Seminario 14: Clase 7, del 18 de Enero de 1967

La alienación es el punto pivote gracias al cual tiende y debe ser mantenido, para nosotros, el valor de la instauración freudiana, el paso decisivo del pensamiento de Freud y más aún, de la praxis que se sostiene de su patronazgo bajo el nombre de psicoanálisis.

Hablaremos de un pensamiento que no es Je. Tal es desde un tenue primer abordaje como se presenta el inconsciente. La formula es insuficiente, tiene el mérito de poner como pivote eso que Freud produce de decisivo, este término Je. Seguramente, en tanto que, nos permite contentarnos con esta formula vaga aunque poética, que, además, no se extrae siempre de su contexto poético más que con un poco de abuso, no es decir, todo más que adelantar que Je es otro.

Por esto es necesario dar de eso una articulación lógica más precisa: la función del Otro tal como lo escribo con A, es su función determinante. No es sólo imposible articular la lógica del pensamiento tal como la experiencia freudiana lo establece, es imposible comprender cualquier cosa que esté representada en la tradición filosófica tal como ha llegado a nosotros hasta Freud. Es imposible situar justamente lo que ha representado la puesta en el centro de la reflexión de la función del sujeto como tal, si no hacemos entrar en juego esta función de Otro tal como quiero definirla cuando la señalo con ese A/ , si no recordamos que llamo al Otro así marcado lo que tiene la función de ser el lugar de la palabra (parole).

¿Que es lo quiero decir?. Nunca volveremos ahí bastante, aunque creo haberlo martillado un poco.

Cuando Freud nos habla de ese pensamiento que no es Je, a nivel por ejemplo de lo que llama los pensamientos del sueño. Traumgedanken, parece decirnos que esos pensamientos quedaban singularmente independientes de toda lógica.

Subraya desde le principio que su sistema no se contradice, más que de un rasgo que está ahí articulado. Aquellos que dicen en un primer abordaje, que la negación como tal no podría articularse ahí, lo mismo que la articulación casual, la subordinación, el condicionamiento parece huir de lo que de esos pensamientos, en apariencias desencadenados, no pueden ser reencontrado en su hilo más que por las vías de la más libre asociación.

Hay allí algo que recuerdo, por más que este ahí la idea que es adquirida que se trata del orden del inconsciente.

De hecho hablar del lazo desanudado que representarían los pensamientos que subrayamos a nivel del inconsciente, que son los de un sujeto, decir que estos pensamientos no siguen leyes lógicas, no es más que un primer abordaje, el cual supone algo que es una antinomia con un real preconcebido, o más bien una preconcepción de lo que deben ser las relaciones de todo pensamiento con lo real. Ese real pensamos es el justo y buen orden de toda eficacia del pensamiento, que debe imponerse a él (al pensamiento). En verdad, esto evidencia el presupuesto de una lógica pedagógica que se funda sobre un esquema de adaptación, para no justificar a la vez lo que Freud, hablando a los espíritus no muy formados, así como para toda reflexión, haga valer como diferente de las relaciones de cualquier sujeto con lo real. El sujeto, no se funda, no se establece, más que en tanto hay ya en ese real, y ejerciéndose como tal, el poder del lenguaje; nos obliga a llevar más lejos nuestra interrogación.

El paso que nos hace Freud no permanece menos deslumbrante, a decir verdad toma el valor que funda el deslumbramiento que conviene sea el nuestro al entenderlo, al articularlo, más precisamente lo que él renueva de las relaciones del pensamiento al Ser.

