Filosofía y epistemología: APORTES DE LA SEMIÓTICA DE PEIRCE PARA LA TEORIZACIÓN DE LA CLÍNICA PSICOANALÍTICA

Filosofía y epistemología: APORTES DE LA SEMIÓTICA DE PEIRCE PARA LA TEORIZACIÓN DE LA CLÍNICA PSICOANALÍTICA

Zelis, Oscar
Investigación<>Psicoanálisis (www.psicomundo.com/investigacio); GEPA (Grupo de Estudios Peircianos de Argentina)

RESUMEN
La semiótica peirciana puede ser un marco teórico propicio
para poder fundamentar algunas intervenciones de la clínica
psicoanalítica. En particular, se conceptualizarán las operaciones
de interpretación y de construcción psicoanalíticas a partir
de la estrucutura del signo y del acto de semiosis elaborados
por C. S. Peirce. El cruce interdisciplinario arroja luz en la comprensión
de las concepciones de sujeto en juego, y colabora
para aportar una respuesta a la problemática de la «semiosis
infinita» y del «análisis interminable».
Palabras clave: Semiótica Psicoanálisis Signo Interpretación

Presentación: objetivos y relevancia.
El objetivo de este trabajo es aportar un marco teórico – la semiótica
establecida por C. S. Peirce – que posibilite una lectura
novedosa y enriquecedora de los procesos que se ponen en
juego en la clínica psicoanalítica (en especial, la emparentada
con los desarrollos de S. Freud y J. Lacan). Más en particular,
nos detendremos en el concepto de semiosis de Peirce, para
aplicarlo a la interpretación psicoanalítica y a su concepción de
cadena significante. El interés de esta investigación se divide
en al menos dos aspectos: avanzar en la comprensión y teorización
de la subjetividad que implican estas disciplinas; y el
aporte de nuevas herramientas conceptuales para formular y
fundamentar la práctica psicoanalítica.
Definición de signo y de semiosis en Peirce.
«Defino al Signo como algo que es determinado en su calidad
de tal por otra cosa, llamada su Objeto, de modo tal que determina
un efecto sobre una persona, efecto que llamo su Interpretante,
vale decir que este último es determinado por el
Signo en forma mediata. Mi inserción del giro «sobre una persona»
es una forma de dádiva para el Cancerbero, porque he
perdido las esperanzas de que se entienda mi concepción más
amplia de la cuestión.» (Perice, 1987:139) Comenzaremos tomando
especial atención de la última aclaración con que cierra
Peirce el párrafo, ya que pone de relieve que para la semiótica
estructurada por él, no es necesario suponer un Sujeto de la
Psicología, consciente, y que el interpretante entonces, puede
funcionar por fuera de éste, de modo que el acto de semiosis
puede conceptualizarse también como factible de realizarse
en procesos no conscientes, y de modo general, como una
propiedad semiótica y no psicológica; Sí podemos entenderla
como una metapsicología, teniendo en cuenta aquello que
Lacan señalara en uno de sus escritos al plantear que los psicólogos
deberían tomar muy en cuenta que «… la estructura
del pensamiento descansa sobre el lenguaje. Y que (…) dicho
lenguaje está dotado de una inercia considerable…» (Lacan,
1981: 134).. Pero entonces, ¿cómo define semiosis Peirce?
«Por semiosis entiendo una acción, una influencia que sea, o
involucre, una operación de tres elementos, como por ejemplo
un signo, su objeto y su interpretante, una relación tri-relativa,
que en ningún caso se puede resolver en una acción entre dos
elementos.» (Peirce, 1998, Vol. II: 411)
«Un signo o representamen es algo que representa algo para
alguien en algún aspecto o carácter. Se dirige a alguien, es
decir, crea en la mente de esa persona un signo equivalente o,
quizás, aún más desarrollado. A este signo creado, yo lo llamo
el Interpretante del primer signo. El signo está en lugar de algo,
su Objeto. Representa a este Objeto no en todos sus aspectos,
pero con referencia a una idea que he llamado a veces del Fundamento
del representamen [otras veces llamado «ground»].»
(Perice; 1987:244)(CP; 2.228). De esta manera, ya tenemos
escritos los tres elementos componentes del signo para Peirce,
estructura básica del acto de semiosis, estructura triádica,
relación triádica genuina, no factible de ser tomada de dos en
dos.
La semiosis peirciana y la interpretación psicoanalítica.
