Violencia, agresión, poder: “El malestar en la cultura” (Freud)

Freud se preguntó por qué es tan difícil conseguir la dicha para los seres humanos.
Hay tres fuentes universales de las que proviene nuestro penar:
– La hiperpotencia de la naturaleza
– La fragilidad de nuestro cuerpo
– La insuficiencia de las normas para regular los vínculos entre los hombres, en la familia, en la sociedad.

La sofisticada maquinaria puede predecir en horas la aparición del tifón, la erupción volcánica o el terremoto; pero no los puede impedir. No hay forma de dominar completamente la naturaleza.
Nuestro organismo forma parte de ella, y con relación a su fragilidad, en tanto seres vivos sabemos que el ciclo vital se cumple ineluctablemente en él. Lo que debería importar es qué hacemos en el trayecto que se cubre entre el nacimiento y la muerte, única posesión segura que tenemos los humanos y a la cual intentamos desmentir.
El conocer nos da la ventaja de elegir y decidir cómo queremos vivir la única vida que poseemos.
La felicidad por su propia naturaleza es un fenómeno episódico dado que es la satisfacción de necesidades con alto grado de estasis. Solo se puede gozar con la intensidad del contraste y muy poco con el estado.
La tercera fuente del sufrimiento humano: La insuficiencia de las normas para regular los vínculos entre los hombres, en la familia, en la sociedad. Ella no es un producto de la naturaleza sino un decantado de las formas de organización social.
La humanidad ha llegado a un punto de desarrollo tecnológico sin precedentes, se ha logrado conquistar espacio, tiempo, velocidad.

La agresión puede adoptar diversas modalidades. Se puede decir que no hay conducta positiva o negativa, simbólica o efectivamente realizada, que no pueda funcionar como agresión.

Desde la óptica psicoanalítica, lo que supone discriminarla de los factores jurídicos, biológicos e ideológicos, hablar de la agresividad implica hablar de lo pulsional.
Agresión consiste en la mezcla de Eros con la pulsión de muerte: «La pulsión de muerte del organismo vivo se defiende de la imbricación de lo pulsional de diversas maneras, deflexionándola, utilizando la musculatura, agrediendo, transformándola en pulsión de destrucción o agresión…» (Freud, S.). La agresividad siempre actúa mezclada con la pulsión sexual, así entendemos sadismo, masoquismo, en sus diversas formas. Establece una relación con lo imaginario, con el narcisismo.
En El malestar en la cultura y en Moisés y la religión monoteísta, Freud explica la tendencia natural a la maldad, la agresión, la crueldad que proviene del odio primordial y que tiene incidencias sociales desastrosas. El hombre satisface sus aspiraciones eludiendo interdicciones. Explota sin resarcir, humilla, martiriza, mata, se apropia de los bienes de otros; pero como debe renunciar a satisfacer plenamente esta agresividad en la sociedad, encuentra un exutorio en los conflictos tribales o nacionales. Todo ello vuelve a Freud pesimista y poco inclinado a creer en el progreso de la humanidad.
Conceptualizaciones de Jacques Lacan, al respecto. Se presenta concordante con las ideas freudianas cuando, en 1960, presenta la Ética del Psicoanálisis. Expresa que la voluntad de hacer el bien desde el punto de vista moral, político o religioso enmascara siempre una insondable agresividad. Es la causa del mal. Se empeña en este escrito en evidenciar la dimensión imaginaria del odio. Ya en 1936 en el Congreso de Marienbad, Lacan habla por primera vez del estadio del espejo y define el término complejo. A lo largo de sus enseñanzas, va desarrollando esta temática, pero para elaborar teóricamente el yo, el yo ideal y las identificaciones. Así es como el estadio del espejo puede ser entendido como una encrucijada estructural que comanda: 1) El formalismo del yo, es decir, la identificación del niño con una imagen que lo forma, pero que principalmente lo aliena, lo hace otro del que es en un transitivismo identificatorio sobre los otros. 2) La agresividad del ser humano, que debe ganar por sobre el otro e imponérsele bajo pena de ser sino aniquilado a su vez. 3) El establecimiento de los objetos del deseo, cuya elección siempre se refiere al “objeto del deseo del otro”.