Este tema es traído al orden del día por el discurso de los filósofos contemporáneos, en primer plano Heidegger; cuando el ruido se hace alrededor de lo que articula, estaría bien la fuerza más ingenua de traducir eso que llama como ese no sé qué recuerdo, que debería en esa vuelta en que estamos venir del Ser mismo al pensamiento para que sea renovado, para que rompa ese hilo que ha seguido desde hace tres mil años y que lo ha conducido al impasse donde el pensamiento no se tomaría más a sí mismo en su esencia y donde se lo podría interrogar como lo hace Heidegger: ¿Qué quiere decir pensamiento? Espera la renovación del sentido de esa palabra, pensamiento, de algún pensamiento transmetafísico que volverá una báscula total todo lo que el pensamiento ha trazado.

No es ese sentido del test de Heidegger, para aquellos que se quedaron ahí se podría evocas la humorística o irrisoria historia de la hija que no sabe de ninguna otra manera ofrecerse más que desparramando sobre un lecho los miembros a diestra y siniestra, esperando que la iniciativa venga del cual ella piensa ofrecerse, no es una aventura tan rara en un tiempo tan mediocre. Cada uno sabe que el personaje que se encuentra ahí confrontado no está ahí estimulado a intervenir como convendría. el pensamiento no es una imagen del mismo orden, ellos recuerdan que no es sin un poquito de pene que se hace la verdadera conjugación. Es algo que tiene que contribuir al problema del ser que nos aporta el camino trazado por Freud.

Las junturas, las consecuencias de lo que resulta para el pensamiento de ese paso decisivo, de ese paso franqueado, que hemos llamado por una especie de convención históricamente fundada el paso cartesiano, es lo que limita la instauración del Ser al soy, que implica el fundamento del sujeto del pienso, en tanto que da esta apariencia, pues no es más que una apariencia de ser transparente a sí mismo, de ser lo que podremos llamar un soy pensando.

Permítanme con este neologismo traducir o soportar lo que es, en forma caricaturesca, llamado conciencia de sí, término que resuena mal e insuficiente acerca del uso que permite de eso la composición germánica. Pero también al nivel de Descartes y del cogito con un Soy pensado que se trata, ese pienso está en el momento donde no se soporta más que por articular el pienso Es de la continuación de su consecuencia, en tanto se trata del camino decisivo, quiero decir, es en un pensamiento determinado por ese primer paso donde se inscribe el descubrimiento de Freud.

He hablado del Otro; está claro que a nivel del cogito cartesiano son puestas a cargo del Otro las consecuencias de este paso. Si el cogito ergo sum no implica lo que Descartes escribe con todas las letras en las Regulae…, donde se leen tan bien las condicione que lo han determinado como pensamiento, si el cogito no se completa con un um ergo Deus est lo que facilita las cosas es insostenible, y, sin embargo, si no es sostenible como articulación, entiendo filosófica, no queda menos el beneficio adquirido, el camino que reduce a este insignificante margen del ser pensante, en tanto que piensa poder fundarse por este único pensamiento como soy. Queda que algo es adquirido, cuyas consecuencias se leen muy rápido en una serie de contradicciónes, pues es el lugar de señalar, por ejemplo, que el fundamento pretendido de la simple intuición enviará a distinguir radicalmente la cosa extensa de la cosa pensante, la primera como siendo fundada en una exterioridad de una a otra de sus partes. El fundamento partes extras partes como carácterística de lo extenso es al poco tiempo anhelado por el descubrimiento Newtoniano, del cual no se subraya bastante que la carácterística que da a lo extenso es, precisamente, que en cada uno de sus puntos ninguna masa ignora lo que pasa en el mismo instante en todos los otros puntos.

Paradoja evidente que les ha costado demasiado admitir a los contemporáneos y más especialmente a los cartesianos, reticencia que no ha cesado y donde se demuestra algo que para nosotros se completa con esto: que la cosa pensante se impone a nosotros en la experiencia freudiana, no como siendo esta cosa indefectiblemente unificada, sino al contrario marcada, carácterizada, por ser fragmentada, aún fragmentante, por llevar en ella esta marca que se desarrolla, se demuestra, en todo el desenvolvimiento de la lógica moderna. Es decir, lo que llamamos la máquina en su funcionamiento esencial es lo que hay de más próximo a una anotación combinatoria, y esta combinatoria es para nosotros el fruto más precioso, más indicativo, del desarrollo del pensamiento.

