Adolescencia como estado de transición, rituales de iniciación (Margaret Mead)

El concepto adolescencia se refiere cultural y socialmente a una edad especifica que va aproximadamente de los 12 a los 18 años en la cual se da el cambio físico, biológico y psicológico
de dejar el rol infantil para adoptar una posición frente al mundo y a si mismo diferente, mas
ligada a las responsabilidades adultas y al mundo tanto académico especializado como laboral productivo y el adaptarse a los parámetros de la realidad social.
Esta concepción de adolescencia esta fuertemente ligada al pensamiento occidental contemporáneo, según el cual la adolescencia podría caracterizarse como una etapa en la cual en el sujeto surge una violenta y turbulenta transformación.
Sin embargo gracias a estudios antropológicos de los cuales Margaret Mead fue la precursora, se tiene otra visión de la adolescencia. En estudios por Mead realizados en comunidades distantes de la sociedad occidental, encontró que la adolescencia no es una etapa común a todas  las sociedades humanas, que en culturas como la de Samoa y Nueva Guinea “cuando una cultura decreta que la transición de la niñez a la edad adulta debe ser gradual y serena, como es el caso de Samoa, no hay tempestad ni tensión, solo una tranquila aceptación de rol adulto”.
Lo común de las definiciones y factores que determinan la adolescencia tanto en la sociedad occidental como en otras (como por ejemplo en la de Samoa) es el factor biológico que prescribe el cambio de la niñez a la adultez, sin embargo la duración de este periodo y lo turbulento o no del mismo, depende de cada cultura en especifico, de sus ritos de iniciación y de la concepción, funciones y roles que se le den a la adolescencia.
Los rituales de iniciación en la adolescencia poseen tres aspectos fundamentales y comunes, similares a los ritos que se practican en cualquier edad; el primer momento es el que se refiere a desligarse la situación y vida anterior. El segundo, lo abarca el cambio o transición, es un intermedio entre el momento inicial con el que se entra al proceso, y en el cual se permuta al nuevo estado. El último y tercer momento que comprende el rito de iniciación es el de inclusión del sujeto de nuevo a la dinámica social ya ostentando su nueva condición de iniciado. Igualmente la importación del rito de iniciación en la adolescencia es de suma importancia ya que es el que: “inaugura y prefigura todas las demás iniciaciones”.
Estos ritos de iniciación en el adolescente, como en cualquier otra etapa de la vida, sellan el paso de una etapa de la vida a otra en el aspecto social. En otras palabras: “el papel del ritual como dispositivo que marca el paso entre los diversos estados del individuo en su existencia social” es fundamental para la conciencia social del sujeto. Los individuos iniciados en cada sociedad, en un momento histórico determinado, son los que crean grupos y desempeñan papeles específicos.
Los ritos de iniciación son particulares en cada cultura, y si bien en occidente estos rituales muchas veces no son nombrados como tal, no es que no se den, sino que están tan incorporados a la cultura por lo que pasan desapercibidos muchas veces; fenómenos culturales tan comunes como la primera relación sexual, la primera vez que el adolescente ingiere licor, que sale hasta altas horas de la noche o que se tiene una pareja relativamente estable, son momentos y acciones que marcan al rito que inician al adolescente ante sus pares y la sociedad.
Cabe destacar que “los ritos de pubertad en las sociedades primitivas son un claro ejemplo de las severas limitaciones impuestas por las prohibiciones del superyó social para que no se transgredan ciertas normas del grupo privilegiado adulto amenazadas por las pujantes tendencias del joven adolescente alimentadas por su revolución psicobiologica”, y es precisamente por esto que los conflictos que genera el adolescente con su novedoso comportamiento muchas veces es ignorado por el adulto, que lo encasilla y categoriza, o que simplemente oculta este comportamiento detrás de actos que son socialmente mas permitidos, sublimando con comportamientos más sociales los impulsos adolescentes. Sin embargo, sociedades como la nuestra (occidental y latinoamericana), se brinda muy pocos espacios para la expresión de estos impulsos adolescentes y es allí donde empiezan a brotar comportamientos que los adultos ven como anómalos o anormales y que hacen más evidente el choque generacional. Estos comportamientos son todos aquellos que el sujeto realiza con el fin de hacerse y en sentirse diferente ante los demás (adultos y pares); como lo son el vestirse de manera diferente y hablar con términos particulares.
Al pasar por el o los ritos de iniciación el adolescente queda adherido a una nueva forma de sociedad, en esta deberá desempeñar papeles muy diferentes a los que realizaba como niño, y relacionarse a su vez con personas y reglas desiguales.
De esta forma el papel o papeles que desempeñe en determinadas circunstancias harán que adquiera modalidades de relación y desarrolle maneras en las cuales poder vincularse que sean propias de él y que haya desarrollado a modo de estrategia para acercarse a los otros.
Este ámbito social en el adolescente es un aspecto que lo acompaña en su ardua tarea de construcción de la identidad, a partir de estas relaciones el sujeto estructura, en parte, su relación consigo mismo y puede aprehender patrones, capturar comportamientos y aprender como establecer vínculos con sus pares y padres.