Trauma: Abordaje Freudiano y Postfreudiano del Trauma y la Neurosis de Guerra

EL TRAUMA Y SUS SECUELAS

Disertación psicoanalítica sobre el trauma en el campo de batalla y el estado psíquico
que a partir de él se desencadena.

Autores: Andrea Paola Martínez Mora. Laura Natalia Pérez Pérez. Gloria Elena Gómez Botero (Directora de tesis.)
Facultad de Psicología, Pontificia Universidad Javeriana
Enero de 2005

Capítulo 2. Abordaje Freudiano y Postfreudiano del Trauma y la Neurosis de Guerra

La Histeria: Introducción a las Neurosis Traumáticas. El concepto de neurosis
traumática es anterior al psicoanálisis. En 1889 el alemán Hermann Oppenheim (1858-1919) lo introdujo para describir ¨una afección orgánica consecutiva a un traumatismo
real que provocó una alteración física de los centros nerviosos, acompañada de síntomas
psíquicos: depresión, hipocondría, angustia, delirio, etcétera¨ (Roudinesco y Plon, s.f.).
Oppenheim denominó éstos cuadros neurosis traumática de los accidentes de ferrocarril
(Gómez, 2004).
Las anteriores explicaciones hacían del traumatismo un concepto perteneciente al
campo de la somática. En el I Congreso alemán de medicina interna (1908), Honigman
sostuvo que las neurosis de guerra, desencadenadas en los soldados después de vivir
escenas de combate, eran una variación del grupo de las neurosis traumáticas descritas
por Oppenheim e insertas en el discurso médico-psiquiátrico (Gómez, 2004).
La Primera Guerra Mundial multiplicó los casos de psicopatologías asociadas a
acontecimientos violentos. Se enardecieron en Viena los debates acerca de la naturaleza
de la neurosis de guerra y los modos de tratar la enfermedad. El Estado no dejaba de
considerar simuladores y desertores a los enfermos de guerra, por lo tanto, se propuso
hacerlos vacilar aplicándoles fuertes tratamientos. En este contexto se produjo una
discusión sobre la utilización del método eléctrico, acerca del cual Freud se pronunció
severamente, criticando no solo su eficacia, sino la ética de quienes lo utilizaban
(Roudinesco y Plon, s.f.).
Freud dedicó parte de su atención al estudio de las patologías mentales desatadas por
la guerra; finalmente llegó a concluir que lo que otros investigadores llamaban neurosis
traumática (y neurosis de guerra) debía su explicación al campo del inconsciente y no a
una alteración somática como propuso Oppenheim. Argumentó que la razón de ser de
esta condición es la vivencia de un acontecimiento consciente emocionalmente intenso que opera como trauma y por tanto se relaciona con la vida anímica inconsciente, desplegando desde allí sus efectos patógenos.
De estas afirmaciones se desprende una definición de neurosis traumática como la
siguiente: ¨tipo de neurosis en la que los síntomas aparecen consecutivamente a un
choque emotivo, generalmente ligado a una situación en la que el sujeto ha sentido
amenazada su vida¨ (Laplanche & Pontalis, 1981, p. 252 – 253); en el caso de la
neurosis de guerra, el choque emotivo acontece en el campo de batalla.
Pero a estas conclusiones no llegó Freud de manera ligera. El termino trauma se
remonta al nacimiento de la teoría freudiana. Antes de tener el trauma un lugar
privilegiado en las neurosis traumáticas era el concepto base de las psiconeurosis. En un
principio, Freud estableció un fuerte nexo entre las neurosis traumáticas y la histeria,
proponiendo que un acontecimiento traumático ocurrido en el seno del psiquismo, sería
la etiología de ambas enfermedades. Traspuso el trauma del campo orgánico al psíquico
y logró demostrar que la histeria y la neurosis traumática respondían a alteraciones de
naturaleza psíquica y no orgánica, funcionalista o simulaciones.
