Descartes R.: Art. 136. De dónde provienen los efectos de las pasiones que son particulares de ciertos hombres

RENÉ DESCARTES

Tratado de LAS PASIONES DEL ALMA (1649)

SEGUNDA PARTE

DEL NÚMERO Y DEL ORDEN DE LAS PASIONES Y EXPLICACIÓN DE LAS SEIS PRIMARIAS

ORDEN Y ENUMERACIÓN DE LAS PASIONES

Art. 136. De dónde provienen los efectos de las pasiones que son particulares de ciertos hombres.

Por otra parte, para suplir aquí en pocas palabras todo lo que pudiera añadirse sobre los diversos efectos o las diversas causas de las pasiones, me limitaré a repetir el principio en el que se apoya todo lo que he escrito sobre ellas; es decir, que hay tal relación entre nuestra alma y nuestro cuerpo que cuando hemos unido una vez algún acto corporal con algún pensamiento, ya nunca se nos presenta uno sin el otro, y no siempre se unen los mismos actos a los mismos pensamientos pues esto basta para explicar todo lo que cada cual puede observar de particular en sí mismo o en otros, respecto a esta materia, que no ha sido explicada aquí. Y, por ejemplo, es fácil pensar que esas extrañas aversiones de algunos, que les impiden soportar el olor de las rosas o la presencia de un gato, o cosas por el estilo, se deben únicamente a que, al comienzo de su vida, sufrieron algún grave daño de esos objetos, o bien a que han compartido el sentimiento de su madre que lo sufrió estando encinta; pues es indudable que existe relación entre todos los movimientos de la madre y los del niño que está en su vientre, de modo que lo que es contrario al uno perjudica a la otra. Y el olor de las rosas puede haber causado un gran dolor de cabeza a un niño cuando están en la cuna, o puede haberle asustado mucho un gato, sin que nadie lo haya notado ni él lo recuerde luego en absoluto, aunque la aversión que sintiera entonces por aquellas rosas o por aquel gato permanezca impresa en su cerebro hasta el fin de su vida.