Obras de S. Freud: Sueño de un químico [1909]

El trabajo del sueño (continuación): XII Sueño de un químico [1909]

Dos días antes esa misma reacción había provocado una explosión en que un obrero se quemó la mano. Sueño: I) Debe fabricar bromuro de magnesio fenílico, ve el aparato con particular nitidez, pero él mismo se ha sustituido al magnesio. Ahora se encuentra en un estado extrañamente inestable; se dice una y otra vez: «Es lo correcto, esto anda, mis pies ya se disuelven {auflösen}, mis rodillas se ablandan». Después se palpa, tiene sensibilidad en los pies, y entretanto saca (no sabe cómo) sus piernas de la retorta, y se dice de nuevo: «Esto no puede ser. Y sin embargo, está bien hecho». Tras eso se despierta parcialmente y se repite a sí mismo el sueño porque quiere contármelo. Le causa directamente temor la solución {Auflösung} del sueño, y en toda esa duermevela está muy excitado y se repite sin parar: «Fenil, fenil». II) Está con toda su familia en … ing, debe llegar a las once y medía a la Schottentor (1) donde se ha citado con cierta dama, pero sólo se despierta cerca de las once y media. Se dice: «Ahora es muy tarde; mientras llegas, serán las doce y medía». En el momento que sigue ve a toda la familia reunida a la mesa, con particular nitidez a la madre y a la mucama con la sopera. Se dice entonces: «Y bien, si ya comemos, no es hora de ir». Análisis: Está seguro de que ya el primer sueño tiene relación con la dama de su cita (soñó la noche anterior a la esperada cita). El estudiante a quien impartió enseñanza es un tipo particularmente repugnante; le dijo: «No es lo correcto», puesto que el magnesio aún estaba intacto, y el estudiante le respondió, como si nada le importase: «Y bueno, no es lo correcto». Ese estudiante tiene que ser él mismo -tan indiferente hacia su análisis como el otro hacia su síntesis- y, en cambio, el que aparece en el sueño como él mismo, el que realiza la operación, he de ser yo. ¡Cuán repugnante tiene que ser para mí su indiferencia hacia el resultado! Por otra parte, él es eso mismo con que se hace el análisis (síntesis). Se trata del éxito de la cura. Las piernas del sueño le recuerdan una impresión de la tarde de ayer. En la academia de baile se encontró con una dama a quien quiso conquistar; la apretó contra sí tan fuerte que ella hubo de gritar una vez. Pero cuando dejó de oprimirle las piernas, sintió la fuerte contrapresión de ella hasta arriba de la rodilla, en los lugares señalados en el sueño. Dentro de esta situación, por tanto, el magnesio de la retorta es la mujer; por ahí andan las cosas, en definitiva. El es femenino hacia mí, como es viril hacia la mujer. Tal como andan las cosas con la dama, así andan con la cura. El palparse y las percepciones en sus rodillas apuntan al onanismo y se corresponden con su fatiga del día anterior, La cita se había convenido realmente para las once y media. Su deseo de quedarse dormido y de permanecer junto a los objetos sexuales hogareños (o sea, de quedarse con el onanismo) responde a su resistencia. Acerca de la repetición de «fenil», informa: «Todos esos radicales en «il» siempre me gustaron mucho, son muy cómodos para usarlos: bencil, acetil, etc.». Ahora bien, esto nada explica, pero cuando yo le propongo el radical Schlemihl (2) ríe mucho y me cuenta que durante el verano leyó un libro de Prévost, donde, en el capítulo «Les exclus de Famour» {Los excluidos del amor) se hablaba de los «Schlémiliés», con motivo de cuya descripción él se dijo: «Es mi caso». Es que habría sido cosa de pobre diablo el faltar a la cita. Parece que el simbolismo sexual ha encontrado ya una corroboración experimental directa. En 1912, el doctor en filosofía K. Schrötter, por inspiración de H. Swoboda, produjo sueños en personas bajo hipnosis profunda; por sugestión les instiló un encargo que establecía buena parte del contenido del sueño. Cuando el encargo consistía en soñar con un comercio sexual normal o anormal, el