En el periodo de 1885 a 1886 Freud trabajó en la clínica Salpetriere de París, junto a
su maestro Jean-Martin Charcot (1825 – 1893). Este periodo enmarca su viraje de la
neuropatología a la psicopatología, en parte, gracias al enfoque de su maestro, quien
después de consagrarse al estudio de las neurosis orgánicas se interesó en la histeria
devolviéndole el carácter autentico y objetivo que había perdido al ser descrita como un
engaño y simulación (Freud, 1893/1978-1985). En su ¨Autobiografía¨ (1924/1995)
Freud dice,
De todo lo que vi al lado de Charcot, lo que más me impresionó fueron sus últimas
investigaciones sobre la histeria, una parte de las cuales se desarrolló aún en mi presencia, o sea la demostración de la autenticidad y normalidad de los fenómenos
histéricos y de la frecuente aparición de la histeria en sujetos masculinos, la creación
de parálisis y contracturas histéricas por medio de la sugestión hipnótica y la
conclusión de que estos productos artificiales muestran exactamente los mismos
caracteres que los accidentales y espontáneos, provocados con frecuencia por un
trauma. (CD-ROM)
La relación antitética que escindía cuerpo y mente, cuya grieta se había hecho más
profunda con las concepciones cartesianas en la Edad Moderna, habría de cambiar luego
de demostrarse la incidencia objetiva del psiquismo sobre el cuerpo. En la nota
necrológica a «Charcot» (1893/1978-1985), Freud transmite parte del pensamiento de su
maestro acerca de la histeria. Charcot daba importancia única a la herencia para explicar
la etiología de esta enfermedad, describiéndola como una forma de degeneración y
atribuyendo a otros factores causales como el trauma y el estado hipnoide el papel de
agentes provocadores (Freud, 18931978-1985). En vista de no haber encontrado la razón
de la enfermedad con su método anatomo-clínico, Charcot propuso una falla funcional
en el sistema nervioso. A pesar de sus avances, el pensamiento neuropatológico siguió
marcando la visión de la histeria, pues Charcot pretendió devolverle la objetividad al
síntoma histérico declarándolo orgánico, es decir, de índole neurológico, en
contraposición a lo subjetivo de la simulación (Aristizabal, 1998). No estando muy de
acuerdo con estas hipótesis Freud continuó sus propias investigaciones hasta situar la
histeria en el campo del psiquismo. Pues, ¨Freud no mantiene esta homologación entre
objetivo, orgánico y neurológico y propone la histeria como una enfermedad con
síntomas psíquicos pero objetivos en el sentido en que no son del orden de la
simulación¨ (Aristizábal, 1998, p. 21 – 22).
En ¨Algunas Consideraciones con Miras a un Estudio Comparativo de las Parálisis
Motrices Orgánicas e Histéricas¨ (1893 [1888-93]/ 1978-1985), Freud explica los rasgos
de estos cuadros para justificar por qué son distintos y adicionalmente, por qué las
parálisis histéricas aglutinan características insustentables por alteraciones nerviosas.
Aunque las parálisis histéricas intenten simular las corticales, responden a cuestiones
propias de la teoría de las neurosis y no a afecciones de origen nervioso. Lo que explica
la aparición de la parálisis histérica es la naturaleza de la lesión y no la extensión y
localización en el cerebro como en las parálisis orgánicas. Freud afirma (1893 [1888-
93]/ 1978-1985) que
(…) la lesión de las parálisis histéricas debe ser por completo independiente de la
anatomía del sistema nervioso, puesto que la histeria se comporta en sus parálisis y
otras manifestaciones como si la anatomía no existiera, o como si no tuviera noticia
alguna de ella. (p. 206)
La lesión sería la alteración de la representación de la parte o función del cuerpo que
luego se paraliza. Tal alteración se produce porque la representación no puede entrar en
asociación con las otras ideas del cuerpo del individuo, que hacen parte de su Yo. La
abolición de la accesibilidad asociativa de esta representación con las otras es producto
de un valor afectivo que la inviste en un suceso traumático y que repugna al sujeto
obligándolo a rechazarla de su Yo. Queda ésta, asociada en el inconsciente y provista del
valor afectivo por el cual se la rechaza a nivel consciente. La etiología pues, es un
trauma acontecido en la vida afectiva del sujeto (Freud, 1893 [1888-93]/ 1978-1985).