Freud aquí aporta su contribución al demostrar lo que resulta del funcionamiento efectivo de esta cara del pensamiento, esto es, de sus relaciones que no tienen nada que ver con el sujeto de la demostración matemática del cual vamos a recordar cuál es la esencia, pero sí con un sujeto que Kant llamaría sujeto patológico, es decir, el sujeto en tanto puede padecer una especie de pensamiento.

El sujeto sufre del pensamiento en tanto, dice Freud, lo reprime. El carácter fragmentado, fragmentante, de ese pensamiento reprimido, es lo que nos enseña la experiencia de cada día en el psicoanálisis.

Es una mitología grosera y deshonesta presentifica como fondo de nuestra experiencia no sé qué nostalgia de unidad primitiva, de una pura y simple pulsación de la satisfacción, en una relación al Otro que es el único que cuenta y que se imagina, se representa, como el Otro de una relación nutricia. El paso siguiente, más escandaloso si puedo decir, aunque el primero devenga necesariamente lo que pasa, eso que se articula en la teoría psicoanalítica moderna a lo largo y a lo ancho, es la confusión de este Otro nutricio con este Otro sexual.

No hay salud del pensamiento, de preservación posible de la verdad introducida por Freud, sino también honestidad técnica, que deban fundarse sobre los cánones de ese señuelo grosero, de ese abuso escandaloso que representa en una pedagogía a contrapelo, donde el uso deliberado de una captura por una suerte de ilusión, especialmente insostenible ante cualquiera, arroja una mirada directa sobre lo que es la experiencia psicoanalítica. Restablecer al Otro en el estatuto del lugar de la palabra es el punto de partida necesario donde cada cosa en nuestra experiencia analítica puede retomar su justo lugar.

Definir al Otro como el lugar de la palabra, es decir, que no es ninguna cosa más que el lugar donde el aserto se plantea como verídico, es decir, a la vez que no tiene ninguna otra especie de existencia. Pero como decirlo es aún hacerlo llamar para situar esta verdad, hay que hacerlo resurgir cada vez que hablo. Es porque ese decir no tiene ninguna especie de existencia que no puedo decirlo, pero puedo escribirlo; así es que escribo S, significante de (A/) [A mayúscula barrada], como constituyendo uno de los puntos nodales de esa red alrededor de la cual se articula toda la dialéctica del deseo, en tanto que ella se cava en el intervalo entre el enunciado y la enunciación.

No hay ninguna insuficiencia, ninguna reducción a no sé qué gesto gratuito, en este hecho afirmado más que la escritura S, significante de (A/) [A mayúscula barrada]; S (A/) [A mayúscula barrada] juega para nuestro pensamiento un rol esencial, pues no hay otro fundamento en la verdad matemática, sino el recurso al Otro para ver ahí escribirse los signos de nuestras convenciones iniciales en cuanto es eso que manipulo en matemáticas. Es exactamente lo que Bertrand Russell, experto en la materia, irá hasta osar designar en estos términos, que no sabemos de qué hablamos, ni si esto que decimos tiene la menor verdad. En efecto, ¿por qué no?.

Simplemente en el recurso al Otro, en tanto campo correspondiente a un uso limitado de ciertos signos es incontestable que habiendo hablado pueda escribir y sostener lo que he dicho.

Si no puedo en cada tiempo del razonamiento matemático hacer ese razonamiento de ida y vuelta entre lo que articulo por mi discurso y lo que inscribo como estando establecido, no hay ninguna progresión posible de eso que se llama verdad matemática, está ahí la toda la esencia de lo que se llama demostración en matemática.

Es precisamente del mismo orden que se trata, el recurso al Otro es determinante en todo efecto del pensamiento.

