VIOLENCIA INTRAFAMILIAR: Hijos de mujeres maltratadas. Consecuencias

LAS HIJAS E HIJOS DE MUJERES MALTRATADAS:
CONSECUENCIAS PARA SU DESARROLLO E INTEGRACIÓN ESCOLAR

Dra. Mª Angeles Espinosa Bayal
Profesora de Psicología Evolutiva y de la Educación
Universidad Autónoma de Madrid (UAM)
Miembro de la Comisión Permanente del Instituto Universitario de Estudios de las Mujeres de la UAM (IUEM)

LAS CONSECUENCIAS DE LA VIOLENCIA INTRAFAMILIAR EN LAS NIÑAS Y NIÑOS.

Resulta muy complicado hablar, en general, de consecuencias de la violencia
intrafamiliar en el desarrollo psicológico y en la integración escolar de los niños y
niñas. La razón es que existen un montón de variables cuya influencia puede afectar, y
de hecho afecta, a dichas consecuencias.
Entre estas variables habría que señalar, básicamente, las siguientes: la mayor o
menor cantidad de tiempo que el niño o la niña estén expuestos a las situaciones
violentas; el tipo de violencia que sufren: física, emocional, directa, indirecta, etc.; la
edad del menor que se encuentra expuesto a las situaciones de violencia intrafamiliar;
la relación del agresor con la víctima, y por tanto con la “víctima invisible” –que es
como se denomina en muchos casos a las hijas e hijos de parejas donde la mujer es
vícitma de malos tratos-; la posibilidad de recibir, o no, ayuda especializada.
Todas estas variables, y algunas otras derivadas de ellas, hacen que las
consecuencias sean más o menos graves. No obstante, y a pesar de las dificultades
existentes, se puede hacer una caracterización más o menos general de las
consecuencias que vivir en un entorno familiar violento tiene para el desarrollo
psicológico de sus miembros más jóvenes.
A continuación, en la Tabla 3, presentamos un resumen de estas características.
Violencia intrafamiliar, hijos de mujeres maltratadas, consecuencias
Los problemas recogidos en la Tabla 3, y que como ya hemos señalado en los
párrafos anteriores suelen ser los que presentan una mayor incidencia en los niños y
niñas que son víctimas de la violencia intrafamiliar, tienen –a su vez- como
consecuencia directa importantes desajustes en su integración escolar. Estos
desajustes se traducen en problemas de rendimiento académico, absentismo escolar,
falta de motivación, atención y concentración. Hechos todos ellos unidos a la escasez
de habilidades sociales para interactuar tanto con adultos como con iguales les
convierte en “dobles víctimas”, puesto que a los problemas que sufren en su entorno
familiar se añaden los que –pueden llegar a tener-, en el entorno escolar si no hay una
sensibilidad especial por parte del profesorado hacia estas niñas y niños y un buen
conocimiento de cuáles son sus necesidades concretas y la mejor manera de
satisfacerlas.
De nuevo y ante los datos que nos aporta la realidad hemos de reflexionar seriamente
sobre, al menos dos cuestiones, que nos parecen esenciales para poder ayudar –
desde la tarea que como profesionales de la educación desempeñamos- a estas niñas
y niños a superar las limitaciones que para ellas y ellos supone vivir en una familia en
la que no se tienen en cuenta sus necesidades y, por tanto, no se actúa de las
manera adecuada para satisfacerlas.
La primera de las preguntas nos lleva a plantearnos el siguiente interrogante: ¿cuál es
el origen de la violencia intrafamiliar?. Responder a esta pregunta no es cuestión
sencilla y para algunas personas la propuesta que planteamos a continuación puede
llegar a resultar excesivamente simplista. Sin embargo, sin perder de vista que se trata
de un tema complejo en el que intervienen muchos y muy variados factores podríamos
defender la idea de que, al menos, uno de los elementos más importantes para la
explicación de porqué todavía en nuestra sociedad se siguen presentado situaciones
de violencia hacia las mujeres, por parte de los hombres en general y de sus
compañeros o excompañeros en particular, es la existencia de un modelo de sociedad
androcéntrico. Por desgracia, y a pesar de los múltiples avances que se han
producido en nuestro páis, en las últimas décadas, en nuestra sociedad sigue presente
un modelo androcéntrico en el que mujeres y hombres ocupan posiciones diferentes y
en el que las mujeres siguen discriminadas económica, social, cultural y
emocionalmente respecto a los hombres. Lo que hace que muchos hombres sigan
considerando a la mujer –y también a los hijos e hijas- como un objeto de su propiedad
y sobre el que tiene plena potestad para decidir.
La segunda pregunta, de carácter más práctico, pero no por ello más fácil de
responder nos plantea el interrogante de qué es lo que puede hacer la escuela para
prevenir e intervenir en los problemas de desarrollo e integración escolar que
manifiestan las niñas y niños procedentes de hogares violentos. La respuesta a esta
cuestión resulta de vital importancia si tenemos en cuenta que para muchos de estos
niños y niñas la escuela es el único contexto facilitador en el que, con toda seguridad,
van a permanecer durante un buen número de años. Para la mayor parte de los niños
y niñas la familia, junto con la escuela, es el principal sistema que va a contribuir a su
desarrollo y a la satisfacción de sus necesidades básicas. Sin embargo, para las niñas
y niños en cuyas familias no se atiende convenientemente a estas necesidades, la
escuela se convierte en una de las únicas posibilidades de re-mediar las carencias
familiares. De ahí su importancia en la prevención e intervención de los problemas que
estamos abordando.
A este respecto habría que destacar que aunque el papel de la escuela es muy amplio
y que las acciones que se pueden llevar a cabo desde la misma son de muy diversa
índole hay, al menos dos, líneas de trabajo que resultan esenciales para abordar el
tema de la prevención e intervención ante situaciones de violencia intrafamiliar. La
primera de estas líneas de trabajo es la de educar en igualdad, implantando un modelo
verdaderamente coeducativo; la segunda educar en la promoción de la no violencia.

Continúa en ¨EL MODELO COEDUCATIVO: UNA FORMA EFICAZ DE PREVENIR LA VIOLENCIA HACIA LAS MUJERES¨