Sentimientos inconscientes

Los sentimientos exigen la cualificación de la conciencia. Son siempre conscientes. Hemos hablado de los destinos de las cargas o investiduras de las huellas mnémicas. “Toda la diferencia estriba en que las representaciones son investiduras – en el fondo, de huellas mnémicas- mientras que los afectos y sentimientos corresponden a procesos de descarga cuyas exteriorizaciones últimas se perciben como sensaciones” (Íbid. Pág. 174).
“Sabemos también que la sofocación del desarrollo del afecto es la meta genuina de la represión y que su trabajo queda inconcluso cuando no la alcanza” (Íbid. Pág. 174). Recordemos cuando mencionábamos a la angustia (afecto) como el motor de la represión.
Se refiere al uso lingüístico como fuente de confusiones respecto de este problema. El afecto inconsciente podría usarse en el sentido de “amago” o “planteo”, o como “mociones de afecto”, como formaciones inconscientes. Pero, insisto, serán afectos cuando devengan conscientes y sean por lo tanto cualificados.
Por último citaremos: “Es posible que el desprendimiento de afecto parta directamente del sistema Icc, en cuyo caso tiene siempre el carácter de la angustia, por la cual son trocados todos los afectos “reprimidos” (Íbid. Pág. 175).

Tópica y dinámica de la represión.