El soy del cogito cartesiano no solamente no lo evita sino que se funda ahí mismo antes de que esté forzado, a este Otro, a ubicarlo al nivel de la escala divina. Nada para obtener del interlocutor, la continuación, el entonces soy; a este Otro directamente apelado, es a él, a la referencia de ese lugar de la palabra a la que Descartes se remite por un discurso de hacer lo que hoy estoy haciendo ante ustedes; ponerme a dudar, no dirán que soy, el argumento es ontológico desde esta etapa. Si no tienen el franqueamiento del argumento de San Anselmo, si es más sobrio, no es, por tanto, sin traer consecuencias, a las que vamos a ir ahora, las que resulta de deber escribir para un significante que este Otro no es ninguna otra cosa.

San Anselmo, yo les había rogado durante estas vacaciones que fueran a cierto capítulo para que la cosa no quede en el aire. Les recordaré de qué orden es ese argumento que es injustamente despreciado, y que está echo para poner en todo su relieve la función de ese Otro. El argumento lleva sobre esto que la esencia más perfecta implicaría la existencia. (Capítulo 2 del Fides quarens intellectum), articula el argumento de lo que él llama insensato.

El insensato, dicen las Escrituras, ha dicho en su corazón que no hay Dios. El argumento consiste en decir: Insensato, todo depende de lo que llaméis Dios. Como está claro que llamáis Dios al ser más perfecto, no sabéis lo que decís; pues, dice San Anselmo, sé bien yo, San Anselmo, que no basta que la idea del ser más perfecto exista como idea para que este ser exista, pero si consideráis que estáis en el derecho de tener esta idea que vos decís, que este ser no existe; ¿a quien os parecéis, si por azar, Él existe?. Pues demostráis entonces que formándonos la idea del ser más perfectos formáis una idea inadecuada, puesto que está separada de esto: que este ser puede existir y que como existente es más perfecto que la idea que no implica la existencia.

Es una demostración de la impotencia del pensamiento del que lo articula por cierto sesgo crítico concerniente a la inoperancia del pensamiento mismo. Es demostrar que articulando algo sobre el pensamiento, él mismo no sabe lo que dice. Porque lo que hay que rever está, por otra parte, al nivel del estatuto de este Ser donde no puedo hacer otra cosa más que establecerme cada vez que algo se articula, que es el campo de la palabra.

Este Otro, nadie lo cree en esta época desde los más devotos hasta los más libertinos (si es que este término tiene aún un sentido). Todo el mundo es ateo. Filosóficamente es tan sostenible que se fundaría sobre una forma de existencia cualquiera de ese Otro. Es porque todo se reduce en el alcance de soy que sigue al pienso, produce sentido, pero exactamente de la misma manera que cualquier no sentido hace sentido, todo eso que ustedes articulan, en la sólo condición, ya se los he enseñado de que sea mantenida una cierta forma gramatical.

Tengo necesidad de volver sobre el green colorless, todo lo que tiene una simple forma gramatical, hace sentido, este quiere decir que ha partir de ahí no se puede ir más lejos, la estricta consideración del alcance lógico que comporta toda operación del lenguaje se afirma en el efecto fundamental y sobre estoque se llama alienación. No quiere decir para nada que nos remitimos al Otro sino que por el contrario de que nos percatamos de la caducidad de todo lo que envía sobre el recurso al Otro, del cual no puede subsistir más que eso que funda el curso de la demostración matemática; el razonamiento por recurrencia. Podemos demostrar que si algo es verdadero para N, es suficiente que sepámoslo que es para N-1 para poder afirmar que la misma cosa es verdadera en toda la serie de los números enteros; y después, si ellos no comportan ninguna otra consecuencia de la naturaleza de una verdad que he prendido con alfileres de Bertrand Russell, debemos plantear que algo viene a revelarnos la verdad que se esconde detrás de esta consecuencia.

