Trauma (Trauma de guerra – Neurosis de guerra): Estructura y Fenómeno. Freud y Lacan. La identificación

EL TRAUMA Y SUS SECUELAS

Disertación psicoanalítica sobre el trauma en el campo de batalla y el estado psíquico
que a partir de él se desencadena.

Autores: Andrea Paola Martínez Mora. Laura Natalia Pérez Pérez. Gloria Elena Gómez Botero (Directora de tesis.)
Facultad de Psicología, Pontificia Universidad Javeriana
Enero de 2005

Capítulo 5. Estructura y Fenómeno: Freud y Lacan.

La identificación
El analizar el trauma en la guerra requiere pensar las maneras en que los grupos
armados allí involucrados se construyen, qué individuos los componen y cómo se dan
las relaciones entre ellos. La parte de la teoría dispuesta para este fin es la que habla de
los fenómenos identificatorios.
El estar en la guerra, empuñar un arma con la disposición de quitar la vida a otros y
exponer la propia integridad física, es algo que en contextos civiles frecuentemente
obtiene respuestas de repudio y asco. El pensar en matar a otros es para la gran mayoría
de los sujetos una aberración, una situación extrema de violación a las leyes éticas y
trasgresión de la propia persona. No obstante, hay un sector de la población que
voluntariamente se presta para combatir insertándose al ejército, al paramilitarismo o a
la guerrilla (hablando estrictamente de caso colombiano). La unión voluntaria a
cualquiera de estos grupos y la forma en que cada sujeto se va posicionando al interior
de ellos y de la guerra, habla de entrada sobre condiciones psíquicas particulares de esos
sujetos, sobre una manera especial de gozar, de asumir la ley, de identificarse, de enfrentarse al otro(estructura).
Partiendo desde esta inicial similitud entre los miembros de la organización armada que se han unido a ella voluntariamente (3), Freud muestra cómo la pertenencia al ejército (4)
reúne a hombres caracterizados por unos procesos identificatorios peculiares. Según lo
menciona en Psicología de las Masas y Análisis del Yo, la cohesión entre los soldados
parte de una falsa creencia de que el superior es un padre que ama y protege de igual
manera a todos sus subalternos. A partir de este lazo libidinal básico que inviste al
superior como un padre, los soldados que están al mismo nivel se conciben entre sí
como hermanos incondicionales, unidos por el amor fraterno que asegura la vida de cada
uno según una relación en la que todos se preocupan por los demás y se cuidan entre si.
Esta unión representa la fuerza que adquiere el sujeto para encarar la posibilidad de
muerte que inminentemente es la guerra, de tal manera que mientras el grupo (llámese, cuadrilla, batallón, escuadra, etc.) se encuentre unido, cada sujeto se sentirá protegido
por los otros a la vez que incondicional para con ellos.
La angustia y sentimientos de desprotección que un sujeto en solitario enfrentaría al
verse a merced del enemigo, se ven paliadas, e incluso anuladas con la presencia del
grupo, que refuerza los ideales de inmortalidad y heroísmo.
Este fenómeno del frente de batalla, es además reforzado por otro proceso
identificatorio que tiene lugar al interior del ejército. Al convertirse el superior en un
padre, en una figura identificatoria a la cual el soldado desea parecerse, se comienza a
cifrar en este el Ideal del Yo. De esta manera, la valentía, el coraje, el heroísmo, la
tenacidad, la hombría, se aparean a la figura del superior y se tornan ideales para el Yo
del soldado que confía poder representarlos en batalla, sosteniendo firme su arma frente
al enemigo, y no dejándose vencer por las horrendas escenas del campo y sus cadáveres.
Los ideales de entrega, de morir por la causa y de sacrificio también tienen un papel
esencial en la manera en que el guerrero se ubica en la guerra, pues permiten una ilusión
de representación de la muerte en el campo del reconocimiento social y la valía,
restándole su poder aterrorizador como contenido ominoso. De acuerdo a esto, las
amenazas a la vida y la integridad física en el frente de batalla, se ven atenuadas a
merced de la identificación con el grupo y con el superior.
Ahora, ¿Qué ocurre de no estar presentes estos apoyos? Como se ha aducido
anteriormente, la pertenencia a la masa y la identificación sólo funcionan como un
paliativo, crean una ilusión que permite al Yo del sujeto mantenerse firme en el pié de
batalla. En su calidad de ilusiones, estas sensaciones de seguridad y protección se
desvanecen una vez sus sustento (la masa, el grupo) desaparece. Cuando ocurre por
alguna razón (un ataque sorpresivo que no da tiempo al uso de estrategias preconcebidas, por ejemplo) que el grupo debe desintegrarse, el sujeto entra en pánico;
ya no cuenta con sus hermanos para que velen por él, ni él tiene por quién
responsabilizarse, avocándose entonces a ocuparse por su propia vida. Cuando se esta en
grupo la propia vida está a salvo, los otros se encargan de protegerla, cuando se está
solo, en cambio, cada sujeto debe responsabilizarse por su propia vida, es decir, ha de
reconocer el peligro inminente al que está sometida, situación que no puede más que
llenarlo de terror y pánico.
El pánico se da entonces cuando el sujeto tiene un insight de lo que es la guerra (de
la amenaza encarnada en ella), lo cual ocurre al romperse los lazos identificatorios. Esto
puede ocurrir en la situación expuesta en el párrafo anterior, o cuando el sujeto presencia
la muerte de sus compañeros con los que ha estado identificado. La muerte del otro
representa la posibilidad real del propio fallecimiento, experiencia que es igualmente
vivida con pánico. En casos de extrema identificación en los que tiene lugar el fenómeno
ominoso del doble, ocurre que con la muerte del otro mueren partes del propio Yo que se
habían incorporado asociado con aquel e incorporado como propias gracias a la
identificación masiva, dejando al sujeto psíquicamente muy afectado y con un Yo
bastante pobre. Este fenómeno, se piensa, debe ser en cierta manera común al interior de
los grupos armados, pues el sustrato para su formación –aparte de las condiciones
subjetivas en el desarrollo y resolución del Edipo- es la vivencia de experiencias
similares y los pensamientos compartidos. La excepcionalidad de las experiencias de
guerra y las particularidades personales que puede hacer que dos individuos se
encuentren en situación de combate, son, entre otras, características comunes que
comparten los combatientes y que serían terreno dócil para la creación de una fuerte
identificación que podría dar pié a la creación de un doble por parte de un sujeto.
En este sentido, el combatiente es entendido como un sujeto, perteneciente a una
masa artificial al interior de la cual crea múltiples lazos identificatorios que permiten a
su Yo sostenerse en medio de la guerra. No obstante, las herramientas que presta la
identificación se pueden quebrantar, dando lugar a una afectación psíquica fuerte cuyo
primer anuncio es la presentación del pánico frente a la disolución de la masa por muerte
de los compañeros o por disgregación en el momento de combate, situaciones que ponen
de manifiesto el agudo peligro al que se expone el sujeto estando en la batalla.

