Aspecto psicoevolutivos del niño Hipoacúsico ( EL DESARROLLO SOCIO-AFECTIVO DEL NIÑO SORDO)

ASPECTOS PSICOEVOLUTIVOS DEL NIÑO/A HIPOACUSICO
AUTOR: ALFREDO MATÍAS OTEROS LÓPEZ

EL DESARROLLO SOCIO-AFECTIVO DEL NIÑO SORDO.

Del nacimiento a los 3 años:
El reconocimiento de las personas se inicia en torno a los tres o cuatro meses
(cuando sonríe a quien le cuida) y las conductas son diferentes según la persona con
la que interactúe (lloro, sonrisa, mirada, contacto corporal, etc.) discriminando
claramente entre las personas, prefiriendo unas a otras (al abuelo que le compra cosas
a la madre que le obliga a ducharse, la tía que lo saca a la calle al padre/madre que lo
deja en el taca-taca mientras trabaja con su ordenador, etc.).
Alrededor de los ocho meses muestra recelo ante las personas que le resultan extrañas.
A partir de los 18-24 meses empiezan a reconocerse a sí mismos, comenzando
por su imagen y utilizando los pronombres personales para referirse a sí mismos.
De 3 a 6 años:
El conocimiento de los otros se basa en las características externas y
aparentes. Se da cierto egocentrismo porque sus pensamientos, sentimientos,
intenciones y rasgos personales de los otros son más bien imprecisos (no saben por
qué están un día con un compañero y al siguiente con el otro, etc.).

El conocimiento de los sistemas e instituciones sociales influirá en la mayor
o menor integración del niño en la sociedad a la que pertenece. Este conocimiento
se basa en rasgos o aspectos externos: médico bata blanca, bata blanca dolor, etc.
El niño sordo como cualquier niño nace en un contexto de una compleja red
social. Para adaptarse y funcionar ha de aprender un conjunto de habilidades
personales y sociales. «La socialización es el proceso a través del cual el
individuo adquiere el conocimiento, las habilidades y las disposiciones que le
permiten actuar eficazmente como miembro de un grupo».
Las interacciones sociales y lingüísticas que el niño establece a lo largo de su
desarrollo influyen de manera significativa en el desarrollo cognitivo, y a su
vez el progreso en conocimientos y capacidades intelectuales favorece los
intercambios sociales y lingüísticos.
Interacciones sociales del niño sordo con sus iguales:
Las investigaciones señalan que las interacciones sociales de los niños sordos
con sus iguales son poco flexibles, poco estructuradas, sobre todo si se basan
en interacciones verbales.
Los niños normales a veces también muestran dificultades, en la mayoría de
los casos por desconocimiento. Cuando el niño es competente en algún tipo de
lenguaje (oral o signado) y sus compañeros también lo utilizan, la relación que se
establece es muy parecida a la de los niños normales.

Interacciones del niño sordo con los adultos:
El niño sordo suele tener problemas para interactuar con los adultos
oyentes. Su presencia en la familia donde todos son oyentes, genera una distorsión en
las relaciones que a su vez afecta al modo de vivir su identidad personal.
La actitud de los padres hacia la sordera de su hijo y la forma en que vayan
elaborando la situación va a ser un factor determinante en las relaciones que
establezcan con su hijo. Dentro de las interacciones sociales, un aspecto muy
importante es destacar cómo son las interacciones comunicativas:
* Al sordo se le achaca la falta de «norma» en su comportamiento social.
En las relaciones adulto/oyente, niño/sordo se pueden observar
problemas de explicación-incorporación de normas. Ciertamente se
permiten a los niños sordos mayores concesiones que a sus
iguales oyentes.
* Dadas las dificultades de comunicación con el niño, los adultos tienden a
explicarle menos la razón de determinadas normas, esto lleva al niño
sordo a desconocer algunas normas sociales o a no entenderlas bien.
* Las interacciones con el niño sordo se producen en contextos
inmediatos, se habla con él del «aquí y ahora», hay dificultad para
hablarle del pasado, de elementos más abstractos; esto limitará al
niño sus posibilidades de planificar sucesos, para entender
secuencias temporales, etc.
* Una de las características de personalidad habitualmente relacionada
con la sordera es la impulsividad. Es frecuente oír decir que el
sordo tiene problemas en el control de su propia conducta. Furth
señala que el sordo está en desventaja al comprender menos el
mundo y su funcionamiento, tanto físico como social. Como
consecuencia esta conducta suele parecer anormalmente impulsiva
cuando se le compara con niños normales. Es el adulto el que debe
ayudar a plantear las exigencias de manera adecuada.
* El retraso en la adquisición del lenguaje oral y sobre todo su
insuficiencia, reducen las ocasiones de contactos sociales y son
fuente de frustraciones para el niño sordo y sus padres. Estas
dificultades de lenguaje impiden al niño comprender las
explicaciones verbales de las emociones y los sentimientos del otro.
* El niño sordo carece de una parte importante de la información lo que
le hace vivir su entorno de un modo inseguro.
* En determinadas ocasiones en nuestro trato diario,
continuamente establecemos comparaciones entre sordos y oyentes,
aunque sea de un modo inconsciente. Por ejemplo, con unos adultos
que sólo valoran una adecuada expresión oral frente a cualquier
otra conducta del niño; con un continuo control sobre esta
expresión, ya que nunca es suficientemente buena y adecuada, etc.
* El niño sordo se encuentra inmerso en un medio que ignora el resto de
sus habilidades y sólo se interesa por aquellas en las que fracasa. En
esta situación, no nos debe parecer raro que el autoconcepto del niño
no sea el adecuado, con lo que esto acarrea en cuanto a falta de
seguridad en sí mismo.
* Los niños sordos, hijos de padres oyentes, no poseen modelos claros de
identificación. No es raro encontrar que los niños sordos que no han
tenido contacto con otros sordos se cuestionen su futuro cuando sean
mayores con preguntas como estas: ¿Me volveré oyente?
De todo lo anterior deberíamos deducir que la sordera no tiene por qué
producir problemas de adaptación social, sino que más bien se generan por una
serie de elementos o reacciones que se provocan en torno al niño sordo.

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