No tenemos ningún lugar para retroceder ante esto que es esencial; que el estatuto del pensamiento en tanto que se realiza ahí la alienación como caída del Otro, está compuesto por este campo blanco (arriba a la izquierda) que corresponde al estatuto del Je, del Je  tal como se articula en un no pienso, mediante el cual eso que lo completa y que designo con S, lo he articulado la última vez como siendo complemento.

Lean a Wittgenstein. No crean que porque toda una escuela que se llama lógico positivista nos rebatía las orejas con una serie de consideraciones antifilosóficas, de las más insípidas y de las mis mediocres, el paso de Wittgenstein no sea nada. Esta tentativa de articular lo que resulta de una consideración lógica, tal como pueda pasar en la existencia del sujeto vale ser seguida en todos sus detalles, les recomiendo su lectura.

Para nosotros, freudianos, en contra de lo que ésta gramática del lenguaje representa, es lo mismo que hace Freud cuando quiere articular la pulsión; no puede hacer ninguna otra cosa más que pasar por la estructura gramatical, que se la da su campo completo y ordenado a lo que de hecho Freud a partir de la pulsión viene a dominar, quiero decir, a constituir los dos únicos ejemplos funcionales de pulsión como tal, a saber: la pulsión escoptofílica y la pulsión sado-masoquista. No es más que un mundo de lenguaje donde puede tomar su función dominante (el quiero ver dejando abierto saber de dónde y por qué soy mirado). No es más que en un mundo de lenguaje, como lo he dicho la última vez para puntuarlo solamente al pasar, que un niño es pegado, tiene su valor pivote. No es más que en un mundo de lenguaje que el sujeto de la acción va a surgir la pregunta que lo soporta, a saber: ¿Para quién se trata?.

Sin duda nada puede decirse sobre estas estructuras. Nuestra experiencia, sin embargo, nos afirma que son ellas las que domina y no eso que rueda en no se sabe que pasillo de la asamblea psicoanalítica, a saber, una pulsión genital que cualquiera sería capaz de definir como tal; son ellas quienes dan su ley a la función del deseo.

Pero esto no puede ser dicho sino al repetir las articulaciones gramaticales donde ellas se constituyen, es decir, al exhibir en las frases que la fundan eso que podrá ser deducido de diversas maneras: que el sujeto habría de alojarse ahí. Nada puede ser dicho de eso sino lo que entendemos de hecho, a saber, el sujeto en su lamento; en tanto que no se reencuentra ahí, el deseo que él funda para sí tiene el valor ambigüo de ser un deseo que no asume, que quiere a pesar suyo. Es para volver sobre ese punto que articulamos todo lo que tenemos aquí que desenrollar, es tan así y porque se ha osado decirlo, que es necesario examinar de donde ese discurso ha podido partir.

Pudo partir de esto: es un punto de experiencia en el que podemos ver lo que hay de verdad de lo que llamaré oscurecimiento, estrangulamiento, impasse de la situación subjetiva, bajo esta incidencia extraña, cuyo resorte último está en fundar el estatuto del lenguaje.

Es al nivel en que el pensamiento existe no es Je quien piensa este pensamiento tal como está allí soportado por esta pequeña semilla abajo el esquema que lleva la I, este pensamiento que tiene el estatuto del pensamiento del inconsciente, implica esto: que no puede decir, y está ahí el estatuto que le es propio, ni entonces soy ni aún entonces no soy que, sin embargo, la completa y es su estatuto virtual a nivel del Otro, pues es donde ese Otro sostiene su instancia. Es donde el Je tal no viene a inscribirse efectivamente más que en un no soy que está soportado por ese hecho que se soporta de tantos otros, que tiene para constituir un sueño. El sueño, nos dice Freud, es esencialmente egoísta, así nos presenta el sueño, tenemos que reconocer la instancia del Ich bajo una máscara, pero también es en tanto que no se articula como Ich que se enmascara, que está ahí.  Es porque el lugar donde se designa el Ich, en todos los pensamientos del sueño, está marcado en su parte derecha (esquema) por esta área blanca, que nos está indicado en alguno de los pensamientos del sueño reencontrarlo; y que eso que va a constituir lo que Freud llama Trauminhalt, es a saber, este conjunto de significantes de los que un sueño está constituido por los diversos mecanismos del inconsciente: condensación, desplazamiento. Si el Ich está presente en todos es en esto: que él está ahí absolutamente disperso.