sueño lo cumplía remplazando el material sexual por los símbolos ya familiares en la interpretación psicoanalítica de los sueños. Por ejemplo, tras la sugestión de que se soñase un comercio homosexual con una amiga, apareció esta en el sueño llevando en la mano una raída maleta de viaje de la cual pendía un cartelito; ahí se leían estas palabras: «Sólo para damas». Cabe presumir que la soñante ni había oído hablar del simbolismo onírico ni de la interpretación de los sueños, El desgraciado hecho de que el doctor Schrötter se suicidara poco después hace difícil justificar esta importante investigación. Apenas contamos, para sus experimentos sobre el sueño, con una comunicación provisional en Zentralblalt für Psychoanalyse (Schrötter, 1912). [1914] Resultados parecidos publicó G. Roffenstein en 1923. Ahora bien, particular interés presentan los experimentos de Betiheim y Hartmann ( 1924), porque en ellos se dejó de lado la hipnosis. Estos autores contaron a enfermos que padecían el síndrome de Korsakoff historias de grosero contenido sexual, observando la desfiguración con que después reproducían lo contado. Quedó demostrado que los símbolos ya familiares en la interpretación de los sueños salían a la luz (montar escaleras, pinchar y tirar al blanco como símbolos del coito; cuchillos y cigarrillos como símbolos del pene). Atribuyen valor particular a la aparición del símbolo de la escalera porque, como observan con acierto, «una simbolización de esa índole sería inalcanzable para un deseo conciente de desfiguración». [1925] Sólo ahora, tras haber apreciado el simbolismo en el sueño, podemos retomar el tratamiento de los sueños típicos, interrumpido en. Creo justificado clasificar a grandes líneas estos sueños en dos clases: los que realmente poseen siempre idéntico sentido, y los que a pesar de su contenido idéntico o parecido tienen que experimentar todavía las más variadas interpretaciones. Entre los sueños típicos de la primera clase, ya traté en profundidad el sueño de examen. [1909.] Por su semejanza en cuanto a la impresión afectiva, los sueños en que no alcanzamos un tren merecen clasificarse junto con los de examen. Y su esclarecimiento justifica esa aproximación. Son sueños que nos consuelan de otra moción de angustia sentida mientras dormimos: la angustia ante la muerte. «Partir» es, para la muerte, uno de los símbolos más corrientes y que mejor pueden fundamentarse. El sueño nos dice entonces, consoladora mente: «Sosiégate, no morirás (no partirás) », como el sueño de examen nos tranquilizaba: «Nada temas, tampoco esta vez te ocurrirá nada». La dificultad que ofrece la comprensión de estos dos tipos de sueños se debe a que a la expresión del consuelo se anuda precisamente el sentimiento de angustia. [1911 (3)]. El sentido de los «sueños por estímulo dentario (4)» que hartas veces hube de analizar en mis pacientes se me escapó durante mucho tiempo porque, para mi sorpresa, regularmente oponían a la interpretación unas resistencias excesivas. Por último, abrumadoras pruebas establecieron fuera de toda duda que en los hombres la fuerza impulsora de estos sueños proviene de la concupiscencia onanista de la pubertad. Me propongo analizar dos de tales sueños, uno de los cuales es al mismo tiempo un «sueño de vuelo». Ambos provienen de la misma persona, un joven de marcada homosexualidad, pero que él inhibe en su vida. Asiste a la representación de «Fidelio». Está en la platea junto a L., una personalidad que le es simpática y cuya amistad bien querría granjearse. De pronto se vuela de través por la platea hasta el final, y entonces se agarra la boca y se extrae dos dientes. El mismo describe el vuelo como si fuera «lanzado» por el aire. Puesto que se trata de una representación de Fidelio, viene a cuento el verso: «Wer ein boldes Weib errungen … (5) ». Pero conseguir una mujer, aun la más dulce, no está entre los deseos del soñante. Otros dos versos armonizan mejor con ellos:

« Wem der grosse Wurf gelungen, Eines Freundes Freund zu sein … ». (6)

Ahora bien, el sueño contiene esta «grossen Wurl», esta gran suerte, pero no es sólo un cumplimiento de deseo. Tras él se oculta también una reflexión penosa (ya hartas veces sus requerimientos de amistad le hicieron desgraciado, fue «lanzado afuera» {«hinausgeworlen»} ) y el temor de que ese destino pueda repetirse con el joven junto al cual goza de la representación de Fidelio. Y ahora se acopla a ello la confesión, vergonzosa para el delicado soñante: en una ocasión, después que un amigo rompió con él, añorándolo se masturbó dos veces, una tras otra, presa de excitación sexual. El otro sueño: Dos profesores universitarios conocidos de él lo tratan en mi remplazo. Uno hace algo con su miembro; siente angustia ante una operación. El otro le golpea la boca con una varilla de hierro, por lo que pierde uno o dos dientes. Está atado con cuatro bandas de seda. El sentido sexual de este sueño es indudable. Las bandas de seda corresponden a una identificación con un homosexual que él conoce. El soñante, que nunca practicó el coito, y tampoco ha buscado en la realidad comercio sexual con hombres, se representa el comercio sexual según el modelo del onanismo de la pubertad con que estuvo familiarizado. Opino que las frecuentes modificaciones del sueño típico de estímulo dentario (p. ej., que otra persona extrae un diente al soñante, y cosas parecidas) se vuelven comprensibles por esa misma explicación (7). Ahora bien, puede parecer enigmático que el «estímulo dentario» alcance este significado. Llamo la atención aquí sobre el traslado de abajo a arriba, tan común, y que es tá al servicio de la represión sexual (8); en virtud de él, en la histeria toda clase de sensaciones y de intenciones destinadas a jugarse en los genitales pueden realizarse al menos en otras partes del cuerpo que están libres de objeción. Un caso de traslado de esa índole se presenta también cuando en el simbolismo del pensamiento inconciente los genitales son sustituidos por el rostro. El uso lingüístico contribuye a ello, pues en las nalgas {Hinterbacken, mejillas de atrás} discierne el homólogo de las mejillas, y además de los labios que enmarcan la cavidad bucal conoce otros, los de la vulva. En incontables alusiones la nariz es equiparada al pene, y en un caso y otro la formación pilífera perfecciona la semejanza. Sólo un detalle escapa a toda comparación: los dientes; y precisamente esa superposición de concordancias y discordancias hace a los dientes aptos para los fines de la figuración bajo el acicate de la represión sexual. Ahora bien, no quiero decir que la interpretación del sueño por estímulo dentario como sueño de onanismo, de cuya justificación no puedo dudar, se haya vuelto por entero trasparente (9). Yo consigno todo cuanto sé acerca de su explicación, y tengo que dejar un resto irresuelto. Pero debo apuntar también otro nexo, contenido en la expresión lingüística. En los países de habla alemana hay una designación grosera para el acto masturbatorio: «sich einen ausreissen» o «sich einen herunterreissen» {«sacarse una» o «quitarse una»} (10). No sé de dónde provienen estos giros ni conozco la figuración que está en su base, pero al primero de ellos convienen muy bien los «dientes». La creencia popular interpreta los sueños de extracción o de caída de dientes como anuncio de la muerte de un familiar, pero el psicoanálisis no puede concederles ese significado sino, a lo sumo, en el sentido paródico antes señalado. En relación con ello intercalo aquí uno de los «sueños por estímulo dentario» que Otto Rank ha puesto a nuestra disposición (11). «De un colega que desde hace algún tiempo ha empezado a interesarse vivamente por los problemas de la interpretación de los sueños he recibido el siguiente informe: »»Hace poco soñé: Estoy en el consultorio del dentista, quien me excava una de las últimas muelas de la mandíbula inferior. Pero trabaja tanto que termina por inutilizármela. Entonces toma las pinzas y me la extrae con una facilidad tan grande que me maravilla. Me dice que no debe importarme, pues ese no es el diente que verdaderamente me trataba. Acto seguido lo pone sobre la mesa, donde el diente (ahora me parece un incisivo superior) se fragmenta en varias capas. Me levanto del sillón, me acerco con curiosidad y le hago, interesado, una pregunta médica. El odontólogo me explica, mientras separa los diversos fragmentos del diente llamativamente blanco y los aplasta (pulveriza) con un instrumento, que eso tiene que ver con la pubertad y que sólo antes de la pubertad los dientes se sacan con tanta facilidad; en las mujeres el momento decisivo para ello es el nacimiento de un hijo. »-Reparo entonces (según creo, en duermevela) que ese sueño se acompañó de una polución, pero no puedo asignarla con seguridad a un lugar determinado del sueño; lo más probable, me parece, es que sobrevino cuando me extrajeron el diente. »»Sigo soñando con algo que ya no puedo recordar, y concluye así: Abandonando en algún lugar (posiblemente en el guardarropas del consultorio odontológico) sombrero y saco con la esperanza de que me serán devueltos, y cubierto sólo con el sobretodo, me apresuro a alcanzar un tren que parte. A último momento logro saltar al vagón posterior, donde ya hay alguien. Pero ya no pude introducirme en el interior del vagón, sino que debí hacer el viaje en una posición incómoda, de la que intentaba liberarme hasta que por fin lo conseguí. Atravesábamos un gran túnel, y en eso en sentido contrario pasaron dos trenes como a través del nuestro, cual si este fuera el túnel. Miro dentro del vagón como desde fuera, por una ventanilla.