Así como Aristizabal (1998) puntualiza, se reafirmaría el acontecer de lo psíquico sobre
lo orgánico, pues Mientras las parálisis orgánicas siguen en su manifestación sintomática las vías de
distribución neurológica, las parálisis histéricas siguen otro principio y comprometen
órganos que no corresponden a las vías de inervación, sino que siguen, por así decir,
unas vías simbólicas, o sea que corresponden a las ideas o representaciones que tiene
un paciente sobre tales órganos. (p. 21)
En conclusión, y ubicando el trauma al nivel etiológico, Freud afirma (1893 [1888-
93]/ 1978-1985):
En resumen, pienso que concuerda bien con nuestra visión general sobre la histeria,
tal como hemos podido formarla siguiendo las enseñanzas de Charcot, que la lesión
en las parálisis histéricas no consista en otra cosa que en la inaccesibilidad de la
concepción del órgano o de la función para las asociaciones del yo consciente, que
esta alteración puramente funcional (con integridad de la concepción misma) esté
causada por la fijación de dicha concepción en una asociación subconsciente con el
recuerdo del trauma, y que esta concepción no devenga libre y accesible hasta que el
valor afectivo del trauma psíquico no haya sido eliminado por la reacción motriz
adecuada o por el trabajo psíquico consciente. (p. 210)
En ¨Bosquejos de la Comunicación Preliminar¨ (1940-41 [1892]/ 1978-1985) Freud
y Breuer explican la etiología traumática de la histeria. Dicen que cada impresión
psíquica está provista de cierto valor afectivo del que el Yo se puede librar por medio de
una reacción motriz o un trabajo asociativo; el trauma se genera cuando el individuo no
puede o no quiere tramitar el afecto de esta representación (no puede hacer abreacción)
produciéndose una histeria de retención o de defensa respectivamente. El afecto no
liberado adquiere su efecto patógeno, mientras que la representación asociada queda sustraída a la consciencia, formando grupos psíquicos separados o complejos (Freud,
1940-41 [1892]/ 1978-1985).
Se introdujo el concepto del grupo psíquico segundo y la escisión de la consciencia,
con ayuda de los hallazgos logrados usando la hipnosis como método terapéutico y de
investigación. En el mismo artículo dedicado a Charcot, Freud propuso lo siguiente: el
enfermo se encuentra en un estado anímico en el que sus impresiones y recuerdos se
escinden, haciendo posible que cierto recuerdo exteriorice su afecto mediante fenómenos
corporales, sin que el grupo de los otros procesos anímicos, el Yo, sepa la razón para que
eso suceda, ni pueda intervenir para impedirlo (Freud, 1940-41 [1892]/ 1978-1985).
¿Con qué se relaciona esa condición anímica en la que se hace posible la escisión?. Se
describe un estado hipnoide (llamado así por Breuer), análogo al provocado por la
hipnosis y en el que la persona es incapaz de ligar los contenidos de pensamiento al resto
de la vida anímica consciente dando lugar a la formación de grupos psíquicos separados.
La escisión sería un rasgo primario de la histeria, utilizado por quienes tuvieran una
predisposición hereditaria a la histeria y a la degeneración subsiguiente, como propuso
Janet (Aristizábal, 1998).