En las clases 11 y 12 de su seminario Nº 19 dictado entre los
años 1971-1972, Lacan cita y trabaja explícitamente algunas
ideas peirceianas, y sobre todo su «triángulo semiótico»: «Lo
que el otro día fue puesto en el pizarrón bajo el nombre de
triángulo «semiótico», bajo la forma de representamen, de lo
interpretante, y aquí del objeto para mostrar que la relación es
siempre ternaria, a saber, que es la pareja Representante/Objeto,
que es siempre a reinterpretar, es eso de lo que se trata
en el análisis.» (Lacan, 1972). Y luego continúa: «¿Qué hace
falta sustituir en el esquema de Peirce, para que armonice con
mi articulación del discurso analítico? Es simple como los buenos
días: a efectos de lo que se trata en la cura analítica, no
hay otro representamen que el objeto a, objeto a del cual el
analista se hace el representamen, justamente, él mismo, en
el lugar del semblante.»
Lacan entonces, utiliza el triángulo semiótico para dar cuenta
desde la semiótica de la operación, del acto de interpretación
del psicoanalista en la sesión. Para ello, las sustituciones a
seguir son: el interpretante I, es el analizante, ayudado por el
analista en su operación de hacer surgir un nuevo interpretante
del represenamen. El representamen, es el lugar que ocupa
el analista como semblante del objeto a. ¿Y el objeto? Lacan
dá un rodeo y termina afirmando: «Este es el objeto que constituye
la cuestión para cada uno: ¿dónde soy en el decir?» Que
quizás puede aclararse un poco con lo que enunciara unos
párrafos atrás, y a propósito de lo que Peirce sacaba a la luz
en una de sus elucubraciones sobre el origen del universo, citada
por Recanati en dicha ocasión: «lo que Peirce se atreve a
articular está aquí, en la coyuntura de una antigua cosmología:
es la plenitud de lo que se trata en el semblante del cuerpo, es
el discurso en su relación, dice, a la nada. Es decir eso alrededor
de lo cual gira necesariamente todo discurso.» Recordemos
que el «objeto» esencial de la teoría psicoanalítica, el objeto
causa del deseo, el objeto inicial, está perdido, desde el
inicio. Solo queda en su lugar un agujero, una falta, y las cadenas
significantes relacionadas con él, solo pueden contornearlo,
apuntar al vacío dejado por aquel. Allí entonces, la operación
necesaria desde el dispositivo analítico es la interpretación.
Y – repitiendo la última parte del párrafo de Lacan – : «es
la pareja Representante/Objeto, que es siempre a reinterpretar,
es eso de lo que se tata en el análisis.» Más adelante agregará:
«Para que la interpretación progrese, sea posible según
el esquema de Peirce, …es necesaria la relación interpretación/
Objeto – fíjense ¿de qué se trata? ¿Cuál es este objeto en
Peirce?; Por esto la nueva interpretación no tiene fin adónde
puede llegar salvo que tenga un límite, precisamente, y es a
esto a lo que debe advenir el discurso analítico.» (Lacan,
1972)
Para esclarece un poco más este proceso, recordemos cómo
piensa Peirce mismo el proceso y la cadena de interpretantes
a partir de un representamen.
«Un Signo o representamen es un Primero que está en una
relación triádica genuina tal con un Segundo, llamado su Objeto,
que es capaz de determinar un Tercero, llamado su Interpretante,
para que asuma la misma relación triádica con su
Objeto que aquella en la que se encuentra él mismo respecto
del mismo Objeto. La relación trádica es genuina, es decir, sus
tres miembros están ligados por ella de manera tal que no consiste
en ningún complejo de relaciones diádicas. (….) El tercero
tiene que estar en una relación tal, y consiguientemente
tiene que ser capaz de determinar un Tercero propio. Pero
además de ello tiene que tener una segunda relación triádica,
en la cual el Representamen o mas bien la relación de éste
con su Objeto, será su propio (del Tercero) Objeto, y tiene que
ser capaz de determinar un Tercero para esa Relación. Todo
esto tiene también que ser verdad respecto de los Terceros del
Tercero, y así indefinidamente. » (Peirce, 1987: 261) (C.P:
2.274). O sea, la Relación signo-objeto, será el propio objeto
del interpretante (I.1) tomado ahora como representamen, el
cual generará otro interpretante (I.2), que a su vez puede funcionar
como representamen para un nuevo intepretante (I.3)
en la cadena; cuando I.2 funciona como signo o representamen,
su objeto sería la relación entre I.1, y la relación R-O; y
así sucesivamente…. El filósofo francés Recanati, en su intervención
de la clase 11 del seminario recién citado de Lacan,
hace notar que : «El triángulo semiótico reproduce la misma
relación ternaria que Ud. [Lacan] citó, a propósito de los escudos
de los Borromeo es decir (…) los tres polos están ligados
por esta relación de tal manera que no admiten relaciones
duales múltiples, sólo una triada irreductible.» El nudo borromeo,
es utilizado por Lacan para mostrar el modo «triádico» en
que se articulan entre sí los tres registros que él nombra como