La represión es explicada por una sustracción de investidura, predominando aquí el presupuesto funcional sobre el tópico. Digo funcional porque se trataría de la misma representación pero sin su carga energética o investidura. Nosotros diríamos que esto es relativo, puesto que las huellas persisten aún sin investiduras, aunque no se actualicen como representaciones psíquicas. Las huellas mnémicas son “caminos abiertos de una vez y para siempre”, son imborrables, constituyen en sentido estricto lo que Freud considera memoria, es decir las huellas inconscientes. Estas investiduras corresponden llamarlas libido, puesto que corresponden a la energía pulsional, a los destinos y avatares de las pulsiones sexuales.
Cuando una representación inconsciente (reprimida) tiende a emerger a la conciencia, se produce angustia. La investidura preconsciente se vuelca sobre una representación sustitutiva, que reúne la cualidad de poder entramarse con lo reprimido y al mismo tiempo se sustrae a la represión por el alejamiento de la misma. Esta representación preconsciente juega el papel de una contrainvestidura (sustituto por desplazamiento). Nos hemos referido anteriormente a esto como formación substitutiva, con el ejemplo que mencionamos. Otro ejemplo, en una fobia del niño a los animales, siente angustia cuando se da alguna de estas dos condiciones: la primera, cuando la moción de amor al padre (lo reprimido) experimenta un refuerzo (por conexiones asociativas, una situación, una experiencia, etc.); la segunda cuando es percibido el animal angustiante. La representación sustitutiva tiene un doble comportamiento (cumple dos funciones): como transmisión desde el sistema Icc al interior del sistema Cc, y en el otro, como una fuente autónoma de angustia. En la medida que la neuro-sis progresa se acentúa la acción del segundo proceso. En este caso se constituye una fobia, que se expresa por el miedo a un objeto, situación, animal, etc. Es una defensa frente a la angustia, que no tiene representación, aunque se presenta frente a algo, frente a ciertas situaciones que se enlazan con la representación – moción inconsciente. El camino se recorre entonces de esta manera: de la formación sustitutiva (contrainsves-tidura) frente a la emergencia de angustia a la formación de síntoma (relacionado con el miedo, en las fobias por ejemplo). El miedo tiene objeto y representación. Nos es posible expresar miedo a qué, hay un objeto, cosa, situación o persona, al que llamamos objeto fobígeno).
Hace una diferencia entre Formación de Síntomas – Síntoma y Neurosis. Cuando tiene que diferencia al neurótico, no lo hace del normal sino del artista. En el caso del neurótico se retira de una realidad insatisfactoria al mundo de la imaginación. El artista sabe reencontrar el terreno sólido de la realidad. Sus obras, como los sueños, son la satisfacción imaginaria de sus deseos inconscientes, pero están calculadas para provocar el interés y la simpatía de los otros. La pregunta sobre la contracción de neurosis, tiene relación con la formación de síntomas, pero no se superponen. Podría dar un ejemplo, lo que en una histeria sería un síntoma de conversión (expresión somática) podemos reencontrarlo, por ejemplo, habitualmente en el ruborizarse frente a ciertas situaciones. Ambas son formaciones sintomáticas. Ambas son resultantes de un conflicto. Por ejemplo: si un grupo de amigos se encuentra contando chistes de tipo sexual y se acerca, sin ser vista, una compañera algo pudorosa, se ruborizará. Esto expresará, por una parte, como dicen esas cosas frente a una joven como yo y por otra expresará que entiende muy bien de lo que se está hablando (aspectos sexuales y/o hostiles reprimidos).
Recordemos que Freud siempre buscó los equivalentes de los síntomas neuróticos en síntomas normales. Por este motivo da tanta importancia a la “Psicopatología de la vida cotidiana” (Sobre el olvido, los deslices en el habla, el trastocar las cosas confundido, la superstición y el error). (Volumen 6. Amorrortu. 1901). Podríamos, efectuando un deslizamiento, que la Psicopatología freudiana es una Psicopatología de la vida cotidiana.
Además, continuando con la línea de las formaciones sustitutivas, angustia y síntoma, las relaciones entre ellas varía en las histerias de conversión (la mejor defensa frente a la angustia), la neurosis obsesiva y las fobias. Esta últimas son las formaciones psicopatológicas más inestables y en las que mayor expresión logra la angustia.
La angustia, al no tener representación y que cualquiera de nosotros siente, es vivida como un displacer subje-tivo referido a “algo” terrible que puede ocurrir. No se puede nombrar o precisar ese algo. Sí podemos relacionarla frente a qué se presenta o que tipo heterogéneo de situaciones, pensamientos, etc. se desencadena. La angustia señal (al señalar lo reprimido) es motivo de producción de asociaciones.
Pero el proceso de represión no terminó, con la formación sustitutiva, tiene, como dice Freud: “un cometido ulterior” (Íbid. Pág. 180). : inhibir el desarrollo de angustia que parte de la representación sustitutiva (sustituto por desplazamiento). Esto se lleva a cabo invistiendo todo el entorno de la representación sustitutiva, exhibe una elevada sensibilidad a la excitación. Ahora cualquier aproximación a este entorno será vivido como señal a fin de inhibir el desarrollo de angustia mediante una renovada huida de la investidura. “ . . un pequeño desprendimiento de displacer actúa como “señal” para impedir un desprendimiento mucho mayor” (Íbid. Pág. 180. Llamada a pié de página <8>. De esto ya trató en el Proyecto y lo retomará con mayor precisión en Inhibición, Síntoma y Angustia (1925 – 1926), que articulará en forma más precisa. En realidad no hay una primera y segunda teorías de la angustia como suele mencionarse. Hay nuevas formulaciones y articulaciones. En el último trabajo mencionado, fundamentalmente con la castración y las dos modalidades de angustia: como señal (la angustia señala algo) y como angustia automática (compulsión de repetición, lo traumático).
Podemos comprender que la neurosis no es estática, puesto que del miedo al caballo puede sumarse miedo a salir a la calle o a concurrir a determinados sitios. Esto tiene relación con el hecho de que él yo vive el peligro de desarrollo de angustia no como si fuera interior sino exterior, como si no fuera una moción pulsional, sino desde una percepción. Así se construyen las evitaciones fóbicas. Ya mencionamos los diferentes resultados como defensa frente a la angustia en las diversas psiconeurosis o neurosis de transferencia (fóbicas, histéricas y obsesivas).