Continúa en ¨El trabajo del sueño (continuación): Sueño de un químico [1909], parte dos¨

Notas:

1- [« … ing» era presumiblemente un suburbio de Viena; la Schottentor está cerca del centro de la ciudad.]

2- {Palabra de origen hebreo muy usada en alemán, que significa «pobre diablo», «infeliz».}

3- [La edición de 1911 incluía en este punto la siguiente oración: «El libro de Stekel recientemente publicado (191la) se ocupa con amplitud de los símbolos de muerte».]

4- Este párrafo y los ocho siguientes datan de 1909.

5- {«Quien ha conseguido una dulce mujer… ».}

6- /Quién ha tenido la gran suerte / de ser amigo de un amigo … ».}
[«Wem der grosse Wurf gelungen, / Eines Freundes Freund zu fein, / Wer ein holdes Weíb errungen… ». Estos son los versos con que se inicia la segunda estrofa del Himno a la alegría de Schiller, al que Beethoven puso música en su Sinfonía coral. Pero el tercero de ellos (el citado en primer término por Freud) es también, en realidad, el primero de la última parte del coro final en la ópera Fidelio, de Beethoven (cuyo libretista aparentemente plagió a Schiller).]

7- [Nota agregada en 1914:] La extracción de un diente por otra persona debe interpretarse casi siempre como castración (lo mismo que el corte de los cabellos por el peluquero, según Stekel). Es preciso distinguir entre sueños por estímulo dentario y sueños de dentista, como los comunicados por Coriat (1913).

8- [Ejemplos de esto se encontrarán en el historial clínico de «Dora» (Freud, 1905e). La comparación que sigue había sido trazada por Freud en una carta a Fliess del 16 de enero de 1899 (Freud, 1950a, Carta 102), AE, 1, pág. 319.]

9- [Nota agregada en 19091 Según una comunicación de C. G. Jung, los sueños por estímulo dentario tienen en las mujeres el significado de sueños de nacimiento. – [Agregado en 1919:] E. Jones ha presentado una clara confirmación de esto [1914b]. El elemento común entre esta interpretación y la expuesta antes reside en que en ambos casos (castración y nacimiento) se trata de la separación de una parte del cuerpo.

10- Nota agregada en 1911.

11- [Este párrafo y la cita de Rank que sigue (tomada de Rank, 1911c) fueron incluidos por primera vez en 1911. Véase el sueño de la escalera, del mismo soñante]