En ¨Las Neuropsicosis de Defensa¨ (1894/1978-1985), Freud comienza a esbozar sus
propias concepciones acerca de la teoría de las neurosis, proponiendo con mayor
claridad el proceso de defensa, el papel de la sexualidad en el trauma y en relación con
la naturaleza de lo inconsciente. La hipótesis sobre el estado hipnoide como precursor de
la histeria pierde su valor y la defensa frente al acontecimiento traumático es postulada
como etiología en toda neurosis. Freud expone que los pacientes habían gozado de salud
hasta que se les impone una inconciabilidad en la vida psíquica de representaciones,
producto de una vivencia traumática que despierta un afecto tan doloroso que la persona se defiende intentando ahuyentar la idea o afecto asociados a tal vivencia, creyendo no
poder resolver el conflicto con su Yo. El evento traumático, está relacionado en toda
neurosis de defensa con el vivenciar y sentir sexuales; así que hacia lo sexual el Yo
ejerce su fuerza defensiva.
La defensa se empeña en hacer caso omiso del acontecimiento, lográndolo por medio
de diferentes mecanismos que arrancan a la representación su intensidad afectiva,
convirtiéndola en una débil aunque nunca logrando su destrucción; la escisión y
formación del grupo psíquico segundo son secundarias puesto que ocurren después de la
defensa. Freud describió un momento traumático como corolario o núcleo de un grupo
psíquico segundo que nace gracias al proceso defensivo de la represión. Los nuevos
acontecimientos que reactivan el trauma original acontecido en la infancia, se convierten
en momentos traumáticos auxiliares que engrosan el núcleo, al operar sobre ellos el
mismo mecanismo de defensa y escisión (Freud, 1894/1978-1985).
La enfermedad no la constituye este primer momento defensivo sino uno segundo de
fracaso, es decir, que se manifiesta cuando el intento de represión de la idea o afecto
falla, volviendo éstos a buscar su modo de expresión. Freud (1909 [1910]/1972) dice que
la represión de la idea que entraña el deseo intolerable fracasa en el neurótico puesto
que,
El deseo reprimido perdura en lo inconsciente, espiando una ocasión de ser activado,
y cuando esta se presenta, sabe enviar a la conciencia una disfrazada e irreconocible
formación sustitutiva ( … ) de lo reprimido, a la que pronto se enlazan las mismas
sensaciones displacientes que se creían ahorradas por la represión. (Freud, 1909
[1910]/1972, p. 1545)
Igualmente, aunque la idea pueda ser rechazada al inconsciente, la energía (afecto)
que la acompaña queda libre en la consciencia buscando una nueva manera de
descargarse, encontrándola vía la formación del síntoma neurótico cuyas formas son
variadas. La lógica de la defensa está a la base de la histeria, las representaciones
obsesivas, las fobias y las psicosis alucinatorias, siendo lo que distingue los cuadros el
mecanismo utilizado para descargar la energía móvil. Los mecanismos son, el rechazo
de la representación al grupo psíquico segundo y la conversión somática del afecto en la
histeria, el aislamiento entre la representación y el afecto, con el subsiguiente enlace
falso de éste a otra idea tolerable en la neurosis obsesiva y fobia, y la ruptura con la
realidad en la psicosis (Freud, 1894/1978-1985). La forma más fuerte de defensa es el
refugio en la psicosis consistente en la desestimación por parte del yo de la
representación inconciliable y su afecto, es decir, el borramiento o el hacer como si
nunca hubiesen sucedido. La consecuencia directa de este manejo, es que la defensa se
lleve un fragmento de la realidad objetiva (Garzón, 1996).
Hasta este punto lo que diferencia la psicosis de otras manifestaciones
psiconeuróticas es un elemento económico. Puesto que en su primera nosología, Freud
postula la psicosis como la forma más extrema e intensa de defensa patológica, sin
reconocerle un estatuto distinto a las psiconeurosis. A la base de éstos cuadros ubica el
mecanismo inconsciente de la defensa o, más exactamente, de la represión. Cuando
Freud reconoce el mecanismo propio de las psicosis, logra el distanciamiento estructural
entre éstas y las neurosis; dicho mecanismo es el rechazo o desestimación (verwerfung)
según Freud, y la forclusión (bejajung) según Lacan. Este tema merece una acotación.
