Anna Freud, desde el egocentrismo al compañerismo

Las líneas del desarrollo definidas por Anna Freud (1979), desde el egocentrismo al compañerismo, para articular el nivel de desarrollo emocional alcanzado en el niño y la posibilidad o no de relación con pares consecuente. Si seguimos la secuencia formulada por la autora, encontramos una primera fase en donde prima el interés en ellos mismos, tienen una perspectiva egoísta y narcisista en donde los otros niños son percibidos como perturbadores de la relación madre-hijo y como rivales en el amor de los padres; en una segunda fase los otros niños son considerados como objetos inanimados, como juguetes que pueden ser manipulados, tratados según los propios estados de ánimo, son simplemente una molestia; durante el tercer año de vida, en una tercera fase, surge la consideración de los otros niños como colaboradores para realizar una actividad determinada, en donde la duración de la asociación está supeditada a la tarea a realizar, el niño acepta a sus pares pero por períodos breves, como compañeros útiles para satisfacer un deseo común, los considera una ayuda para construir o destruir algo juntos (este estadio representa el requerimiento mínimo de socialización, por ejemplo, bajo la aceptación de conformar un grupo de la misma edad en el Jardín); finalmente, en una cuarta fase considera a los otros niños como socios, con derecho propio, a quienes puede admirar, temer o competir, a los cuales ama u odia, con cuyos sentimientos se identifica, cuyos deseos reconoce y a menudo respeta, y con quienes puede compartir posesiones sobre una base de igualdad (solo esta fase equipa al niño para el compañerismo y para entablar amistades y enemistades de todo tipo y duración).
Resumiendo: según Anna Freud (1980), el niño que ingresa a Jardín Maternal, se encuentra en la primera fase descripta, y para que ingrese al Jardín de Infantes “uno de los requisitos más importantes es la aptitud para aceptar la coparticipación. Al principio los niños son asociales más que antisociales y rara vez dan intervención a sus contemporáneos en sus actividades. Sólo a partir del momento en que se considera a los otros niños como copartícipes las vinculaciones entre los niños se desarrollan sobre la base de igualdad y camaradería” (1980:82-83). El logro de este último paso permite la cooperación grupal.
Fuente: ¨El Jardín Maternal y el Jardín de Infantes: la relación con pares y la socialización recíproca (Lic. Karina KRAUTH y Lic. Valeria BOLLASINA)