Notas:
3- En la actualidad del conflicto armado en Colombia, es bien sabido que el grueso de las filas de los grupos armados al margen de la ley no está compuesto en su totalidad por combatientes voluntarios, muchos de ellos, incluyendo menores de edad, son enrolados sin si consentimiento y sometidos sin más a la guerra. Es probable que esta población que debe unirse a la guerra por obligación tenga características subjetivas muy diferentes a las del resto, y que se ubique al interior del grupo armado de una manera radicalmente distinta. La experiencia de la guerra para alguien que no la desea debe ser, sin duda, aun más traumática y desgarradora. Dado el poco acceso a teoría o referencias casuísticas a este respecto, en este
apartado nos limitaremos a hablar de aquellos sujetos que permanecen en la guerra por su propio deseo, pues es sobre ellos sobre los cuales es aplicable en un principio la teoría de la identificación. Queda, no obstante, para futuros estudios de caso que se puedan realizar con esta población, la duda sobre la manera en que dichos procesos identificatorios se juegan.
4- Freud no conoció otros tipos de organización armada al margen del estado, sin embargo, se piensa que el funcionamiento interno de estas instituciones es bastante similar, y que en diversos puntos puede haber convergencias en cuanto a las características subjetivas de sus miembros y a la manera en que se cohesionan como grupo.