Adolescencia, brecha y enfrentamiento generacional: Erik Erikson, Peter Blos, Stone y Church

Para Erik Erikson, el adolescente era fundamentalmente alguien en busca de su identidad. La pregunta: ¿quién soy? era la más angustiante y también la más importante que podía hacerse. Y ¿cómo podía ese adolescente encontrarse, saber quién era?
Erikson lo contestaba en estos términos:
"Es decir que el adulto era el frontón necesario para que el joven tenista hiciera sus prácticas, se probara, probara los golpes, mejorara sus tiros y resultara, no sin desgaste para el frontón, un adulto hecho y derecho, es decir un buen jugador."
Así el adolescente que crecía se encontraba con una generación adulta y se entrenaba peloteando contra ella, mejorando sus tiros, conociendo su propio estilo, sus errores y sus virtudes en el juego.
Entre esa generación adulta y él había una distancia, una brecha dada por las diferencias de épocas que a cada uno le había tocado vivir y de la educación recibida.

Decían Stone y Church:
"En el mejor de los casos preparamos a los adolescentes para vivir : en un mundo que es una proyección futura del mundo presente
y, en el peor, los preparamos para que vivan en un ambiente fantasmal, hace tiempo desvanecido."
Los principios, las normas, los ideales debían ir cambiando, ajustándose a diferentes épocas, cosa que los adultos ya no hacían los adolescentes en cambio se preparaban para lo nuevo que vendrá y para eso adaptaban lo recibido de sus padres y maestros a sus propias necesidades, entrando en colisión con ellos. Rebelarse, confrontar, buscar su propia síntesis era la tarea de la adolescencia. A tal punto que algunos autores la consideraron esencial en el proceso de construcción de la personalidad madura, independiente.

Peter Blos, decía en la década del ‘70:
"La creación de un conflicto entre las generaciones y su posterior resolución es la tarea normativa de la adolescencia.
Su importancia para la continuidad cultural es evidente. Sin este conflicto no habría reestructuración psíquica adolescente."
Y en otro párrafo:
"El conflicto generacional es esencial para el crecimiento del self y de la civilización."
Y aún con reparos Stone y Church aceptaban la inevitabilidad del conflicto:
"Algunos autores han sugerido que los conflictos entre generaciones no solamente son inevitables sino también esenciales para el proceso de crecimiento. Sin ser necesariamente partidarios de esta teoría pensamos que una total ausencia de conflicto puede indicar que el adolescente está en mal camino."
Este proceso de enfrentamiento generacional era inevitablemente doloroso, obligaba a la pérdida de ilusiones, destruía ídolos, provocaba temores, falta de confianza en las propias fuerzas, tristeza, rabia, pero también, simultáneamente, sensación de triunfo y de libertad. El fin de la infancia, la salida del paraíso provocaba angustia, muchos textos literarios recuerdan idealizadamente la niñez feliz e irresponsable y con dolor la entrada en la adolescencia con obligaciones, inseguridades. La pubertad era así la señal del comienzo del cambio. El cuerpo denunciaba lo que el psiquismo tardaría mucho tiempo en adquirir, un cambio fundamental. La inercia de los afectos requería bastante tiempo para adaptarse ala nueva situación y ese tiempo no siempre estaba a disposición. Y estallaban las crisis, mezcla de regresiones y pruebas de independencia.
La adolescencia era entonces un momento de grandes cambios y consecuentes pérdidas.