Por lo tanto, la agresividad, al formar parte de la encrucijada estructural, es connatural al sujeto humano.
Diversa es la violencia. Al hablar de violencia, como ejemplo paradigmático, a la tortura. Hay una presencia simbólica específica que permite una agresividad con una cierta finalidad. Hay una licencia del super-yo para ejercer una acción que es un hecho perverso en sí. Es un fenómeno individual y también cultural-grupal. La culpa en el parricidio llevó a instaurar normas. Es la estructura de normatividad la que permite deslindar la agresividad de la violencia.
Cuando la ley -estructura de normatividad- se transgrede, hay violencia. Etimológicamente violencia tiene su origen en violare, que significa violentar la ley, la norma. Violentar es aplicar medios agresivos para vencer la resistencia del otro en una situación- en la mayoría de los casos- de abuso de poder,. H. Harendt dice que, como la violencia está tan presente en la sociedad humana, ha merecido poca atención de los estudiosos de la política y la historia, porque se la «da por sentada». (Sobre la violencia; Ed. J. Mortiz, 1970, México).
Violencia suele confundirse con autoridad, agresividad, temor, poderío y sobre todo, poder. Hay una diferencia sustancial entre el carácter instrumental de la violencia, su ligazón a la acción individual, la naturaleza grupal y, por lo tanto consensual, del poder. Se puede pensar que a mayor capacidad de violencia, mayor poder. Y también se puede pensar que la ausencia de poder desata la violencia; o que a mayor violencia, menor poder.
La violencia está en el origen del poder, pero no es su determinante. En la prehistoria dominaba el más fuerte, pero a poco andar el poder nace del conjunto, de la unión de los más débiles que cooperan entre sí para superar la desigualdad propuesta por el dominante. Los ejemplos van desde la horda primitiva hasta la sublevación de los esclavos, entre tantos otros.
Harendt dice que el poder «corresponde a la capacidad humana no sólo de actuar sino de actuar en concierto, el poder no es nunca propiedad de un individuo, pertenece al grupo y existe sólo mientras éste no se desintegra». Se desprende de lo antedicho que no existe poder individual; si un individuo aparece con poder es porque la sociedad se lo delega. En esencia, el poder es colectivo, se basa en el consenso, en la delegación voluntaria que la sociedad hace de ese poder en una persona o grupo. «El poder brota donde la gente se una y actúe de concierto. Deriva su legitimidad de la unión inicial más que de cualquier acción que lo siga…». «Asociada y confundida con el poder, se halla la violencia, que se distingue por su carácter instrumental». En términos fenomenológicos, se aproxima más al poderío ya que los implementos de la violencia, como las demás herramientas, se diseñan y emplean a fin de multiplicar la fuerza natural hasta llegar a sustituirla.
La violencia puede ser justificable, pero nunca es legítima. La violencia puede destruir al poder, pero no lo puede sustituir; si esto sucede, aparecen las dictaduras y el terror y, cuando esto ocurre, la violencia se vuelve no sólo contra sus enemigos sino también contra sus amigos, pues teme al poder.
«El terror es la forma de gobierno que nace cuando la violencia tras destruir todo poder, en vez de abdicar, mantiene el control absoluto. Debe desaparecer toda oposición organizada antes de desatar el terror en toda su fuerza».
Lo expuesto nos conduce a repensar en la proporción de intrincación pulsional. Freud, al teorizar sobre la pulsión de muerte, la describía del siguiente modo: «…es muda, actúa silenciosamente y se exteriorizaría (…) como pulsión de destrucción dirigida al mundo exterior y a otros seres vivos…». (1923).
Cuáles son las diversas formas de violencia, especialmente aquella a la que llamo «muda», pero destructiva, que reina hoy en nuestra sociedad. Enuncio así la violencia social que toma diversos modos de manifestación. Desde que la historia da cuenta, la violencia quedó evidenciada en guerras, genocidios, revoluciones, dictaduras, matanzas, desapariciones, etc. El autoritarismo facilita las posibilidades para el desarrollo de trágicas atrocidades. Los conflictos actuales de enfrentamientos étnicos, religiosos, culturales tienen un origen político – económico. El no soportar la pequeña diferencia, denegando la castración. Es así como la sexualidad sucumbe frente a la completud narcisista, cae la alteridad, el respeto y el amor por el otro. La violencia se manifiesta así plenamente, no solo quitando la vida, sino la dignidad.
