Anorexia: el otro en la anorexia, saber y goce (Freud – Lacan)

Anorexia, saber y goce.
En un agregado de 1920 a «La metamorfosis de la pubertad» Freud planteaba que «las fantasías de la época de la pubertad tienen su punto de partida en la investigación sexual infantil, a la que el niño hubo de renunciar ya en épocas anteriores»
Recordemos que la investigación sexual infantil es planteada por Freud como efecto de una pulsión de saber que no puede contarse entre los componentes pulsionales elementales, y que es atraída y quizás despertada por el enigma de la procedencia de los niños, generalmente ante la aparición de un hermanito.
Freud planteará que la investigación sexual infantil fracasa ante el horror a la castración. Este fracaso típico ejerce para siempre una «influencia paralizante» sobre todo proceso mental ulterior, cuando no produce una «interrupción duradera de la pulsión de saber».
Encontramos aquí el fundamento del horror al saber propio de la neurosis: se trata del horror a la castración. ¿Qué ocurre entonces con el saber en los casos de anorexia como el que acabamos de relatar?

El Otro en la anorexia.
En el seminario sobre Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Lacan ubicará a la anorexia como una detención del sujeto en la primera respuesta que ofrece a la pregunta acerca del deseo parental: esta primera respuesta es el fantasma de su propia desaparición, de su muerte.
Ubica los por qué del niño no como efecto de un deseo de saber, sino como intentos de poner a prueba el deseo del adulto: «el sujeto aprehende el deseo del Otro en lo que no encaja, en las fallas del discurso del Otro». Así, es en la medida en que el Otro se queda sin palabras, que surge el intervalo, poniéndose en función el deseo vía la metonimia.
El Otro se presenta aquí como rechazando la función del intervalo, de la falla en el saber, no hay deseo del Otro que aprehender. El sujeto insiste entonces con su pregunta infantil y con aquella primera respuesta, sin la posibilidad dialéctica del «Hombre de los sesos frescos», quien no tiene la menor idea de que pueda tener alguna idea propia, y entonces «roba nada».

Nos preguntamos si es esta posición extrema que manifiesta la anorexia en el campo de la psicosis la que describe Lacan en su seminario Les non-dupes errent, donde dice, refiriéndose a una anoréxica: «ella se habría dejado reventar de hambre con tal de desalentar ese deseo de saber atribuido al Otro». No es lo mismo dejarse reventar de hambre que comer sesos frescos. En ese seminario Lacan plantea que el único deseo de saber que hay es aquél atribuido al Otro, y que a veces esta atribución se acompaña de un «muy poco para mí», ubicando a la anorexia mental como una acción que lo enuncia así: «yo como nada».