Los adolescentes y los servicios de salud: dificultades y resistencias a la consulta

Toda esta problemática hace aconsejable que los servicios sanitarios no sean indiferentes y pasivos ante la salud del adolescente Además de atender a sus consultas por episodios de enfermedad, es necesario mantener una actividad de supervisión del desarrollo físico y del estado nutricional, detectar activamente problemas del desarrollo y del comportamiento y desarrollar intervenciones educativas dirigidas al adolescente y su entorno. Los problemas propios del desarrollo psicosocial de la adolescencia deben ocupar un lugar central dentro de la intervención de los servicios de salud.
Las características del periodo de la adolescencia deben servir de marco para entender algunos de los problemas de salud de los adolescentes y para definir estrategias de intervención. Es necesario comprender los frecuentes factores psicosociales que afectan a los adolescentes y entender el proceso de desarrollo que supone la adolescencia. Una tarea es diferenciar al adolescente con alteraciones normales y propias de este periodo evolutivo de aquellos con trastornos patológicos o con indicios de alteraciones de personalidad.
Es bueno partir de la idea de que la adolescencia es un periodo difícil, pero en la gran mayoría de las ocasiones no se producen trastornos graves y el adolescente es capaz de superar los desafíos que éste supone. Pero esto no obvia una atenta vigilancia de este periodo, intervenciones preventivas para evitar trastornos graves y detectar éstos cuando aparecen.
Si bien las necesidades de salud de los adolescentes no son en absoluto despreciables, el hecho contrasta con las dificultades que en la práctica los adolescentes tienen para encontrar ayuda. Entre otras razones porque carecen de la necesaria confianza en los servicios de salud en general y en los profesionales de atención primaria en particular.
Muchos adolescentes no se encuentran satisfechos con la atención que reciben, y como indicio sintomático sirva el dato de que las consultas de los adolescentes suelen durar menos que el promedio, quizás porque tanto el médico como el adolescente están interesados en que la consulta sea lo más corta posible.
La visita al médico provoca gran ansiedad en el adolescente ya que éstos a menudo tienen dificultades para expresar sus preocupaciones (que de hecho pueden estar poco elaboradas) y son reticentes a compartir sentimientos y confidencias personales con adultos. Incluso los profesionales de la salud pueden recibir rechazo y hostilidad, que en realidad a menudo constituye un mecanismo de defensa del adolescente frente a su inseguridad.
Las dificultades y resistencia para acudir a la consulta no quieren decir que los adolescentes no estén dispuestos a discutir aspectos relacionados con su salud siempre que la confidencialidad y una aproximación no judicativa por parte del profesional estén aseguradas. Parece que los adolescentes pueden tener una agenda oculta detrás de los síntomas somáticos por los que consultan y desean más tiempo para discutir temas de salud. Es posible que con un planteamiento adecuado de entrevista y si se crea un clima relajado y privado, conseguir que los jóvenes faciliten información relevante. Una información que en caso contrario tenderán a omitir.
Por todo ello la capacidad de crear relaciones de confianza con los adolescentes es una necesidad prioritaria, y al mismo tiempo, supone un auténtico reto comunitativo para el profesional de atención primaria.