Aristóteles asigna al hombre la condición de «animal político». Filósofos y teóricos de la política intentaron descubrir leyes objetivas del funcionamiento social. La política, al ser un invento, puede representar la realidad o falsearla, puede estar guiada por el altruismo, como también por el deseo de poder, dominio, egoísmo u omnipotencia. Responde a intereses vinculados al poder, trata de mimetizarse siempre con las diferentes áreas de la realidad social. Posee así una dimensión de omnipresencia y ominosidad. El psicoanálisis en este sentido posee un
instrumento, que es poder advertir la relación entre lo manifiesto y lo latente. Puede develar, con su ejercicio, la verdad del discurso político y la política en sí. En El porvenir de una ilusión, Freud afirma: «En realidad, el psicoanálisis es un método de investigación, un instrumento neutral, como lo es el cálculo infinitesimal». (1927)
La pasividad frente al amo, el deterioro de la capacidad de juzgar, la perturbación en la génesis de ideales y creencias han padecido en estos últimos tiempos alteraciones que exigen nuestra atención. La causalidad es multifactorial, por lo que no es fácil plantear puntuaciones psicoanalíticas sobre la violencia social. Este es sólo un mínimo intento para poder pensar.
Uno de los fenómenos útiles para reflexionar sobre la violencia es la marginalidad, es decir, la exclusión, originada por diversos factores. Uno de ellos es la corrupción, que conlleva una mala acción encubierta, de la cual sabemos que dificulta siempre el proceso de representabilidad. Su develación- al ser incluida en un relato- abrirá la metaforización, el desplazamiento, y finalmente, la implementación de los recursos para acotarla.
«La tarea específico del ser humano es el domeñamiento pulsional». La sublimación de las pulsiones es un rasgo particularmente destacado del desarrollo cultural que posibilita los desarrollos científicos artísticos e ideológicos humanizantes. Estos logros que implican una renuncia pulsional – represión señalan el triunfo de la cultura pero también la causa de la hostilidad y el malestar en ella.
Si pensamos en los orígenes de la convivencia humana esta tuvo un doble fundamento: A)- La compulsión al trabajo creado por el apremio exterior y B)- El poder del amor. Así es que el amor es una de las bases de la cultura. Para que la vida continúe Eros debe luchar constantemente contra Tánatos. El amor de meta inhibida impulsa a las fraternidades es así como la cultura exige el sacrificio de la satisfacción plena sexual para que la libido insatisfecha promueva lazos amistosos y comunitarios vía identificaciones sociales. Por algo la humanidad estableció el precepto del amor al prójimo, lo que da cuenta de que dicho amor no es fácil de sostener. Es cierto que no todo prójimo merece nuestro amor. Por ello Freud transformó sabiamente este mandamiento en: ama a tu prójimo como tu prójimo te ama a ti. «La participación del amor en la génesis de la conciencia moral y el carácter fatal e inevitable del sentimiento de culpa que es la expresión del conflicto de ambivalencia de la lucha eterna entre el Eros y la pulsión de destrucción o de muerte, es el conflicto que se entabla toda vez que se plantea al ser humano la convivencia» Sea de padres e hijos, de vecinos, de sociedades, de agrupaciones, de naciones; teniendo en cuenta que en este proceso juega un importante papel el narcisismo al que le resulta difícil admitir la pequeña diferencia. Lo que vale para la psicología individual vale para la de los pueblos dado que estos son el conjunto organizado de individuos.
Nadie se enferma solo y nadie se cura solo. Somos todos productores y producidos (Bachelard) Admitir cuanto necesitamos del otro es un buen comienzo. Tener presente que cada uno de nosotros somos parte responsable del medio ambiente facilitador o no para el logro de un bienestar propio y social.