Abordaje psicopatológico de las conductas de juego

Psicopatología del Juego:

II. Abordaje psicopatológico de las conductas de juego

A. Estadios genéticos de la evolución del juego y nivel intelectual.
Correlacionar el nivel intelectual y la capacidad del juego muestra que niños bien dotados juegan más y mas variados juegos. En cambio, niños retrasados juegan poco y pasan mucho tiempo inactivos. Sin reglas complicadas y actividades de fase simbólica como el llenar-vaciar, persisten mas allá de la edad normal.
La utilización del material lúdico en niños retrasados presentan menos reacciones anticipatorias, formulación de normas y autocensuras. Prefieren reproducción repetida y menos procesos competitivos.

B. Juegos y expresión pulsional
Winnicott insiste mucho en la distinción entre la emergencia pulsional y el juego, apartándose de Klein. Las primeras observaciones de Klein fueron realizadas en niños psicóticos lo cual explica el lugar privilegiado de las fantasías en el juego.
Cuanto más relevancia tiene la vida fantasiosa del niño, tanto mayor en su percepción en la realidad.
Se observa en prepsicóticos, toda actividad lúdica se ve invalidad por temas agresivos.
Un juego tranquilo requiere del niño la posibilidad de controlar sus pulsiones.
La invasión del juego por la pulsión agresiva es característica de psicópatas.
El lugar que ocupa la expresión de la agresividad en el juego parece variar en función del sexo.
A los niños les gusta mas pelear, compiten y son mas variados. Determinantes culturales y sociales son importantes.
En los juegos de niñas el placer obtenido del dominio pasa con mayor frecuencia a un primer plano ante la expresión pulsional.
Aunque la expresión pulsional constituye la base de la existencia y de juegos, la dimensión fantasiosa en sus aspectos mas cognitivos, alimenta algunos juegos, un ejemplo es la historia familiar. Freud fue el primero en prestar atención a la necesidad de algunos niños de modificar con la imaginación sus relaciones con los padres. Es una “historia” relacionada con las personas que el complejo de Edipo ejerce sobre el yo del niño.
Otros inventan un “compañero imaginario”. En algunos casos llega a adquirir dimensiones sensoriales (alucinación), lo que sugiere una organización psicótica.

C. Variaciones estructurales del juego y psicosis infantiles
Repasando los 4 componentes fundamentales de los juegos según Caillois, la competición (Agon), el azar (Alea), el “como si” (Mimicry) y el vértigo (Ilinx).
Dos parecen ausentes: el agon y la alea. Los juegos de competición por la necesaria presencia del otro queda fuera del campo de interés del niño psicótico.
La mayor parte de las actividades “lúdicas” del niño autista o psicótico consisten en manipular indefinidamente un objeto, muy repetitivos, replegados en su auto esfera.
En cuanto al azar,  el niño procura que no ocurra nunca estereotipia, repetición.
Actividades de los niños psicóticos, se acercan mas a lo que Caillois define como Ilinx: movimiento de giro, fascinación por todo lo que da vueltas.
No podemos preguntarnos si conviene denominar a éstos actividades “juego”.

D. Clínica del objeto transicional y del juguete
En el análisis de las funciones del juego según la patología del niño, la clínica del objeto transicional ha sido sin lugar a dudas la mejor estudiada.
Es un fenómeno casi universal. Es frecuente constatar perturbaciones graves en la utilización del objeto transicional por niños autistas.
La utilización satisfactoria de este objeto parece correlacionar con la capacidad de interiorizar relaciones de buena calidad con el objeto.
Niños autistas y psicóticos no utiliza el objeto transicional. Las características físicas de este objeto son: consistencia particular, dura, metálica, una morfología extravagante, frecuentemente está roto o abandonado. Los únicos que tienen un objeto transicional real son los prepsicóticos, los otros utilizan un objeto blando que será destruido.
Se debe distinguir entre autoeróticos, los psicóticos, los transicionales, los fetiches y los juguetes. Existiría relación entre la gravedad de la patología y la calidad del objeto transicional.
Algunos niños no pueden renunciar y lo conservan mas allá de la edad habitual (5-6 años), presentan rasgos neuróticos e inmaduros.
Puede llegar a ser un objeto fetiche de la vida sexual.
La relación entre el juego y los juguetes no es simple: un juego “suficientemente bueno” debe permitir la expresión de la creatividad.
Los juguetes técnicos o sofisticados y un exceso de juguetes puede ser perjudicial.
Romper juguetes puede poner de manifiesto una dificultad en el establecimiento de esta área transicional.
En niños límites o prepsicóticos hay incapacidad para contener la excitación y la invasión de una pulsión agresiva y destructiva.

E. El niño que no juega
El niño que no juega es inquietante. Este signo indicaría una posible enfermedad maniaco-depresiva.
Es necesario prestar atención a los niños mayores que no juegan, en especial juegos de rol y “como si”.
El niño bueno no es siempre un niño patológico, algunos niños parecen especialmente buenos y satisfacen absolutamente a sus padres. Apenas juegan y si lo hacen, lo hacen con seriedad y aplicación. Son “normópatas”. Presentan organización neurótica asintomático. Super yo exigente.
El niño hipermaduro se conduce como un adulto en miniatura. Se da en niños de padres separados aislados y/o enfermos. El niño no juega y en el hogar asume responsabilidades.
El niño deprimido: la ausencia de juegos en un niño con una cara inexpresiva y un aire ausente (especialmente delante del televisor permanecen con la mirada vacía)

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