Real, Simbólico e Imaginario en el sujeto, y cuyo efecto es que
si se corta uno de los tres redondeles componentes – cualquiera
que sea -, los otros dos también se separarán entre sí. Para
«graficar» mejor estos últimos aspectos, quizás la presentación
anterior de la semiosis por medio de un «triángulo» no sea la
más conveniente. Esto ya ha sido advertido por otros autores
(Thibaud, 1982; etc.) [i] y el propio Peirce en distintos lugares
de su obra, propone otros gráficos para presentar una relación
triádica como el «nudo» central, donde se juntan 3 cordones
(Peirce, 1998; pag. 364). El diagrama del nudo central entre el
representamen, el objeto y el interpretante puede ser de mayor
utilidad para representar las cadenas asociativas que se van
desplegando con la asociación libre en el transcurso de un
análisis. Del mismo modo, nos evocan la forma en que Lacan
describe las cadenas significantes: «Con la segunda propiedad
del significante de componerse según las leyes de un orden
cerrado, se afirma la necesidad del sustrato topológico del
que da una aproximación el término de cadena significante
que yo utilizo ordinariamente: anillos cuyo collar se sella en el
anillo de otro collar hecho de anillos. (…) es en la cadena del
significante donde el sentido insiste, pero que ninguno de los
elementos de la cadena consiste en la significación de la que
es capaz en el momento mismo. La noción de un deslizamiento
incesante del significado bajo el significante se impone
pues…» (Lacan, 1985:481)
Recanati termina diciendo que «Tal es el modelo del proceso
de significación en tanto interminable. De un primer desvío, el
dado en el primer trazo en el interior del «ground-representament-
objeto», de un primer desvío nace una serie de otros y el
elemento puro del primer desvío era ese «ground» análogo al
puro cero. Surge aquí nuevamente, la doble función del vacío.
» (Lacan, 1972). Vamos a intentar ahora conectar todo esto
con los problemas que presenta el campo de experiencia clínica
del psicoanálisis y el aporte que puede hacer este cruce
interdisciplinario, sobre todo para el tema del «objeto», y de la
resolución de la semiosis infinita, o desde el psicoanálisis, del
análisis interminable. El problema, común a ambas disciplinas,
podría plantearse con la siguiente pregunta: ¿Estamos «condenados»
a la semiosis infinita y al análisis interminable? Es
aquí donde la praxis analítica puede brindar su aporte en ambos
campos, a partir de sus desarrollos sobre el objeto a.
¿cómo pensar a ese en apariencia enigmático objeto a del psicoanálisis?
«Podemos pensarlo como una «presencia» que
surge en los límites del análisis, allí donde el discurso del sujeto
comienza a tener un recorrido circular, en esa conocida sensación
de «dar vueltas sobre lo mismo», en donde resulta imposible
hallar un punto de capitón por la vía de la serie significante.
El problema con la significación fálica es que siempre
llega a su límite, se encuentra con la falta; en este caso, la
falta de palabras para nombrar algo que se ubica en otro registro,
que no se puede nombrar. En términos de Wittgenstein,
«…cuando algo no se puede decir, se muestra (…) ¿Cuál es el
operador que permite detener esa interminable fuga de sentido?
Es el objeto a, que establece sus límites al deslizamiento
del sujeto en la cadena significante. Una vez que el sujeto recorrió
del derecho y del revés «todo» su universo simbólico,
queda sin embargo un resto… Todo está anclado en ese punto
(…) Hay algo que insiste, pero que el sujeto sin embargo no
llega a decir (…). En consecuencia, y dado que debemos de
sistir de poder encontrar ese referente último en el campo de
los significantes, es allí donde Lacan ubica, como referencia a
ese significante primero faltante, al objeto a. (…) (Pulice; Zelis;
Manson; 2003-2004: clase 4) Es el objeto – en este estatuto
tan particular, como falta, como ausente, como vacío – entonces,
el que puede hacer tope, límite al análisis interminable y a
la semiosis infinita.
¿En qué consiste la interpretación y la construcción analítica?
Freud refería lo siguiente sobre ambas operaciones del psicoanalista:
«…»Interpretación» se refiere a lo que uno emprende
con un elemento singular del material [que nos proporciona
el paciente con su decir] : una ocurrencia, una operación fallida.
Es una «construcción», en cambio, que al analizado se le
presente una pieza de su prehistoria olvidada…» (Freud;
1982). O sea, en la interpretación, el analista, «escucha», todo
lo manifestado por el paciente (o más exactamente el analizante),
atento a detectar aquello que, al decir de Freud, nos
sorprenda. Y, en este punto se emparenta al proceso de abducción
tal como lo presenta J. Nubiola[ii], «lo que nos sorprende
es mas bien la regularidad inesperada o bien la rotura
de una regularidad esperada» (Nubiola, 2001: 5-6). Es desde
allí que se decide el valor significante, en su sentido psicoanalítico,
es decir, de representar al sujeto para otro significante.
