El adolescente y su autonomía de los padres (conflicto dependencia-independencia)

El adolescente se encuentra en un conflicto permanente entre su deseo de un
mayor espacio personal y unas necesidades que le hacen dependiente de su familia.

Si se queda, se engolfa (se mezcla, no es, no apuntala su identidad diferenciada);
si se va, se queda “colgado”, indefenso… (todavía no es autónomo tanto en lo emocional
como en lo material). Este conflicto independencia-dependencia preside toda
la adolescencia.
El desarrollo de la propia identidad empuja al adolescente a confrontarse
con los padres y de paso con toda autoridad.
La necesidad de independencia
se expresa a dos niveles: como necesidad de intimidad y espacio propio y como capacidad de tomar decisiones sobre su vida y su futuro.
La separación de los padres está impuesta, de alguna manera, por la capacidad
efectora de la genitalidad y permitida por una adecuada internalización de buenas
figuras parentales.
Esto facilitará un desprendimiento útil y el pasaje a la madurez
para el ejercicio de la genitalidad en un plano adulto. La estructura del yo del adolescente
ya es bastante flexible permitiendo pseudoidentificaciones, idealizaciones, etc.
Intuitivamente, se busca la salida del peligro incestuoso de la familia, aunque experimentando sentimientos muy revueltos: ha atravesado y atraviesa por vínculos relacionales que podríamos llamar escalonados:
– Mamá – Yo (así fue al principio).
– Mamá – Papá – Yo (se constituyó la triangularidad).
– Mamá – Papá – Hnos. – Yo (se ampliaron los vínculos relacionales más allá de lo triangular).
– Mamá – Papá – Hnos. – Amigos – Yo (descubre que pertenece a un entramado relacional complejo en el que tiene que habitar y con el que tiene que operar emocional e intelectualmente).