Garzón (1996) subraya que lo que agrupa las neuropsicosis de defensa en este punto,
es una característica llamada mecanismo psíquico, cuya aparición marca un antecedente
claro en la idea posterior de estructura subjetiva.
Se trata de un elemento diferenciado, condición o no de tal o cual entidad, con el
acento colocado en la respuesta facilitada por la herencia o factores adquiridos ( … )
que un sujeto tiene frente a un empeño voluntario de olvido ante una representación
de carácter sexual, inconciliable para el yo: es conceptualizado como defensa.
(Garzón, 1996, p. 45)
La defensa se instaura como fundante del sujeto, es decir, que el sujeto es de la
defensa, constituido a partir de esta y por tanto condicionado por sus efectos (Garzón,
1996). Queda en el tintero lo que será de vital importancia para comprender la noción de
estructura: se entiende a partir de ésta, que el sujeto de la clínica se aleja mucho de la
idea de completud y por el contrario está formado en la incompletud que supone la
defensa y la formación del inconsciente (Garzón, 1996). Estas nociones fueron
trabajadas por Freud en un momento posterior de su obra.
Sobre los adelantos logrados al incluir la categoría ¨defensa¨, Freud siguió
construyendo su concepción del trauma psíquico. En ¨Nuevas Puntualizaciones a las
Neuropsicosis de Defensa¨ (1893/1978-1985) Freud subraya que el evento traumático,
además de hacer referencia a la vida sexual, se hace tal porque despierta un primer
momento en la temprana infancia en el que se vivió una experiencia de irritación real de
los genitales análoga al coito. Lo que alcanza el efecto patógeno en la pubertad es el
recuerdo, la huella mnémica y no el suceso inmediato como en las neurosis actuales,
despertado por una vivencia análoga a la primera, provocando el desarrollo de afecto y
el subsiguiente intento de represión que impulsa la enfermedad. El carácter traumático le es conferido a la primera escena sólo con posterioridad; así que aquello que se vivió de
manera placentera se convierte en displacentero gracias a la represión. A partir de ésta y
otras ideas, Freud (1909 [1910]/1972) pudo concluir que ¨Los enfermos histéricos sufren
de reminiscencias. Sus síntomas son residuos y símbolos conmemorativos de
determinados sucesos (traumáticos)¨ (p. 1538), que quedan fijados en su psiqué.
Laplanche y Pontalis (1981) precisan, La acción del trauma se descompone en varios elementos y supone siempre la existencia de, por lo menos, dos acontecimientos: en una primera escena, llamada seducción, el niño sufre una tentativa sexual; una segunda escena, a menudo de
apariencia anodina, y ocurrida después de la pubertad, evoca, por algún rasgo
asociativo, la primera. Es el recuerdo de la primera el que desencadena un aflujo de
excitaciones sexuales que desbordan las defensas del yo. (p. 449)
Acerca de la neurosis traumática, nos recuerda Freud en el artículo a Charcot, la
relación que su maestro encontró entre ésta y la histeria (Freud, 1893/1978-1985). Dice
que el trauma psíquico se encuentra a la base de la histeria y la neurosis traumática;
entonces sería lícito suponer que el trauma obedece en ambos casos a los principios
descritos hasta ahora, es decir, la sobrecarga económica, la defensa, el rechazo a lo
inconsciente y el fracaso de la defensa.
La hipótesis acerca de la etiología traumática en la histeria fue perdiendo su valor en
la medida en que la teoría de las neurosis se fue desarrollando. Freud fue relegando a un
segundo plano el evento externo en la etiología de la histeria. En ¨Nuevas
Puntualizaciones a las Neuropsicosis de Defensa¨ (1893/1978-1985), expone la
importancia de la movilización de una energía endógena cuando acontece el segundo
momento traumático en la pubertad; después, descubre que el evento patógeno no es en realidad la seducción hecha por mayores al infante en su etapa pre-puberal, sino el
despertar de sus fantasías sexuales infantiles inconscientes (consistentes en la seducción
por parte de los padres) asociadas a la practica de la masturbación.