¿Qué quiere decir esto?. Cual es el estatuto que le queda a los pensamientos que constituye está inconsciente si no es ser lo que nos dice Freud, esos signos por donde cada una de las cosas, por donde el sentido en que, lo he dicho la última vez, cosas vueltas a encontrar juegan, unas por relación a otras, está función de reenvío que nos hace en la operación psicoanalítica perder abundante tiempo en un mundo desordenado. Cual va a ser la operación que real Freud, particularmente en esta parte de la Traumdeutung que se llama La elaboración onírica sino mostrarnos qué articula al principio de este capítulo de la manera más clara con todas las letras (aunque las personas que me leen en estos tiempos por primera vez se maravillen, después de tantos años que lo articulo, que el inconsciente esté estructurado como un lenguaje), la trauminhalt, el contenido del sueño que está dado en una estructura hecha de imagenes que designan los jeroglíficos cuyos signos están solamente designa los jeroglíficos cuyos signos están solamente en la lengua de los pensamientos del sueño. Todo sobre la comparación como un rebús sobre el hecho de que no se comprende un rebús más que al leerlo y al articularlo. ¡Si no es absurdo ver una imagen, nos dice él, compuesta de una casa sobre la cual hay un barco o de una persona corriendo con una coma en el lugar de la cabeza!.

Todo esto no tiene sentido más que en una lengua. Después de haber dicho que el mundo de los pensamientos de los sueños es de naturaleza ilógica, les ruego volver al texto de Freud no simplemente para testimoniarles lo que está patente y groseramente ilustrado en cada página, a saber que no se hable nunca de lenguaje sino para ver que lo que articula son todas las maneras que hay en ese mundo de las cosas. ¿Pero qué es lo que eso quiere decir?. Eso quiere decir: la Bedeutung, ese sentido del rebús.

En lo que se refiere a las imagenes que lo constituyen, que es lo que Freud hace sino mostrarnos cómo de cierta manera al alterar esas imagenes se pueden designar el índice gracias al cual en su continuación reencontramos todas las funciones gramaticales desde el principio eliminadas y para mostrarnos como se expresa la relación de una subordinada a una principal (lean ese magnífico capítulo sexto de la Traumdeutung), como una relación escondida puede expresarse.

Cómo también hace su entrada la forma de la Trauminhalt, más precisamente encuentra allí cuyo parentesco con las referencias que les he librado aquí les parecerá evidente como la función del o bien… o bien que sirve, dice él, para expresar, porque no se lo puede hacer pasar de otra manera, al mirar de cerca encontrarán ahí lo que les he dicho, es decir : el o bien… o bien suspendido entre dos negaciones, tienen el mismo valor que la negación de esta conjunción. Verán el resultado de estos trucos tal como se los revela Freud, pero Freud les dice lo suficiente para incitarlos a ir en la misma vía, es decir, que cuando toman el sueño Sezerno o el sueño donde cierra o bien un ojo o bien los dos, ustedes se percatarán que significa, que no se puede tener a la vez un ojo abierto o dos ojos abiertos, no es lo mismo.

