Subjetividad acorralada: apuntes para pensar los discursos actuales sobre la sexualidad (Analía Dalmaso)

SUBJETIVIDAD ACORRALADA: APUNTES PARA PENSAR LOS DISCURSOS ACTUALES SOBRE LA SEXUALIDAD

ANALÍA DALMASO

Hace tiempo hemos aprendido a vislumbrar cómo los discursos que se instituyen producen y moldean las subjetividades de época, formatean cuerpos, delimitan deseos, direccionan  pensamientos. Y también hemos aprendido que, más allá de las argumentaciones que los discursos y las prácticas instituyen, la institución de una significación opera en lo implícito, instituyendo el modo de ser de las cosas y de los individuos, trazando la línea de lo permitido y lo no permitido.

Michel Foucault ha demostrado cómo los discursos de una época han estado al servicio de invisibilizar las sexualidades periféricas, concepto que toma Judith Buttler para desarrollar su teoría queer. Muchas producciones actuales sobre género parten de dicho lugar intentando deconstruir conceptos de la modernidad, denunciando que han surgido en una sociedad instituida por la sexualidad heterosexual, binaria, monógama, patriarcal y dando lugar a la aparición de lo nuevo como aquello que nos interpela a repensar las categorías que nos habitan, poniendo en escena el paso de la diferencia sexual a las diversidades de género, lo cual nos impone la construcción de nuevas categorías. Pareciera que este movimiento anuncia una verdadera reconfiguración e institución de nuevos discursos, lo cual implica detenernos a pensar cuál es la nueva delimitación sobre los cuerpos y los deseos que se estará imponiendo.

Es una tarea nada fácil intentar ubicar las nuevas invisibilizaciones que instituyen los discursos actuales sin caer en extremos reduccionistas. Cuando realizamos esta elucidación sobre los discursos de la modernidad la tarea se torna un poco más sencilla, ya que pensamos lo anterior desde un lugar nuevo que se va instituyendo, en cambio, pensar las ataduras actuales desde la misma actualidad no solo es complejo sino también muy arriesgado, pero considero que absolutamente necesario. Algunos profesionales plantean como sospechoso de perversidad utilizar los conceptos del psicoanálisis para pensar lo actual, adjudicando que es una teoría con orientación falocéntrica hetenormativa construida en contextos distantes a los actuales. Sostener esto es desconocer al psicoanálisis. Es cierto que se torna necesario detenerse a pensar los nuevos existenciarios sexuales, pero nunca ha sido el psicoanálisis una teoría normativa, por el contrario, es una teoría que se basa en una escucha que no queda encapsulada en el sentido del discurso, sino que va más allá, permitiendo que el deseo advenga. Tal vez algunos psicoanalistas se encuentren encapsulados en sus dogmas, definiendo como perverso todo lo que dista de ellos y transformando en patológico todo lo nuevo, pero es un grave error confundir a ciertos psicoanalistas con el psicoanálisis. De ninguna manera todo lo nuevo es patológico, pero ello no quiere decir que no es preciso ubicar lo patológico en lo nuevo.

La modernidad ha utilizado la diferencia para generar desigualdad y de este modo todas las formas de vivir la sexualidad diferentes a la heteronormativa y binaria, debían vivirse injustamente en clandestinidad. Visibilizar las sexualidades periféricas, ubicarlas en un marco de igualdad, reconocer las diversidades de género es una tarea que algunos han comenzado y que sin duda debemos continuar, pero ello no implica dejar de ubicar la nueva normatividad que podría instituirse. La tarea que aquí emprendo es un intento de abrir ciertas interrogaciones, ciertas consideraciones sobre los discursos que actualmente se imponen en materia de sexualidad y género, ya que considero que si bien realizan una denuncia muy acertada de las ataduras propias de sociedad patriarcal y heteronormativa, corren el grave de riesgo de instituir nuevas ataduras en las subjetividades actuales, impidiendo que la pregunta por el deseo advenga. Discursos posmodernos, que al decir de Lipovetsky, vuelven a los individuos cada vez más atentos a ellos mismos, lábiles y sin convicción.