La teoría del trauma en las neurosis de defensa perdió su valor cuando Freud (1950
[1892-99]/ 1978-1985) detectó que sus ¨neuróticas lo engañaban¨. Freud reemplazó la
teoría del trauma por la teoría de la defensa, el infantilismo de la sexualidad,
específicamente, la fantasía incestuosa, la masturbación subsiguiente y la fijación, en las
neurosis de defensa. ¨( … ) El alcance etiológico del trauma fue disminuyendo a favor
de la vida fantasmática y de las fijaciones a las diversas fases libidinales¨ (Laplanche y
Pontalis, 1981, p. 450). El trauma sería sólo un acontecimiento revelador de la
psiconeurosis, y prescindible en muchos casos. Se anuda a esto la concepción de las
series complementarias en la etiología de las neurosis; más adelante se volverá sobre el
término.
Quedaría el concepto de trauma (con las características que se describieron)
reservado específicamente para las neurosis traumáticas, aunque con algunas
variaciones puesto que el papel de la sexualidad en el mismo se tornó confuso. La
incidencia de la vida sexual en el trauma que provoca las neurosis traumáticas de
tiempos de paz y las de guerra, sería un tema de discusión en muchos artículos de Freud.
Hasta el punto que aquí se toca, Freud se abstuvo de usar sus hipótesis sobre la vida
pulsional para explicar este tipo de neurosis; más adelante se verá cómo retoma el
debate y propone otras hipótesis.
Aunque centraba su labor de investigación en las psiconeurosis, Freud no dejó de
lado el estudio de las neurosis traumáticas, y por ende, el estudio del trauma, que más
adelante ¨en los años de la postguerra¨ daría sus frutos al proporcionarle parte del sustento empírico sobre el que transformaría su teoría de la vida anímica. Al respecto
Laplanche y Pontalis (1981) afirman que,
( …) mientras la teoría traumática de la neurosis adquiere una importancia más
relativa, la existencia de las neurosis de accidente y, sobre todo, de las neurosis de
guerra, vuelve a situar en el primer plano de las preocupaciones de Freud el problema
del trauma, bajo la forma clínica de las neurosis traumáticas. (Laplanche y Pontalis,
1981, p. 450)
Entre las neurosis traumáticas y las espontáneas (de defensa) habría sin embargo algo
común: mientras el enfermo traumático queda fijado al accidente sufrido considerándolo
siempre presente, reproduciéndolo en sus sueños y representándolo mediante sus accesos
histeriformes, los enfermos de neurosis espontánea quedan fijados a los sucesos de
carácter afectivo muy pronunciado acontecidos en la temprana infancia y que nunca han
logrado un tramite. Sin embargo, la fijación excede los límites de la neurosis, pues,
¨toda neurosis comporta una fijación de éste género, pero no toda fijación conduce
necesariamente a la neurosis, se confunde con ella o se introduce en su curso¨ (Freud,
1916,7 [1917]/ 1995), CD-ROM).
El Trauma en las Neurosis Traumáticas. El traumatismo tiene sus consecuencias
sobre el psiquismo; una vez acontecido, es rechazado de la consciencia y en adelante
pervive en el inconsciente, desde donde intenta expresarse constantemente, para lograr
una descarga. Además, es el nódulo de la entidad patológica que se desenlaza después
del intento fracasado de represión. Hasta aquí todo es claro, sin embargo, según Freud el
trauma en las neurosis traumáticas no hace referencia a las experiencias o fantasías
sexuales infantiles reprimidas que se despiertan con la llegada de un segundo momento
en la madurez sexual y cuyos efectos se dejan notar en las neurosis de defensa. Es un trauma que involucra componentes distintos: ¿cuáles son? ¿cómo se entiende este tipo
de trauma y la subsiguiente aparición de la condición denominada neurosis de guerra?,
pues se sabe que en los cuadros de neurosis, la fantasía sexual infantil relacionada con la
masturbación tiene un puesto primordial, por tanto, éstas serían un tipo de neurosis
distintas a las de defensa.