La legitimidad de la lógica del fantasma es a lo que todo el capítulo de Freud nos prepara; una lógica de esos pensamientos exige que se sostenga del lugar del Otro, que no puede aquí articularse más que como entonces no soy.
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Así nos vemos suspendidos al nivel de la función no eres entonces no soy. ¿Es que eso no cosquillea en vuestras orejas de cierta manera?. ¿Qué decir?. Hace falta empujar el sentido más lejos para que dé su verdad, no eres más que lo que soy yo. Cada uno sabe y puede reconocer que si el sentido del Eros está dado en esta fórmula: el amor también en su turbación, en su clan ingenuo, como en muchos de sus discursos, no se recomienda como función del pensamiento, quiero decir que si de una tal fórmula no eres entonces no soy, sale el monstruo, cuyos efectos conocemos bien en la vida diaria, es en tanto que esta verdad, aquella del no eres entonces no soy, está en el amor rechazado. Las manifestaciones de amor en lo real es la carácterística que enuncio de toda Verwerfung, a saber, los efectos más incómodos y más deprimentes; hay una ilustración más, las leyes del amor no están en ninguna parte fácilmente trazadas.

En la época de Descartes estas leyes no eran ignoradas por nadie, estamos en la época de Angelus Silesius que osó decir a Dios: si yo no estuviera, Tú, Dios en tanto que Dios existente, tampoco estarías. En esa época se puede hablar del problema de la nuestra, se puede ahí reemplazar lo que hace impasse.

Que Freud, nos dice, haya llevada más lejos el examen de su lógica, si hubiera aún guardado la menor duda atinente a la naturaleza de esta subversión que hace de la Bedeutung en tanto que la asimos en el momento de su alteración, de su torsión, de su amputación, de su ablación, el resorte que puede permitirnos reconocer ahí la función restablecida de la lógica; si tuvieran aún la menor duda, verían estas dudas desvanecerse al ver como Freud en el sueño reintegra lo que aparece como juicio. Estos juicios son internos a lo vivido del sueño, pero aún se presentan como juicio en apariencia al despertar. Cuando nos dice, a propósito del sueño que algo en el relato del soñador se indica como siendo un momento flotante de interrupción, una laguna como alguna vez dije en el momento en que había tenido una laguna (Lücke) una ruptura en el relato que yo, soñador, puedo darles, eso mismo hay que restablecerlo, nos dice Freud formando parte del sueño.

¿Qué designa?. Me bastará volverlos a llevar a alguna parte en la que en Freud nos da como ejemplo a uno de esos soñadores que dice: …comía con Fraulein K en el restaurante de Volksgarten, ahí está el pasaje donde no tengo nada que decir, no sabe más y eso prende, entonces me encuentro en el salón de un burdel en la cual veo dos, tres mujeres, una en camisa, la otra con una bombachita. Fraulein K es la hija de su patrón anterior; lo carácterístico es la circunstancia donde ha tenido que hablarle, que designa en estos términos: se reconoce en un grupo de igualdad, en su calificación de sexo, como si se quisiera decir soy un hombre, y tú una mujer. He aquí porque he elegido a Fraulein K, para constituir una entrada al sueño, así como para determinar el síncope, pues lo que va a seguir en el sueño demuestra ser lo que viene a perturbar esa hermosa relación plena de certidumbre entre el hombre y la mujer. A saberlas tres personas que están ligadas para él al recuerdo de este restaurante, y que representan también a las que reencuentra en el salón del burdel; son respectivamente su hermana, la mujer de su cuñado y una amiga de aquella, o de aquel, qué importa. En todo caso tres mujeres de las cuales no se puede decir que sus relaciones estén marcadas de un abordaje sexual, franco y directo.

Lo que Freud nos demuestra como correlativo de este síncope del Trauminhalt, de la carencia de los significantes, desde que es abordado cualquiera sea en el lenguaje no simplemente en el espejismo de mirarse a los ojos en los ojos, es que pondría en causa la relación del sexo como tal.

El sentido lógico, original, de la castración, en tanto que al análisis al descubrir su dimensión replantea que al nivel de la Bedeutung, de las significaciónes, el lenguaje en tanto estructura al sujeto como tal matemáticamente, hace defecto, quiero decir, reduce la relación entre los sexos a lo que designamos como podemos por algo a lo que el lenguaje reduce la polaridad sexual, a saber, a tener o no tener la connotación fálica; es lo que representa únicamente el efecto del análisis.

