de alienación, si estos dos términos se oponen constituyendo relaciones diferentes del Je al pensamiento y a la existencia, es porque donde los círculos vienen a cernirse ven que en un tiempo ulterior se acaba esta operación en un cuarto término, término cuadrático. Este no pienso esta llamado no a confluir con el «no soy», sino que de alguna manera se eclipsan, se ocultan, uno y otro recubriéndose; es al lugar del no soy donde el Ello va a venir, positivándolo en un soy Ello.

No es más que de puro imperativo, de un imperativo que Freud ha formulado en el Wo es war Soll ich werden. Si Wo es war… es algo, es lo que hemos dicho todo el tiempo; si ich solo debe estar verde, es que ahí no está.

No es por nada que he recordado todo el tiempo el carácter ejemplar del sado-masoquismo. Es seguro que el año no pasará sin que tengamos que lnterrogar más de cerca esa relación del Je como esencial a la estructura del masoquismo.

Recuerdo simplemente la aproximación que he hecho de la ideología sadiana con el imperativo de Kant. Ese…soll ich werden puede ser tan impracticable como el deber kantiano. Es en tanto que no soy que el je es llamado, no como se lo ha escrito al menos aquí, que su referencia nos sirve para desalojar al Ello, sino a alojarse ahí, y si ustedes me permiten este equivoco, a alojarse en su lógica.

Inversamente eso que puede ocurrir también es el pasaje donde un círculo esta de alguna manera oculto, eclipsado, por otro, y se produce en sentido inverso; es que el inconsciente en su esencia poética y de Bedeutung viene al lugar de este no pienso y nos revela que en la Bedeutung del inconsciente esta golpeado de se sabe que caducidad en el pensamiento. Asimismo como en el anterior ocultamiento, lo que tenemos está en el lugar del no soy, es la revelación de alguna cosa que es la verdad de la estructura. Veremos cual es ese factor, veremos que es el objeto a. Asimismo, en la otra forma de ocultamiento de defecto del pensamiento, ese agujero en la Bedeutung es a lo que no hemos podido acceder más que después del camino trazado por Freud del proceso de la alienación, su sentido, su revelación, la incapacidad de toda Bedeutung para cubrir el sexo.

La esencia de la castración es lo que, en esta otra relación de ocultación y de eclipse, se manifiesta en esto: que la diferencia sexual no se soporta más que de la Bedeutung de algo que falta bajo el aspecto del falo.

Les habría dado el trazado, el aparato alrededor del cual vamos a poder replantear cierto número de cuestiones; pueden ustedes haber entrevisto el paso privilegiado que juega como operador el objeto a, único elemento que queda aún escondido en la explicación de hoy.