Freud apela al punto de vista económico (catéxico) del aparato anímico para explicar
el funcionamiento del trauma (Freud, 1916,7 [1917]/ 1995). Desde sus primeras obras
fue discerniendo el concepto de lo económico incluyéndolo en lo que llamó
metapsicología en la época de la formulación de la primera tópica. En el artículo ¨Las
Neuropsicosis de Defensa¨ (1894/1978-1985) hace una aproximación a la noción al
decir que, ( … ) en las funciones psíquicas cabe distinguir algo (monto de afecto, suma de
excitación) que tiene todas las probabilidades de una cantidad – aunque no poseamos
medio alguno para medirla -; algo que es susceptible de aumento, disminución,
desplazamiento y descarga, y se difunde por las huellas mnémicas de las
representaciones como lo haría una carga eléctrica por la superficie de los cuerpos.
(p. 61)
En 1926, da una explicación sucinta y precisa del concepto en su artículo
¨Psicoanálisis: Escuela Freudiana¨ para la onceava edición de la Enciclopedia Británica
(Freud, 1926/1995). Freud denominó metapsicología a la parte más teórica de su obra,
englobando con el término los modelos conceptuales que creó para explicar el aparato
anímico. Explicó los puntos de vista cruciales a la hora de estudiar la vida psíquica y
cualquier fenómeno que se de a su interior: el dinámico, el económico y el topográfico.
En sus palabras, (…) desde el punto de vista económico, el psicoanálisis admite que las
representaciones psíquicas de los instintos están cargadas con determinadas
cantidades de energía (catéxis) y que el aparato psíquico tiene la tendencia de evitar
todo estancamiento de estas energías, manteniendo lo más baja que sea posible la
suma total de las excitaciones a las cuales está sometido. El curso de los procesos
psíquicos es regulado automáticamente por el principio del placer-displacer, de
manera tal que en una u otra forma el displacer aparece siempre vinculado con un
aumento y el placer con una disminución de la excitación.
El punto de vista económico esta directamente relacionado con uno de los principios
del suceder psíquico, el principio de placer. En el curso del desarrollo libidinal y del yo,
juegan un papel fundamental el principio de placer y el principio de realidad. Freud
señala que el decurso de los procesos anímicos es regulado por el principio de placer de
suerte que una tensión displacentera pone en marcha el aparato anímico procurando una
reducción de la tensión y la subsiguiente producción de placer. El placer y el displacer
son entendidos como la cantidad de excitación libre presente en la vida anímica, siendo
el incremento sentido como displacer y la reducción sentida como placer. Éste se deriva
del principio de constancia, por cuanto la tarea del aparato anímico es tratar de mantener
baja o constante la cantidad de excitación (Freud, 1920/[1978-1985]).
Entonces, económicamente los procesos psíquicos consistirían ¨en la circulación y
distribución de una energía cuantificable (energía pulsional), es decir, susceptible de
aumento, de disminución y de equivalencias¨ (Laplanche y Pontalis, 1981, p.102).
Desde el punto de vista económico, lo traumático hace referencia a un incremento
rápido y enorme de energía en la vida psíquica, con la subsiguiente imposibilidad de
supresión o asimilación de la misma por medios normales, provocando perturbaciones duraderas en el aprovechamiento de la energía (Freud, 1916,7 [1917]/ 1995). Según
Laplanche y Pontalis (1981) se han transpuesto a lo psíquico tres significaciones
inherentes al concepto: la de un choque violento, una efracción (perforación) y la de
consecuencias sobre el conjunto de la organización (p. 447). Freud desarrolla estas ideas
en su artículo ¨Más Allá del Principio del Placer¨ de 1920; lo que allí expone es vértice
del presente texto y será retomado posteriormente para introducir el pensamiento de Lacan acerca del trauma.