Ningún abordaje de la castración como tal es posible para un sujeto humano sino en una renovación a otro piso separado de toda la altura de ese rectángulo dibujado, en esta función que he llamado alienación, donde interviene como tal la función del Otro en tanto que debemos marcarlo como barrado.

Es en tanto que el análisis por su trabajo viene a invertir esa relación que hacía de todo lo que era del orden del estatuto del sujeto en su no soy un campo vacío, un sujeto no identificable, en tanto que ese campo allí va a llenarse (en la esquina del esquema a la izquierda) va a aparecer el -j del fracaso de la articulación de la Bedeutung sexual, Gespräch, título de la conferencia que he pronunciado en alemán bajo la significación del Falo. Es a partir de ahí que debe ser planteada la pregunta de que es lo que esas dos operaciones igualmente alienantes, aquella de la alienación pura y simple, lógica, de aquella de la relectura de la necesidad alienante en la Bedeutung de los pensamientos inconscientes.

La distancia entre una y otra de esas operaciones (esquema) consiste en su campo de partida, en el cual uno es aquel reconstruido a partir del cual designo el fundamento de toda operación lógica, a saber, la elección ofrecida del o no pienso o no soy como siendo el sentido verdadero del cogito cartesiano. Aquel ahí en un no pienso y en el fundamento de todo lo que del sujeto humano hace un sujeto sometido especialmente a las dos pulsiones que he designado como escoptofílica y sado-masoquista. Alguna otra cosa que tiene relación con la sexualidad no manifiesta, a partir de los pensamientos del inconsciente, es el sentido del descubrimiento de Freud, pero también por el cual se designa la radical inadecuación del pensamiento a la realidad del sexo.
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La cuestión no es franquear lo que tiene de indispensable, y de salubre, pues esta allí todo el nervio por el que Freud sostiene tan esencialmente la teoría sexual de la libido. Hace falta leer bajo la pluma chamánica de Jung su estupor, su indignación, al recoger de la boca de Freud algo que le parece constituir no sé que partido anticientífico cuando Freud dice: -Sobre todo usted, Jung, no lo olvide, hace falta sostener ahí esta teoría. —¿Pero por qué?. —Para impedir, —dice Freud,— que flote el lodo del ocultismo, sabiendo muy bien todo eso que conlleva el hecho de no haber, porque constituye sin duda la esencia del lenguaje en el hecho de que el lenguaje no domina ese fundamento del sexo en tanto que él está, tal vez, mis profundamente ligado a la esencia de la muerte, no domina lo que eso tiene de realidad sexual; tal es la enseñanza de sobriedad que nos da Freud.

Pero entonces porque hay dos vías, dos accesos; es sin duda hay algo que merece un nombre en la operación de la que hablamos, aquella que hace pasar del nivel del pensamiento inconsciente a este estatuto lógico-teórico; inversamente, aquel que nos hace pasar a este estatuto del sujeto, entiendan sujeto de una ciencia escoptofílica del masoquista, el estatuto del sujeto analizado en tanto que pare él tiene un sentido la función de la castración.

Esto que llamamos operación verdad, porque como la verdad misma se realiza donde quiere cuando habla, esto que ha sido ligado al descubrimiento, a la irrupción del inconsciente, al retorno de lo reprimido, nos permite concebir porqué podemos volver a encontrar la instancia de la castración en el objeto nudo. Este objeto alrededor del cual gira el estatuto del sujeto gramatical que puede ser designado y traducido a partir de este punto obtenido que hace que el lenguaje sea, por su estatuto mismo, temático, si puedo decir, a la realidad sexual. Esto es el lugar de la operación alrededor de la cual vamos a poder definir su estatuto lógico, la función del objeto  a.