El paso siguiente será comunicárselo al paciente – a veces, es
incluso el propio analizante el que saca a la luz el significante
en cuestión, o más exactamente, se forma en su consciencia
un interpretante provocado por el analista en posición de representamen
de aquel objeto en cuestión velado pero que le
incumbe íntimamente. Al hacerlo consciente, éste deberá integrarlo
a sus cadenas asociativas (cadenas de pensamiento o
cadenas significantes) conscientes. Implicará además un trabajo
de reacomodación sujetiva por parte del analizante, ya
que ante «…una verdad nueva, no es posible contentarse con
darle su lugar, pues de lo que se trata es de tomar nuestro lugar
en ella. Ella exige que uno se tome la molestia. No se podría
lograr simplemente habituándose a ella. Se habitúa uno a
lo real. A la verdad, se la reprime.» (Lacan; 1985: 501). Esto
también se juega en la construcción, solo que en este caso,
el analista debe ir armando, construyendo, a partir de los datos,
de los indicios que va detectando en lo que dice el analizante,
un fragmento de narración, una escena, un recuerdo o
un pensamiento, faltante en el discurso de éste, pero que
aquel va detectando cada vez como más necesario lógicamente.
Desde la semiótica podríamos decir que, el analista a
partir de los indicios que va acumulando, va armando un
«ground» común a aquellos, y a partir del mismo, conjeturará, o
más precisamente, hará una retro-ducción, abducirá el representamen
que haría falta que esté en la cadena semiótica,
para ser capaz de generar como interpretantes, a los indicios
que ha ido encontrando.

BIBLIOGRAFÍA:
Balat, M.: -«De Peirce et Freud à Lacan»; S-Revue européenne de sémiotique,
1989. Dicho artículo forma parte de su Tesis: La triade en psychanalyse:
Peirce, Freud et Lacan, de Michel Balat. Thèse de Doctorat d’Etat es-Lettres.
Publiée sous le titre Des Fondements sémiotiques de la psychanalyse,
L’Harmattan, 2000.
Freud, S.: Obras Completas; Amorrortu Editores; Buenos Aires; 1982.
(«Consejos al médico»; «Construcciones en análisis»).
Lacan,J.: – Seminario 19: » …Ou pire»; dictado entre 1971 y1972. Inédito.
Seminario 20: Aun; Paidos; Barcelona-Buenos Aires; 1981.
– «La instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde Freud.»; Escritos
I; Siglo XXI editores; Argentina; 1985.
Nubiola, J.:- «La abducción o lógica de la sorpresa.»; Razón y Palabra (revista
electrónica); Febrero-Abril 2001; Nº21.
Peirce, C.,S.:- Obra Lógico-Semiótica; Taurus edit.; Madrid; 1987 («Algunas
consecuencas de las cuatro incapacidades»; «Cartas a Victoria Lady
Welby»;(Carta de dic. 23 de 1908); «El Icono, Indice y Símbolo.»).
The Essential Peirce vol. II; The Peirce Edition Project; U.S.A.;1998.
(«Pragmatism»; «On Science and Natural »)
– El hombre, un signo; Edit. Crítica; Barcelona; 1988. («Cómo esclarecer
nuestras ideas»; «La ley de la mente.»; «Algunas categorías de la razón
sintética.»)
Pulice, G.; Manson, F.; Zelis, O.: – «Clase 4» del Seminario Investigación<>
Psicoanálisis publicado en el sitio web Psicomundo; www.edupsi.org/
investigacion . 2003-2004.
– Capítulo IV:«El pensamiento mágico, el paradigma indiciario y las ciencias
conjeturales»; Investigación<>Psicoanalsis: De Sherlock Holmes, Peirce y
Dupin, a la Experiencia Freudiana: Letra Viva; Buenos Aires; 2000.
Thibaud, P.: La lógica de Charles Sanders Peirce; Edit. Paraninfo, Madrid,
1982.

NOTAS
[i] Agradezco a Pablo Wahnon, Gustavo Demartin y a Jaime Nubiola por los
comentarios y aportes que me hicieran sobre este tema en ocasión de la Iº
Jornada «Peirce en Argentina» (año 2004).
[ii] Este tema está desarrollado en mi anterior trabajo presentado en la I
Jornada Peirce en Argentina 2004: «La semiosis y la lógica abductiva en su
relación con la subjetividad puesta en juego por la experiencia psicoanalítica».