Asistimos a nuevos modos de vivir la sexualidad, podemos observar a los jóvenes vivirla en apariencia con mayor “libertad”, permitiéndose experiencias diversas, sin definirse en su sexualidad aunque esta se despliegue con personas del mismo o de diferente sexo. Ana María Fernández describe en su libro que los jóvenes actuales rechazan el acto de realizar nomenclaturas, rechazan la idea de construir identidad sexual y parecen no estar atravesados por las culpas y desgarros de las generaciones anteriores. Es cierto que parecen vivir con menos ataduras y menos culpas pero esto no significa que así sea, tal vez sería más apropiado pensar que se han modificado las ataduras. Cuando uno se detiene a escuchar a los jóvenes no dejan de surgir las presiones que sienten sobre la sexualidad, tener sexo se ha convertido en algo que deben realizar, tener diversas experiencias, con diferentes sexos es algo que debe ser vivido. En unos talleres que mantenía en una escuela, una alumna expresó: “El problema es que ahora uno tiene que saber hacer de todo y te tiene que gustar hacer todo, sino te escrachan en las redes sociales”. El discurso actual que sostiene una liberación de la normatividad de la modernidad, esconde en letra chica y casi ilegible, una nueva demanda que impide la pregunta por el propio deseo, que dificulta los procesos y los tiempos necesarios que implica asumir la propia sexualidad. Me pregunto si no se trata de subjetividades acorraladas, tomadas por la ilusión de la completud sexual y de una supuesta plenitud escondida, sin faltas, sin castración pero también sin deseo. El discurso de época pareciera expresar que “se puede ser todo lo que uno quiera ser” suponiendo que en esa elección se encuentra la felicidad. De esta manera, los nuevos modos de subjetivación corren el riesgo de quedar acorralados en búsqueda de la plenitud, que como no se encuentra en ningún lugar, hay que intentar colmar con más e inagotables experiencias de cualquier tipo. Construir identidad sexual implica tiempo, implica procesos, implica dejar otras opciones por fuera, implica aceptar la falta, asumir que todo no se puede, que cuando se elije algo, algo se pierde y que de lo que se trata es de vivir con esa falta. Surge entonces la pregunta acerca de si rechazar las nomenclaturas, lejos de constituir una supuesta liberación de culpas y desgarros de generaciones anteriores, no se tratará de un no querer saber nada de la castración y de un no saber qué hacer con la falta.

Y a su vez, estos modos de subjetivación que rechazan nomenclaturas coexisten con el apresuramiento y allí hablamos de niños trans, donde nuevamente aparece la dificultad para sostener los procesos y el tiempo necesario que implica asumir la propia sexualidad, tiempo que no pareciera ser el de la niñez. El género no es innato, no nacemos con un sentimiento que acuerda o no con nuestro sexo biológico, sino que se nace en el campo del Otro materno que da nombre a las demandas de ese bebé de acuerdo a su propio deseo. Se trata en este punto de pensar en tensión con lo que sostiene el discurso de género, el cual parte de un lugar acertado al decir que en la sexualidad no todo es anatómico. Claro que no, construimos nuestra sexualidad más allá de lo anatómico pero esto no implica desterrar lo biológico ni la diferencia sexual, como tampoco implicar desterrar que la niñez transcurre en el campo del Otro y que cuando un niño o una niña expresan algo con respecto a su género es preciso detenerse a escuchar, ubicando que toda la problemática de la subjetivación, no solo con respecto a la sexualidad, está enraizada en el deseo del Otro. Desde el mismo lugar, los discursos actuales que cuestionan la transmisión adulta o la ley paterna parecen entrar en graves equívocos en sus ansias por romper con la sociedad patriarcal. Cuando el psicoanálisis habla de ley paterna, no hace referencia al padre, al hombre, sino que hace referencia a un lugar, a una función necesaria para la constitución del sujeto. La niñez es una etapa que transcurre en el campo del Otro y dejar de escuchar el deseo del Otro, o el goce, al quedarse escuchando el sentido, es no poder darle lugar al sujeto. Y realizar esa reducción, tal como expresa Janín, cuando están en juego los niños, puede ser peligrosa porque nos vuelve ciegos frente a la complejidad de la vida psíquica. Quienes trabajamos en clínica con  niños o en instituciones escolares, nos sobran los ejemplos para dar cuenta de cuerpos desbordados pulsionalmente cuando no hay un Otro que transmite la ley, cuando no hay Otro que aloja, y nos encontramos cada vez más con niños que también tienen impedidos  los procesos ya que rápidamente se los patologiza, obturando nuevamente toda posibilidad de surgimiento del sujeto, obturando toda posibilidad de pensar a ese niño en un entramado familiar que le otorgó inconscientemente un lugar. Utilizar a los niños como protagonistas de un movimiento o de una ideología no es otra cosa que tomarlos como meros objetos aunque discursivamente se sostenga lo contrario.

Sin duda son valiosos los discursos actuales que denuncian la normatividad de la modernidad, sin duda que las diversidades de género deben poder desplegarse en igualdad, pero ello no implica arrasar con la diferencia sexual ni invisibilizar al sujeto al cual es preciso escuchar más allá del sentido, permitiendo los procesos, los tiempos, el surgimiento del deseo que de ninguna manera se reduce al “yo quiero”. Esta es la ética del psicoanálisis que no se adapta a ninguna normatividad.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

–       Fernández, AM.; Siquiera Peres W. (2013): La diferencia desquiciada. Géneros y diversidades sexuales. Buenos Aires, Editorial Biblos, 2013

–       Focault, M. (1976): Historia de la sexualidad. Buenos Aires, Siglo XXI editores, 2008

–       Lipovetsky, G (1983): La era del vacío. Barcelona, Editorial Anagrama, 2003

–       Janín, B (2011): El sufrimiento psíquico en los niños. Psicopatología infantil y constitución subjetiva. Buenos Aires, Noveduc, 2016

FUENTE.

Revista Electrónica de la

Facultad de Psicología de la UBA

Año 8 – Número 29

Diciembre de 2018

(http://intersecciones.psi.uba.ar/index.php?option=com_content&view=article&id=725:subjetividad-acorralada-apuntes-para-pensar-los-discursos-actuales-sobre-la-sexualidad&catid=9:perspectivas&Itemid=1)